Por: Edwin Francisco Herrera Paz
Las viejas formas infecciosas virales y bacterianas de antaño han podido ser contenidas casi por completo, pero las nuevas nanomáquinas invaden el organismo digiriendo los tejidos inmisericordemente hasta producir la muerte.
Recientemente, comenzó el ensayo de un nuevo tipo de anticuerpo que neutraliza las partes móviles del nanobicho. La molécula en cuestión está compuesta por una región orgánica – que reconoce la parte móvil del nanofago y se acopla a ella – y unas prolongaciones hechas de nanotúbulos de carbono que a modo de tentáculos rodean el cuerpo del nanofago, inmovilizándolo.
Sin embargo hay muchísimos tipos de nanofagos que fueron diseñados y construidos durante la última gran guerra nanotecnológica en 2020, por lo que el trabajo de los llamados “nanocientíficos” tendrá que ser arduo. Por cierto, la “nanociencia” surgió a partir de la fusión de la biología de sistemas – en auge hace unos 15 años y que nos permitió construir células de diseño con partes de repuesto – y la nanotecnología.
La preparación del elixir de la eterna juventud resultó ser sencillo. De hecho, los fundamentos para hacer que un individuo disfrute de juventud perpetua existen desde hace varias décadas, pero fue el desarrollo de la biología de sistemas y la genómica en la segunda década de este siglo el que permitió abaratar los costos, poniendo los procedimientos a disposición del gran público. Escencialmente, el extenso conocimiento alcanzado sobre la forma de operar de las substancias de señalización que regulan la expresión genética (hormonas, factores de crecimiento y factores de transcripción) fue vital para el desarrollo de las técnicas necesarias para la "inmortalización."
El procedimiento original, que ahora se realiza de manera rutinaria pero con muchísimas mejoras, es el siguiente:
1. Se toman células de diversos tejidos de la persona a tratar. Como las células de los diferentes tejidos sufren mutaciones aleatorias que se van a cumulando en el transcurso de la vida – lo que produce el envejecimiento – entonces, para determinar la secuencia original del ADN se toman muchas células, se les realiza una secuenciación de su ADN (que hoy en día toma solo unos minutos) y se deduce la secuencia consenso, o sea, la que tenía la primera célula (cigoto) que formó al individuo a tratar.
2. Se extraen algunas células madre multipotenciales (del mismo individuo a tratar) de tejidos que tienen una baja tasa de proliferación celular y que servirán para la “siembra” de juventud. Los avances en microneuroimágenes hicieron posible la extracción de estas células del mismísimo sistema nervioso sin ocasionar daño. La importancia de la baja tasa de proliferación o división celular de estas células radica en que tienen sus telómeros íntegros.
Verán, los extremos de los cromosomas de cada célula se llaman telómeros, pero con cada división celular se pierde un pequeño fragmento. Cuando los telómeros se han perdido por completo, las células no pueden continuar dividiendose y mueren, lo que le da a los tejidos un tiempo de vida máximo. Por eso es tan importante para el procedimiento conseguir células con telómeros íntegros.
3. A las células en cuestión se les realiza un tratamiento que consiste en: A. Mediante la adición de una mezcla especial de factores de transcripción se reprograman las células nerviosas multipotenciales convirtiéndolas en embrionarias. Una vez llevado a cabo este paso, la célula se convierte en un verdadero embrión y además, con la potancialidad de transformarse en cualquier tipo celular. B. Activar una enzima llamada telomerasa que evita el acortamiento del telómero. Esto se consigue insertando cerca del gen de la telomerasa, una región de ADN reguladora de un gen llamado ubicuitina y que lo mantiene siempre activo. Esa inserción, permite que algunos factores de transcripción mantenga el gen activo de forma permanente evitando el acortamiento del telómero durante cada división. Las células se vuelven inmortales. C. Se analiza la secuencia de ADN de las células a insertar. Si se encuentra alguna mutación con respecto a la secuencia original o consenso del individuo, o si se descubre alguna variante genética anómala, simplemente se repara por medio de la técnica denominada “edición del ADN”. Se puede aprovechar este paso para introducir mejoras genéticas en la persona, como una mayor fuerza o velocidad, o incluso mejor memoria o capacidad de análisis.
4. Una vez tratadas las células, se incuban a 37 grados centígrados hasta originar una población lo suficientemente grande para tratar los diferentes tejidos.
5. Se divide el cultivo celular en varios grupos o alícuotas. Cada grupo es tratado con una substancia (factor de crecimiento) diferente que le permitirá diferenciarse en un tejido específico.
6. Las células se inyectan directamente en cada tejido según su tipo mientras aun se están diferenciando y ¡listo! Las nuevas células son más fuertes y se dividen más rápido que las viejas. Con los años, las células nuevas predominan y la persona puede ver cómo los rasgos característicos de la vejez van desapareciendo, retornando la lozanía de la juventud.
El tratamiento deberá repetirse (según la tecnología actual) cada 100 años aproximadamente, pues aun no se ha encontrado la forma de evitar por completo las mutaciones aleatorias, aunque la frecuencia en la que estas aparecen se ha logrado disminuir substancialmente. Varios equipos trabajan en estos momentos mejorando aun más la capacidad de los sistemas de reparación in vivo del ADN. La tecnología llamada “evolución molecular” ha permitido resumir el tiempo necesario que toma mejorar la función de moléculas específicas.
Ahora bien, este proceso, actualmente rutinario y estandarizado, tuvo que enfrentar una lucha sin cuartel. El tratamiento del envejecimiento dañó la poderosísima industria farmacéutica, pues las ventas de diversos productos – para tratar padecimientos degenerativos o ligados al envejecimiento, como la cardiopatía izquémica, la hipertensión, la disfunción eréctil relacionada con la edad y cientos más – habrían de precipitarse en el abismo del olvido. Se piensa, incluso, que gran parte del capital utilizado en la gran guerra nanotecnológica provenía de grandes compañías farmacéuticas.
Como ven, hoy, en este año de 2033, hemos logrado vencer males que siempre han aquejado a la humanidad, pero esa misma tecnología ha creado nuevas amenazas, nuevos retos, y nuevas fronteras que
alcanzar.
Así es la evolución y el progreso.