Hoy, mientras revisaba las noticias de mis amigos en la red social Facebook, me di cuenta de la enorme sabiduría popular que se ha encontrado contenida y que ahora tiene un medio para transmitirse. Y también me di cuenta de la gran cantidad de personas que invierten una también gigantesca cantidad de tiempo en juegos como Mi Granjita (Farmville). Sin duda alguna pensaremos que eso de jugar a la granjita es un enorme desperdicio de tiempo y habilidades para resolver problemas, y es de eso que voy a hablar hoy.
Hace unos meses, escribí en este blog algo que imaginé. Un nuevo mecanismo para canalizar la creatividad y la inteligencia colectiva en beneficio del mejoramiento de la sociedad. A dicho dispositivo le llamé red democrática, y se trataría de un software diseñado para que los ciudadanos propusieran ideas para resolver los problemas sociales y políticos. Cada ciudadano podría proponer una idea, y el resto votaría por la mejor o las mejores ideas compartiéndolas con su red de contactos. Entonces, las mejores ideas se propagarían viralmente a través de la red democrática de tal manera que los gobernantes tendrían al final una lista de brillantes soluciones, elaboradas y escogidas por esta especie de oráculo creativo que utilizarían en su toma de decisiones.
La red democrática funcionaría como un cuarto poder, y llamé a este sistema de gobierno “noocracia democracia.” El sistema estaría basado en protocolos similares a los utilizados en la programación de las redes sociales. Si usted leyó mi artículo anterior, sabrá que en el seno de la comunidad global humana como superorganismo se encuentra desarrollándose un sistema nervioso en ciernes formado por la red (internet) y otras comunicaciones que se basan en la transmisión eléctrica. Sin embargo este es solo el primer paso para la formación de un cerebro global.
Este cerebro será construido capa por capa, cada una más compleja y estructurada que la anterior hasta adquirir un grado de centralización y jerarquización tal, que su funcionamiento será imposible de entender, ya que de él surgirán propiedades emergentes inimaginables. Tal y como nuestro sentido del Yo se hace inabordable para cada una de nuestras células, las cualidades que emergerán de los intrincados mecanismos de control del supercerebro global sobreasarán nuestra comprensión. Será la vida inteligente llevada a un nuevo nivel.
¿Cuánto tiempo tardará en desarrollarse este sistema nervioso global inteligente? Es imposible determinar un lapso de tiempo siquiera aproximado. Actualmente nos encontramos en la capa social. El correo electrónico, los blogs, las redes como Facebook, buscadores como Google o Wolfam Alfa, la información universal contenida en los Wikis, la compra y venta en línea, la colaboración en línea, etc., en conjunto han reducido el tamaño de nuestro planeta y cambiado nuestras costumbres en menos de dos décadas, acelerando las transacciones, acercando a las personas y aligerando el paso de los descubrimientos científicos. Pero esta es solo la primera capa.
La naturaleza de la segunda capa, que se formará de manera casi imperceptible a partir de la próxima década, también es imposible de determinar. Sin embargo hay posibilidades interesantes, y es aquí donde entran a escena los amantes de los jueguitos como Farmville. Una propuesta llamativa es que estos jugadores se encarguen de encontrar respuesta a los problemas de nuestro mundo jugando. Si, leyó usted bien. Jugando.
Y para comprender mejor de que se trata este juego de salvar al mundo le presento dos vídeos. En el primero la diseñadora de juegos y futurista Jane McGonigal, habla de cómo los juegos pueden mejorar el mundo. En el segundo, Seth Priebatsh habla sobre la capa de juego que dominará la siguiente década. No olvide activar los subtítulos en español.
El mejoramiento en los sistemas de comunicaciones es esencial en la naturaleza para poder avanzar hacia estados progresivos de mayor complejidad. Eso lo vemos en todos los niveles de la vida, ya se trate de organismos unicelulares que se comunican entre sí, o de comunidades humanas. Mejores sistemas de comunicación y de transporte de substancias permiten relaciones a distancias progresivamente mayores y a mayor velocidad, lo que a la vez permite el crecimiento de los sistemas vivos impulsándolos a dar lo que yo llamo “el gran salto.”
La comunicación química
Las bacterias son organismos unicelulares con un complejo sistema de comunicación, lo que les permite actuar colectivamente. Estos pequeños seres producen substancias llamadas autoinductores que son detectadas por otras bacterias. La bacteria que detecta las substancias realiza entonces lo que se ha llamado “censo de quórum”, por medio del cual detecta la cantidad de bacterias de su especie y las de otras especies. Este “conocimiento” le ayuda al microorganismo a tomar “decisiones” consensuadas con sus hermanas de la misma especie.
