A la Doctora, con quien muy probablemente hemos de
convenir en uno o dos puntos de este asunto.
Tras unos
humildes y sencillos trazos puede estar agazapada una fuerza arrolladora capaz
de derrocar dictaduras, descarrilar costumbres inveteradas de la sociedad,
desjarretar leyes perniciosas y desbancar movidas millonarias, pero esos
dibujos en primera instancia pudieron ser pasados de largo y subestimados, como
un enano dormido, que a la larga resultó que en sus entrañas crujientes
mantenía el caldo de una conflagración que supondría el fin de la barbarie.
La caricatura
como género artístico ha sido definida como: “Retratti Carichi, retrato sobrecargado”, “Un retrato
humorístico que exagera los rasgos”, “Una alegoría que recoge los rasgos más
marcados de unos personajes o de unos hechos con el fin de transmitir un
mensaje, una idea, la mayoría de las veces sarcástica sobre una cuestión
determinada” “Un retrato grotesco satírico”, “Una serie de trazo bien
expresivos, bien simbólicos”, “Humor gráfico”. Ha llegado al extremo de decirse
y está confirmado como cierto en la práctica, que caricatura puede ser cualquier
cosa, realizada con la mayor libertad de ingenio, con tal que el público pueda
identificar de quien o de que se trata.
La importancia
de los dibujos así dispuestos con fines políticos es que pueden proporcionar
gran cantidad de información resumiendo todos los acontecimientos, desde los
más normales hasta los más importantes, y en un instante convencernos de una
idea y también de cuáles son los pensamientos de los individuos representados.
En lo personal
podría intentar una definición de este arte: Un retrato o dibujo que
distorsiona la apariencia de una persona o inclusive de una situación, pero conservando
cierta similitud con la realidad, por lo que se mantienen identificables, lo
que produce una contradicción a nivel subconsciente que causa un impacto
humorístico. Pero más adelante veremos que también es posible que produzcan
efectos diametralmente opuestos, o sea que son de partida doble y hago un
llamado especial sobre este punto, porque en todos los documentos que he
consultado, lo pasan por alto, aunque desde luego, está implícito.
Se dice que la
caricatura tiene su cuna precisamente en Bolonia, Italia, en la escuela de
pintura de los Carracci, quienes dibujaban a los visitantes y turistas de
manera humorística por unas cuantas monedas, pero adviértase que este tipo de
retratos era de uso privado. La caricatura política o de uso público
propiamente dicha, tiene su aparición en Francia con gráficas alusivas a la
dudosa conducta de Napoleón III y de Luis Felipe.
Pero no puedo
convenir con esto, puesto que es muchísimo más antigua. Vea las muestras en el
arte rupestre de Tassili (n’Ajjer) en el altiplano sahariano, en que claramente
puede verse que un pobre sujeto del paleolítico, fue objeto de la sorna gráfica
por parte de sus compañeros de grupo, debido a las andanzas de su mujer. Y aún
podríamos remontarnos a cuarenta mil años atrás, pues que otra cosa pueden ser
las Venus antiquísimas con senos y vientres enormes que no sean una crítica a
las matronas por dejarse engordar excesivamente.
Y también hay
ejemplos en la Mesopotamia y en el Egipto Antiguo. Aquí pueden verse en las
murallas de Tebas, grafitis representando de manera despectiva a Nefertiti y
Akenaton muy probablemente hechas por sus adversarios religiosos y políticos.
En la cultura de la Grecia Clásica, encontramos dibujos en cerámica
representando a Eneas, Aquiles y Ascanio con cabezas de bestias; asimismo en
una ánfora se refleja una parodia del juicio de Paris y los ejemplos podrían
seguir. Pero ni Platón ni Aristóteles dieron importancia a la hilaridad, sino
un pupilo de este último, Teofrasto, quien ponderadamente la considera algo
positivo. Aristóteles llamaba a los caricaturistas “pintores malvados”. Por ese
tiempo sobresalió un tal Posón quien era un duro moralista y hacía bonitos
dibujos, por eso el filósofo Aristófanes les aconsejaba a sus discípulos y
amigos: “Compórtate para que no vayas a ser juguete del infame Posón”.
