domingo, 17 de mayo de 2009

De células, no células, y células madre

Ser o no ser: esa el la cuestión (William Shakespeare en Hamlet)


No es fácil conquistar al mundo, ya sea que el que lo intente sea ratón o humano. Solo sé que, para el que lo intente, algunas cosas deben quedar claras.
Estábamos reunidos un pequeño grupo (selecto, diría yo) de catedráticos y encargados de la administración de la facultad de Medicina. ¿El objetivo? Solicitar la discusión de tópicos de Bioética para determinar la posición de la Universidad con respecto a estos. Conversábamos sobre factores de transcripción, reversión de células somáticas a células madre embrionarias totipotenciales, eutanasia y otras nimiedades cuando vino a colación un tema: Durante una de las reuniones científicas de los miércoles (en la que no estuve presente), alguien dijo que las plaquetas eran células. Alguien más dijo que no: se trata de fragmentos celulares. Fuera de las aulas se le consultó el asunto al super ultra mega experto: “el hematólogo”. Este último, indignado, respondió que desde luego, que quien decía que las plaquetas no son células, que por supuesto y no se hable más. Al día siguiente, el experto se retractó, diciendo que después de consultar el asunto con otros super giga (tera, dentro de poco) expertos, ya no estaba tan seguro, que probablemente no, pero no sé.
Virus del VIH-SIDA
Al parecer en la mencionada reunión surgió el tema de la vida. ¿Están vivos los virus? Dijo alguien. A otro se le ocurrió que los virus deben estar vivos puesto que no están muertos (entonces, digo yo, deberíamos aplicar la misma lógica a las piedras). La discusión se basaba en el hecho de que los virus comparten ciertas características con los llamados organismos vivos. A estas alturas, y si usted tiene algún rimbombante título en las ramas médicas o biomédicas, ya habrá tomado una posición definida. Haga el ejercicio. Decida: ¿Son las plaquetas células, o no células? ¿Son los virus organismos vivos, o no vivos?
Bien, a continuación ofrezco una breve explicación de por qué los seres humanos nos enredamos y atoramos en estos asuntos que parecen un callejón sin salida. Nuestro comportamiento, incluyendo las reacciones a estímulos ambientales, nuestras relaciones con los demás etc. se han modelado a lo largo de cientos de miles de años de evolución hasta alcanzar un fitness, que es el comportamiento que mejor se adapta a la supervivencia del individuo y la especie (la Ley Moral podría ser la excepción, aunque eso está sujeto a demostración). Vale aclarar que no estoy de acuerdo con el reduccionismo extremo al que incurre Richard Dawkins en su “Gen Egoísta”, puesto que ignora las propiedades emergentes de los órdenes de mayor complejidad que el ADN, pero en términos generales, aceptemos algunas proposiciones de la psicobiología, ya que muchas ya han sido confirmadas por la naciente ciencia de la neuroeconomía.
Dejemos a un lado las ías. Durante los miles de años como cazadores recolectores los seres humanos nos vimos forzados a tomar decisiones binarias: Si el animal me ataca, ¿corro o me defiendo? Si la cavernícola de la esquina me gusta, ¿le doy un garrotazo y me la llevo, o le ofrezco un poco de carne de mamut para convencerla? Esta semilla es un poco tóxica, pero tengo hambre. ¿Me la como o no me la cómo? Como ven, saber tomar las decisiones adecuadas con una opción binaria ha sido esencial para la supervivencia. Un ejemplo notable en nuestros días es la inducción de la llamada polarización social, que aprovecha el conformismo (comportamiento dirigido a alinearse a las opiniones de los que nos rodean) y nuestra inclinación por comprometernos en uno de dos bandos. William Shakespeare lo expresó muy bien en su Hamlet, cuando se pregunta qué es más noble para la mente, ¿sufrir estoicamente el infortunio, o enfrentarse a él? ¿Ser o no ser (célula, le agregaría yo)? Esa es la cuestión.
Por otro lado, tenemos el asunto de las categorías, que ha sido uno de los temas de discusión preferidos de los filósofos de la ciencia. Para que el mundo sea coherente, debemos meter todo dentro de categorías, que van de generales a específicas. Los seres humanos, y al parecer muchas otras especies, hemos desarrollado la capacidad de categorizar, diríamos, casi por instinto. La filosofía tradicional ha definido los juicios que emitimos hacia los objetos dentro de dos categorías generales: 1) aquellos que se refieren a objetos cuyo nombre los describe (es decir, que se autodefinen), llamados estos “juicios analíticos, o a priori”. Un ejemplo de estos juicios serían las figuras geométricas. Un triángulo tiene 3 lados por definición. Y 2) aquellos que necesitan ser definidos por nosotros, llamados “juicios sintéticos, o a posteriori”. Emmanuel Kant (ver Crítica de la Razón Pura) define un tercer tipo de juicios, los sintéticos a priori, que no explicaré aquí.
Bueno, los sistemas complejos, alejados del equilibrio termodinámico, como los sistemas vivos, comparten una serie de características a las que me he referido (y continuaré refiriendo) en otras entradas de este blog. Estos sistemas presentan un número infinito de posibles estados estocásticos, y un gran número de soluciones adecuadas a cada problema del sistema. Estos sistemas no siempre ofrecen soluciones binarias a diversos estados iniciales, sino un gran número de posibles soluciones.
Como investigador, pienso que un enfoque positivista es adecuado para la ciencia: si una explicación de un fenómeno es comprensible, sencilla, y se puede extrapolar a otros fenómenos similares, la tomo como valedera. No importa si es incompleta en esencia, puesto que puede contener parámetros desconocidos para nosotros, mientras ofrezca soluciones valederas para los problemas actuales, la tomo. Bajo este enfoque, un virus será un organismo vivo mientras entre en todas sus partes en la definición que YO LE DE a organismo vivo. Si la definición actual de organismo vivo no encierra a los virus, y me siento incómodo con el hecho de que los virus no estén vivos, entonces tomo la definición, y en ella incluyo las características de los organismos como los virus. San se acabó. Fin del problema. No más discusiones infructuosas. Tal vez, pero no esté tan seguro. Recordemos que lo que consideramos vivo es un juicio a posteriori, y como seres de decisiones binarias, siempre habrá quienes se sientan incómodos pensando que los virus están vivos como nosotros, y su definición no los incluirá. Para eso son las discusiones.
Por eso los temas de bioética son tan escarpados. Piense. Las células madre se podrían utilizar, por ejemplo, para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. De hecho hay miles de pacientes esperando por resultados alentadores de las investigaciones. Pero las investigaciones con células madre requieren de células embrionarias, y usted como investigador, respetuoso de la vida, nunca destruiría una vida humana en beneficio de la ciencia. Su definición de “vida humana” comprende a los embriones en etapas de desarrollo inicial ¿No es cierto? Ahora, piense en los cientos de miles de embriones congelados que hay solo en los Estados Unidos, sobrantes de las técnicas de fertilización in vitro. Estos embriones tendrán que ser descartados tarde o temprano. Ahora, su hijo padece de una enfermedad que tiene la esperanza de curarse, pero depende de las investigaciones con células embrionarias. En estas condiciones, ¿cambiaría usted su definición de “vida humana” para no incluir a dichos embriones? ¿No vale la vida de su hijo, para usted, más que todos los embriones congelados del mundo? Piénselo.
Por eso, si usted quiere conquistar al mundo, primero deberá establecer una definición de “conquistar” y luego de “mundo”. Que pase buen día.

