Por: Edwin Francisco Herrera Paz
En el presente la policía hondureña se encuentra en un proceso de depuración. Para ello, se ha diseñado un conjunto de pruebas que se le hace a cada agente u oficial, las que incluye el polígrafo, llamado popularmente detector de mentiras, además de pruebas toxicológicas y psicométricas. Muchos policías han protestado, y la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia ha declarado inconstitucional el decreto 89 con el que se declaró en emergencia la seguridad pública y se le otorgaron facultades excepcionales temporales al director de la Policía Nacional.
Los
hondureños estamos conscientes de la necesidad apremiante de un proceso de
depuración. Esta necesidad se puede apreciar mejor escuchando los innumerables
relatos sobre excesos y desafueros de la policía, incluyendo (pero no limitado
a) el involucramiento de agentes en bandas de secuestradores, roba carros y
otros grupos de sabandijas sociales. El estado de las cosas es tal que los ciudadanos
temen más a la policía que a los delincuentes. Sin embargo, a pesar de ello y
en aras de mantener la confianza de la población en las pruebas de confianza
(redundando en la redundancia) pienso que el proceso debería ser supervisado
por miembros de la sociedad civil, lo que serviría además para evitar excesos,
injusticias o revanchas dentro de la misma institución.
Pero a lo que
quiero referirme es al polígrafo, ese aparatito que toda mujer quisiera tener
en su casa para ponérselo al marido. Estoy de acuerdo en su utilización en el proceso
de depuración, pero con las precauciones del caso y tomando en cuenta que la
validez científica de esa prueba es escaza. Para saber sobre los principios
detrás del polígrafo le sugiero que consulte los artículos de Wikipedia, tanto
en español como en inglés. Yo me centraré en explicar el por qué la validez
científica es poca excepto cuando se le atribuye solo un porcentaje pequeño del puntaje dentro de la batería de pruebas, y las posibles consecuencias de su uso en el
proceso de depuración tal y como está planteado. En las
ciencias biomédicas valoramos la exactitud de una prueba de acuerdo a dos
parámetros que llamamos sensibilidad y especificidad. La sensibilidad es la
capacidad que tiene dicha prueba de sortear los falsos negativos, mientras la
especificidad es su capacidad de eludir los falsos positivos.
Para ilustrar
mejor lo que es la sensibilidad y la especificidad pondré un ejemplo con el
polígrafo. Supongamos que le hacemos la prueba con el detector de mentiras a
1000 policías. Supongamos además que esta es la única prueba tomada en cuenta
para decidir si un policía se queda o continúa en la institución. Por último y en
aras de la pedagogía, supongamos que el 20% de los policías son mentirosos y el
80% honrados. Comencemos.
Según
diversos estudios la sensibilidad del polígrafo es del 80%. Esto quiere decir que
de los 200 policías mentirosos, la prueba va a tener la capacidad de detectar
al 80% de ellos, es decir, 160 policías. Los ponemos de patitas en la calle y aun
así van a quedar 40 mentirosos formando parte de las filas de la institución
policial.
Según esos
mismos estudios, la especificidad del polígrafo es alrededor del 16% (este es un estimado por lo bajo ya que algunos estudios revelan hasta un 60% de falsos positivos), es decir
que de los 800 policías que no son mentirosos, el aparato asignará
como mentirosos a 128 de ellos, policías honestos que no pasaron la evaluación.
La cuestión es que el número de policías honestos despedidos casi iguala a la
cantidad de policías mentirosos despedidos. El total de policías despedidos
será de 288 y quedarán 712 formando parte de las fuerzas policiales.
En la vida
real el problema es mucho más complejo, pues no podemos clasificar a las
personas en dos extremos: los mentirosos y los sinceros. Más bien los seres
humanos nos agrupamos en un espectro en donde la mayor parte (llamada media)
estará compuesta de personas medianamente mentirosas.
Cuando el
polígrafo es utilizado en un caso criminal, no hay mucho problema, pues las
preguntas son puntuales respecto al caso en particular. En cambio, ¿Qué
contestaría un policía si se le pregunta si alguna vez ha recibido paga del
narcotráfico por vigilar sus casas (a modo de ejemplo)? Podría contestar que no
y tal vez estará diciendo la verdad.
“Pe pe pero, ¡un
momento!” piensa entonces Chencho el policía. Una alarma se enciende en su cerebro
y le dice que puede estar mintiendo. Recuerda vagamente que en algunas casas de
una colonia de San Pedro Sula le daban dinero para la gasolina de su moto. “¿Pero
no fue eso lo que los altos mandos sugirieron a la población?” Piensa de nuevo.
