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martes, 24 de agosto de 2010

Sobreviviremos

Lea este y muchísimos artículos más en nuestro libro: 
Edwin Francisco Herrera Paz. Definitivamente para la conquista del cosmos se hace necesario el gusto por las alturas. El ser humano heredó ese agrado por remontar el vuelo de sus ancestros primates arborícolas, los que gustaban de saltar de rama en rama, por juego o en busca de alimentos, y entre salto y salto muy de vez en cuando el cálculo fallaba, y al final resultaba en suflé de mono.  Y ese peligro de terminar como estampilla en el sucio suelo del bosque condicionó también nuestro temor a las alturas.
¿Qué haremos cuando la tierra se encuentre sobrepoblada y exceda los 10,000 millones de habitantes? Sin duda nos remontaremos hacia el espacio infinito en busca de ambientes, y sembraremos nuestra semilla en los planetas más cercanos y también en los distantes de ese vasto cosmos; crearemos la tecnología para hacer habitables los contextos más inhóspitos; explotaremos recursos energéticos a escalas de sistemas planetarios, y sobreviviremos.
Sobreviviremos. Sostenidamente a lo largo de la historia el ser humano ha demostrado su miopía y obstinación destruyendo los valiosos recursos de nuestro mundo azul, y sin embargo el ingenio, la perseverancia y el tesón se han sobrepuesto a cada nueva dificultad. Soy optimista. Las grandes mentes de la humanidad echan cráneo sobre asuntos que amenazan con el exterminio global. Y sin embargo allí se encuentra la posibilidad de ser víctimas de la aniquilación total. Entonces, la expectativa que la vida en la tierra ha puesto sobre nosotros se desvanecerá en la noche de los tiempos. La vida terrestre deberá conformarse con continuar confinada en esta pequeña canica azul que es nuestro planeta hasta el fin de los días. ¿O no es así?
Sin duda la vida encontrará un nuevo camino, un nuevo atajo hacia la complejidad poblacional y se remontará de nuevo hacia el vasto universo. Para ello existen algunos candidatos que podrían fungir como nuestros substitutos. Los mamíferos marinos poseen una gran inteligencia y un protolenguaje, sin embargo su mundo acuático hace que el impulso por remontar el vuelo alguna vez, sea en ellos una posibilidad cuando menos remota. Lo mismo acontece con esos otros organismos marinos de gran astucia e inteligencia que son los cefalópodos.
En cuanto a las criaturas terrestres, los elefantes son famosos por su longevidad, memoria y sentido de pertenencia de grupo. Más aun, se ha demostrado en experimentos con espejos que los paquidermos son poseedores de una conciencia de sí mismos. Sin embargo, su mirada hacia el suelo les hace difícil poder distinguir el firmamento nocturno en todo su esplendor. No creo que algún día a un inteligente descendiente de paquidermo se le ocurra remontar el vuelo en un globo aerostático.
Los mejores candidatos serían aquellos organismos que una vez volaron y de vez en cuando sienten la añoranza de hacerlo de nuevo. Podrían ser los avestruces, o hasta las gallinas. El único inconveniente es que poseen un cerebro de pollo, y la naturaleza necesitaría un tiempo extremadamente largo para agrandar esas diminutas masas encefálicas, y sin cerebro no hay abstracción, ni herramientas ni tecnología (pero si así fuera nos estamos comiendo a diario a los ancestros de los conquistadores del universo).
Finalmente, muy buenos candidatos serían los insectos sociales voladores, particularmente las abejas. Es verdad que el panal como superorganismo se encuentra aun en una etapa primitiva de desarrollo, pero nadie quita que una especialización y utilización de mejores formas de comunicación conviertan al panal en un sistema estructurado con conciencia propia, y con voluntad para viajar a las estrellas.
Bien, la verdad es que las posibilidades en la naturaleza son infinitas. Aun así tengamos la fe y la esperanza de que nuestra substitución no sea necesaria. Es que se me ha ocurrido que el objetivo de Dios al crear las leyes que gobiernan la evolución hacia la complejidad es que alguna vez conquistemos el cosmos, y con él, la muerte térmica. Somos la imagen y semejanza de Dios porque somos lo más complejo en esta tierra y en el universo (hasta que no se demuestre lo contrario), y Él ha estado con nosotros hasta el presente. Pero eso no quita el hecho de que podemos ser substituidos. Mejor cuidemos el privilegio. 
Sobreviviremos. Tengo fe. 
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Superorganismo Universal

