Edwin Francisco Herrera Paz
Hace poco observaba como una pequeña perrita en celo, de esas que caben en la cartera de las mujeres, ponía como loco a un imponente pitbull. Me pregunté cómo puede la naturaleza ser tan cruel, si en esta situación hay una imposibilidad física para el apareamiento, o diría yo que se trata más bien de un amor imposible.
La biología actual identifica como especies diferentes aquellas que tienen un aislamiento reproductivo, es decir, que no se pueden aparear entre ellas originando descendencia. Pero si la perrita y el perrón no se pueden aparear, ¿se trata de especies diferentes? Pues no. Aunque al perro le resulte imposible satisfacer sus concupiscentes impulsos, es posible juntar el esperma del macho con el de la hembra, y tendremos una descendencia viable y fértil, aunque tal vez muy fea. Para que las especies se aíslen reproductivamente, antes deben pasar muchas generaciones de aislamiento físico entre ellas, de tal manera que sus genomas cambiaran en direcciones diferentes hasta volverse incompatibles.
Algunas especies no se diferencian mucho en sus genomas, por lo que es posible que se apareen, pero su descendencia será infértil, y los ejemplos mejor conocidos son el de la mula y el macho, los cuales resultan del cruce de un caballo con una burra o una yegua con un burro. Aunque la mula es normal, será estéril. La esterilidad se debe a que la mula tendrá (como nosotros y la mayoría de las especies del reino animal) dos juegos de cromosomas, que son las estructuras que contienen los genes, los cuales está hechos de ADN y codifican la construcción de un organismo vivo, pero un juego será de una especie y el otro juego de la otra.
Así es. La mula tendrá un juego de cromosomas equino y otro de burro. Cuando el animal está formando sus gametos (espermatozoides los machos y óvulos las hembras), en el núcleo de las células destinadas a ser espermatozoide u óvulo se registra un fenómeno llamado “apareamiento de homólogos”, que consiste en que cada cromosoma busca a su pareja homóloga. EL cromosoma 1 buscará al otro 1, el cromosoma 2 buscará al otro 2, etc., y luego se juntarán e intercambiarán material genético, para después separarse. Pero para que los cromosomas se puedan aparear, sus secuencias de ADN deben ser muy parecidas (homólogas). En los gametos de la mula, un cromosoma 1 de burro se debe aparear con un cromosoma 1 equino, un 2 de burro con un 2 equino, etc. Los cromosomas de las dos especies se parecen pero tienen diferencias notables, por lo que el apareamiento es incompleto y, por lo tanto, no se forman gametos viables. El resultado es una bestia estéril.
Por ese motivo me sorprendí cuando escuche que es posible el apareamiento de un tigre macho con una leona, o una tigresa con un león, y el resultado no es solamente un individuo viable, sino que también, en determinados casos, fértil. En el primer caso (tigre con leona) el resultado es un tigón, y en el segundo (tigresa con león) es un ligre. Estos animales son completamente diferentes entre sí. Mientras el ligre es imponente y nunca deja de crecer, el tigón es pequeño y enclenque. Pero la historia no termina aquí. Una ligre hembra pueden aparearse con un tigre macho dando como fruto de este amor a un tiligre. Si la ligresa se aparea con un león resulta un leligre. Estos apareamientos se han registrado en la realidad.
El león y el tigre no se aparean en la naturaleza, pues sus hábitats son completamente diferentes y el encuentro de ambos es una ocurrencia muy improbable, pero a los criadores de animales les gusta hacer todo tipo de experimentos. Vale la pena especular qué resultaría de otros apareamientos. Si un leligre se aparea con una tiligre ¿que sale? Me imagino que un tileligre. ¿Y un ligre con un tigón? Pues se me ocurre que saldría un litigón, que más bien suena a abogado.
Así que aquel dicho que dice “hijo de tigre sale rayado”, a veces falla. Una implicación de esto es que si usted es un tigre rayado, su esposa una tigresa rayada, y su hijo no le sale rayado, sino más bien algo melenudo, hágase una prueba de paternidad por ADN ya que podría ser que su hijo en realidad sea hijo de un león, o lo que es peor, de un gato, y usted en lugar de tigre vendría siendo venado con una hermosa y frondosa cornamenta.
Pero si estas dos especies se pueden aparear, ¿Qué hay de los apareamientos entre simios y humanos? Todos sabemos que los humanos, los chimpancés, los gorilas, los bonobos y los orangutanes compartimos gran parte de nuestro genoma. EL aislamiento reproductivo entre humanos y chimpancés, por ejemplo, está dado por el número de cromosomas. El chimpancé tiene 24 pares y los humanos, 23. Si a alguien se le ocurriera aparear a un chimpancé con un humano (no se les ocurra hacer esto en casa) el individuo resultante sería estéril. Se ha comprobado que el cromosoma 1 de los humanos es un compuesto de dos cromosomas chimpancés, así que al momento del apareamiento de homólogos, el cromosoma 1 humano del híbrido se aparearía con los dos de chimpancé formando una estructura radial que se asemejaría a una estrella de tres puntas (tri radio). Este sería el equivalente a un menage a trois en el mundo de los cromosomas que resulta incompatible con la fertilidad.
De cualquier forma, no creo que el híbrido humano-chimpancé sea viable, ni creo que haya alguien dispuesto a efectuar el experimento. Además, las implicaciones éticas son enormes. Solo me resta desearle feliz navidad y próspero año nuevo y aconsejarle que se cuide, no vaya a ser que en estas festividades le den gato por tigre.
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