Por: Edwin Francisco Herrera Paz
Decidí redactar este artículo para despejar algunas dudas
y preguntas frecuentes del público y de los profesionales del Derecho sobre las
pruebas de paternidad. Comienzo con la información básica.
Es simple y sencillamente determinar científicamente si
un hombre es el padre biológico de un niño (o un adulto) mediante la
comparación de sus respectivos ADN.
El ADN es una substancia que se encuentra en virtualmente
todas nuestras células. Está compuesto por moléculas (que llamamos nucleótidos)
de las cuales hay cuatro tipos. Cada uno de estos tipos funciona como las
letras de un alfabeto. Dentro de la célula estas letras forman palabras y
oraciones. Finalmente, la estructuración de estas oraciones forma el libro con
las instrucciones con las que está construido un ser vivo, como un ser humano,
por ejemplo. Cada célula de nuestro organismo contiene el libro completo, pero cada
célula solo lee la parte del libro que le corresponde para cumplir su función.
En realidad los seres humanos no tenemos uno, sino dos
libros completos dentro de cada célula; uno que heredamos de nuestra madre, y
otro de nuestro padre. Ambos libros son muy parecidos, pero hay sitios en donde
son diferentes. Los sitios en los que ambos libros son idénticos son los que
explican cómo se forma un ser humano. Los sitios que pueden ser diferentes son
los que determinan las diferencias entre varios seres humanos. Algunas diferencias
se traducen en la apariencia física, como el color de los ojos, de pelo, etc.
¿Cuál es la cantidad de oraciones (que llamamos genes) con
las que está construido el libro (que llamamos genoma) del ser humano? Pues
alrededor de 23,000. ¿Y el número de letras? Nada menos que ¡3 mil millones de
letras! Por cierto un libro nada pequeño.
La prueba de paternidad se basa entonces en la simple
comparación de los dos libros que forman al padre, con los dos libros que
forman al hijo. Lógicamente, ambas personas deben ser idénticas en al menos uno
de los libros: el heredado por el padre (ya que el otro debe ser idéntico a uno
de los libros de la madre). Entonces, si uno de los libros del padre concuerda
con uno de los libros del hijo decimos que la paternidad no se descarta. Pero
si ninguno de los libros del padre concuerda con los dos del hijo, la
paternidad se descarta. Y para descartar la paternidad basta que encontremos
diferencias en un par de oraciones.
En la prueba de paternidad no analizamos todo el libro ya
que leer la secuencia de 3 mil millones de letras es una labor ardua. Basta con
analizar unas cuantas oraciones (que llamamos marcadores, o a veces también “sistemas”).
Se analizan un total de entre 15 y 23 de tales marcadores en cada uno y luego
se realiza la comparación.
A los genetistas no nos gustan las figuras absolutas y
siempre hablamos en términos de probabilidades, y siempre que hablamos de
probabilidades necesariamente va implícito un factor de ignorancia, de
desconocimiento, de duda. Por ello, nunca realizamos un dictamen de una prueba
de paternidad así: “La prueba de paternidad realizada entre don Sutano Mendez y
Ciprianito Mendez es positiva”.
De ninguna manera. Preferimos no meternos en camisa de
once varas y decimos algo como: “La prueba de paternidad entre Tal por Cual y
Fulanito no fue excluyente de la paternidad biológica en ninguno de los 23
marcadores analizados”. Eso nos libera de culpa por si acaso a alguien se le
ocurre hacer la prueba con un marcador diferente y esta sí sea excluyente. Pero
para que el lector que se va a hacer la prueba esté más tranquilo, le diré que
después de curarnos en salud con la frase anterior, escribimos algo como: “En
este caso específico la probabilidad de paternidad es igual a
99.99999999999999992%.”
