jueves, 23 de junio de 2011

Enseñémosles a Nuestros Hijos los Valores Perdidos

Si el lector es uno de los miembros privilegiados de esa minoría de hondureños que tiene la dicha de poder brindarles una educación privada a sus hijos, este artículo es para usted.


Edwin Francisco Herrera Paz. Recientemente nuestra hija, quien estudia en una escuela bilingüe de prestigio de mi ciudad, le reveló a mi esposa algo sumamente inquietante. “¿Te acuerdas de las niñas que te dije que no se acercaban a mí?” Le preguntó a mi esposa. “Pues fíjate que cuando me dieron mi Blackberry se me acercaron y se hicieron mis amigas.”

En alguna otra ocasión y de manera crítica, mi hija le había revelado a mi esposa que sus compañeras a veces se burlaban de una niña becada a quien catalogaban despectivamente como “pobre.”

Al margen de lo crueles que pueden ser los niños a esa corta edad, me pregunté qué tipo de valores estamos inculcando a nuestros hijos. ¿Les enseñamos a ser esclavos del dios dinero? ¿O por el contrario les mostramos que los bienes materiales son buenos pero nunca estarán sobre el respeto y la apreciación genuina de nuestros congéneres? ¿Les enseñamos que un pedazo de plástico con circuitos convierte a una persona “invisible” en “apreciable”? O quizá somos inocentes borregos que marchan con el rebaño y es el sistema mediático masivo el que ha arrastrado a nuestros hijos, y hasta a nosotros mismos, a darle la espalda a los valores milenarios que realmente nos sacaron adelante como especie en tiempos difíciles: El altruismo, la cooperación, levantar o empujar al que se quedaba rezagado…

Meditaba sobre estas cosas cuando transitaba en las afueras de la ciudad por una calle que discurre a la orilla del bordo de un río seco que durante algunos inviernos muy lluviosos, despierta estrepitosamente. Al lado derecho de la calle, lujosas residencias de dos pisos se yerguen sobre grandes muros electrificados. Al lado izquierdo, al otro lado del río, se divisan cual pequeñas y maltrechas cajas de fósforos las casas de cartón, periódico y zinc viejo que inevitablemente serán arrancadas por las feroces corrientes de agua en el próximo huracán o tormenta tropical, y cuyos habitantes valen un poco menos que nada. Difícil es visualizar un contraste más insultante.

Mientras transitaba, me imaginé a un padre alzando a su pequeño hijo sobre sus hombros desde una habitación de algún segundo piso de alguna de esas residencias diciéndole: “hijo, esa gente que ves por la ventana, esa es la que debemos empujar para tener un mundo mejor.” Claro, me lo imagino, pero solo es eso: un imaginario. En realidad, al otro lado del río se encuentra el enemigo, el delincuente de quien debemos protegernos con cámaras de video, imponentes muros perimetrales, serpentinas y guardias de seguridad.

¿Desde cuándo se volvieron nuestras residenciales prisiones de lujo? ¿Desde cuándo nos convirtieron en instrumentos de esta suerte de “apartheid” económica? ¿Desde cuándo nos comenzamos a revestir con esa armadura impenetrable de superficialidad, vanidad, codicia, y desprecio por el prójimo? ¿Desde cuándo dejamos de enseñarles a nuestros hijos aquellas verdades profundas que conocimos de oídas de boca de nuestros abuelos? Sin duda la cortesía, la rectitud, la sinceridad, y la palabra empeñada son cualidades que se han perdido, poco a poco, en el horizonte de un pasado cada vez más lejano.

¿Será que podemos volver a las enseñanzas de Jesús? ¿Será que volvemos a enseñarles a nuestros hijos el verdadero amor al prójimo y el respeto por la vida? ¿Será que nos sentimos con capacidad de inculcarles verdaderos valores morales? Nuestra labor como padres es vital. Como dice la Palabra, nuestros hijos no son más que “saetas en manos de valientes.”

Bien. Sigamos habitando en nuestras lujosas casas, pero al menos neguémonos a aceptar esas expresiones y actitudes de nuestros hijos que nos hacen parecer una horda de raquíticos burgueses engreídos y enajenados. Empecemos por nuestro hogar.

Carta del General Álvaro Obregón a su Hijo Humberto

Hace unos meses un buen amigo me mandó un correo electrónico con un link interesantísimo. Se trata de una carta escrita por el General Álvaro Obregón –presidente número 48 de la república Mexicana–  a su hijo en su cumpleaños número dieciocho, en junio de 1928. Días después de escribirla el General era asesinado en el restaurante “La Bombilla.”

El documento inédito original fue subastado y luego publicado en la revista Mira (de acuerdo a fuentes de internet). Lo transcribo íntegro pues me pareció una pequeña obra literaria con consejos sinceros y genuinos y de vigencia universal. Vale la pena leerla.



“Cajeme, Sonora, junio 27 de 1928.

Sr. Humberto Obregón.
México, D.F.   

Mi querido hijo Humberto:

Este día reviste gran trascendencia en tu vida porque marca la fecha en que llegas a la mayoría de edad, produciendo este acontecimiento la transición de mayor importancia en la vida del hombre. Hoy asumes, por ministerio de la ley, el honroso título de ciudadano y te substraes de la patria potestad que a tu padre ponía en posesión de la dirección de tus actos; asumes por lo mismo, toda la responsabilidad de tu futuro, sin que esto signifique -por supuesto- que yo me considere relevado de la constante obligación que los padres tenemos para aconsejar y apoyar a nuestros hijos. Y he querido, con motivo de esta fecha, darte algunos consejos derivados de los conocimientos adquiridos con mi experiencia y con el conocimiento del corazón humano, que la intensidad de mi vida me ha permitido adquirir y del privilegio que del destino he recibido al permitirme actuar en todas las clases sociales que integran la familia humana.