2 comentarios:

  1. Definitivamente, pienso que si continua pensando tanto va a conquistar al mundo!!! Ahora, con respecto a las investigaciones con células embrionarias, yo que me considero respetuosa de
    la vida, prefiero no detenerme a pensar en si se destruye una vida humana o no, sino en las muchas personas que podrían tener una mejor calidad de vida o más vida... así que adelante... no deje de tratar de conquistar al mundo...

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  2. Muy bien redactado, para empezar felicidades Dr. con su idea de escribir un libro sobre la ciencia y la fe.
    Muy buenos puntos los que trato, me puso a pensar un buen rato sobre lo que decia, los virus y las plaquetas...
    En fin con relacion a lo del uso de embriones para el estudio de celulas madres... tengo unas contradicciones, casi una guerra interna se podria decir. Yo quiero ser Medico, y como medico lo esencial es la vida, nuestro proposito es proteger la vida no destruirla, y consideramos a los embriones en sus pocas semanas de desarrollo, un ser vivo.
    Pero aqui viene lo que contradice, si bien es cierto que los embriones son seres vivos, el uso de ellos para los estudios de las celulas madres podrian traer muchos beneficios...pero ahi seria abuso de una vida, una vida que no nos pertenece, la verdad el tema es muy polemico, ya que es una vida (o varias)vs los beneficios/descubrimientos que se podrian alcanzar para salvar otras vidas.
    Es como poner las cosas sobre una balanza, y ver cual tiene mayor peso...pero si es asi, jugariamos a ser Dios decidiendo quien vive y quien no.... asi que nose es bien polemico la verdad.
    Esa es mi opinion ^_^

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