Por: Edwin Francisco Herrera Paz
Actualmente
se habla mucho sobre los grupos de poder que controlan el mundo. Haciendo una pequeña recopilación de lo comentado y discutido en el foro “Política en Honduras”, de
Facebook, podemos distinguir los siguientes grupos más o menos delimitados.
En primer
lugar los gobiernos. Los gobernantes de todo el mundo llevan una vida de lujo y
explotan a los ciudadanos con cuantiosos impuestos. Los más benignos, devuelven
una buena parte en obras sociales. En Honduras el gobierno no devuelve
prácticamente nada. El gobierno central y las municipalidades en conjunto, son
el mayor empleador del país. Se habla de los cuantiosos salarios de médicos y maestros,
sin embargo, esta fracción del gobierno es la única absolutamente necesaria
para el bienestar de la población. Se habla del enorme presupuesto en concepto
de sueldos para esta fracción, pero nunca se piensa en mejorar sus condiciones
de trabajo, ni en proporcionarles los recursos para realizar correctamente sus
labores. El resto de la burocracia hondureña es parasítica en su mayor parte.
Ninguna economía puede ser saludable cuando una pequeña fracción de la
población es la que produce mientras la gran mayoría parasita. Los funcionarios
de más alto nivel son pocos, pero consumen una cantidad de los recursos del
estado muy superior a los de bajo nivel.
Algunos
gobiernos controlan a otros, y no es secreto que en Honduras pocas cosas se
hacen sin la aprobación del Departamento de Estado de los Estados Unidos de
América.
Por arriba
del nivel de los gobiernos se encuentran las corporaciones. Estas controlan a
los gobiernos de diferentes maneras. Patrocinan candidatos de elección popular
que luego deberán legislar o gobernar a favor de aquellos. Algunas
corporaciones son medios de comunicación y ejercen influencia sobre las
decisiones de estado mediante publicidad disfrazada de noticia. Por último,
controlan a los gobernantes o legisladores mediante lobby y jugosos sobornos y
comisiones. Muchas corporaciones llegan a tener tanto poder que controlan
gobiernos enteros. Las corporaciones sí son productivas, pero su problema es
otro. Son entidades egoístas cuyo único objetivo es maximizar las utilidades.
Esto muchas veces trae beneficios a la sociedad, pero también sus acciones
ponen en riesgo el ambiente, y en una gran cantidad de ocasiones van en contra
de los intereses de las mayorías. Se ha mencionado mucho los excesos de las farmacéuticas,
para el caso. Las corporaciones no son malas en sí mismas. Simplemente un director
ejecutivo busca la mejor manera de que los inversionistas vean dividendos.
Por arriba de
este nivel está la banca, tanto local como mundial. Nada se mueve sin el
movimiento de capital de los bancos. Los préstamos se han hecho necesarios en
el mundo actual, y los bancos han sido artífices del enorme impulso de la
economía. El valor futuro del dinero se basa en la confianza en la producción. Pero
los bancos también son entidades egoístas y mediante diversas estrategias han
propiciado un endeudamiento que compromete la producción de varias generaciones.
Así, su voracidad por el capital los ha convertido en un enorme parásito. La
banca mundial controla los dos niveles anteriores. Uno de los pecados de los
bancos contra la humanidad es la de propiciar el agravamiento de la inflación.
En el vértice de la pirámide tenemos los verdaderos grupos que controlan el
poder, e incluyen clubes de gobernantes perpetuos de superpotencias, dueños de
medios con cobertura mundial, dueños de los bancos más grandes, y dueños de
grandes corporaciones. Estos son los mesías que intentan controlar el rumbo de
la humanidad y que creen saber cómo va la cosa. Aquí entran Bilderberg y
otros grupos tristemente célebres por considerarse ligados a la planificación
de un proceso de eugenesia, es decir, de eliminación del trasfondo genético “malo”
de la humanidad (lo vimos en su más clara manifestación en la época de la “Alianza
para el Progreso” con la esterilización de mujeres indígenas nulíparas en latinoamérica). Es
probable que los índices de violencia en Honduras y otros países sean parte de
los planes de estos grupos materializados en políticas de estado que incluirían
promover confrontaciones genocidas en los países pobres, como la lucha
ideológica durante la guerra fría, que ahora revive con los mismos o similares actores
en la supuesta lucha antinarcóticos. Estos grupos no siempre están de acuerdo y
algunas confrontaciones de escala continental, o incluso conflagraciones de escala mundial, surgen de esos
desacuerdos, lo que además podría ser eventualmente utilizado para generar mano de obra para las poblaciones insatisfechas, nuevos y lucrativos negocios, y como mecanismo de control del sobrepoblamiento mundial. ¡Patada y mordida! Por otra parte, la competencia entre grupos garantiza cierto grado de equilibrio evitando el dominio total y la esclavización del planeta por un solo grupo.