Cierto, pero se rumora que algunas de esas casas están habitadas por
narcotraficantes. “Entonces sí he recibido dinero del narcotráfico por
vigilancia, porque yo que soy agradecido y para que me dieran mi dinerito para
mantener a mis seis hijos, pasaba más seguido por esas casas.” Esta
secuencia de pensamientos cruza muy rápido por la cabeza de Chencho, y como
cree haber mentido, inmediatamente se activa en su cabeza una estructura
cerebral llamada amígdala (o núcleo amigdalino) que desencadena una serie de
procesos neurofisiológicos que terminan en una respuesta del sistema nervioso
simpático. Partículas minúsculas de sudor se forman en sus manos y son detectadas
por un galvanómetro; y además su ritmo cardíaco y presión arterial aumentan
levemente. El aparato registra por medio de sensores estos cambios y el
examinador concluye que Chencho está mintiendo. Lo ponen de patitas en la
calle.
Ahora analicemos
el impacto social que puede tener el procedimiento de depuración que incluye
este monstruoso aparatito con nombre lindo (polígrafo) y los resultados a corto
y largo plazo. Para comenzar, a Chencho lo corrieron de su trabajo gracias al aparato
y tiene que alimentar, educar y vestir a seis niños y a una doña refunfuñona y
exigente, por lo que se siente indignado. Se reúne con otros policías y oficiales
para denunciar la injusticia. Se van a los Derechos Humanos, a las Fiscalías
del Ambiente, del Consumidor, de la Niñez, y recurren incluso a la Sociedad
Protectora de Animales por si allí hay alguna norma o ley que los proteja.
Finalmente el grupo de gendarmes desempleados termina interponiendo un recurso de inconstitucionalidad con suspensión del acto reclamado (siempre quise decir eso) ante la Corte Suprema de Justicia; la Sala de lo Constitucional lo analiza y da su dictamen, y luego la Corte en pleno declara a lugar el recurso y ¡sas!!!!!! Todo el proyecto de depuración se viene abajo; el presidente del Ejecutivo se va a huelga…. bueno, no se va a huelga porque no puede, pero protesta enérgicamente y declara que las pruebas seguirán iguales y que a él le vale chancleta la opinión de la Corte; que así somos los olanchanos y punto….
Al presidente del Legislativo por su parte está a punto de darle un nuevo ataque de psicosis con alucinaciones auditivas: comenzó a escuchar de nuevo una vocecita que ahora le indicaba que debía gastar mil millones de lempiras en preguntarle al pueblo si piensa que la policía necesita depuración (bien dice el dicho, lo que no cuesta hagámoslo fiesta). Estamos a un pelito de un enfrentamiento entre poderes y ya sabemos los hondureños lo que eso significa (esta narración es ficción y cualquier parecido con la realidad es coincidencia). ¡Increíble todo lo que puede causar un simpático e inocente aparatito!
Finalmente el grupo de gendarmes desempleados termina interponiendo un recurso de inconstitucionalidad con suspensión del acto reclamado (siempre quise decir eso) ante la Corte Suprema de Justicia; la Sala de lo Constitucional lo analiza y da su dictamen, y luego la Corte en pleno declara a lugar el recurso y ¡sas!!!!!! Todo el proyecto de depuración se viene abajo; el presidente del Ejecutivo se va a huelga…. bueno, no se va a huelga porque no puede, pero protesta enérgicamente y declara que las pruebas seguirán iguales y que a él le vale chancleta la opinión de la Corte; que así somos los olanchanos y punto….
Al presidente del Legislativo por su parte está a punto de darle un nuevo ataque de psicosis con alucinaciones auditivas: comenzó a escuchar de nuevo una vocecita que ahora le indicaba que debía gastar mil millones de lempiras en preguntarle al pueblo si piensa que la policía necesita depuración (bien dice el dicho, lo que no cuesta hagámoslo fiesta). Estamos a un pelito de un enfrentamiento entre poderes y ya sabemos los hondureños lo que eso significa (esta narración es ficción y cualquier parecido con la realidad es coincidencia). ¡Increíble todo lo que puede causar un simpático e inocente aparatito!
No es la
primera vez que se ve esto en el mundo. Para la época del colapso y disolución
de la antigua URSS un enorme contingente de ex agentes de la KGB quedó desempleado.
Se organizaron, formaron un sindicato, y ese sindicato lleva ahora la estampa
de Mafia Rusa, una de las más temidas organizaciones delincuenciales del mundo.
La lección es clara. No es deseable mantener desempleado a un grupo de personas
que solo saben disparar.
Por otro lado,
¿Recuerda a los 40 policías corruptos que quedaron sin ser detectados? Estos
serán el semillero para la nueva generación de policías corruptos. Se
encargarán de entrenar adecuadamente a los advenedizos, enseñándoles todos los
pormenores del mundo de la corrupción policial. Ya tenemos la experiencia.