No pretendo incurrir en el error tan común en los padres, de querer transmitir su propia experiencia a los hijos; si la juventud es tan hermosa, lo es precisamente porque carece de esa experiencia. La experiencia no es sino el resumen de todas las rectificaciones que el tiempo, al transcurrir, viene haciendo del bello concepto que de la vida y de nuestros semejantes nos formamos, desde que entramos en posesión de nuestras propias facultades.

Lo primero que necesitan los hombres para orientar sus facultades en la vida, y para protegerse y defenderse de las circunstancias que le son adversas y que por causas ajenas a su voluntad convergen sobre su voluntad, es clasificarse.
Clasificarse ha sido uno de los problemas, cuyo alcance, son muy pocos los que saben comprender. Tú debes, por lo tanto, empezar por hacerlo y voy a auxiliarte con mi experiencia.

Tú perteneces a ese grupo de ineptos que integran, con muy raras excepciones, los hijos de personas que han alcanzado posiciones más o menos elevadas, que se acostumbran desde su niñez a recibir toda clase de atenciones y agasajos, y a tener muchas cosas que los demás niños no tienen y que van por esto, perdiendo la noción de las grandes verdades de la vida y penetrando en un mundo que lo ofrece todo sin exigir nada, creándoles una impresión de superioridad que llega a hacerles creer que sus propias condiciones son las que los hacen acreedores de esa posición privilegiada.

Los que nacen y crecen bajo el amparo de posiciones elevadas, están condenados por una ley fatal, a mirar siempre para abajo, porque sienten que todo lo que les rodea está más abajo del sitio en que a ellos los han colocado los azares del destino, y cualquier objetivo que elijan como una idealidad de sus actividades, tiene que ser inferior al plano en el que ellos se encuentran. 

En cambio, los que pertenecen a las clases humildes y se desarrollan en el ambiente de modestia máxima, están destinados, felizmente, a mirar siempre para arriba porque todo lo que les rodea es superior al medio en que ellos actúan, lo mismo en el panorama de sus ojos que en el de su espíritu, y todos los objetivos de su idealidad tienen que buscarlos siempre sobre planos ascendentes.

Y en ese constante esfuerzo por liberarse de la posición desventajosa en que las contingencias de la vida los han colocado, fortalecen su carácter y apuran su ingenio, y logran en muchos casos adquirir una preparación que les permita seguir una trayectoria siempre ascendente. El ingenio, que no es una ciencia y que, por lo tanto, no se puede aprender en ningún centro de educación, significa el mejor aliado en la lucha por la vida y sólo pueden adquirirlo los que han sido forzados por su propio destino a encontrarlo en el constante esfuerzo de sus propias facultades. El ingenio no es patrimonio de los niños o jóvenes que han realizado ningún esfuerzo para adquirir lo que necesitan.

El valor de las cosas, lo determina el esfuerzo que se realiza para adquirirlas y cuando todo puede obtenerse sin realizar ninguno, se pierde la noción de lo que el esfuerzo vale y se ignora el importante papel que éste desempeña en la resolución de los problemas importantes de la vida, y el tiempo que nos sobra, nos aleja de la virtud y nos acerca al vicio. Y éste es el otro factor negativo para los que nacen al amparo de posiciones ventajosas.

Todos los padres generalmente recomiendan a sus hijos huir de los vicios. Yo he creído siempre que existe un solo vicio, que se llama “exceso” y que de éste, deben todos los hombres tratar de liberarse. Yo conozco casos de muchas personas que de la virtud hacen un vicio, cuando se han excedido en practicarla. Procura siempre no incurrir en ningún exceso y nadie podrá decir que tengas un solo vicio.

El objetivo lógico de todo hombre que se inicia en la lucha por la vida, debe encaminarse a obtener todo aquello que le es indispensable para la satisfacción de sus propias necesidades. Obtener lo indispensable y hasta lo necesario resulta relativamente fácil para un hombre honesto, que no practica ningún exceso que le reste su tiempo y le mengüe los ingresos de su trabajo. Cualquier esfuerzo encaminado a realizar estos propósitos, estará siempre justificado y es siempre reconocido por todos nuestros semejantes, pero si se incurre en el error, tan común desgraciadamente, de caer bajo la influencia de lo superfluo, todo sacrificio resultará estéril, porque el mundo de lo superfluo es infinito, no reconoce límites y son mayores sus exigencias mientras mayor satisfacción se pretende darle.

Es lo superfluo el más grande enemigo de la familia humana, y a este imperio de la vanidad se ha sacrificado mucho del bienestar y de la tranquilidad que los hombres disfrutarían, si a sus imperativos hubieran logrado substraerse, y se ha perdido mucho del honor que en holocausto a lo superfluo se ha sacrificado.

De todas estas verdades, solamente pueden librarse los que, teniendo un espíritu superior, llegan a constituir las excepciones de las reglas que siempre se refieren a los casos normales. Si tú logras constituir una de esas excepciones, tendrás que aceptar que has sido un privilegiado del destino, logrando así para honor tuyo y satisfacción de tu padre, librarte de los precedentes establecidos y podrás crearte una personalidad propia, cuyo mérito lograrás sin esfuerzo que todos reconozcan.

Éstos son los deseos de tu padre y lo serían de tu madre, si a ella el destino no la hubiera privado de la infinita ventura que una madre debe experimentar cuando su hijo primogénito llega a su mayoría de edad, sin haberles dado a sus padres un motivo de rubor o pesar como es el caso tuyo.

 Gral. Álvaro Obregón. ”

sábado, 18 de junio de 2011

Eficiente Forma de Estafa Utilizando el Pago de Servicios

Este post es para denunciar la manera en la que se puede caer víctima de la voracidad sin límite de algunas compañías privadas proveedoras de servicios en complicidad con los bancos emisores de tarjetas de crédito.

