lunes, 9 de abril de 2012

CARICATURAS: UN CONCISO RECORRIDO DESDE LO GENERAL PARTIENDO DEL PALEOLITICO HASTA LO PARTICULAR Y CONCRETO

A la Doctora, con quien muy probablemente hemos de convenir en uno o dos puntos de este asunto.

Por: José María Castillo Hidalgo.

Tras unos humildes y sencillos trazos puede estar agazapada una fuerza arrolladora capaz de derrocar dictaduras, descarrilar costumbres inveteradas de la sociedad, desjarretar leyes perniciosas y desbancar movidas millonarias, pero esos dibujos en primera instancia pudieron ser pasados de largo y subestimados, como un enano dormido, que a la larga resultó que en sus entrañas crujientes mantenía el caldo de una conflagración que supondría el fin de la barbarie.

La caricatura como género artístico ha sido definida como: “Retratti Carichi,  retrato sobrecargado”, “Un retrato humorístico que exagera los rasgos”, “Una alegoría que recoge los rasgos más marcados de unos personajes o de unos hechos con el fin de transmitir un mensaje, una idea, la mayoría de las veces sarcástica sobre una cuestión determinada” “Un retrato grotesco satírico”, “Una serie de trazo bien expresivos, bien simbólicos”, “Humor gráfico”. Ha llegado al extremo de decirse y está confirmado como cierto en la práctica, que caricatura puede ser cualquier cosa, realizada con la mayor libertad de ingenio, con tal que el público pueda identificar de quien o de que se trata.

La importancia de los dibujos así dispuestos con fines políticos es que pueden proporcionar gran cantidad de información resumiendo todos los acontecimientos, desde los más normales hasta los más importantes, y en un instante convencernos de una idea y también de cuáles son los pensamientos de los individuos representados.

En lo personal podría intentar una definición de este arte: Un retrato o dibujo que distorsiona la apariencia de una persona o inclusive de una situación, pero conservando cierta similitud con la realidad, por lo que se mantienen identificables, lo que produce una contradicción a nivel subconsciente que causa un impacto humorístico. Pero más adelante veremos que también es posible que produzcan efectos diametralmente opuestos, o sea que son de partida doble y hago un llamado especial sobre este punto, porque en todos los documentos que he consultado, lo pasan por alto, aunque desde luego, está implícito.

Se dice que la caricatura tiene su cuna precisamente en Bolonia, Italia, en la escuela de pintura de los Carracci, quienes dibujaban a los visitantes y turistas de manera humorística por unas cuantas monedas, pero adviértase que este tipo de retratos era de uso privado. La caricatura política o de uso público propiamente dicha, tiene su aparición en Francia con gráficas alusivas a la dudosa conducta de Napoleón III y de Luis Felipe.

Pero no puedo convenir con esto, puesto que es muchísimo más antigua. Vea las muestras en el arte rupestre de Tassili (n’Ajjer) en el altiplano sahariano, en que claramente puede verse que un pobre sujeto del paleolítico, fue objeto de la sorna gráfica por parte de sus compañeros de grupo, debido a las andanzas de su mujer. Y aún podríamos remontarnos a cuarenta mil años atrás, pues que otra cosa pueden ser las Venus antiquísimas con senos y vientres enormes que no sean una crítica a las matronas por dejarse engordar excesivamente.

Y también hay ejemplos en la Mesopotamia y en el Egipto Antiguo. Aquí pueden verse en las murallas de Tebas, grafitis representando de manera despectiva a Nefertiti y Akenaton muy probablemente hechas por sus adversarios religiosos y políticos. En la cultura de la Grecia Clásica, encontramos dibujos en cerámica representando a Eneas, Aquiles y Ascanio con cabezas de bestias; asimismo en una ánfora se refleja una parodia del juicio de Paris y los ejemplos podrían seguir. Pero ni Platón ni Aristóteles dieron importancia a la hilaridad, sino un pupilo de este último, Teofrasto, quien ponderadamente la considera algo positivo. Aristóteles llamaba a los caricaturistas “pintores malvados”. Por ese tiempo sobresalió un tal Posón quien era un duro moralista y hacía bonitos dibujos, por eso el filósofo Aristófanes les aconsejaba a sus discípulos y amigos: “Compórtate para que no vayas a ser juguete del infame Posón”.

En lo que respecta a los Romanos, los dibujos están visibles por doquier en las paredes de Pompeya, que como sabemos fue achicharrada viva por una ola piroclástica y sepultada por la ceniza del Vesubio en el 67 de la Era Común por lo que la ciudad permaneció como congelada en el tiempo hasta que fue sacada a la luz nuevamente por los Arqueólogos. Aquí los grafitis poniendo en ridículo a cristianos y paganos son los que más abundan. En uno de ellos se muestra a un asno crucificado.

