Por: Edwin Francisco Herrera Paz
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Mucho se ha escrito sobre un
eventual contacto con viajeros de otros mundos y sus consecuencias. Se ha dicho
que estos seres postecnológicos capaces de transportarse a través de millones
de años luz por el espacio sideral, serían poseedores de tal estado de avance
que para ellos los humanos seríamos simples alimañas cuyo exterminio no tendría
mayores consecuencias. Desde luego, extrapolamos
nuestra conducta a seres con miles o quizá cientos de miles de años de avance
con relación a nosotros. Les atribuimos las emociones y las pequeñas pasiones
correspondientes a humanos que apenas comienzan a ser conscientes de su propio
potencial, y que aun arrastran a cuestas cual pesado lastre el bagaje genético
de su historia evolutiva. Pero lo cierto es que una raza con un adelanto de
unos cuantos miles de años por sobre nosotros tendría un comportamiento muy
diferente del que suponemos.
Los seres humanos nos
jactamos de gozar del privilegio de ser poseedores de una consciencia que nos
eleva por sobre las demás bestias de este nuestro mundo. Sin embargo, y si lo
analizamos detenidamente, nuestro comportamiento se ajusta en su mayor parte a
un conjunto de reglas dictadas por la evolución, bajo presiones ambientales
siempre cambiantes. Poseemos los mismos impulsos básicos que mueven a la mayoría
de los seres vivientes: buscamos alimento, huimos del peligro o reaccionamos
agresivamente ante quienes nos atacan; ejecutamos intrincados ritos con el
objeto de aparearnos y perpetuar nuestros genes, precisamos de relaciones con
nuestros congéneres de diferentes maneras, de tal suerte que compartimos con
otros seres vivos sentimientos como el amor, los celos, la ira y el odio.

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Ejecutivo |
Al respecto, Steven D. Levitt
y Stephen J. Dubner, en su éxito de librería Superfreakonomics (segunda parte de su seminal e iconoclasta Freakonomics), citan los experimentos
realizados en una comunidad de monos capuchinos en los que los investigadores
introdujeron monedas a modo de dinero. Después de algunos meses de
entrenamiento por condicionamiento los monitos aprendieron a utilizar
adecuadamente el dinero para obtener alimento. Sorpresivamente, se observaron
transacciones económicas idénticas a las humanas, incluyendo aquellas con una
alta dosis de irracionalidad. También surgieron conductas como el vandalismo y
la prostitución, por lo que Levitt y Dubner titulan el capítulo de su libro
“Los monos también son humanos”.3
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Vestigios
de la Evolución


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
De igual manera los humanos
exhibimos algunos comportamientos remanentes de nuestros ancestros que se han
acomodado a diferentes necesidades con el paso de los milenios, y también otros
que ya no nos son tan útiles, o incluso desfavorables. De tal manera y como
apuntaba anteriormente, muchas de nuestras transacciones microeconómicas y
sociales, además de los impulsos básicos como el amor y la agresividad, las
compartimos con nuestros primos arborícolas.
La agresividad, al igual que
su hermano gemelo el miedo, es producto de reacciones complejas en las
estructuras cerebrales del animal (y el humano) que desembocan en la secreción
de substancias, especialmente de adrenalina, que lo preparan para el
enfrentamiento o la huida. El comportamiento agresivo nos ha sido
históricamente favorable en ciertas situaciones – y aun sigue siéndolo en determinada
medida – ya que prepara nuestros cuerpos para la cacería o para el
enfrentamiento con tribus rivales.6 Sin embargo, en un mundo
progresivamente más civilizado y muy bien regulado por leyes, la conducta
agresiva se volverá cada vez más innecesaria y hasta contraproducente. Podríamos
decir que vestigial.