Aunque usted no lo crea los genetistas nos sentimos más a
gusto con números como 99.99999999999999992% que con cifras como 100%. Pero ¿De
dónde salen esas cifras? Simple y sencillamente surgen de comparar la probabilidad
de que el hijo sea el verdadero hijo del señor acusado de serlo, con la
probabilidad de que sea hijo de un hombre tomado al azar de la población (que
llamamos “hombre de la población general”). Resulta entonces que, siempre que
el señor y el hijo concuerden en todos los marcadores, la primera probabilidad
es mucho más grande que la segunda. Este hecho expresado en forma de porcentaje
es, en la mayoría de los casos, superior al 99.99%, y cuantos más marcadores utilicemos
en la prueba, mayor y más cercana al 100% será esta cifra. A la frase del informe
entonces le agregamos: “En este caso específico la probabilidad de paternidad
es igual a 99.99999999999999992% comparado con un hombre de la población
general”.
Cosa diferente es cuando el presunto padre y el hijo no
concuerdan. Si los marcadores en discordancia son varios, podemos decir que el
señor acusado no es el verdadero padre biológico con una probabilidad cercana
al 100%. Entonces sí afirmamos: “En el caso en cuestión la paternidad biológica
se descarta”.
Generalmente descartamos la paternidad cuando hay
discordancia en dos o más marcadores. Si la discordancia es en un solo
marcador, siempre existe la posibilidad de que la diferencia se deba a una
mutación, por lo tanto en esos casos se deben analizar un mayor número de
marcadores para llegar a una probabilidad superior a un 99.99%.
Una palabra más sobre el hecho de descartar la
paternidad. Las situaciones en donde la paternidad se descarta son mucho más delicadas
que aquellas en las que concuerda. ¿Por qué? Para comenzar porque de manera
general acarrean más problemas morales, como la confirmación de los “cuernos”,
pero también por el siguiente motivo: es extremadamente improbable que los
marcadores concuerden (por pura casualidad) entre un hijo y un probable padre
cuando este último NO es el verdadero padre. En cambio, es relativamente
sencillo hacer que el ADN de un hijo y el probable padre NO concuerden, aunque
este último sea el verdadero padre. Basta con que cambiemos las muestras. Eso
se podría dar debido a un error humano o técnico, ya sea por confusión
intencional o no intencional de las muestras, o por errores de calibración de
los aparatos. Los laboratorios toman esto en cuenta, y siempre que la
paternidad se descarta la prueba se repite. También por ello es muy importante
lo que se denomina “cadena de custodia”, que le confiere responsabilidad a
todas las personas que tengan que ver con la manipulación de la muestra, desde
la extracción de la sangre hasta que es recibida en el laboratorio.
¿Habrá
casos en los que no se pueda aplicar el análisis anterior consistente en
comparar al probable padre con un hombre de la población general?
Desde luego que hay excepciones a los cálculos anteriores.
Si el hombre pertenece a una población muy pequeñita en la que todo el mundo
tiene una relación de parentesco, el método anterior es inexacto y se deben utilizar
correcciones para determinar la probabilidad de paternidad. El caso extremo es
aquel en el que no se sabe cuál de dos hermanos es el verdadero padre. En esos
casos, si realizamos la prueba entre uno de los hombres y el niño, el hecho de
que concuerden no nos dice que es altamente probable que sea el verdadero padre
puesto que un tío podría también concordar con su sobrino en todos los
marcadores, por pura casualidad. Desde luego, si la prueba es excluyente en uno
de los hombres, se asume automáticamente que el otro es el verdadero padre.
Esta situación (prueba no excluyente cuando dos hermanos
se disputan la paternidad) exige que la prueba se realice con AMBOS hermanos y
el hijo. Si uno de los marcadores en cualquiera de los dos no concuerda con el
hijo, entonces el otro será el verdadero padre. En caso de que el hijo
concuerde con ambos, existirá la necesidad de analizar más marcadores hasta que
nos topemos con uno en el que el NO padre sea diferente del hijo. Tal vez no
está demás decir que es imposible, a la luz de la tecnología actual, resolver
una disputa de paternidad entre dos hermanos gemelos idénticos.