En la edad media Leonardo da Vinci hizo la diferenciación entre los dibujos realistas y los alterados y exagerados para dar mayor contraste a la obra, pero él se refiere más propiamente, a lo que ahora llamamos photoshop, es decir, alterar la imagen para que tenga un mayor realce.

Ya en nuestros días, el gran Maestro norteamericano Tom Richmond, ilustrador mercenario y colaborador permanente en la famosa revista "Mad", considera a la caricatura como un arte difícil que NO puede ser enseñado sino que debe desarrollarse con la práctica y considera que toma hacer unas quinientas caricaturas fallidas antes de lograr hacer algunas aceptables, así que como ve, tampoco es chiche o comida de trompudo.

La importancia de la caricatura y el dibujo artístico en el mundo actual, es de proporciones colosales tanto en la política como en el mundo del entretenimiento, vea sino el gran éxito de Los Simpson, Futurama, Padre de Familia y otros varios por no mencionar los miles de programas infantiles. El retrato dibujado o pintado ha quedado relegado a segundo plano desde que existe la fotografía. Por cierto, Honduras es y ha sido una mina de excelentes caricaturistas políticos: Rowi, Doumont, Banegas, Macdonald, Solís y otros muchos no menos importantes que se me escapan. Mi favorito es Chávez. Cuando NO tengo suficiente tiempo disponible, de los diarios impresos solo leo la primera página, uno o dos artículos de opinión y viendo las caricaturas me siento satisfecho.

Pensamientos sobre la caricatura:

“La influencia de la caricatura sobre la historia de la humanidad es gloriosa e importante” (Parafraseando a Baudelaire).

“El dibujante por desdeñable que sea su calidad artística tiene más probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista” Gombrich.

“Los políticos les tiemblan pero el pueblo las ama”.

“La marcha de un pueblo está en la marcha de sus humoristas”. Azorín.

Bueno hasta aquí llega la parte general de este artículo, ahora voy a la particular.

Siendo un niño de unos 4 o 5 años, vi que mi hermano en un libro, que creo era el Algebra de Baldor, había alterado la imagen de un fortín de la edad media asediado por infantería, jinetes y catapultas, incorporándole tanques, misiles, aviones, paracaídas y bazucas, haciendo todo mucho más emocionante. Desde ese entonces empecé a hacer dibujos y a introducir elementos nuevos a dibujos ya hechos. Con el tiempo mis compañeros de escuela me pedían que les hiciera la parte de los dibujos que ellos no podían hacer. Así seguí dibujando, pero aunque tenía cierta disposición nunca me dediqué a ello de manera sistemática, siempre mis intereses eran variados, tan así que hasta el sol de hoy me critican: “Aprendiz de todo, especialista en nada”. Cuando tenía como quince años, una de mis hermanas me regaló un librito para aprender a dibujar y unos lápices y a los pocos días empecé a hacer retratos, llegué a vender como quince o veinte pero me costaba desprenderme de ellos; además, lo mío era otra cosa, así que me olvidé de todo eso. Pero siempre hacía garabatos de los cuales me quedaron unas cuantas anécdotas.

Una vez dibujé a una Maestra. Ella aprovechó mi distracción, me salió por detrás y me arrebató el dibujo. En la sala de Maestros exigió mi expulsión inmediata del colegio, pero a los demás Maestros más bien les pareció simpático el dibujo y tenían que taparse la boca porque no podían evitar reírse y las barrigas les crujían, esto me lo contó un Maestro que era buen amigo mío. Entonces mi Maestra me calificó el período con un 25% a pesar de mi rendimiento académico y a fin de mes renunció a la escuela. Fue mucho tiempo después que la encontré en la calle y creyendo que había olvidado todo el asunto la saludé muy cortésmente, pero ella murmuró algo ininteligible para mí y volvió la cara para otro lado. Esto me dejó un trauma psicológico y cuando quiero hacer una caricatura de mujer se me engarrota el brazo. Vale más que es el Zurdo.

En los primeros años de la universidad ya tenía una modesta fama de dibujante y los Catedráticos me decían: “yo también te voy a dibujar las calificaciones Chemita”. Una vez estaba rodeado de compañeros que se carcajeaban, mientras yo dibujaba. Un compañero que estaba enfrente, que por cierto usaba unos lentes "fondillo de botella" supuso que era a él a quien estaba dibujando, pero la verdad nunca tuvo oportunidad de ver el dibujo. Se levantó del pupitre tirándolo al suelo y se abalanzó sobre mí, increíble, ni siquiera era más grande que yo. Afortunadamente otros lo sujetaron y mientras vociferaba y echaba espuma por la boca, yo salí corriendo por los pasillos y NO paré de reírme hasta que me dolieron las quijadas.

Otra vez, cuando mi hijo mayor tenía unos dieciséis años estaba con su novia, y me dieron ganas de dibujarlo. Hice un dibujo sencillito con algunos rasgos como de topo Gigio. Cuando la novia vio el dibujo no podía parar de reír y le saltaban frenéticamente los hombros. Rió un rato excesivamente largo e incómodo mientras nadie más se reía, y cuando parecía que iba a parar de reír, volvió a reír con más fuerza. Entonces mi hijo se me acercó con el rostro desencajado y me dijo: “Dale papi, dibújala a ella también”.