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La humanidad se encuentra en
la actualidad en una etapa coyuntural de la existencia como especie. Las nuevas
tecnologías de análisis genómico, biología de sistemas y edición del ADN
permitirán dentro de poco la corrección de rasgos físicos o psicológicos
defectuosos o no deseables incluyendo la conducta agresiva desmedida que
podría, en casos extremos, ser controlada por esas tecnologías.
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
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Interacciones
ambientales y genéticas
Alguien me increpó un día que
no solo los genes influyen en el comportamiento agresivo, sino también el
ambiente de crianza, la educación y la cultura. Además, la manipulación
genética plantea un gran dilema ético.
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Por otra parte, tengo que
aceptar que los diferentes aspectos del comportamiento humano son
multifactoriales, es decir, en sus diferentes manifestaciones entran en juego
un gran número de factores socioculturales, ambientales, de educación y
genéticos. No pretendo minimizar el impacto de la educación y el ambiente
familiar en la génesis de la agresividad en un individuo, pero quiero hacer
notar que sí hay una influencia genética moldeada por la evolución, pues muchas
características de comportamiento, e incluso físicas, deben haber coevolucionado
conjuntamente con el ambiente sociocultural.10,11 O bien las
variantes genéticas evolucionan para adaptarse al ambiente sociocultural, o es
este último el que se moldea por la influencia de las variantes genéticas presentes
en una población, en una interacción más bien compleja.
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

Las hormonas sexuales
producen en el cerebro la puesta en marcha de una cascada de genes que lleva a
la activación de redes neuronales específicas. El resultado se manifiesta en
las características de comportamiento propias de cada sexo, que forman parte
del llamado dimorfismo sexual. Algunos de estos genes se encuentran
involucrados en conductas masculinas agresivas territoriales, lo que ha sido
comprobado en modelos animales.16

A diario y a cada momento
comprobamos cómo continuamos arrastrando en las variantes genéticas de
agresividad el producto de nuestra lucha por sobrevivir incrustada en nuestra
más íntima naturaleza biológica. Si nos pica un mosquito lo destripamos instintivamente
sin misericordia en un ataque brusco de agresión condicionado por nuestros
genes, puesto que la picadura nos hace susceptibles de morir víctimas de alguna
enfermedad. No nos detenemos a pensar que el mosquito es una sofisticada
máquina biológica moldeada por millones de años. Nuestro inconsciente asume,
automáticamente, que el bicho no cuenta con un grado de consciencia y amor a la
vida que lo haga merecedor de nuestro perdón, por lo que la manotada que deja
al zancudo aplastado contra una superficie de nuestro picado cuerpo no se hace
esperar. Y nuestra ignorancia del dolor infligido a un organismo vivo, con una
falta completa de empatía, no se limita a los mosquitos. También va para las
cucarachas, moscas, ratones y otros organismos vivos.
Homo
homini lupus
El ser humano es un
organismo de contrastes. Somos extraordinariamente altruistas en algunas
circunstancias, pero destructores en extremo en otras. Y así es que ese
componente intrínseco del ser humano de desdén hacia la vida, condicionado
principalmente por nuestros genes, no solo se aplica a otras especies.
No fue hasta hace muy poco
que las sociedades occidentales decidieron proclamar con bombos y platillos la
igualdad de todos los hombres (y mujeres, claro) ante la ley. Sin embargo vemos
cómo históricamente, la xenofobia y la conducta beligerante han llevado a la
agresión, dominio y esclavitud de los pueblos sobre otros. Tan solo en la
historia reciente (y actualmente) podemos mencionar algunos casos
sobresalientes. Los indios norteamericanos fueron cazados hasta el virtual exterminio;
a lo largo y ancho de América Latina la población indígena fue mermada; los negros
africanos fueron exportados como esclavos en una industria rentabilísima
llevada a cabo por la que fuera la primera transnacional en las Américas; los
Nazis construyeron sus campos de exterminio de judíos, y los judíos a su vez,
han utilizado los textos sagrados de la Torah para justificar el avasallamiento
de los palestinos; nuestros antecesores cristianos de la edad media, los
Caballeros Cruzados, utilizaron las Sagradas Escrituras para lanzarse contra
los árabes, y estos últimos en la actualidad utilizan los textos del Corán para
ejecutar a los cristianos acusándolos de apostasía y para proclamar su “Guerra
Santa,” o Yijad; algunos estados de
los actuales Estados Unidos de América consideran la inmigración, si esta es de
latinoamericanos pobres, como un delito; y las confrontaciones étnicas muchas
veces alcanzan la categoría de genocidio en distintos lugares de África.