Basta una sola célula cancerosa que escape a la quimioterapia para tener una
nueva invasión. Los grupos delincuenciales actúan entonces como células cancerosas
metastásicas. La cultura del crimen se enseña, se contagia y se dispersa dentro de la red de relaciones.
Para ilustrar
este último punto déjeme poner dos ejemplos. El primero, es la lucha
antinarcóticos que los Estados Unidos de América ha venido ejecutando desde
hace unas cinco décadas con la ayuda de los gobiernos latinoamericanos. ¿Ha
resultado exitosa? La respuesta es un rotundo NO. Lejos de ello la guerra ha
hecho del narcotráfico en Latinoamérica una de la organizaciones más poderosas
de la tierra. Cuando el dinero para el financiamiento está disponible a manos
llenas, el ataque frontal al problema no rendirá resultados. O elimina hasta el
último narcotraficante, o mejor deje la estrategia de la guerra frontal de lado
y busque una más inteligente, porque con un solo narcotraficante que quede en
pie se regenerará la organización por completo. Entrenará nuevo personal y se
valdrá de la experiencia para combatir a sus opositores. Los sistemas de salud
pública del mundo hace tiempo se dieron cuenta de esta característica de las
guerras frontales y sustituyeron sus antiguos programas de
erradicación de la malaria, por programas de control de vectores, mucho más
manejables, realistas y con mejores
resultados.
Dice José
María que las bajas colaterales son el precio obligado a pagar por la limpieza
de una sociedad convulsionada. Sin embargo se puede minimizar ese daño
colateral tomando algunas medidas.
Policías aplicando la prueba de confianza a un político. ¡El aparato se quemó porque no aguantó tantas descargas! |
2) Invitar a
la sociedad civil a que se una a las evaluaciones como testigo y garante de la
correcta aplicación de las pruebas.
3) Aumentar el puntaje umbral para el cual la prueba resulta en el despido del efectivo. Si bien es
cierto que esto bajaría la sensibilidad de las pruebas de confianza, aumentaría
su especificidad reduciendo el número de bajas colaterales.
4) Garantizar
que el proceso de depuración va a ser eso, un PROCESO, y no un evento casual y
fortuito producto de un gobierno desesperado por quedar bien con la población ante
las elecciones generales. Que las pruebas de confianza se implementen como una
medida permanente dentro del cuerpo policial, de esa manera, poco a poco pero
de forma segura irá disminuyendo el problema de la corrupción en la policía.
5) Promover el
diálogo entre los poderes del Estado. Si los presidentes del Ejecutivo y el Legislativo
pretenden que se emita una Ley, pedir la asesoría de los miembros del poder Judicial (a modo personal) o de otros juristas expertos para
disminuir las probabilidades de que esa ley vaya en contra de artículos
constitucionales y otras leyes vigentes. Los Magistrados, aunque nos parezcan
semidioses, no lo son. En cambio, también son hondureños preocupados (creo) por
la prosperidad de nuestro país y el futuro de sus nietos. En estos tiempos de
convulsión social Honduras, lo que menos necesita, es el enfrentamiento entre
poderes y sí un dialogo permanente entre sectores sociales.
Bien, espero
no haberles aburrido con mi humilde análisis del: POLIgrafo, enemigo público
número uno del POLIcía.
En el siguiente video vea la manera en la que el protagonista de la famosa serie de televisión Lie to me demuestra el problema de los falsos positivos haciendo que una sexi entrevistadora haga las preguntas de control.
En el siguiente video vea la manera en la que el protagonista de la famosa serie de televisión Lie to me demuestra el problema de los falsos positivos haciendo que una sexi entrevistadora haga las preguntas de control.
estoy muy de acuerdo en lo expresado, el "Procesos de depuración" no debe limitarse al uso de un tecnicismo para diferenciar el bien y el mal, este proceso como su nombre lo dice debe comenzar desde la selección de los que van a ser los futuros entes de velen por el orden y seguridad publica, esto se debe comenzar desde la alma MATER, desde los centros de adiestramiento donde es el semillero de la población. la otra pregunta es y estoy muy de acuerdo que hacer con los que salen o son expulsados de las filas de la Policía como van a vivir a que se pueden dedicar, otro grupo mas que se integra a la población económicamente inactiva osea a la desempleada.
ResponderEliminarpara mi esto solo es una estrategia para decir que se esta trabajando y tratar de bajar la aguas y quedar "bien" pagando justo por pecadores o en rio reevuelto ganancia de pescadores !!!!! les dejo un enlace de como trabaj el poligrafo tambien sera que asi se esta siendo tambien con la policia jajaja!!
http://www.youtube.com/watch?v=9dZeWph-8EM