Las bacterias entonces presentan comportamientos diferentes en aislamiento y cuando forman parte de un grupo. Como la concentración de autoinductor será mayor cuanto mayor es el número de bacterias, este método le permite “contar” la cantidad de sus hermanas. Algunos comportamientos ocurren únicamente cuando las bacterias detectan una cantidad umbral de autoinductor. Al alcanzarse este límite surge entonces un comportamiento grupal completamente nuevo, en sincronía. Algunos ejemplos son la bioluminiscencia, la secreción de factores de virulencia, la formación de biofilms o la producción de ciertos pigmentos. Este comportamiento grupal orquestado hace que la comunidad bacteriana actúe como un individuo por derecho propio. Para ver el siguiente vídeo no olvide activar los subtítulos en español.
Evolutivamente hablando, ¿Cuándo dejó la comunidad de organismos de ser tal para convertirse en un organismo multicelular? La línea divisoria es difícil de definir, pero la comunicación química permitió la evolución hacia formas más complejas de vida mediante la comunicación intercelular a distancia. La forma más popular de comunicación intercelular resultó ser la de una molécula (llamada ligando) producida por una célula que se une a otra molécula (llamada receptor) que se encuentra en la superficie de otra célula distante.
La presencia de diversidad de ligandos y de receptores permite una comunicación fluida entre diferentes células distantes. Este sistema continuó siendo utilizado a lo largo de toda la evolución, desde los autoinductores mencionados anteriormente hasta la acción de substancias hormonales en organismos mucho más complejos, como la cucaracha, o el ser humano. La comunicación química permitió el “gran salto” de la vida de organismos unicelulares a multicelulares. También continuó siendo utilizada por comunidades de organismos multicelulares para comunicarse entre sí y con su ambiente. Algunas especies de insectos sociales, como las hormigas, exhiben complejos comportamientos grupales gracias a la comunicación química. Los humanos utilizamos la comunicación química para detectar alimento, substancias descompuestas nocivas, e incluso la “pareja ideal” (sospecho que usted ya sabe que estoy hablando del olfato).
Pero, la comunicación química tiene una limitante: La velocidad con la que difunde una molécula de una célula a otra célula distante. No muy rápida, por cierto. Por eso, un organismo multicelular que se valga únicamente de este tipo de comunicación entre sus células tendrá un límite de crecimiento. La baja velocidad con la que las señales viajan entre regiones diferentes del organismo hace que aquellos individuos que sobrepasen cierto tamaño, sean lentos para responder a las condiciones ambientales siempre cambiantes. La comunicación química impone entonces una restricción al tamaño máximo de un organismo. ¿Qué sucedió después?
Un tipo de células se especializó en la formación de tubos o canales para un transporte más rápido de las substancias, pero a pesar del mejoramiento en el tiempo y la distancia de comunicación, el crecimiento en tamaño y complejidad no pudo avanzar substancialmente.
Transmisión eléctrica
Algunos organismos multicelulares comenzaron a experimentar ciertos cambios. Determinadas células se especializaron en la conducción de impulsos eléctricos que viajaban a lo largo de sus membranas. Paulatinamente, estas células se fueron alargando y entrando en contacto unas con otras para transmitir señales entre regiones más distantes del organismo multicelular. La transmisión eléctrica entre células distantes permitió entonces una respuesta más rápida y un crecimiento ulterior. Las células transmisoras de impulsos nerviosos comenzaron a formar redes de comunicación: nacen los primeros sistemas nerviosos.
En la actualidad podemos ver estos sistemas nerviosos reticulares primitivos en los celenterados, organismos multicelulares entre los que se encuentran las anémonas y las medusas. Son organismos muy simples, y algunos de ellos transicionales entre la comunidad de organismos unicelulares y el organismo multicelular (el hidrozoo o hidra es un ejemplo). Los metazoariossurgieron en nuestra tierra hace alrededor de 540 millones de años, en la llamada explosión cámbrica. Durante el inicio del período cámbrico surgió la mayoría de los metazoarios primitivos encontrados en el registro fósil. Dentro de las causas propuestas como probables de esta explosión de vida se encuentran el aumento acelerado del oxígeno atmosférico, el surgimiento de los genes HOX, cambios climáticos severos, gran competencia por nichos ecológicos y la aparición del colágeno. Yo pienso que el avance en la comunicación intercelular a distancia debió ser un factor crucial.
Sistema nervioso de la hidra. Cortesía: Enciclopedia Británica
Centralización del procesamiento de la información
En algunas especies las redes neurales difusas de los celenterados dan paso a una condensación nerviosa, más centralizada. Los gusanos o helmintos son ejemplos. Los gusanos planos o platelmintos llamados cestodarios tienen un sistema nervioso compuesto por dos cordones nerviosos que se unen en los extremos por comisuras y por un anillo. En general, los primeros sistemas nerviosos centralizados en forma de cordón aparecen en los cordados inferiores. Este cordón nervioso persiste en los cordados superioresen forma de columna vertebral.