Usted firma un contrato por uno o dos años con una compañía de servicios privada. Una de televisión por cable, de internet, o de telefonía celular, como ejemplos. Los bancos emisores de tarjetas de crédito le convencen de que le conviene realizar las cancelaciones mensuales del servicio mediante el pago directo de parte del banco a la compañía, y de esa manera se podrá olvidar usted del asunto del pago y disfrutar del servicio.

Bien, a los tres meses el servicio le falla. Usted llama para que le den mantenimiento, llegan los técnicos y le explican el problema y le prometen pronta solución. Pero pasan los días y nada. El servicio es cada vez peor. Llama de nuevo a los técnicos y el proceso se repite varias veces sin solución.

Como usted es un cliente insatisfecho, envía una carta a la administración de la compañía explicando el asunto y solicitando que el servicio ya no le sea cobrado y le sea suspendido. Pero al mes siguiente continúa sin el servicio –o con un servicio pésimo– y la compañía sigue cobrando y el banco de tarjetas de crédito sigue pagando. Intenta hablar personalmente con alguien de la compañía para que el servicio y los cobros le sean cancelados, pero resulta ser una misión imposible.

Entonces usted recurre a su banco emisor de tarjetas de crédito en el que tanto confía y explica el problema. Pero parece que en el banco todos son sordos. Siguen pagando a la compañía de servicio y usted, con la boca abierta de la sorpresa, ve cómo mes tras mes su dinero se le esfuma o su deuda con el banco aumenta sin obtener nada a cambio.

Y cuando al final  se harta de que lo estafen, deja de pagar la tarjeta de crédito. Lo que pasará es lo siguiente: 1) Entrará a formar parte del club de la central de riesgo como si fuera un sinvergüenza que no quiere pagar. 2) En unos cuantos años usted verá su deuda cuadruplicada o quintuplicada debido a los voraces intereses que exceden por mucho, muchísimo, la tasa de inflación. Entonces será tratado como un paria financiero por la simple razón de no dejares asaltar por estos asaltantes de cuello blanco. ¿Qué le parece?

Para evitar que esto le pase, siga estos sencillos consejos.

1) Cuando firme un contrato con una compañía proveedora de servicio asegúrese de que no sea por más de un año. La mayoría de las compañías en Honduras le ofrecerán un contrato por año y medio o dos. Niéguese rotundamente. Lea completamente el contrato incluyendo las cláusulas.

2) Realice los pagos personalmente. Nunca utilice su tarjeta para los pagos, aunque el banco le pinte los débitos automáticos como si se tratara del jardín del Edén.

3) Si usted ya entró en el proceso de ser estafado, entonces no pierda el tiempo. Reporte su tarjeta como robada para interrumpir los cobros. Le saldrá más barato reponerla que pagar por un pésimo servicio indefinidamente.

Este post lo escribí gracias a un par de experiencias personales (bien documentadas) y a las de algunos amigos. Recuerde las palabras del sabio Salomón: Más sabio es el que aprende de la experiencia ajena.

Saludos.




viernes, 17 de junio de 2011

De "La Honduras Valiente" a "Ciencias, Politica, Religión"

Edwin Francisco Herrera Paz. Un blog es una de las herramientas más eficaces para la participación ciudadana en los asuntos públicos del siglo XXI. Además, nos da la oportunidad de opinar sobre diversos temas, iniciar discusiones y debates, o simplemente expresarnos. Los blogs, junto con las redes sociales, son los rudimentos de una futura democracia, más participativa y no sujeta a la censura institucional de los periódicos y otros medios de comunicación masiva.


Este blog, lo inicié hace casi dos años con el nombre de “La Honduras Valiente” con el fin de verter mis opiniones sobre el socialismo del siglo XXI en el caso de la destitución del ex presidente Manuel Zelaya. Aunque mi inclinación inicial fue contra la injerencia del presidente Hugo Chávez Frías en los asuntos hondureños, pronto me di cuenta de la polarización política y las reacciones exageradas de la población en ambos bandos del conflicto, por lo que mis posts fueron más centrados –muchos de ellos neutrales–, lo que me valió más de alguna crítica.

A medida que menguaba la crisis en Honduras, utilicé el blog para expresar mis opiniones políticas, hacer denuncias contra los excesos por parte de instituciones o empresas públicas o privadas, describir algunos detalles sobre mi teoría de la evolución hacia la complejidad, informar sobre temas de ciencia moderna, realizar diversas observaciones sobre religión y espiritualidad, e intentar conciliar ciencia con religión como dos cara de una misma moneda, o dos vías en las que se manifiesta la Verdad. Por ello, cambié el nombre del blog al de “Ciencias, Política, Religión”.

Este no es un sitio para gente obtusa, obstinada, de pensamiento cuadriculado. En cambio, es un lugar para pensar fuera de la caja, para reflexionar y analizar los asuntos desde diversas perspectivas con mentalidad abierta. Aunque soy cristiano comprometido, aquí se respetan todos los credos y filosofías personales.

Este blog ha subido en el ranking de páginas web de Alexa desde el puesto 717,172 en el mes de octubre del 2010, hasta el puesto 320,480 el día de hoy, y continúa en ascenso. Confieso que al iniciar mi otro blog, Fe, Ciencia, Vida, mi intención era conquistar el mundo. Hoy solo quiero escribir lo que siento y lo que opino de vez en cuando.

En la imagen de la izquierda muestro a los seguidores (502) en NetworkedBlogs, una aplicación de FaceBook.