Vemos por doquier el dominio
del hombre por el hombre, o como acertadamente dijera Tito Macio Plauto
popularizado por Thomas Hobbes, homo
homini lupus, es decir, el hombre es el lobo del hombre. Todos estos
ejemplos muestran que la igualdad del hombre es solo una expresión retórica e
idealista puesta sobre un pedazo de papel sin vida. Pero aunque el dominio del
hombre por el hombre tiene sin lugar a duda profundos matices socioculturales,
son los genes los que en gran medida dictan, subrepticiamente, una buena parte
de los patrones locales y globales de la conducta agresiva humana.
¿Y
los extraterrestres?
¡Y esta es precisamente la
razón fundamental por la que creemos que los alienígenas no tendrían piedad de
nosotros! Pensamos que dado su alto nivel tecnológico nos verían como mosquitos
a los que pueden destrozar sin mayores escrúpulos y sin cargo de conciencia.
Sin embargo una sociedad
postecnológica capaz de viajar a lugares distantes, haría tiempo habría pasado
por el peligro de la autoaniquilación. Habría dejado atrás la agresión. El alto
orden social haría innecesaria la utilización de la violencia surgida de las
emociones y habría sabido controlar su propia programación (¿genética?). De no
haber sido así, esa sociedad habría desaparecido hacía mucho, mucho tiempo. Una raza adelantada que nos
visitara habría, haría tiempo, aprendido a valorar el verdadero sentido de la
complejidad de la vida y lejos de exterminarla la ayudaría en su proceso de
evolución. Su alto avance tecnológico le permitiría observarnos desde la
distancia.
Por eso, de vez en cuando le
puedo tener miedo a las decisiones desacertadas de los gobernantes de mi país;
a caminar por las calles de mi ciudad, una de las más peligrosas del mundo; a
caerme de la cama durante la noche y golpearme la cabeza; a algún terrorista
islámico con una importante carga de explosivos atada a su cintura o piloteando
un avión, o incluso a mis cuñadas cuando se enojan. ¿Pero a los
extraterrestres? No señor. A esos sí que no les temo.
Bibliografía revisada
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En este video, Ronald Reagan habla sobre una eventual invasión extraterrestre
Stephen Hawking cree que una visita extraterrestre sería como Colón al llegar a América: a los indios no les fue tan bien.
PaSion. Solo eso por ahora
ResponderEliminarExcelente artículo y tranquilizadoras palabras. Sólo una consulta con respecto a un tema que siempre me ha intrigado, el de los diseños. Parece extraño que estando en plena evolución no veamos animales que vayan por la mitad en el proceso. Todos son perfectos y terminados. Es decir si hay un pichete que de alguna manera se percata de la conveniencia de volar en vez de arrastrarse, en que forma se las arregla su experiencia fisiológica o su “visión” para transformar su constitución física y hacer que sus huesos se hagan livianos y huecos, que una pata se haga ala y genere plumas impermeables…entiendo que si ponemos de por medio millones de años de evolución y cada cincuenta mil agregamos un pequeño detalle o estructura adaptativa al final tendremos al guacamayo graznando…pero hay un pero… para mi parece obvio que desde la primera mutación consistente en unas cuantas células ya había una intención…además una lagartija-pajaro parece que tiene probabilidades nulas de supervivencia (es decir un charancaco con alas pero sin plumas o plumas semi-desarrolladas es fórmula segura de fracaso instantáneo que implica el traste definitivo de la intención, etc)…para mi parece obvio que desde el principio había una senda trazada o una instrucción hacia donde ir y había que llegar bastante rápido, y aún antes una idea o “planos” porque como ir a un lugar que valga la pena sin saber a donde se va? O no? Búsquele un nombre a este tipo de inteligencia que esta por fuera del animalito y le permite evolucionar y desarrolle la teoría científica, humildemente le ofrezco mi limitada ayuda y entre los dos les buscamos las tres patas a este gato. Es como la inteligencia de nuestro cuerpo, si tuviera que esperar instrucciones de nuestro cerebro de cómo cerrar la herida, nos moriríamos desangrados… nuestro cuerpo no depende de nuestro cerebro para cumplir sus sofisticadas funciones asi como los insectos evolucionan conjuntamente con las plantas en una danza conjunta con una misma música que solo ellos escuchan.. y la partitura de donde salió y quien la ejecuta?. SLDS. JMCASTILLOH.