En Honduras,
se dice que los grupos de poder están conformados por unas cuantas familias
(algunos enumeran 19) que concentra la mayor parte de los recursos del país, mientras más del 60% de los hondureños aun viven bajo la linea de pobreza, y muchos de estos de extrema pobreza. Estas familias son propietarias de la mayor parte de la banca, la industria y los medios, y
controlan las decisiones de estado incluidas las licitaciones públicas. Algunas veces colaboran entre sí, y otras compiten originando serias crisis políticas.
Muchos de los
actores dentro de los grupos de poder mundial son fluctuantes, pero algunos
pasan la batuta de una generación a otra. Lo que se mantiene más o menos
constante es la estructura. Esta estructura está sostenida y protegida muy
rígidamente por los sistemas financieros, las legislaciones y otros sistemas
jurídicos, de las cuales se valen. Los niveles de poder no están bien
delimitados y se traslapan. Hay algunos grupos emergentes que subrepticiamente han
permeado los gobiernos, las corporaciones y la banca. El más destacado de estos
es el narco sudamericano (La Reina de los Andes) que hoy por hoy está adquiriendo un creciente poder de decisión.
Es probable
que una de las causas del desequilibrio mundial en la distribución de la
riqueza sea el creciente número de personas, en su mayoría bien educadas, que
quieren pasar a formar parte de la fracción parásita de los grupos de poder
(muchos caciques para pocos indios). Y si pocos trabajan, ¿Quién producirá para
mantenerlos? En Honduras, pocos son los que no desean tener un trabajito de paracas en el gobierno.
Personalmente en lo que no
estoy de acuerdo es que los grupos poderosos realmente controlen el destino del
mundo, al menos voluntariamente, adrede y de manera casi que omnisciente, como a veces se pretende. Así como
dice el protagonista del Sicario Económico, no hace falta que las personas de todos
estos grupos conspiren para dirigir el destino del mundo. Basta con que cumplan
sus respectivos roles, que tomen las decisiones que les corresponden y las
cosas se van dando. Pero actualmente la complejidad del mundo es tal que es
improbable vaticinar el resultado de una acción determinada. Se podría planear
un conflicto armado, y los resultados podrían no ser los esperados.
Pongamos por
ejemplo el internet. Ni las más minuciosas elucubraciones de hace 20 años
hubieran podido predecir el impacto de la red en el mundo. Los grupos de poder
ven cómo se creó un monstruo que ya no pueden controlar. El temor a la red por
parte de los grupos de poder incluye: 1) Cada vez es más difícil ocultar los secretos
de estado. Los planes maquiavélicos son dilucidados por expertos y rápidamente
difunden en la red. Cada vez es más difícil desacreditar la información alegando
Teoría de Conspiración por lo que los gobiernos pierden credibilidad. ¿Quién no
sabe a estas alturas del partido que las guerras de Estados Unidos en
Afganistán e Irak fueron provocadas? Yo me comencé a dar cuenta y finalmente me
convencí de ello por un aparentemente insignificante detalle: el derrumbe del edificio
7 del WTC en los ataques del 9-11. A partir de allí es comida de trompudo desenrollar
la madeja. 2) El tiempo necesario para organizar revueltas se ha acortado enormemente,
y la capacidad de convocatoria ha aumentado exponencialmente. Pongamos como
ejemplo la recientemente propuesta y malograda Ley SOPA, que buscaba el control
de la red por parte del gobierno se los Estados Unidos. En cuestión de semanas
se organizaron grupos de protesta alrededor del mundo que hicieron dimitir a
los impulsadores de la ley.
Ahora estamos
hablando de un porcentaje relativamente pequeño de persona que cuentan con
conexión a la red. ¿Qué pasará cuando 5 mil millones de seres humanos estén
conectados? No lo sé. Nadie lo sabe. Ni los grupos de poder. Lo más probable es
que irá emergiendo un supercerebro colectivo cuyas capacidades están aun fuera
de nuestra imaginación.
Estoy seguro
que este breve resumen está lejos de ser completo, y agradecería que se
complementara con sus comentarios.
Saludos.