Saludos.

domingo, 12 de junio de 2011

La Verdad de la Lucha Antidroga de los Estados Unidos

Edwin Francisco Herrera Paz. El trabajo en el Consulado de Honduras en Nueva York –en ese entonces ubicado en el 80 de Wall Street a unos pasos de la torre Trump– era intenso. Pero más intensa era la actividad en el resto del distrito financiero. En Nueva York, la gente camina hacia y desde los puestos de trabajo a una gran velocidad, lo que distingue a los residentes de la gran manzana de los parsimoniosos turistas que casi siempre, con cámara en mano, se encuentran viendo hacia todos lados con expresión de asombro.

Mi cargo como vicecónsul –al que llegué por uno de esos extraños giros del destino– me exigía vestir siempre de traje y corbata, a lo que debí adaptarme puesto que en mi muy calurosa ciudad, San Pedro Sula, estos finos atuendos son sinónimo de una deshidratación segura.

Pero al toro por los cuernos. Me compré varios trajes finos que me hacían indistinguible de los elegantes brokers del NY Stock Exchange. Eso sí, a pesar de lo refinado de la apariencia, el recorrido de cinco cuadras desde la estación del subway hasta el Consulado lo hacía calzando un par tenis, como todo buen neoyorkino.

A los consulados las invitaciones a todo tipo de reuniones llegan por cientos. La mayor parte eran cocteles ofrecidos por embajadas, otros consulados, y organismos internacionales como la ONU, pero también presentaciones de libros, eventos artísticos, presentaciones en museos, y fiestas privadas de personajes públicos y políticos.

Yo asistía poco a las invitaciones y prefería pasar el tiempo con mi familia. Sin embargo, algunos amigos sí asistían a cuanto evento podían, y poco a poco se fueron adentrando en el mundo social neoyorkino. Según estos amigos la vida social de muchos personajes en las altas esferas del gobierno, la sociedad y la farándula es bastante licenciosa, y el consumo de droga como la cocaína es común y a la orden del día. Ninguna noticia nueva.

En cierta ocasión, mi esposa debía hacer un examen de suficiencia del idioma inglés en NYU, una de las universidades más importantes de la ciudad. Yo debía recogerla después del trabajo, así que al salir del Consulado tome el tren y me dirigí a la universidad. La estación está dentro del campus, el cual a su vez es parte integral de la ciudad.

Una vez en el campus, un hombre afroamericano de mediana edad me abordó rápidamente. Sacó su maletín y procedió a ofrecerme droga. El maletín estaba repleto de tabletas y capsulas de los más variados colores, y según me dijo contaba también con cocaína y otras drogas pesadas, aunque no a la vista. En seguida llegué a la conclusión de que la mencionada universidad era visitada frecuentemente por ejecutivos y otros trabajadores de saco y corbata de Manhattan para conseguir una porción de la substancia de su preferencia.

Pero lo que más me sorprendió, fue que el campus era rondado permanentemente por varios policías, a quienes al parecer aquella venta de droga les parecía rutinaria. ¡Vaya!  –Pensé–, ¡sí que son permisivos por aquí!

Tiempo después regresé a Honduras. Después de una corta estancia de deprimente readaptación a la lentitud de mi país, de nuevo las vueltas del destino me llevaron fuera, ahora a la ciudad de Bogotá. Esta vez, mi esposa trabajaría como diplomática en la Embajada hondureña y yo me dedicaría a estudiar. Mis planes eran estudiar una especialidad en cirugía general, y luego cirugía cardiovascular; en cambio terminé estudiando genética, una materia interesante y actual y tal vez más de acuerdo con mi personalidad teórica e inquisitiva.

Contrario a lo que podría pensarse, los bogotanos son más recatados que los neoyorquinos, al menos en lo que respecta a la venta y consumo descarado de estupefacientes. ¡Ah, eso sí! Negociantes y empresarios natos, han sabido sacar provecho del desenfrenado consumo en Norteamérica.

Tuve la oportunidad de conocer algunos de estos “empresarios”. Recuerdo, por ejemplo, aquella familia a la que un hondureño del gobierno ayudó a tramitar las visas de turista. Mi esposa, como Cónsul en funciones en ese momento, hizo los papeleos correspondientes. Todo estaba legal y la orden de Tegucigalpa para la emisión de las visas no tardó.

La familia, en un supuesto gesto de agradecimiento, nos invitó a cenar (a mi esposa y a mí). Nos recogieron en nuestro apartamento y nos dirigimos a un exquisito restaurante de mariscos. A la pareja colombiana la acompañaba el hondureño y su esposa, además de un señor muy serio con cara de pocos amigos, que no abrió su boca durante toda la noche.

La señora, joven, elegante y hermosa vestía botas del más fino cuero y abrigo de mink. Él, en la edad madura, lucía más bien un poco desaliñado. Mi esposa y yo, como los buenos cachacos o “rolos de dedo parao” en que nos habíamos convertido, también nos pusimos la percha.

Las dos horas que duró la cena fue un thriller psicológico de parte de los colombianos quienes trataron de convencernos de un acercamiento aunque, diría yo, de una manera muy sigilosa. Nos invitaron a su finca con piscina y finos caballos. Cuando él preguntó sobre mi trabajo, le conté que no trabajaba y solo estudiaba, y que en ese momento nos manteníamos con el sueldo de mi esposa.

Su semblante se tornó de burla y soltó lo que pareció ser una risita incontenida. Yo me sentí humillado, mas rápidamente me di cuenta de su juego. Su truco era recurrir a la ambición masculina para efectuar una alianza.

En una rápida elucubración mental le dije que estudiaba genética forense con el objeto de servir luego en el Ministerio Público de mi país. Que mi pasión era ver a los delincuentes tras las rejas y que por lo tanto, estudiando genética me sentía como “pez en el agua”. Desde luego fanfarroneaba, pero se lo dije en un tono de inocencia, como quien ignora la intención.