ResponderEliminarAnonimo: con lo de pasiones, gracias por la corrección.
ResponderEliminarJosé María: Yo creo, y esa es una filosofía personal, que sí hay propósito en todo este asunto de los seres vivos. Pero lejos de lo que creemos el propósito no son las estructuras por sí mismas, sinó la complejidad progresiva que estas forman y la inteligencia resultante. Creo (tal vez sea muy soñador) que el propósito de estas estructuras sea salvar el universo. Es posible también que recibamos cierto tipo de ayuda subrepticia para este fin. Insisto que esta es una especie de filosofía mía que parte de mi creencia en un Dios deísta, para la que no hay evidencia. Tampoco esta explicación tiene que ver con mi Teoría de Evolución hacia la Complejidad, que explica el por qué TODO lo que tenga que ver con organismos vivos (incluyendo las sociedades) evolucionan siempre hacia una mayor complejidad, y no al contrario.
ResponderEliminarEn cuanto a que un organismo está completamente acabado, en realidad no es cierto. Todos los organismos vivos tenemos infinidad de "errores de diseño" (con la excepción de algunas bellas señoras y señoritas que seguro están leyendo en este momento), que en realidad no son errores sino huellas del proceso evolutivo. En un ser vivo lo importante no es la perfección, sino la adaptación a un nicho ecológico, pero el proceso es tan eficiente que algunas ramas de la ingeniería lo están tomando para encontrar mejores soluciones a diversos problemas.
La hipótesis de que un ser vivo es completamente acabado y no es posible concebir pasos intermedios entre dos especies distantes, no se puede sostener. El llamado "Diseño Inteligente" ha propuesto esto para al menos un tipo de estructura molecular que consideran "irreductible". En un libro muy interesante llamado "Diseño Inteligente" el Dr. Behe, defensor de esta propuesta, esgrime argumentos sobre el por qué el flajelo de algunos protozoarios no puede derivarse de estructuras anteriores. Sin embargo creo que se basa en nuestra ignorancia sobre la evolución molecular de esas primitivas pero complejísimas estructuras, y la ignorancia no puede utilizarse como argumento para formular una teoría.
Lo del cerebro que no puede cerrar la herida, eso es cierto. Eso se llama complejidad y colaboración. El cerebro hace su trabajo, y los sistemas reparación de tejidos el suyo. ¡Y hay mucha inteligencia en la reparación de tejidos! Pero el que consiguió el gran salto hacia el nivel de complejidad siguiente (las complejas sociedades humanas) fue el cerebro. Nada personal. Cada uno realiza su trabajo y es necesario, pero el cerebro utiliza transmisión eléctrica, y el sistema de reparación, transmisión química, por lo que el primero es el encargado del "gran salto". Bueno, usted ya ha leído varias veces "Superorganismo Universal".
Ahí formulamos la teoría metafísica sobre la ayuda luego. Yo creo que Dios se vale de la incertidumbre cuántica. Saludos.