En lo que
respecta a los Romanos, los dibujos están visibles por doquier en las paredes
de Pompeya, que como sabemos fue achicharrada viva por una ola piroclástica y
sepultada por la ceniza del Vesubio en el 67 de la Era Común por lo que la
ciudad permaneció como congelada en el tiempo hasta que fue sacada a la luz
nuevamente por los Arqueólogos. Aquí los grafitis poniendo en ridículo a
cristianos y paganos son los que más abundan. En uno de ellos se muestra a un
asno crucificado.
En la edad media
Leonardo da Vinci hizo la diferenciación entre los dibujos realistas y los
alterados y exagerados para dar mayor contraste a la obra, pero él se refiere más
propiamente, a lo que ahora llamamos photoshop,
es decir, alterar la imagen para que tenga un mayor realce.
Ya en nuestros
días, el gran Maestro norteamericano Tom Richmond, ilustrador mercenario y
colaborador permanente en la famosa revista "Mad", considera a la
caricatura como un arte difícil que NO puede ser enseñado sino que debe
desarrollarse con la práctica y considera que toma hacer unas quinientas
caricaturas fallidas antes de lograr hacer algunas aceptables, así que como ve,
tampoco es chiche o comida de trompudo.
La importancia
de la caricatura y el dibujo artístico en el mundo actual, es de proporciones
colosales tanto en la política como en el mundo del entretenimiento, vea sino
el gran éxito de Los Simpson, Futurama, Padre de Familia y otros varios por no
mencionar los miles de programas infantiles. El retrato dibujado o pintado ha
quedado relegado a segundo plano desde que existe la fotografía. Por cierto,
Honduras es y ha sido una mina de excelentes caricaturistas políticos: Rowi,
Doumont, Banegas, Macdonald, Solís y otros muchos no menos importantes que se
me escapan. Mi favorito es Chávez. Cuando NO tengo suficiente tiempo
disponible, de los diarios impresos solo leo la primera página, uno o dos
artículos de opinión y viendo las caricaturas me siento satisfecho.
Pensamientos
sobre la caricatura:
“La influencia
de la caricatura sobre la historia de la humanidad es gloriosa e importante”
(Parafraseando a Baudelaire).
“El dibujante
por desdeñable que sea su calidad artística tiene más probabilidades de
impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista”
Gombrich.
“Los políticos
les tiemblan pero el pueblo las ama”.
“La marcha de un
pueblo está en la marcha de sus humoristas”. Azorín.
Bueno hasta aquí
llega la parte general de este artículo, ahora voy a la particular.
Siendo un niño
de unos 4 o 5 años, vi que mi hermano en un libro, que creo era el Algebra de
Baldor, había alterado la imagen de un fortín de la edad media asediado por
infantería, jinetes y catapultas, incorporándole tanques, misiles, aviones,
paracaídas y bazucas, haciendo todo mucho más emocionante. Desde ese entonces
empecé a hacer dibujos y a introducir elementos nuevos a dibujos ya hechos. Con
el tiempo mis compañeros de escuela me pedían que les hiciera la parte de los
dibujos que ellos no podían hacer. Así seguí dibujando, pero aunque tenía
cierta disposición nunca me dediqué a ello de manera sistemática, siempre mis
intereses eran variados, tan así que hasta el sol de hoy me critican: “Aprendiz
de todo, especialista en nada”. Cuando tenía como quince años, una de mis
hermanas me regaló un librito para aprender a dibujar y unos lápices y a los
pocos días empecé a hacer retratos, llegué a vender como quince o veinte pero
me costaba desprenderme de ellos; además, lo mío era otra cosa, así que me
olvidé de todo eso. Pero siempre hacía garabatos de los cuales me quedaron unas
cuantas anécdotas.