La aparición de centros neurales densos permitió la formación de la circuitería para un tipo de proceso básico de la información, pero además los sistemas nerviosos permitieron la aparición de células especializadas en la detección de las condiciones medioambientales por medio de la estimulación por fotones, ondas sonoras o gravedad. Lo ojos primitivos u ocelos no necesitaron siquiera un centro de procesamiento de la información. En algunas larvas del zooplancton estas células que detectan la luz están conectadas directamente con el aparato natatorio del animal, el cual simplemente se dirige hacia la dirección de la fuente de luz.
Luego de la centralización surgen los primeros sistemas nerviosos segmentados, que presentan ganglios que procesan la información de cada segmento del bicho de manera más compleja, y posteriormente evolucionarán hasta la aparición de cerebros verdaderos, capaces de centralizar de manera más eficiente el almacenamiento de información y su procesamiento, y además compartimentalizados para efectuar dicho procesamiento a diferentes niveles. El desarrollo de la detección de luz (y posteriormente imágenes), sonido, gravedad y substancias químicas del ambiente le permitió al reino animal desarrollar una mejor respuesta al entorno y maneras cada vez más conspicuas de comunicarse con sus congéneres. El florecimiento de la variedad de formas de comunicación entre organismos permitiría otro gran salto evolutivo, hacia el nivel de comunidades complejas de organismos multicelulares.
Es de hacer notar que el aparecimiento de un nuevo nivel de complejidad no implica el desaparecimiento de los anteriores. Cada nuevo nivel se vale de los que le precedieron y así, los vertebrados superiores presentan toda la gama evolutiva en un mismo individuo. Los sistemas digestivos de los mamíferos, por ejemplo, presentan una red nerviosa que es autónoma y permite mantener las funciones de procesamiento de los alimentos independiente hasta cierto punto del resto del sistema nervioso. Pero los mamíferos también presentan condensaciones nerviosas (nervios) y diversos centros de procesamiento cada vez más complejos y que se correlacionan, de caudal a rostral, con el momento de su aparición en la evolución. Estos centros van desde la médula espinal, pasando por el tallo encefálico y terminando en la corteza cerebral.
Los insectos sociales y la inteligencia colectiva
Vale aclarar que este ensayo no pretende ser una revisión exhaustiva de la filogenia del sistema nervioso. Su enfoque principal es la manera en la que el progreso en las comunicaciones entre los elementos de una población, ya sea de células, de individuos multicelulares o de comunidades de individuos permite el subsecuente crecimiento en tamaño y complejidad.
Hormiguero
En el reino animal los modelos de comunidades complejas de organismos más utilizadas con fines de investigación son los insectos sociales. Estos exhiben una compleja estructuración de su población con separación de labores. Veamos el ejemplo de las hormigas. Tan coordinado y estructurado está un hormiguero que algunos investigadores afirman que se trata realmente de un superorganismo. La comunicación entre los elementos del hormiguero –hormigas, claro- es de cuatro tipos: Químico (el principal), táctil, visual y auditivo. Todas las funciones dentro y fuera del hormiguero se encuentran reguladas finamente por medio de estos cuatro tipos de señales.
Al comportamiento orquestado de las hormigas en el hormiguero o de otros insectos sociales como las abejas, se le ha llamado inteligencia colectiva. Esta llamada “inteligencia colectiva” es un comportamiento emergente de un sistema compuesto por muchos individuos que siguen un número pequeño de reglas. Entonces pareciera que el sistema tuviera vida propia, comportándose ordenadamente. Otro buen ejemplo es el tráfico vehicular en una ciudad que cuando se analiza desde cierta altura parece cobrar vida.
A mi modo de ver y a partir del análisis de este ensayo me atrevo a afirmar que el término “inteligencia colectiva” es excesivo para este tipo de sistemas. Cuando más, se trataría de una inteligencia en ciernes. Cuando comparamos un hormiguero con la filogenia de los organismos multicelulares nos damos cuenta de que las mismas limitantes de los primeros metazoarios (como los celenterados de los que hablamos anteriormente) se aplican al hormiguero. El comportamiento ordenado entre individuos es dictado primordialmente por medio de señales químicas, un método lento que exige la proximidad entre los participantes. Las señales visuales, auditivas y táctiles igual necesitan de proximidad.