Otro caso similar a la disputa entre dos hermanos se da
en los incestos, como cuando la madre y el probable padre son hermanos, tío y
sobrina, etc. Siempre existe la posibilidad de que concuerden el señor y el
hijo aunque el primero no sea el verdadero padre, ya que de cualquier forma es
familia del hijo. En este último caso como en los anteriores, es conveniente
también analizar a la madre para determinar con exactitud cuál de los dos
libros (juegos de marcadores) del hijo es el que tenemos que comparar con los
del probable padre.
Para nada. La prueba de paternidad es un
procedimiento técnico que no tiene por qué ser comprendido a cabalidad por un Notario
Público, puesto que no está dentro de sus competencias. Hay laboratorios que
acompañan el resultado con una autenticación de Notario Público. Eso es usual
cuando las muestras de sangre se toman en un país y son enviadas a otro para su
análisis. El resultado es devuelto con la auténtica del Notario. Sin embargo
esta autenticación es redundante e innecesaria, ya que para la realización del
análisis todos los laboratorios deben contar con acreditaciones
internacionales.
En el caso de los Estados Unidos el organismo responsable
de la acreditación es la AABB (American
Association of Blood Banks). En el caso de otros países los organismos
responsables dependen directamente de la ISFG (International Society of Forensic Genetics) o del GITAD (Grupo
Iberoamericano de Trabajo en Análisis de ADN). Las acreditaciones internacionales
otorgadas por estas instituciones a los diferentes laboratorios del mundo hacen
innecesarias las comprobaciones legales ulteriores con respecto a la eficiencia
técnica o la veracidad de los resultados.
Tal vez la etapa crítica de la prueba se encuentra en la
toma de la muestra y la cadena de custodia. Para evitar actos de corrupción (confusión
voluntaria de las muestras con el objeto de que la prueba resulte negativa, a
modo de ejemplo), la toma de la muestra debe ser un acto de fe pública. El
registro del nombre completo de cada uno de los comparecientes, incluidos la
madre, el probable padre y/o un testigo, acompañado del número de identidad de
cada uno, se hace necesario para evitar confusiones. Se debe dar constancia de
los datos de identidad en el informe. Por último, la ética profesional debe
guiar el proceder de cada uno de los realizadores de la prueba, y ante la
falta de legislación adecuada en algunos países (como Honduras), se debe tomar de la
experiencia de otros para el correcto manejo de cada uno de los pasos.
El profesionalismo es indispensable en cada uno de los eslabones de la
cadena de realización de la prueba de paternidad, además de una absoluta
discreción; de esa manera el resultado será fiable para ser utilizado en
los Tribunales de la República. A este último respecto debo decir que nuestra legislación
hondureña presenta un desfase de 20 años cuando el artículo 118 del Código de
Familia dice textualmente: “En los juicios de investigación o de impugnación de la
paternidad, son admisibles las pruebas de los grupos sanguíneos, marcadores
genéticos y cualquier otro método de exclusión o confirmación de paternidad que
pueda desarrollarse en el futuro. Los estudios mencionados deberán ser hechos
por Médicos con entrenamiento adecuado en inmunohematología
(énfasis mío).”
El entrenamiento en inmunohematología sí era necesario cuando
las pruebas se realizaban a partir de grupos sanguíneos o marcadores del
sistema inmune, como el HLA (DQα). Hoy en día el peritaje para la determinación
de la paternidad biológica, incluyendo los ensayos moleculares y los cálculos
probabilísticos, debe ser realizado por personal con un entrenamiento adecuado en
genética forense, y en ninguna
situación se deben aceptar los grupos sanguíneos para confirmación o exclusión
de la paternidad, contrario a lo que sugiere nuestro código.
OTRAS
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Qué
tal si el tipo de sangre del padre no concuerda con el del hijo? ¿En ese caso
debemos sospechar cuernos? Yo soy tipo A, mi mujer tipo A y mi hijo tipo O y
estoy sospechando.