Al parecer mi comentario fue suficiente para disuadirlos de la deseada aproximación, y mi esposa y yo pudimos relajarnos el resto de la velada. Luego nos dejaron en nuestro apartamento y no volvimos a saber nada de ellos. Cuatro años después el hondureño del gobierno, nuestro compañero de mesa aquella noche y que habría ayudado a la pareja a conseguir su visa, moría ajusticiado a balazos en Costa Rica.

En los días que siguieron a la cena me dediqué a pensar mucho sobre el asunto. Repasé lo que recordaba sobre la lucha antidroga por parte de los Estados Unidos: los miles de millones de dólares destinados al combate del narcotráfico una vez terminada la guerra fría; el enorme poder de los zares antidrogas en la región; las famosas certificaciones dadas a los países que bailaban al son del hermano mayor; la muerte de Escobar Gaviria; la extradición de Mata Ballesteros del territorio hondureño y muchos otros detalles, y poco a poco fui armando un cuadro que ahora, 11 años después, continúo confirmando con el recrudecimiento de la violencia en México, que libra una guerra ilógica y absurda que no es suya, y las innumerables muertes en mi país debido al “ajuste de cuentas.”

El asunto es simple: es una cuestión de poder y dominio; de hegemonía sobre el territorio, pero también del negocio armamentista. La lucha antidroga de los Estados Unidos es una guerra espuria; una falacia que nunca existió, no existe y nunca existirá…

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Gráfica 1. Curva de la demanda
Todo el mundo ha escuchado alguna vez sobre la ley de la oferta y la demanda, fundamento de la economía de libre mercado. Puede encontrar sus postulados básicos en cualquier tratado de economía, o incluso en Wikipedia, por lo que yo me limitaré a dar una breve explicación de la mencionada ley y su relación con el problema de la droga.

Observe la gráfica 1. Esta es la llamada “curva de la demanda” para un producto X. Si avanzamos hacia la derecha en la curva, es decir, si aumentamos el número de unidades en el mercado y con ello la disponibilidad del producto, entonces el precio bajará puesto que el público no estará dispuesto a pagar mucho por un producto muy abundante. A la inversa, si el producto escasea, o sea, si nos desplazamos hacia la izquierda, entonces las personas pagarán más por él y el precio aumentará automáticamente.

Gráfica 2. Demanda para dos productos
Ahora, échele un vistazo a la gráfica 2. Esta vez estamos comparando dos productos. Notamos que las curvas de demanda son idénticas para ambos, sin embargo, una se encuentra más a la derecha que la otra. Decimos entonces que este producto (el de la derecha) tiene una mayor demanda. Es decir, para una misma disponibilidad o número de unidades de cada uno de los productos, la gente pagará más por el de la derecha.

Se puede correr a la derecha la demanda de un bien o servicio mediante diferentes estratégicas de mercado. Por ejemplo, la publicidad hará que el producto sea más conocido y atractivo aumentando el precio con el mimo número de unidades en venta.

Por último revise la gráfica 3 (más abajo). Esta es la curva de la oferta. En esta podemos ver que al desplazarnos hacia arriba, es decir, al aumentar el precio del producto, entonces, automáticamente aumenta el número de unidades fabricadas. Esto se debe a que la venta de ese producto se vuelve un negocio muy atractivo, por lo que los suplidores o fabricantes aumentarán su manufactura y más empresarios estarán interesados en el negocio.

Gráfica 3. Curva de la oferta
Bien, ahora analicemos la estrategia de la lucha antidroga de los Estados Unidos. Volvamos a la gráfica 1 de arriba.

Lo que nuestro hermano del norte ha hecho es disminuir la disponibilidad de la droga en el territorio estadounidense mediante una guerra frontal contra los narcotraficantes e impidiendo la entrada de droga en las fronteras y puertos. Para ello ha destinado miles de millones de dólares anuales con el fin de que esta guerra se libre principalmente FUERA de su territorio. ¿El resultado? Un aumento progresivo del precio de la droga, pasando del punto C al A.

Pasemos luego a la gráfica 3. Al aumentar el precio, el negocio de la droga se hace atractivísimo para diversos grupos de una pobre y aporreada Latinoamérica. Dichos grupos van desde los campesinos que cultivan la planta de la coca, quienes prefieren esta última a los granos y los vegetales puesto que es mejor pagada, hasta las mulas que transportan la droga pasando por los “empresarios” que proliferan en la ruta de la cocaína.

Y cuanto más aumenta la lucha frontal, menor disponibilidad de cocaína, precios más altos, más narcotraficantes, más armas importadas por las policías y los narcotraficantes desde los Estados Unidos, y mayor el número de muertes en Latinoamérica. Entramos en un círculo vicioso en el que cada vez hay más droga, más muertos, y más dólares desperdiciados (????) por los iu es ei.

Gráfica 4. Curva de crecimiento logarítmico
Veamos la gráfica 4 (prometo que es la última) en donde se muestra la curva de crecimiento exponencial. Esta indica la manera en la que crece una población y es aplicable a diversos campos del conocimiento, como la biología y la economía.

Pongamos por ejemplo una población de bacterias. Al inicio, los pequeños bichos estarán dispersos, dividiéndose por un proceso de fisión con un aumento lento de la población. Esta es la fase lenta del crecimiento.

Luego, mediante diferentes estrategias, la población entrará en una fase de crecimiento acelerado o logarítmico para después de un tiempo, una vez que los recursos disminuyen, instaurarse en una fase estable en donde ya no hay más crecimiento debido al agotamiento de los recursos.

Pues bien, en Latinoamérica el negocio del narcotráfico se encuentra, en estos momentos, en una fase de crecimiento logarítmico. La estrategia es simple. La enorme cantidad de dólares proveniente de los Estados Unidos que reciben los narcotraficantes, es a la vez utilizada en la compra de sofisticadas armas y reclutamiento de mercenarios y sicarios, fabricándose los capos verdaderos ejércitos personales que los hacen inmunes a los sistemas policiales y de justicia de los países latinoamericanos.