La complejidad máxima del hormiguero está limitada por la forma de comunicación, la cual es eficiente solo cuando se lleva a cabo en rangos espaciales cortos. Si decimos que una medusa exhibe un comportamiento mínimamente inteligente, lo mismo debemos expresar sobre el hormiguero. Para el surgimiento de una gran inteligencia colectiva es necesaria una mayor estructuración y complejidad. Sobra decir que la diferencia en inteligencia entre un metazoario radial primitivo y un mamífero superior, es abismal. Para generar el salto hacia la gran inteligencia comunitaria se hace necesario el desarrollo de métodos de comunicación más veloces que comprendan un mayor rango de distancias.
Los primeros humanos
El Homo sapiens (nosotros) se encuentra emparentado con los grandes simios antropomorfos: el gorila, el chimpancé, el bonobo y el orangután. Sin embargo a diferencia de estos desarrolló un aparato fonador que le permitió efectuar una amplia gama de combinaciones sonoras, lo que permitió una comunicación más fluida entre los miembros de una población.
Si bien una gran variedad de aves canoras y de mamíferos marinos son capaces de articular sonidos complejos, esta es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de un verdadero lenguaje. Se ha demostrado que los chimpancés, por ejemplo, son poseedores del nivel de abstracción necesario para la comprensión y emisión del lenguaje, sin embargo, carecen de las estructuras necesarias para la emisión de combinaciones complejas de sonidos.
El ser humano por otra parte, posee ambas cualidades: los mecanismos de abstracción mental, y un aparato fonador. El desarrollo de la capacidad de fonación se le atribuye a una variante de un gen llamado FOXP2descubierta por un equipo de investigadores de la universidad de Oxford. Por cierto, el hombre de Neanderthal, una especie paralela a la nuestra que se originó en Europa hace unos 230,000 años, poseía la misma variante por lo que se cree que era capaz de comunicarse con el habla. Es posible que los rudimentos del lenguaje ya hayan estado presentes en el ancestro de los humanos, Homo habilis, hace unos 2 millones de años.
Hombre de Neanderthal
La inteligencia humana y nuestra capacidad para comprender y transformar nuestro entorno se debe a muchos factores evolutivos actuando conjuntamente, pero entre ellos, la bipedestación proporcionó mayor movilidad en las llanuras, les dio libertad a los miembros superiores para la confección de herramientas, condicionó el desarrollo de la vista estereoscópica y binocular, y disminuyó el tiempo de gestación de las crías, lo que originó recién nacidos prematuros con un período de aprendizaje mayor y volúmenes cerebrales mayores, proceso que se ha denominado “cerebración” o “encefalización.”
Todos los factores anteriores son necesarios en el desarrollo del hombre como especie exitosa, sin embargo es la comunicación hablada la que permite el desarrollo de comunidades de mayor tamaño y complejidad. Con la habilidad de comunicar ideas a distancia, los grupos de hombres de caza se hicieron más grandes y efectivos, con capacidad de dividirse y asignarse de manera compleja cada una de las actividades de la cacería. El proceso de recolección de raíces y frutos, y la cría comunitaria de los niños por parte de las mujeres se facilitaba al poder nombrar cada una de las variedades alimenticias y poder enfrascarse en tertulias sociales. La nueva forma de socialización por medio del habla permitió mejorar la cohesión del grupo, aumentando el tamaño de las tribus (el sexo femenino es especialmente diestro en esta labor aun hoy en día). Por otra parte, fue la palabra hablada la que le dio impulso al proceso de culturización.
Se ha demostrado la existencia de un proceso de culturización en los chimpancés, al constatarse el hecho de que grupos de chimpancés que habitan regiones diferentes, adquieren hábitos y habilidades aprendidas distintas. Sin embargo, con el desarrollo del lenguaje en el ser humano la culturización se facilitó al permitir categorizar los elementos del mundo cotidiano (sustantivos) y las acciones (verbos), pudiéndose transmitir más fácilmente las ideas (en contraste, la cultura en los chimpancés es demostrativa).
Con el surgimiento del lenguaje la vida experimentó un nuevo gran salto. Cual si fuera batuta en una carrera de relevos, la tarea de almacenamiento y transmisión de la información pasó de los genes a sus equivalentes del nivel superior, los cuales surgen como una propiedad emergente de la complejidad de los cerebros humanos: los memes. Y como consecuencia la evolución de la materia viva es transferida a un nuevo tipo de evolución: la tecnológica. Los genes, y con ellos la materia viva, continúan evolucionando y adaptándose, pero son los memes los responsables principales de toda subsiguiente evolución hacia la complejidad.