jueves, 13 de mayo de 2010

De Elefantes y la Conquista del Universo

Por: Edwin Francisco Herrera Paz. Hoy, viendo televisión con mis hijos, me sorprendí al ver un programa de la caja estúpida (que a veces es inteligente) en el que un grupo de elefantes rescataba a uno de sus bebés. Les cuento: el bebé cayó a la laguna en donde los paquidermos aplacaban su sed en ese momento. Como había cierta altura desde donde estaban los elefantes hasta el agua, al pequeño animalito se le hacía imposible salir. Mientras se ahogaba, su tía bajó, y colocándose detrás de él intentó rescatarlo. Ante los esfuerzos infructuosos de la tía, la madre del bebé también bajó, auxiliada por un macho. Después de muchos esfuerzos, a la madre se le ocurrió algo ingenioso: en lugar de sacarlo por el extremo escarpado, empujó a su hijo varios metros hasta el otro extremo, más bajo. El animalito finalmente salió con la ayuda de toda la manada, pero luego, ya fuera del agua, comenzó a hundirse en el suelo cenagoso. En vano los elefantes intentaban sacarlo, pues mientras más luchaba, más se hundía. Repentinamente, a la madre se le ocurrió otra idea: comenzó a cavar un canal frente a su hijo. Pronto se le unieron los demás elefantes hasta que el pequeño logró salir por el canal sólido. La operación de rescate completa duró 7 minutos.
¡Increíble! ¿Quién dice que el ser humano es el único ser inteligente sobre la faz de la tierra? Ante la cámara, este grupo de imponentes mamíferos demostró más inteligencia que el común de las personas. Entre las características de la operación de rescate a resaltar se encuentran una rápida respuesta a la emergencia, coordinación y trabajo en equipo, ingenio y creatividad, y lo más importante, una férrea voluntad de ayudar a sus congéneres. La operación no dejó nada que desear a un grupo de rescate entrenado, o a un escuadrón de marines, o seals.
La ciencia demuestra, cada vez más, que la inteligencia no es un don propio de los mamíferos bípedos y que se encuentra ampliamente distribuida en el reino animal. Sin embargo, a los humanos se nos ha proveído de la capacidad de trascender nuestro entorno y cotidianeidad, utilizar nuestros miembros para crear complejos mecanismos y elaborar sofisticadas formas de comunicación. A pesar de eso, no me cabe duda de que, si permitiéramos la evolución de los elefantes en ambientes propicios por una cantidad adecuada (que podría ser considerable) de tiempo, terminarían adaptando su trompa a la manipulación de herramientas, su rudimentario lenguaje aumentaría en complejidad, y a esto le seguiría un aumento de su capacidad de abstracción y planificación, y tal vez, solo tal vez, podrían convertirse en una sociedad tecnológica.
¿Pero es que acaso somos los seres humanos únicos? ¿Construiría Dios este magnífico universo para ser disfrutado por nosotros, mamíferos imperfectos, llenos de pasiones, destructores los unos de los otros? Bien, le diré lo que pienso. Para comenzar, ¿para que crearía Dios algo tan raro como la vida? De verdad, la vida es algo de lo más extraño. Mientras todos los eventos en el universo tienden a aumentar la desorganización (lo que en física se denomina segunda Ley de la termodinámica), la vida parece seguir justo el camino opuesto. Las formas simples evolucionan para formar estructuras más complejas, y esto ocurre en múltiples niveles, de una manera que se asemeja a los fractales. La dirección temporal de la vida es opuesta a la del mundo inanimado. Aunque hay otros tipos de sistemas complejos, la evolución hacia la complejidad originando una gran variedad de formas adaptativas, es exclusivo de la vida.
¿Para que todo esto? ¿Para qué máquinas moleculares especializándose y cooperando para formar organelas, organelas especializándose y cooperando para formar células, células especializándose y cooperando para formar tejidos, tejidos especializándose y cooperando para formar individuos, individuos especializándose y cooperando para formar comunidades, comunidades especializándose y cooperando para formar conglomerados de sociedades? ¿Termina este proceso de evolución hacia la complejidad con la globalización? O, ¿será posible concebir aun múltiples niveles de complejidad por arriba de este?
Este proceso no es privativo del género humano. Un hormiguero, por ejemplo, funciona como un organismo, etc, por lo que la diferenciación categórica entre organismo y comunidad es el resultado de la escala espaciotemporal del ego humano; sin embargo, la estructura de niveles nos muestra que esta distinción es únicamente didáctica. Como ejemplo, los biólogos de sistemas hablan hoy en día de “inteligencia celular”, y los sociólogos hablan de “inteligencia colectiva”.
Lo que creó Dios (al crear la vida) es, a mi parecer, un sistema que se desarrolla por cuenta propia para conquistar algo. ¿Conquistar qué? No lo sé, pero puedo especular. La capacidad de los niveles vivos superiores para trascender la escala planetaria, llegando incluso a la conquista del universo entero. A esta escala, un hiperorganismo universal habrá logrado dominar los recovecos más intrincados del mundo físico, incluida la segunda Ley. ¿Se imagina? El dominio de la segunda Ley de la termodinámica, la inmortalidad del universo, lograda por el sistema (la vida) creado por Dios para ese fin. La segunda Ley se relaciona con la destrucción, con el desorden. En el mundo espiritual, se le puede relacionar con las entidades malignas, con propósitos decadentes. Es probable que en un futuro, tal vez distante, la humanidad comprenda que la teología y las ciencias son dos caras de la mima moneda.
Bien, tal vez conquistemos el universo, pero solo si sobrevivimos. Es ahora que tenemos nuestra oportunidad. Los dinosaurios fallaron, y si nosotros fallamos, quizá otra especie tome nuestro lugar. Quién sabe, tal vez los elefantes, algún pájaro, un insecto u otra especie que ahora vemos insignificante. Todo depende de la manera con la que abordemos los problemas de seguridad para la humanidad: el cambio climático, las armas nucleares, los peligros de una pandemia aniquiladora, el desarrollo sostenible, el cuidado de nuestro entorno y hasta los peligros del impacto de un meteorito. Además la humanidad debe, en esta época crucial y decisiva, idear nuevos modelos para cruzar la frontera hacia niveles superiores. Saludos.
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