En otra ocasión estaba con mi recordada mamá y dibujé a mi hermano mayor. Cuando mi mamá vio el dibujito abrió los ojos grandes y con una gran sonrisa dijo “Caramba es él, está igualito” Mi hermano cuando vio el dibujo no le dio ninguna importancia, y agarró un pedazo de papel y garrapateó algo que se suponía que era mi retrato. Cuando mamá vio el dibujo, se rió sin ganas: “Je je, se necesita gracia”. Mi hermano se levantó y se fue.

Y creo que aquí está el meollo del asunto. Parece que se produce una indefensión, una grave injusticia. Sería fácil si todo fuera: Tú me dibujas, yo te dibujo. El problema es cuando alguien NO sabe dibujar. ¿Cómo se las desquita?

Pero aún antes de eso y en primer lugar: ¿Dónde está el agravio? Obviamente el dibujo no es la persona. Si la persona sale fea en el dibujo no quiere decir que la persona sea así. La persona es como es. El dibujo no la altera. Entonces ¿Porqué aquel compañero estaba dispuesto a irse a golpes conmigo, desmadejó una retahíla de improperios y regó baba en el aula universitaria? O ¿Porque hay gente que tiene miedo a que la dibujen? O ¿Por qué mi hijo se sentía frustrado ante una situación que en la práctica no implicaba nada?

Notoriamente esto es algo subjetivo. Personas que innegablemente le tienen un gran aprecio al dibujado pueden disfrutar del dibujo (desde luego cuando no es insultante), ven que hay un ridículo inocuo, sin embargo el dibujado se siente agraviado. Aunque valga decirlo, NO siempre es así, hay personas que se lo toman de la mejor manera, salen de su particularidad y ven las cosas desde afuera.

Recuerdo una vez hace ya bastantes años, que estaba en las graderías de un campo de béisbol rodeado de muchos amigos, amigas, conocidos y espectadores desconocidos y cuando estaba gritándole "Pimiento Dulce" al bateador, una mosca grande se me metió en la boca y tuve que escupirla. Como impulsado por un resorte un amigo llamado Cebolla exclamó: "¡En boca cerrada no entra mosca!" Y todo el mundo comenzó a carcajearse con gran escándalo y burla, hasta zapatearon la tarima y me tiraron cerveza y desperdicios. De manera extraña, en ese momento ante la desafortunada situación, sentí que sobrevolaba por encima de mi cuerpo y vi desde arriba el cuadro completo cuan ridículo era, un simple mortal en cualquier confín del universo, con una oportunidad nimia de alterar su destino pero provisto con una capacidad enorme para entenderlo, lo cual según la actitud que tomase, podría resultar en un viento favorable o por el contrario, en un ciclón destructor y me reí tan fuerte y sinceramente como los que se reían de mí y todos quedamos felices. Ese día, por mi reacción contraria a todos los pronósticos, me informé a mi mismo de cuanto había caminado en la vida.

Y este es uno de esos momentos en que quisiera haber estudiado un poco mas de psicología y tener más desarrollada mi teoría de "Los Demonios Implantados", y aunque creo tener alguna idea del por qué de reacciones tan dispares, debo analizarlo mejor para estar seguro y tal vez sea tema de otras anotaciones. Por lo pronto, les dejo dos dibujos o más bien tres. Debo previamente solicitarles tantita condescendencia para conmigo, ya que soy un simple aficionado autodidacta cuya profesión de la que subsiste NO tiene nada que ver con este asunto, y en mis ilustraciones tan solo uso de manera empírica y retrógrada, las mas de las veces un bolígrafo sin opción a correcciones y otras veces unos lápices y un poco de borrador, nada de reticulaciones ni programas de computadora, aunque no quita que eventualmente llegue a usarlos.

Con el primero intento ilustrar respecto a la influencia psicológica del “artista” en la ejecución de la obra a la que se refería Leonardo y el modelo es nuestro muy estimado amigo Edwin, que con suerte le podremos identificar quienes tenemos el tamaño gusto de conocerlo. En ese bosquejo, el artista (que soy yo) por razones propias de mi personalidad, he sabido, no tanto como capturar o plasmar, sino exaltar, realzar y sacar, porte, elegancia y gallardía al personaje. La segunda imagen, es más realista o mejor dicho, más expresiva y mas atinente con el tema, y también pretende corresponder al mismísimo estimadísimo amigo Edwin, esta vez viéndose en el espejo mientras intenta confirmar si efectivamente se parece a unas caricaturas que hice de él y que le envié por correo el otro día. Y la última, con la que mismamente me despido, se supone, es un autorretrato.

Saludos.
5-4-12

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