Una vez dibujé a
una Maestra. Ella aprovechó mi distracción, me salió por detrás y me arrebató
el dibujo. En la sala de Maestros exigió mi expulsión inmediata del colegio,
pero a los demás Maestros más bien les pareció simpático el dibujo y tenían que
taparse la boca porque no podían evitar reírse y las barrigas les crujían, esto
me lo contó un Maestro que era buen amigo mío. Entonces mi Maestra me calificó
el período con un 25% a pesar de mi rendimiento académico y a fin de mes
renunció a la escuela. Fue mucho tiempo después que la encontré en la calle y creyendo
que había olvidado todo el asunto la saludé muy cortésmente, pero ella murmuró
algo ininteligible para mí y volvió la cara para otro lado. Esto me dejó un
trauma psicológico y cuando quiero hacer una caricatura de mujer se me
engarrota el brazo. Vale más que es el Zurdo.
En los primeros
años de la universidad ya tenía una modesta fama de dibujante y los
Catedráticos me decían: “yo también te voy a dibujar las calificaciones
Chemita”. Una vez estaba rodeado de compañeros que se carcajeaban, mientras yo
dibujaba. Un compañero que estaba enfrente, que por cierto usaba unos lentes
"fondillo de botella" supuso que era a él a quien estaba dibujando,
pero la verdad nunca tuvo oportunidad de ver el dibujo. Se levantó del pupitre
tirándolo al suelo y se abalanzó sobre mí, increíble, ni siquiera era más
grande que yo. Afortunadamente otros lo sujetaron y mientras vociferaba y
echaba espuma por la boca, yo salí corriendo por los pasillos y NO paré de
reírme hasta que me dolieron las quijadas.
Otra vez, cuando
mi hijo mayor tenía unos dieciséis años estaba con su novia, y me dieron ganas
de dibujarlo. Hice un dibujo sencillito con algunos rasgos como de topo Gigio.
Cuando la novia vio el dibujo no podía parar de reír y le saltaban frenéticamente
los hombros. Rió un rato excesivamente largo e incómodo mientras nadie más se
reía, y cuando parecía que iba a parar de reír, volvió a reír con más fuerza.
Entonces mi hijo se me acercó con el rostro desencajado y me dijo: “Dale papi, dibújala
a ella también”.
En otra ocasión
estaba con mi recordada mamá y dibujé a mi hermano mayor. Cuando mi mamá vio el
dibujito abrió los ojos grandes y con una gran sonrisa dijo “Caramba es él,
está igualito” Mi hermano cuando vio el dibujo no le dio ninguna importancia, y
agarró un pedazo de papel y garrapateó algo que se suponía que era mi retrato.
Cuando mamá vio el dibujo, se rió sin ganas: “Je je, se necesita gracia”. Mi
hermano se levantó y se fue.
Y creo que aquí
está el meollo del asunto. Parece que se produce una indefensión, una grave
injusticia. Sería fácil si todo fuera: Tú me dibujas, yo te dibujo. El problema
es cuando alguien NO sabe dibujar. ¿Cómo se las desquita?
Pero aún antes
de eso y en primer lugar: ¿Dónde está el agravio? Obviamente el dibujo no es la
persona. Si la persona sale fea en el dibujo no quiere decir que la persona sea
así. La persona es como es. El dibujo no la altera. Entonces ¿Porqué aquel
compañero estaba dispuesto a irse a golpes conmigo, desmadejó una retahíla de
improperios y regó baba en el aula universitaria? O ¿Porque hay gente que tiene
miedo a que la dibujen? O ¿Por qué mi hijo se sentía frustrado ante una
situación que en la práctica no implicaba nada?
Notoriamente
esto es algo subjetivo. Personas que innegablemente le tienen un gran aprecio
al dibujado pueden disfrutar del dibujo (desde luego cuando no es insultante),
ven que hay un ridículo inocuo, sin embargo el dibujado se siente agraviado.
