miércoles, 16 de septiembre de 2009

Hacia el “Sueño Hondureño”

Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos, fue un hombre con un carácter tan tranquilo que se podría tildar como fuera de lo común. Nunca tuvo un regaño para sus hijos, y si usted cree que su mujer lo hostiga es que no conoció a la señora Lincoln. Abraham Lincoln aguantaba los continuos regaños de su mujer de manera formidable. Pero lo que más me llama la atención de la historia del presidente Lincoln es la manera en la que parece que toda su vida y trayectoria fueron creadas para un propósito: la abolición de la esclavitud y la reunificación del pueblo norteamericano. Luego de la guerra de secesión, una de las más sangrientas que haya visto la historia de la humanidad, Lincoln mantuvo la unidad entre el norte y el sur, difícil tarea cuando se consideran las diferencias de opinión y actitudes en apariencia irreconciliables.

Y es que el pueblo norteamericano ha apostado por la unidad desde sus comienzos. Los Estados Unidos anterior a la independencia de Inglaterra constaban de 13 colonias (hoy estados). Ante las presiones de los ingleses, los dirigentes de algunas de estas colonias eran partidarios a “seguirles el juego” a los ingleses y evitar la confrontación. El resto, en cambio, era partidario a la rebelión con miras a independizarse. El resultado final obvio sería la separación de las colonias en dos grupos. Estas diferencias irreconciliables fueron resueltas por un grupo de hombres, entre los que se encuentran John Adams y Thomas Jefferson (segundo y tercer presidente de los Estados Unidos, respectivamente) que comprendieron que en la unidad está la fuerza, y persuadieron a los demás de desistir de la separación, y a continuación, cualquiera fuera la decisión final del grupo, a que se mantuvieran unidos. Así, la base de la grandeza de ese país como potencia militar y rector de la política mundial se ha basado desde un principio en la unidad indisoluble de sus estados.

Ese refrán que dice “en la unidad está la fuerza”, no se debe tomar a la ligera. Significa más que: “una fuerza mas otra fuerza es igual a dos fuerzas”. En realidad significa: “una fuerza más otra fuerza es igual a un nuevo tipo de fuerza”, con propiedades y características nuevas y capaz de solucionar problemas que las fuerzas no habrían podido solucionar por separado. En otras palabras, el resultado de la unión es más que la suma de sus partes. Así funciona la vida, así funciona la iglesia, así funcionan las organizaciones. Su hígado, por ejemplo, no sería nadie sin la ayuda de su corazón, que le bombea sangre, y el corazón no sería nadie sin el hígado, que lo libera de substancias tóxicas. Por mucho que a usted le guste el corazón porque lo hace evocar situaciones románticas, es elegante, rítmico y tiene bonita forma, mientras el hígado es más bien feo y solo le guste a usted para comérselo encebollado, el primero sin el segundo no es nada.

Usted que es médico, es una persona muy habilidosa, tanto que a veces se cree la mamá de Tarzan, o tal vez un semidiós enviado a la tierra para rescatar a la humanidad de las garras de los innumerables bichos y otras desgracias físicas que nos acechan a cada momento. Sin embargo cuando se le arruina el carro queda completamente a merced del mecánico, y llega donde este como un sumiso corderito para que no le dé muy duro en la nuca. Lo mismo sucede con el mecánico cuando se enferma y llega donde el médico, y cuando ambos están en apuros legales ambos van a dar a las fauces inmisericordes del nompus ultra (la mera mecambrea) de los profesionistas: El Abogado. ¿Ve? La dependencia en otros que la actual vida de sociedad nos ha impuesto hace que usted, por muy diestro e inteligente que sea en su profesión, tenga probabilidades remotas de sobrevivir en una isla desierta. Esta (la simplificación de los elementos) es una característica intrínseca del aumento en la complejidad de las sociedades humanas, pero también de todos los sistemas vivos. El término correcto según la teoría de sistemas es “interdependencia”.

Pero, ¿a qué viene todo este bla bla sobre la unidad y la interdependencia? Le explico. “Polarizado” es un término utilizado para designar un procedimiento que consiste en obscurecer los vidrios de un carro con dos propósitos fundamentales: proteger el interior del vehículo del calor abrasador de San Pedro Sula, y evitar que a usted lo identifiquen en la calle cuando anda en alguna picardía. Una segunda acepción del término podría ser: “un individuo fuertemente inclinado y comprometido en una de dos posiciones políticas”.

En la actualidad, Honduras pasa por una crisis política en donde existe una fuerte polarización. Por un lado, están aquellos que creen que la destitución y expulsión de Manuel Zelaya Rosales fue un hecho necesario, pues de lo contrario se efectuaría una encuesta ilegal que conduciría irremisiblemente al continuismo presidencial, al ingreso de Honduras al bloque de países que forman parte del llamado “socialismo del siglo XXII”, y al dominio hegemónico del presidente bolivariano Hugo Rafael Chávez Frías, y por lo tanto llaman a lo ocurrido “sucesión presidencial”. Por otro lado, están aquellos que condenan lo que llaman “golpe de estado”, y sobra mencionar aquí la connotación de dicho término y todo lo que implica. Ambos bandos están tan fuertemente comprometidos con sus posiciones que se podría decir que tienen “diferencias irreconciliables”. Desde luego, la verdad no pertenece a ningún ser humano o grupo en particular, y es así como ambos bandos esgrimen argumentos convincentes, basados en sus intereses particulares o ideológicos.

Pero el tema de la actual crisis política en Honduras representa, en la práctica, solo un pequeño porcentaje de los problemas que agobian a nuestro pueblo, y que continuarán agobiándolo si no establecemos medidas firmes, basada en una planificación concienzuda de toda nuestra sociedad. Casualmente, esos problemas, que son básicamente, la inseguridad, la falta de una adecuada educación básica, la deficiencia del sistema de salud pública y el peor de todos y raíz de los demás, la corrupción pública, son del interés de todos los sectores, sean polarizados o no polarizados, melistas o golpistas, liberales o nacionalistas, trabajadores o empresarios, militares o civiles, y no solo pueden, sino que deben ser la plataforma para el inicio de un gran diálogo y planificación nacional a mediano y largo plazo.

Verán. Si todos los hondureños estamos claros y de acuerdo en la manera en la que se debe abordar los problemas básicos, no importa qué gobernante se encuentre calentando el tálamo presidencial, se limitará a cumplir con los planes de nación y a administrar la cosa pública. Si regresa al poder Manuel Zelaya, bienvenido, cumpla con el compromiso de nación, pero si no regresa, la unidad de los hondureños en estos temas se deberá hacer respetar. Sé que no es una decisión sencilla sentarse y dialogar con nuestros supuestos enemigos, pero es hora de dejar los caprichos de la niñez y levantarnos hacia una verdadera hondureñidad. Nuestras decisiones en este momento crucial e histórico de la patria serán juzgadas por las futuras generaciones. Unámonos hacia un fin común, aunque mantengamos nuestras luchas particulares, hacia la Honduras que todos soñamos, de manera que nuestros hijos cumplan con “el sueño hondureño”, y no deseen migrar más hacia el Imperio en busca del sueño americano. Saludos.

1 comentario:

  1. Hola... permitame felicitarlo por su publicacíón, pienso que es una buena manera de hacer que los hondureños nos unamos para contruir un mejor país, dejando las diferencias políticas, sociales y religiosas. No nos aferremos a las ideologías y todos trabajemos para un solo fin, por que Honduras no es una sola persona, si no que somos todos los que habitamos en ella."

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