Dígame, amigo lector… porque, en serio, no lo comprendo. Para mí es inexplicable. Si un humilde médico proveniente de un país tercermundista como yo puede dilucidarlo, ¿Cómo es posible que no lo hayan hecho los genios del departamento de estado? Solo es cuestión de interpretar cuatro tristes gráficas.

Le indicaré como debería ser una lucha antidroga realmente eficiente, y para ello necesito que regrese a la gráfica 2 en donde hay dos curvas: una para cada producto, o alternativamente, las dos para el mismo producto pero en diferentes momentos.

Si cada dólar (de los miles de millones) utilizado por los Estados Unidos en disminuir la entrada de droga a su territorio se invirtiera en una campaña de concientización de los ciudadanos americanos contra el uso de la cocaína y las drogas en general, el resultado sería el desplazamiento de la curva desde la posición de la derecha hacia la de la izquierda, convirtiéndose en un producto por el cual la gente no estaría dispuesta a pagar mucho. Con una campaña tenaz y permanente el consumo de cocaína se convertiría en poco atractivo, disminuyendo el precio. El aumento de la disponibilidad debido a los escasos controles fronterizos contribuiría a dicha disminución.

Por su parte a Latinoamérica le convendría la despenalización del tráfico. ¿Por qué? Con la disminución de la demanda en los Estados Unidos, el narcotráfico se convertiría en un negocio poco atractivo con cada vez menos adeptos en América Latina. Los campesinos comenzarían a preferir los tomates al árbol de la coca; las mulas ya no se tragarían esa cantidad de bolas rellenas de polvo blanco; los dueños de lavanderías tendrían que recurrir a los préstamos bancarios comunes y corrientes, y los “empresarios” se dedicarían a un negocio (o crimen) más redituable, como el robo de vehículos. La despenalización permitiría gravar con cuantiosos impuestos a la cocaína, los cuales podrían ser utilizados a su vez por los países latinoamericanos para promover sus propias campañas contra el consumo, con lo que disminuiría aun más la demanda y el narcotráfico caería en un círculo virtuoso de disminución progresiva.


La publicidad por parte de los vendedores de cocaína tendría que ser regulada con advertencias con base científica sobre el daño a la salud, de una manera similar a la que se ha hecho con la industria tabaquera. Así, la publicidad misma se convertiría en un elemento educativo en contra de la droga. 

Calculo que mediante esta estrategia el tráfico de cocaína caería hasta niveles mínimos en 10 a 15 años. Y vale decir que esta NO ES una mejor estrategia que la actual. Diré más bien que esta SÍ ES una estrategia de lucha antidroga. En cambio la actual fue reforzada por los Estados Unidos en los años ochentas para mantener el dominio y la hegemonía sobre la región, en una década en la que la Perestroica, el Glasnost y la caída del muro de Berlín amenazaban a nuestro hermano mayor a perder injerencia sobre sus despelucados hermanitos.

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martes, 7 de junio de 2011

Que Dios te dé Muchos Años Más. Siete Consejos para Una Vida más Larga.

Verá, cada vez que algún amigo cumple años, invariablemente término deseándole que Dios le conceda muchísimos años más. Como el deseo sin acción no hace mucho, he decidido hacer una lista de consejos sencillos para que usted mismo le dé una ayudadita a Dios. ¿Quiere vivir un poco más? Siga estos siete consejos.

1) Utilice hilo dental. La enfermedad periodontal o periodontitis es causada por agentes infecciosos que invaden las encías y las estructuras que mantienen los dientes en su lugar. Se caracteriza por inflamación y enrojecimiento de las encías seguido por sangrado fácil.

La periodontitis no tratada termina aflojando los dientes con la subsecuente pérdida de las piezas. Pero más importante, la enfermedad periodontal se ha relacionado con una mayor probabilidad de padecer enfermedad vascular, aumentando el riesgo de infartos cardíacos. Las substancias producidas por las bacterias activan los mecanismos inflamatorios del organismo, los cuales a su vez ocasionan daños en la capa interna de las arterias.

Por lo tanto, para añadir años a su vida es importante mantener una adecuada salud dental. Las limpiezas dentales rutinarias anuales y el uso rutinario diario del hilo dental (el de los dientes, no la prenda de vestir) ayudan a prevenir la periodontitis.

2) No coma hasta llenarse. La disminución del aporte calórico diario se relaciona con un peso saludable. El sobrepeso se relaciona con enfermedades que acortan la vida, como las cardiovasculares y la diabetes.
Mantener un peso adecuado no es una tarea fácil. En la literatura comercial se cuentan por muchas las dietas destinadas a bajar de peso. A pesar de ello el peso promedio continúa en aumento a nivel mundial.
En lugar de recurrir a dietas crueles, recurra a hábitos de vida. Substituya permanentemente el pan blanco y los cereales normales por pan y cereal integral. Substituya las bebidas gaseosas ricas en azúcar por bebidas naturales light, que le darán vitaminas sin las calorías adicionales. Substituya los pasteles por frutas. Evite las frituras y comidas rápidas.

Coma muchas semillas, como cacahuates y almendras que son excelente fuente de potasio y de ácidos grasos omega 3 con acción antiinflamatoria protectora del sistema cardiovascular. Los vegetales y las frutas proporcionan vitaminas y fitoquímicos, substancias que han demostrado ser efectivas contra algunos tipos de cáncer.

Finalmente no coma hasta llenarse. Si después de una comida quiere repetir, recurra a su fuerza de voluntad y espere unos 15 minutos. Verá cómo al cabo de este tiempo ya no tendrá hambre. La responsable es una hormona llamada leptina que produce la sensación de saciedad. Para aprender sobre la nueva ciencia de la nutrigenómica le recomiendo: Nutrigenómica. De la comida a los genes.