La palabra escrita
Con la escritura nace la historia. La escritura permitió elaborar y mantener leyes, instrucciones, y en general todos los elementos de la cultura para ser transmitidos y acumulados de generación en generación. No es de extrañar que la escritura se desarrollara casi simultáneamente con la agricultura y la ganadería, que permitieron una rápida expansión de la población. Las primeras grandes civilizaciones florecieron cerca de ríos que eran utilizados como fuentes de agua para la irrigación, como la Mesopotamia (actualmente Irak) entre los ríos Éufrates y Tigris, la civilización egipcia en las riveras del Nilo, o la civilización china a orillas del río Amarillo.
El aumento de tamaño de las poblaciones fue posible gracias a la disponibilidad de alimento, pero también debido a los adelantos en el transporte y las comunicaciones. El uso de bestias de carga facilitó el transporte de alimentos y la comunicación entre individuos, quienes además se podían comunicar por medio de documentos transportados por emisarios a caballo o a lomo de camello: los primeros correos. Estos correos no solo permitieron la comunicación dentro de una misma ciudad sino entre ciudades. El comercio y las migraciones se vieron de pronto activadas por el advenimiento del transporte marítimo y los animales de carga, lo que permitió el gran salto de las ciudades estado, a los grandes imperios. El mundo se comenzó a acortar.
La navegación permitió aumentar el rango de acción del ser humano. Gracias a esta, las civilizaciones pudieron poblar y conquistar continentes y los sitios más recónditos del planeta. Las civilizaciones que habitaban las islas del océano Pacífico poblaron Sudamérica, y las migraciones terrestres procedentes de Asia cruzaron el estrecho de Bering hace unos 15,000 años durante la última era glacial, poblando Norte y Centroamérica. El transporte marítimo permitió a los europeos del siglo XVI descubrir y conquistar las Américas en lo que ha sido el más grande choque cultural registrado en la historia, cuyas consecuencias aun padecemos los latinoamericanos.
Sin embargo, a pesar de que el mundo se encontraba más “conectado” aun las poblaciones vivían en un relativo aislamiento. La revolución industrial de los siglos XVIII y XIX daría origen a una serie de inventos en los campos de la comunicación que prepararían el terreno hacia el siguiente gran salto: la comunidad global.
La gran metrópolis como superorganismo
Metrópolis
La revolución industrial fue el descubrimiento por parte del ser humano de lo que en la naturaleza se ha venido llevando a cabo desde los orígenes de la vida. En pocas palabras, que la especialización de los individuos en una pequeña parte de la tarea resultaba más eficiente que todos haciendo todo. Nació entonces la banda de producción con el consiguiente aumento en la cantidad de bienes producidos y abaratamiento de los precios, lo que trajo consigo un proceso que a estas alturas del ensayo nos es familiar: la convergencia de pequeñas unidades autónomas en una unidad más grande y estructurada. La humanidad comenzó a experimentar un éxodo sin precedentes de las aéreas rurales hacia las ciudades, fenómeno conocido como proceso de urbanización, vigente aun en la actualidad, originando muchas metrópolis a nivel mundial que sobrepasan el millón de habitantes.
No obstante, este proceso de urbanización no hubiese sido posible sin la invención de medios de transporte rápidos para la distribución de mercaderías y la trasferencia de los trabajadores de sus hogares a los sitios de producción, gracias a la invención de la máquina de vapor, y luego del motor de combustión interna. Las ciudades se convirtieron en complejos centros habitacionales y de producción caracterizados por redes viales eficientes por donde transitan las veloces máquinas movidas por los derivados del petróleo. El nuevo nivel de complejidad pasó del individuo a la gran urbe. La gran urbe es el nuevo superorganismo.
Mientras tanto diferentes superorganismos se han acercado unos a otros gracias al transporte de mercancía y personas a velocidades inimaginables tan solo unas cuantas generaciones atrás. Por fin, el sueño dorado se cumplió. El hombre se remontó al aire. El transporte aéreo unió ciudades y a la vez es uno de los factores que conducen hacia el superorganismo global. Sus vástagos, los vuelos interplanetarios, permitirán el futuro poblamiento de otros mundos, y con ello el desarrollo de comunidades de superorganismos globales (planetarios) en una red de transporte interplanetaria. Cuando los hermanos Wilbur y Orville Wright cumplieron su sueño de lanzarse a las alturas como el águila en las llanuras de Kitty Hawk, no imaginaron que preparaban el terreno para cortar el cordón umbilical que nos une con nuestra tierra.
Volvemos a la transmisión eléctrica
Debo insistir una vez más que este ensayo no pretende ser una revisión de la historia del trasporte y de las comunicaciones, o de la evolución de los sistemas nerviosos. Lo que sí pretendo es trazar una línea continua con la cual se haga evidente que los mismos procesos evolutivos a nivel celular son válidos para todos los demás niveles, y las comunicaciones y el transporte son parte toral de esos procesos.
