Montesquieu |
"OEA: El Altar de la Demagogia
Contrariamente a lo que en principio puede parecernos, los sucesos ocurridos en Honduras tienen un lado positivo, un lado que la prensa nacional e internacional se ha negado sistemáticamente a comentar y analizar.
Este lado, ni más, ni menos, es el verdadero rol, que la nueva sociedad de la información: materialista y globalizada, le asigna, a la voluntad y soberanía populares, en las naciones, que han adoptado formas de gobierno republicanas y representativas.
Una suerte de sacralización de la autoridad derivada del sufragio, en particular de la figura del ejecutivo, parece eclipsar el vital equilibrio de poderes, que hasta un pasado no muy lejano, constituía el más sólido argumento que esgrimían los demócratas del mundo, para destacar las virtudes del sistema.
Sin este necesario equilibrio, la democracia se convierte, sin atenuantes, en la dictadura de los números, es decir, en la dictadura de las mayorías simples. Algo que ha demostrado ser, a lo largo de toda la historia de la humanidad, intrínsecamente nocivo para el sostenimiento de los supremos ideales de paz y libertad.
Que democracias incipientes, desnaturalizadas y demagógicas, caigan en el error conceptual, de privilegiar el resultado de una elección, por sobre la vigencia del estado de derecho y el imperio de las leyes preexistentes, no debería asombrarnos. Pero que organismos como las Naciones Unidas, la OEA o incluso los gobiernos de países como los Estados Unidos de América y los integrantes de la U.E, asignen al populismo electoralista ilegal y mañosamente impuesto en gran parte de Latinoamérica, el mismo valor que a las instituciones democráticas representativas, NO PUEDE SER UN ERROR ACCIDENTAL.
Algo nos dice, que un gran cambio se ha producido, subrepticiamente, en el pensamiento y la moral de estas organizaciones y estados. Sin temor a exagerar, bien podríamos decir hoy, a la vista de lo ocurrido en la hermana República de Honduras, que para la OEA y la ONU, los gobiernos de Hitler y Mussolini deben aparecer ante sus ojos como democracias dignas de ser respetadas, ya que si de ganar elecciones se trata, ellos indudablemente cumplirían con el requisito. Por lo demás, si alguien hubiera intentado “destituirlos”, incluso sin más violencia que un arresto y posterior exilio, hubieran sido tildado de “golpistas”, monstruos inhúmanos, con quienes ni siquiera es digno sentarse a conversar.
¿Qué está pasando hoy en día en Latinoamérica? ¿Qué puede motivar ese cambio de actitud? ¿Qué a producido este sorprendente y escandaloso giro filosófico y político de las organizaciones internacionales? La respuesta es simple y de tan simple, pasa inadvertida. El mundo y sus valores han cambiado, en la actualidad, el objetivo de las organizaciones internacionales ya no es la lucha por la libertad, ni por la implantación de un sistema internacional que la garantice. El objetivo de las organizaciones internacionales, hoy en día, es disciplinar y mantener la PAX ROMANA.
El orden hegemónico mundial, sólo busca “Gobernadores” y “Pretores” funcionales a sus intereses económicos, sin importarle que hacen estos nuevos “Herodes”, con la libertad y autodeterminación se sus respectivos pueblos y naciones. Históricamente, quienes “hicieron bien los deberes” con el poderoso de turno, han mantenido un generoso crédito, a la hora de llevar a cabo, todo tipo de avasallamientos y atropellos en el plano de sus gestiones “internas” de gobierno.
De esta manera, las organizaciones, que en el pasado fueron creadas para salvaguardar la paz de las naciones y la libertad de sus pueblos, se han convertido en nuevas y sofisticadas herramientas de presión y dominación. Lo ocurrido en Honduras es un ejemplo palmario, que al menos, en gran parte de Latinoamérica, no gobiernan los pueblos a través de sus representantes e instituciones republicanas, sino los títeres y monigotes que nos proponen y luego sostienen, desde los centros del poder “global”, poder que desde hace décadas, no es de izquierda, ni de derecha, es financiero.