3) Haga ejercicio. La movilización es una característica del género humano. Durante miles de años vivimos como poblaciones nómadas que requerían la movilización de todo el grupo hacia mejores lugares de caza. Por lo tanto, el ejercicio constante se constituyó como la norma para todas las edades.

Contrariamente a lo que se piensa el ejercicio no mejora la salud debido a la reducción del peso. Aunque el ejercicio físico contribuye a dicha reducción, lo más importante son los efectos directos sobre el metabolismo y la salud cardiovascular: fortalece el corazón y aumenta el volumen del árbol vascular con la consiguiente disminución de la presión arterial, y activa el metabolismo bajando los niveles de glucosa en la sangre. Ambos factores son beneficiosos en la prevención de las enfermedades cardiovasculares.

Además, ejercitarse intensamente ayuda a la producción de substancias placenteras como las endorfinas, contribuyendo a la sensación de bienestar físico y disminuyendo el estrés. El ejercicio es, aun y por mucho, lo que más se acerca a la fuente de la eterna juventud.

Ejercítese entre cuatro a seis veces por semana tomando en cuenta su edad o las limitaciones físicas.

4) No coma sal. El aumento de la presión arterial es junto con el aumento de los niveles de glucosa, el principal enemigo de su salud cardiovascular. Hágase chequeos de presión arterial al menos dos veces por año. Al primer signo de hipertensión comience un tratamiento antihipertensivo, que en la mayor parte de los casos no pasa de una tableta diaria.

El exceso de sal en la dieta es un factor importante en la génesis de la hipertensión. El sodio es eliminado por el riñón junto con el agua, pero a este órgano se le dificulta la eliminación cuando la carga de sal es alta. La retención de sodio y agua eleva crónicamente la presión arterial. Por lo tanto, la eliminación de la sal en la dieta es una buena ayuda para bajar la presión arterial y aumentar sus años de vida.

Recuerde que los alimentos ya tienen gran cantidad de sal, por lo tanto elimine el salero de su mesa y de su cocina.

5) No se estrese. Más fácil de decir que de hacer. Las presiones de la vida cotidiana representan una fuente constante de estrés en la sociedad urbana moderna.

El estrés, por sí mismo, aumenta la producción de adrenalina con el consiguiente aumento de la presión arterial. También aumenta los niveles de la hormona cortisol, la que a su vez aumenta la concentración de glucosa en la sangre. Como se dijo anteriormente, ambos son factores contribuyentes con la enfermedad cardiovascular.

Para disminuir el estrés, tómese la vida un poco más despacio. Busque una iglesia y entréguele las cargas a Dios; aprenda técnicas de relajación; haga ejercicio físico, y aprenda a adoptar una actitud optimista y positiva hacia la vida.

Se ha demostrado que las personas con un carácter tranquilo y desestresado viven más.

6) Mantenga su colesterol a raya. Si usted se ejercita y sigue una dieta saludable, lo más probable es que mantenga niveles saludables de colesterol. Aun así, su colesterol podría estar alto debido a factores genéticos.
Evite las grasas saturadas, especialmente las que provienen de las carnes rojas. No coma mayonesa y disminuya la ingesta de mantequilla y margarina. Hágase un chequeo de colesterol, triglicéridos, proteína C reactiva y glucosa en la sangre dos veces al año. El aumento de cualquiera de estos es signo de alarma para el desarrollo enfermedad cardiovascular.

Particularmente, mantener el colesterol por debajo de 200 mg / dl evita la formación de placas de ateromas que bloquean las arterias. En caso de detectarse un aumento por arriba de estos niveles, recurra a la dieta. Una tableta diaria de un medicamento para disminuir el colesterol podría ser necesaria.

7) Cultive buenas relaciones. Se ha demostrado que la soledad contribuye a la inflamación, y por lo tanto al riesgo de enfermedades cardiovasculares. Las personas con una sólida red de amigos viven más años que las personas solitarias. Si usted es una persona introvertida, al menos relaciónese más con sus familiares.

Las buenas relaciones también disminuyen el estrés. Perdonar las ofensas nos alivia de la carga del estrés producido por el rencor acumulado. Por lo tanto para aumentar sus años de vida es una buena práctica seguir el consejo de Jesús cuando Pedro le preguntó: “¿Cuántas veces tenemos que perdonar?” A lo que el Señor contestó: “Setenta veces siete.” Decídase usted también a perdonar las ofensas. 

Usted puede contribuir a su propia sensación de bienestar ayudando a los demás. Aparte un tiempo semanal para obras comunitarias, o sirva voluntariamente en la iglesia. La satisfacción de servir al que lo necesita contribuye al alivio del estrés y proporciona una sensación de plenitud moral.

Llévese bien con todos, no estafe, y sonría siempre que pueda. Con buenas relaciones evitará una causa frecuente de muerte (aplicable solo a mi país Honduras): que le manden al sicario quien le administrará una muerte rápida por encargo, pasando usted a engrosar las estadísticas del famoso “ajuste de cuentas”.

Para concluir, sonría, no fume, no beba alcohol en exceso y utilice siempre el cinturón de seguridad (contrario a lo que se cree no hay problema con bailar pegado, a menos que sea con una pareja ajena). Si sigue todas estas recomendaciones aumentará su probabilidad de vivir por lo menos 12 años más, convirtiéndose en un digno descendiente de Matusalén.

Así que si hoy algún amigo suyo está cumpliendo años no se conforme con desearle larga vida. Mándele el link de este post y usted estará actuando para que así sea.