Aunque valga decirlo, NO siempre es así, hay personas que se lo toman de la
mejor manera, salen de su particularidad y ven las cosas desde afuera.
Recuerdo una vez
hace ya bastantes años, que estaba en las graderías de un campo de béisbol
rodeado de muchos amigos, amigas, conocidos y espectadores desconocidos y
cuando estaba gritándole "Pimiento Dulce" al bateador, una mosca
grande se me metió en la boca y tuve que escupirla. Como impulsado por un
resorte un amigo llamado Cebolla exclamó: "¡En boca cerrada no entra
mosca!" Y todo el mundo comenzó a carcajearse con gran escándalo y burla,
hasta zapatearon la tarima y me tiraron cerveza y desperdicios. De manera
extraña, en ese momento ante la desafortunada situación, sentí que sobrevolaba
por encima de mi cuerpo y vi desde arriba el cuadro completo cuan ridículo era,
un simple mortal en cualquier confín del universo, con una oportunidad nimia de
alterar su destino pero provisto con una capacidad enorme para entenderlo, lo
cual según la actitud que tomase, podría resultar en un viento favorable o por
el contrario, en un ciclón destructor y me reí tan fuerte y sinceramente como
los que se reían de mí y todos quedamos felices. Ese día, por mi reacción
contraria a todos los pronósticos, me informé a mi mismo de cuanto había
caminado en la vida.
Y este es uno de
esos momentos en que quisiera haber estudiado un poco mas de psicología y tener
más desarrollada mi teoría de "Los Demonios Implantados", y aunque
creo tener alguna idea del por qué de reacciones tan dispares, debo analizarlo
mejor para estar seguro y tal vez sea tema de otras anotaciones. Por lo pronto,
les dejo dos dibujos o más bien tres. Debo previamente solicitarles tantita
condescendencia para conmigo, ya que soy un simple aficionado autodidacta cuya
profesión de la que subsiste NO tiene nada que ver con este asunto, y en mis
ilustraciones tan solo uso de manera empírica y retrógrada, las mas de las
veces un bolígrafo sin opción a correcciones y otras veces unos lápices y un
poco de borrador, nada de reticulaciones ni programas de computadora, aunque no
quita que eventualmente llegue a usarlos.
Con el primero intento ilustrar respecto a la influencia psicológica del “artista” en la ejecución de la obra a la que se refería Leonardo y el modelo es nuestro muy estimado amigo Edwin, que con suerte le podremos identificar quienes tenemos el tamaño gusto de conocerlo. En ese bosquejo, el artista (que soy yo) por razones propias de mi personalidad, he sabido, no tanto como capturar o plasmar, sino exaltar, realzar y sacar, porte, elegancia y gallardía al personaje. La segunda imagen, es más realista o mejor dicho, más expresiva y mas atinente con el tema, y también pretende corresponder al mismísimo estimadísimo amigo Edwin, esta vez viéndose en el espejo mientras intenta confirmar si efectivamente se parece a unas caricaturas que hice de él y que le envié por correo el otro día. Y la última, con la que mismamente me despido, se supone, es un autorretrato.
Saludos.
5-4-12
Con el primero intento ilustrar respecto a la influencia psicológica del “artista” en la ejecución de la obra a la que se refería Leonardo y el modelo es nuestro muy estimado amigo Edwin, que con suerte le podremos identificar quienes tenemos el tamaño gusto de conocerlo. En ese bosquejo, el artista (que soy yo) por razones propias de mi personalidad, he sabido, no tanto como capturar o plasmar, sino exaltar, realzar y sacar, porte, elegancia y gallardía al personaje. La segunda imagen, es más realista o mejor dicho, más expresiva y mas atinente con el tema, y también pretende corresponder al mismísimo estimadísimo amigo Edwin, esta vez viéndose en el espejo mientras intenta confirmar si efectivamente se parece a unas caricaturas que hice de él y que le envié por correo el otro día. Y la última, con la que mismamente me despido, se supone, es un autorretrato.
Saludos.
5-4-12
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