Cuando el materialismo global, aun dirimía cual sería “la forma” de explotación que resultaría triunfadora, es decir, mientras el comunismo y el capitalismo, libraban su última batalla, en las postrimerías del siglo XX. Las recetas impartidas para disciplinar a sus respectivas colonias fueron siempre autoritarias: dictaduras militares de izquierda o derecha, según el color del tablero donde estuvieran paradas las fichas. En nuestro continente, la receta impartida desde el centro del poder hemisférico, era: dictaduras militares de derecha para frenar el comunismo y liberalismo económico para asegurarse la fácil depredación y sometimiento de nuestros pueblos. Y en esa lucha nos involucramos todos, global y estúpidamente apasionados, derramando sin reparos, lo más precioso que teníamos, la sangre de nuestros pueblos, hipotecando el legado de nuestros mayores, desoyendo los consejos de San Martín y Bolivar y entregándonos “inconsciente” y mansamente al nuevo yugo.
Hoy la receta ha cambiado, ahora nuestros pueblos y naciones deben padecer: POPULISMO Y CORRUPCION. Nuevamente, el poder financiero internacional, hoy definitivamente unificado, se rasgará las vestiduras contra cualquier forma de autodeterminación y de gobierno que desobedezca el orden por ellos establecido. El populismo y la corrupción, son las llaves que abren nuestras fronteras nacionales al negocio más cruel, inhumano y rentable que ha conocido la especie humana: el narcotráfico. En este “negocio”, se conjugan las grandes ganancias, con una perfecta degradación física y moral del pueblo, lo que actúa como un reaseguro sumamente eficaz, en el esquema de dominación de nuestros pueblos e instituciones.
Por eso digo, que el valeroso ejemplo que nos ha dado el pueblo y las instituciones de la hermana República de Honduras no debe pasar inadvertido. Un país pequeño y pobre enfrenta con orgullo un perverso frente internacional de corruptos y prepotentes representantes de la decadencia latinoamericana, muchos de los cuales, todavía tienen fresca en sus manos, la sangre de miles de compatriotas.
Apoyemos de todas las formas posibles, la independencia y libre determinación del pueblo y las instituciones de Honduras. Rompamos su aislamiento llevándoles todo el respeto, amor y solidaridad de los pueblos libres. Pongamos al servicio de su causa, que es la causa de todos nosotros, nuestros brazos y corazones. Sin egoísmos, sin reparos, sin condiciones, como verdaderos hermanos."
1 comentarios:
EFHP dijo...
En Honduras, las nuevas tendencias globales conducentes a la hegemonía nos eran desconocidas. Después de la destitución de Zelaya, pensamos que el mundo libre nos aplaudiría nuestra valiente decisión, resultando en todo lo opuesto. Estoy de acuerdo en que existe una confabulación mundial que obedece a intereses económicos de unos pocos, con el agravante de estar involucrado el tráfico de cocaína, un negocio aún más rentable que el petróleo. Finalmente, es una lucha de poderes, locales y globales. En Honduras, Manuel Zelaya comenzó una inducción de polarización social que continúa hasta el día de hoy financiada con dineros venezolanos. El pueblo, inocente como siempre, protesta a la orden de los dirigentes de cualquier bando, sin saber lo que en realidad está pasando. Pienso que las nuevas tecnologías, como estos blogs, pueden ayudar a la creación de redes que contrarresten este flagelo (insaciable sed de los grupos de poder) que acecha a nuestros pueblos latinoamericanos. Les agradezco su solidaridad con Honduras. Un abrazo.
Los hondureños residentes en Argentina, nos hemos unido mas que nunca. Para contactarnos hacerlo a: jvillalvir21@gmail.com.
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