Recordemos que las comunicaciones entre personas en lugares distantes antes de la era industrial se llevaban a cabo por emisarios a caballo. Pero una serie de descubrimientos sobre la electricidad abrirían la verdadera puerta hacia la comunidad global.
En 1932 Samuel Finley Breeze Morse invento un dispositivo para transmitir señales eléctricas entre dos estaciones, y para finales del siglo XIX ya la mayor parte del mundo se encontraba interconectado por el telégrafo. Los medios de transmisión eléctrica fueron una verdadera revolución, y pronto la invención del teléfono por Antonio Meucci permitiría la transmisión de voz.
El descubrimiento del hecho de que la transmisión de imágenes y sonido se puede efectuar sin un medio físico por medio de ondas electromagnéticas de baja frecuencia, trajo como resultado los medios masivos de radio y televisión. Pero la verdadera revolución la originó el internet. El acceso a la red permite a la vez el acceso al conocimiento universal y a las últimas noticias, y además, formas enteramente nuevas de dar rienda suelta a la creatividad personal. Todo en un solo sitio.
Con frecuencia escucho algunas críticas sobre la manera en la que somos bombardeados con información. Contamos con una gran cantidad de canales de televisión y canales de radio. Y ahora, la búsqueda en internet se hace difícil por la falta de discriminación entre información de buena y de mala calidad. Es un hecho que de la ingente cantidad de datos que tenemos a nuestra disposición solo utilizamos un pequeñísimo porcentaje. ¿Para qué tanta información a diario si la mayor parte no será utilizada? ¿No es esto un desperdicio de recursos?
Para ilustrar que la cantidad de información a la disposición es necesaria para la evolución posterior hacia más complejidad, me referiré a un caso similar en un nivel de complejidad inferior. Los organismos pluricelulares cuentan con información almacenada sobre su propia construcción y funcionamiento. La adquisición de esa información costó miles de millones de años de prueba y error. Esta se encuentra compactada en elnúcleo celular en forma de ADN. Ahora bien, una célula en particular solo necesita de una pequeñísima parte de esa información para efectuar el trabajo que le corresponde. Sin embargo, cada una de las células de los organismos pluricelulares tiene a disposición el total del ADN. Esto permite que una célula tenga el potencial de realizar todas las funciones celulares. Sin embargo en el proceso de diferenciación celular, la célula silenciará la mayor parte del genoma quedándose con el que le es útil.
De igual manera, el hecho de que un ser humano disponga de la información universal le permite seleccionar fácilmente aquella que le será de beneficio. Más aun, la disposición de la información aunada a la creatividad humana hará que la inventiva y el conocimiento se expandan a un ritmo exponencial en los próximos años. He aquí un factor por el cual la población humana del planeta ya se vislumbra como un superorganismo por derecho propio.
La red global (internet) ha cambiado el mundo en tan solo un par de décadas. La forma en la que trabajamos, nos divertimos y aprendemos. Con respecto a esto último, mientras en los siglos precedentes el énfasis de la educación se ponía en la memorización de conceptos, ahora lo importante es aprender a manejar la información misma. La memorización de muchísimos datos no es tan necesaria si contamos con ella con solo hacer clik en nuestra computadora.
Ahora usted puede ver la analogía. Somos como células de un organismo multicelular. Cada una cuenta con toda la información y se encuentra interconectada con todas las demás. Tal y como una célula depende de las otras para su supervivencia, nosotros dependemos de nuestros congéneres. En el proceso de integración evolutiva al organismo la célula pierde la mayor parte de sus funciones para especializarse en unas cuantas. A medida que la comunidad global crece, cada vez más nos hacemos incapaces de sobrevivir por nuestros propios medios. Al igual que las células, nos hacemos cada vez más interdependientes. La evolución hacia la complejidad lleva inevitablemente a la simplificación de sus componentes. Somos solo una pequeña parte del superorganismo global.
El superorganismo global inteligente
Bueno, volvemos a lo de la inteligencia y con ello al camino escarpado. Permítame recordarle un poco el salto de la transmisión puramente química, a la formación de estructuras especializadas para el transporte y el aparecimiento de sistemas nerviosos primitivos en forma de redes. Esto permitió la formación de organismos pluricelulares más grandes y complejos, pero la vida tuvo que esperar cientos de millones de años hasta la aparición de una verdadera inteligencia.
Sin duda el superorganismo global humano se encuentra en una etapa evolutiva que está a solo un pequeño paso del hormiguero. Saltamos de la comunicación química, visual y auditiva directa a la comunicación por medio de redes eléctricas. Pero continúan siendo eso: Solo redes. Aun no se observan condensaciones a modo de ganglios con mecanismos de control local, y mucho menos estructuras jerarquizadas y centralización de la información global. Aún nos encontramos distantes del gran cerebro global, pero sin lugar a dudas ese es el camino que tomará el desarrollo de la red. Nos lo dice la experiencia evolutiva.