Saludos. 

sábado, 4 de junio de 2011

El Elegido

Edwin Francisco Herrera Paz
Los rayos del ardiente sol se estrellaban contra su cara, algo arrugada, corrugada y curtida por el paso de los años y a fuerza de librar largas batallas con el luminoso astro. Subía la montaña, cabizbajo. No podía disimular el gesto de tristeza que se le dibujaba en el entrecejo, lo que despertó sospechas en el niño que lo acompañaba. A pesar del padecimiento interior en aquellos momentos, jamás se preguntó por el verdadero propósito de aquel viaje que marcaría el futuro de la humanidad. Sin duda Dios había hecho una buena elección.

Eran aquellos días bárbaros y violentos, tal y como los de ahora, pero atrás había quedado la angustia en la espera de ver cumplida la promesa. Lejos y atrás quedaron los días en la casa paterna de su tierra natal. Lejos y remotos parecían los momentos cuando el Señor, con voz audible y de manera personal le comunicaría una vez más su misión, escondida dentro de una promesa.

“Abram, ¿puedes contar?” El Señor Dios, que es omnisciente hacía preguntas para entrar en confianza con el interpelado.

“Si Señor”, respondió. “Soy pastor de ovejas. Los pastores contamos ovejas”.

“Entonces cuenta las estrellas del cielo.”

“Son muchas mi Señor. Demasiadas para contarlas”.

“Pues así será tu descendencia”, le aseguró el Señor.

Motivos para dudar había. Al momento de esta promesa Abram ya era un anciano, y su esposa estéril. Pero el Señor había hecho un buen trabajo. Había escogido bien entre la descendencia de Noé al más obediente, a uno digno de iniciar la tarea de redención de aquella humanidad perdida y caída. Sin duda había escogido bien. Contra toda posibilidad, Abram creyó.

La obediencia de ese hombre lo había hecho abandonar la comodidad de su hogar en la tierra de Ur de los Caldeos, donde transcurrían sus días dedicados a apacentar ovejas. Aquella tarde, mientras contemplaba el flujo tranquilo del Éufrates del mismo modo que de cuando en vez hacía, la potente y a la vez suave voz de Dios le había ordenado: “Abandona tu tierra y tu familia, que yo te daré una tierra nueva. De ti crearé una nación grande. Tu nombre engrandeceré y por ti serán benditas todas las familias de la tierra”.

El obediente Abram siguió las instrucciones partiendo, primero hacia Harán con toda su familia, y luego hacia Canaán, aun sin entender del todo la promesa. ¿Cómo podría un hombre sencillo ser el instrumento de bendición de todas las familias de la tierra? Sin duda los planes del Señor son inextricables. “Los planes del Señor son confusos, inentendibles”, pensaría Abram aquel caluroso día. “Pero a mí nada más me corresponde obedecer”. Entonces Abram fue hallado digno a los ojos del Señor, quien algún tiempo después le cambiaría el nombre por el de Abraham*.

Mientras subía la montaña todo cobraba sentido. Cada promesa del Señor se personificaba ahora en la humanidad de su hijo Isaac. Pero si la serie de eventos que le acontecieron hasta entonces cuadraban a la perfección con el cumplimiento de la promesa del Señor, esta nueva orden era en verdad desconcertante. Si el mismo Abraham acababa con la vida de su propio hijo, ¿Cómo surgiría a partir de él una gran nación?

Las ideas se apretujaban en la cabeza de Abraham. Sus pensamientos iban y venían como olas en un confuso sin sentido, mas su obediencia a Dios se mantenía incólume, incondicional. Todo estaba planeado. Encendería la hoguera, amarraría a su hijo, y con todo el dolor que un padre amoroso puede sentir hacia su unigénito, consumaría la acción del holocausto.

No pudo decir la verdad al niño. ¿Cómo decirle a aquel pequeño que su Dios protector le exigía acabar con la vida de su hijo? ¿De qué serviría? De cualquier manera todo pasaría pronto y cualquier intercambio verbal sería redundante. “Lo que Dios da, Dios quita”, articularía para sí mismo en una voz apenas audible.

“Papá, ¿Dónde está el cordero para el holocausto?” Preguntó Isaac.

“Dios proveerá hijo”, dijo tranquila y escuetamente Abram. Sin embargo en su interior el corazón se rompía en pedazos.

Una vez llegados al lugar designado Abraham procedió con paso cadencioso pero firme a preparar la hoguera para el holocausto, pero en el mismo instante de alzar el cuchillo, el Ángel de Dios lo redimió de aquél fatídico y cruel encargo enviando un cordero en substitución de su hijo.

De nuevo todo cuadraba a la perfección. Una pieza importante del rompecabezas había sido colocada. La obediencia de Abraham al ser llamado a sacrificar a su único hijo, lo hacía digno de ser el padre de multitudes que su nombre indicaba. Dios le concedería en recompensa ser el padre de aquella gran nación prometida. Pero más importante aún: Su obediencia dignificaba a la humanidad para que el mismísimo Dios pudiese enviar, a cambio, a su Unigénito a redimirla de la desobediencia original, y de esa manera, cada familia de la tierra pudiese creer y ser bendita.

El Señor Dios cuidó el desarrollo de su plan confiándolo a un grupo de hombres, una suerte de avatares tal vez guardianes encarnados en la figura del Profeta o el Nazir, que celosamente velarían generación tras generación que los eventos condujesen hacia aquella última y más importante pieza. Para cuando estuviese colocada, el cuadro estaría consumado.

Esta última pieza del rompecabeza se colocaría unos 2000 años después. La última claúsula del pacto de Dios fue cumplida en una cruz de madera donde el Unigénito del Señor fue sacrificado. Misteriosamente, para los miembros de la gran nación de Israel compuesta por los innumerables descendientes de Abraham, el cuadro continua incompleto, o más bien oculto.
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* Abram = Padre exaltado; Abraham = Padre de multitudes.

Ref. Génesis capítulos 11 al 22.

Continúa con: El Precursor