De ninguna manera. El tipo de sangre y el hecho de que no
concuerde entre padre e hijo no descarta la paternidad en la gran mayoría de
los casos. En los pocos casos en los que en apariencia sí se puede descartar,
podrían estar implicados otros factores genéticos. En el caso en cuestión, la
madre A puede tener A en uno de sus libros (en el sentido figurado que hemos
venido usando) y O en el otro. En ese caso el A solapa al O y ella es tipo A.
Lo mismo va con el padre. Si cada uno le heredó su libro O al hijo, este será
tipo O.
¿Y qué tal el siguiente caso? La madre es AB (tiene A en
uno de sus libros y B en el otro), el padre es AB, y el hijo sale O. En este
caso sí se podría descartar la paternidad, puesto que ninguno de los dos le
puede dar el libro O al hijo. Pero aun en estos casos extremos, se ha
descubierto otros factores que podrían estar actuando. Por ejemplo existe una característica
genética rara pero posible llamada “fenotipo Bombay” en la que se puede observar
ese resultado. En casos como el anteriormente expuesto se debe realizar una
prueba de paternidad porque la duda es razonable.
De cualquier forma, la prueba de paternidad mediante el
análisis de marcadores del ADN es la única que tiene confiabilidad y validez
internacional en la actualidad.
El parecido físico del presunto padre con el niño no es
suficiente para afirmar que es su hijo biológico. Muchos rasgos comunes en
ambos pueden surgir por los años de convivencia. Características físicas como
los gestos, el tono de la voz y el estilo para caminar surgen en gran medida
por el proceso de culturización y no por la herencia genética.
Mmmmm a mi me huele a cuernos. El niño es
trigueñito y ellos dos son blanquitos.
El color de la piel está determinado no por uno, sino por
varios genes (oraciones del libro) que actúan de manera aditiva. El color de la
piel del niño no es un determinante para la negación de la paternidad,
especialmente en poblaciones con mucha mezcla, como las latinoamericanas.
¿Recuerdan la canción? Soruyo, el negrito es el único tuyo.
Juancho,
mejor hacete una prueba de paternidad. Ese wirro1 no se parece en
nada a vos.
De nuevo, el parecido físico no es criterio para negar la
paternidad. En cierta ocasión realicé una prueba entre el probable padre y dos
niños, hijos de la misma madre. Uno de ellos se parecía mucho al probable padre
y el otro, para nada. Resulta que el que no se parecía sí era hijo biológico, y
el otro, nones.
Si
no hay sospecha de cuernos no hay necesidad de una prueba de paternidad, puesto
que las mujeres son fieles.
Es cierto que las mujeres, comprobado está, son muchísimo
más fieles y menos promiscuas que los hombres. Sin embargo en la literatura se
reportan casos en los que la prueba, que se debió realizar con otros fines,
descartó la paternidad biológica de un hombre que no tenía ni la menor sospecha
de cuernos. La probabilidad de que un hombre esté criando un hijo que él piensa
que es suyo pero no lo es, depende de factores socioculturales y puede variar
ampliamente de una población a otra. En un estudio realizado en el Reino Unido
se detectó más de un 10% de falsas paternidades sin sospecha, pero esta cifra
no se puede extrapolar a todas las poblaciones.
Bien, si con este artículo no he despejado sus preguntas
sobre cada uno de los puntos importantes relacionados con la prueba de
paternidad, no dude en ponerse en contacto conmigo al celular (504)99672450 de
Honduras. Y recuerde que madre solo hay una. Y padre eeeeeh bueno, también.
Saludos.
Hola, existe algún tema sobre antropología física en esta pagina?
ResponderEliminarDr, es posible realizar la prueba entre hermanos, tios o abuelos???
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el post, totalmente de acuerdo contigo, cuando hay indicios de sospecha lo mejor es acudir a hacernos una prueba de paternidad y así quitarnos de problemas, muy bien explicado
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