Es difícil imaginar la naturaleza de un cerebro de dimensiones globales, y las propiedades emergentes que este presentaría. Es probable que desarrolle un tipo de autoconciencia y personalidad, pero que trascendería nuestro espacio y tiempo humanos. No podríamos percibir esa inteligencia superior, ni comunicarnos con ella de la misma forma en la que nos comunicamos entre nosotros. Es también posible que tenga una especie de libre albedrío. La inteligencia global nos trascendería de la misma forma en la que nuestro Yo trasciende a cada una de las células que nos componen.
Quien sabe cuánto tiempo le tomará a la red evolucionar en un supercerebro, pero una cosa si es segura: un cerebro no tiene sentido sin su interacción con otros cerebros. Para cuando esos tiempos lleguen los humanos habremos conquistado otros planetas, y entonces hablaremos de comunidades de planetas. Para ello se deberán desarrollar formas de comunicación enteramente nuevas -tal vez más rápidas que la luz eliminando el paradigma de las restricciones relativísticas- y formas de transporte más veloces.
No nos debemos preocupar mucho por los problemas técnicos. La planificación y construcción de naves espaciales veloces y nuevas formas de comunicación serán pequeños detalles para el potente sistema nervioso terrestre en desarrollo. ¿Y hasta cuando se detendrá esta evolución hacia la complejidad? No se detendrá. Será la vida contra la muerte; la exuberante capacidad de los sistemas vivos de expandirse indefinidamente dados los recursos energéticos adecuados, contra la aniquilación final: la muerte del universo.
Y cuando los superorganismos galácticos logren poblar de bacterias, de humanos, y de superorganismos planetarios los más distantes confines del universo conocido, entonces, y solo entonces, comenzará a cobrar vida el universo: el superorganismo universal.
Disney Chicken Little. Courtesy of: www.keenandgraev.com
Edwin Francisco Herrera Paz
Definitely, in order to carry out the conquest of the the cosmos cherish for the heights is needed.Humans inherited that soar appreciation from our tree-dwelling primate ancestors who liked to jump from branch to branch, just for fun or in search of food, and between skip and jump from time to time the calculations failed and the game ended in monkey souffle. And this danger of ending up as a watermark on the dirty floor of the forest also conditioned our fear to heights.
What will we do when the earth is overpopulated and exceeds 12 billion people?No doubt we will float into the infinite space in search of environments, and sow our seed in the nearest and distant planets in this vast cosmos; we will create the technology to make the most inhospitable environments habitable; we will exploit energy resources at planetary system scales; and we will survive.
We will survive.Steadily throughout human history, mankind has proved stubborn myopia destroying the precious resources of our blue world. Yet the ingenuity, perseverance and determination of many good people have overcome each new challenge.I am optimistic.The great minds of humanity spend brain hours on the issues that could put us in jeopardy.And yet, there it is, the possibility of becoming victims of total annihilation.Then, the expectation that life on earth has placed upon us will fade into the mists of time.Terrestrial life must conform to continue contained in this little blue marble that is our planet until the end of days.Or not?
No doubt life will find a new way, a new shortcut to intelligence and complexity and will adventure again into the vast universe.For this, there are some candidates that could act as our substitutes.Marine mammals have high intelligence and a protolanguage, but their aquatic environment makes the impulse to ascend to infinity to ever be in them, only a remote possibility.The same happens with those other marine organisms of great cunning and intelligence, which are the cephalopods.
Shifting to terrestrial creatures, elephants are famed for their longevity, memory, and care for family.Moreover, it has been demonstrated in experiments with mirrors that elephants possess consciousness of themselves.However, their gaze towards the floor makes it difficult for them to contemplate the night sky in its entire splendor.I don’t think that one day an intelligent descendant of an elephant could ever want to take a flight in a blimp.
The best candidates would be those organisms that once flew and occasionally will feel the longing to do it again.It could be the ostriches, or even the chickens.The only drawback is that they have a chicken brain, and nature would require an extremely long time to enlarge those tiny brain masses, and with no brains, there is no abstraction, no tools, and no technology (but if so, all this time we have been eating the ancestors of the conquerors of the universe).
Finally, very good candidates would be flying social insects, particularly bees.It is true that the honeycomb as a superorganism is still at a primitive stage of development, but there is a possibility that evolution could improve the colony toward a higher structure until self-consciousness and a willing to travel to the stars appear. Or isn't it that concsiusness raises from complexity?
Well, the truth is that the possibilities in nature are endless.Still, I have faith and hope that our replacement will not be necessary.It seems to me that the purpose of God in creating the laws that govern the evolution towards complexity is the conquest of the cosmos, and with it, the definite defeat of the death of the universe.We are the image and likeness of God because we are the most complex things on earth and the universe (until otherwise proven), and He has been with us until now. But that does not detract from the fact that we could be replaced. So we better take care of the privilege.
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Edwin Francisco Herrera Paz. Definitivamente para la conquista del cosmos se hace necesario el gusto por las alturas. El ser humano heredó ese agrado por remontar el vuelo de sus ancestros primates arborícolas, los que gustaban de saltar de rama en rama, por juego o en busca de alimentos, y entre salto y salto muy de vez en cuando el cálculo fallaba, y al final resultaba en suflé de mono. Y ese peligro de terminar como estampilla en el sucio suelo del bosque condicionó también nuestro temor a las alturas.
¿Qué haremos cuando la tierra se encuentre sobrepoblada y exceda los 10,000 millones de habitantes? Sin duda nos remontaremos hacia el espacio infinito en busca de ambientes, y sembraremos nuestra semilla en los planetas más cercanos y también en los distantes de ese vasto cosmos; crearemos la tecnología para hacer habitables los contextos más inhóspitos; explotaremos recursos energéticos a escalas de sistemas planetarios, y sobreviviremos.
Sobreviviremos. Sostenidamente a lo largo de la historia el ser humano ha demostrado su miopía y obstinación destruyendo los valiosos recursos de nuestro mundo azul, y sin embargo el ingenio, la perseverancia y el tesón se han sobrepuesto a cada nueva dificultad. Soy optimista. Las grandes mentes de la humanidad echan cráneo sobre asuntos que amenazan con el exterminio global. Y sin embargo allí se encuentra la posibilidad de ser víctimas de la aniquilación total. Entonces, la expectativa que la vida en la tierra ha puesto sobre nosotros se desvanecerá en la noche de los tiempos. La vida terrestre deberá conformarse con continuar confinada en esta pequeña canica azul que es nuestro planeta hasta el fin de los días. ¿O no es así?
Sin duda la vida encontrará un nuevo camino, un nuevo atajo hacia la complejidad poblacional y se remontará de nuevo hacia el vasto universo. Para ello existen algunos candidatos que podrían fungir como nuestros substitutos. Los mamíferos marinos poseen una gran inteligencia y un protolenguaje, sin embargo su mundo acuático hace que el impulso por remontar el vuelo alguna vez, sea en ellos una posibilidad cuando menos remota. Lo mismo acontece con esos otros organismos marinos de gran astucia e inteligencia que son los cefalópodos.
En cuanto a las criaturas terrestres, los elefantes son famosos por su longevidad, memoria y sentido de pertenencia de grupo. Más aun, se ha demostrado en experimentos con espejos que los paquidermos son poseedores de una conciencia de sí mismos. Sin embargo, su mirada hacia el suelo les hace difícil poder distinguir el firmamento nocturno en todo su esplendor. No creo que algún día a un inteligente descendiente de paquidermo se le ocurra remontar el vuelo en un globo aerostático.
Los mejores candidatos serían aquellos organismos que una vez volaron y de vez en cuando sienten la añoranza de hacerlo de nuevo. Podrían ser los avestruces, o hasta las gallinas. El único inconveniente es que poseen un cerebro de pollo, y la naturaleza necesitaría un tiempo extremadamente largo para agrandar esas diminutas masas encefálicas, y sin cerebro no hay abstracción, ni herramientas ni tecnología (pero si así fuera nos estamos comiendo a diario a los ancestros de los conquistadores del universo).
Finalmente, muy buenos candidatos serían los insectos sociales voladores, particularmente las abejas. Es verdad que el panal como superorganismo se encuentra aun en una etapa primitiva de desarrollo, pero nadie quita que una especialización y utilización de mejores formas de comunicación conviertan al panal en un sistema estructurado con conciencia propia, y con voluntad para viajar a las estrellas.
Bien, la verdad es que las posibilidades en la naturaleza son infinitas. Aun así tengamos la fe y la esperanza de que nuestra substitución no sea necesaria. Es que se me ha ocurrido que el objetivo de Dios al crear las leyes que gobiernan la evolución hacia la complejidad es que alguna vez conquistemos el cosmos, y con él, la muerte térmica. Somos la imagen y semejanza de Dios porque somos lo más complejo en esta tierra y en el universo (hasta que no se demuestre lo contrario), y Él ha estado con nosotros hasta el presente. Pero eso no quita el hecho de que podemos ser substituidos. Mejor cuidemos el privilegio.