Edwin Francisco Herrera Paz
Hondureños en el exterior
En cada territorio, en cada lugar en la tierra los humanos tiene sus propias costumbres; comportamientos por los que son conocidos sus habitantes. El idioma, las etnias, las expresiones, las costumbres culinarias y los hábitos residenciales son algunos ejemplos de cualidades que caracterizan a una población.
Los diferentes países de Latinoamérica tienen costumbres que son únicas a pesar de la relativa homogeneidad cultural de la región, y Honduras no es la excepción. Si hubiera una o varias características que nos distinguieran a los hondureños de los demás habitantes de la canica azul, ¿Cuál escogería yo como las más sobresalientes? ¿De qué manera sabría en otro lugar del planeta que el ser humano que estoy viendo es hondureño?
Los hondureños compartimos con los otros humanos del planeta tierra el gusto por nuestra propia comida. No existe un hondureño que resida por algún tiempo en el exterior que no busque, tarde o temprano, frijoles rojos indios para comerlos fritos y harina de maíz para las tortillas.
Si no contamos con tortillas de maíz entonces las fabricamos de harina, les ponemos frijoles rojos fritos y mantequilla, las doblamos por el medio y tendremos una “baleada,” extraño nombre para un alimento y que proviene, según un amigo mío, del hecho de que la primera persona en comercializarla fue una señora de la ciudad de la Ceiba que había sido baleada, es decir, pasconeada a tiros y sobrevivió. La expresión “vamos a comer donde la baleada” poco a poco fue substituida por “vamos a comer baleada.” El platillo se popularizó tanto que se ha elevado a la categoría de comida típica de Honduras.
Pero aparte de inclinaciones gastronómicas a mí se me ocurre que los hondureños nos distinguimos en cualquier lugar casi que patognomónicamente por tres aspectos:
1) En cualquier lugar del mundo, si debemos mantenernos parados por algún tiempo, buscamos una pared, un poste o cualquier estructura similar en la que podamos apoyar o recargar un pie, como sosteniendo la estructura involucrada para que no se caiga. La técnica consiste en flexionar la rodilla con el fin de apoyar la planta del pie y a la vez se apoya la totalidad de la espalda. La pierna flexionada se alterna para evitar el cansancio.
2) Cuando usted le pregunta a un hondureño por una dirección, o por la ubicación de algún objeto este responde invariablemente, no señalando con el dedo, mucho menos mediante instrucciones verbales, sino mediante un movimiento de proyección de los labios hacia adelante, como cuando se va a dar un beso, mientras a la vez se inclina la cabeza hacia atrás.
Si usted está de viaje por el mundo, Europa por ejemplo, y ve a una persona realizando estas acciones (una o ambas) puede estar seguro de que se trata de un hondureño.
3) Hablamos entrecortado. Los hondureños solemos "comernos" las últimas palabras de una oración. Cuando un hondureño va a otro país de Latinoamérica y no termina la oración el interlocutor usualmente se le queda viendo fijamente, esperando a que finalice de hablar. El hondureño piensa: “¿Y a este que rayos le pasa?” Pero pronto aprende a terminar las oraciones por miedo al ridículo.
Hoy en la universidad donde laboro, tuve que pedir ayuda con la clave de mi correo electrónico al departamento de informática. Me atendió un muchacho muy amable que procedió a reprogramar mi cuenta. Cuando le pregunté si los exámenes serían en línea este trimestre, me quedó viendo y me dijo: “nosotros no nos encargamos de eso. Los encargados sooooooon…..” y en seguida se quedó con la mirada perdida en el limbo de sus algoritmos y continuó programando. Yo me quedé quieto esperando pero mi interlocutor nunca terminó la frase, ¡y no se dio ni cuenta!
Cortesía: René Adalid Marquez |
Jampedranos y sus términos
Mi ciudad, San Pedro Sula, es la más progresiva del país. Nuestro gentilicio es “sampedranos,” aunque somos conocidos en el resto del país como “jampedranos,” por nuestra presunta inclinación por pronunciar el fonema j en lugar de la s. Se supone entonces que hablamos más o menos así: “El jeñor Janchez je fue para Jiguatepeque”. Si usted oye a alguien hablar así, puede estar bastante seguro que es jampedrano.
Cortesía: René Adalid Marquez |
Algunas frases son típicas de los jampedranos. Cuando usted le pregunte a alguien de Jam Pedro Jula por alguna dirección y el interpelado le responde: “Ejo ejtá allá por la veinte”, significa que el sitio en mención está muy, pero muy lejos. La frase se originó hace tiempo cuando la veinte calle se encontraba muy distante del centro de la ciudad.
Otra frase muy utilizada en San Pedro es “Por fin le cayó el veinte,” cuando se quiere decir que alguien lento para comprender, al fin comprendió algo. La frase se originó en la época de las famosas rocolas de los bares o los comedores, que cuando el transeúnte ponía una moneda de veinte centavos en la máquina, se activaba un mecanismo buscador y luego un brazo robótico que colocaba un disco de vinilo de 45 revoluciones debajo del brazo que portaba la aguja que lo haría sonar.
Uno de los contratiempos que presentaban a veces los susodichos aparatos era que la moneda de 20 centavos se trababa y no caía. El problema se arreglaba propinándole unas cuantas patadas en diferentes lugares a la máquina, pero otras veces el veinte nunca terminaba de caer, lo que causaba frustración al usuario. Más de alguna rocola pereció bajo la furia de algún hombre que bajo los efectos del alcohol no pudo escuchar su balada favorita. Por eso hay algunos (como los políticos) a quienes nunca les “cae el veinte.”
Bien, ji algún hondureño o jampedrano lee ejte post y je le ocurre algún otro ajpecto por el cual noj caractericemos, por favor dénojlo a conocer en la jección de comentarios.
Jaludos.
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solo desirle que me a hecho reir como nunca antes, que bonito es leer algo asi, muchas gracias, veremos cuando nos cuenta lo de "puchica bos. que sipote este, quitate que te boy a mter un pij...... garcias.
ResponderEliminareS MUY CIERTO principalmente a personas de las areas rurales... Buen dato
ResponderEliminarDe verdad eso es lo que nos distingue unos de otros, y como siempre he dicho no cambio mis costumbres, my boriqua o sea mi Esposo arros con gandules y yo frijoes fritos con queso, mantequilla y tortilla ya sea de maiz o de harina. Me pregunto porque mi gusto por la comida nunca cambio, cambiaron otras cosas, como la forma de vivir, religion pero mis comidas quedaron selladas en mi mente; y me siento como que vivo alla auque sea por el paladar.
ResponderEliminarDecime cuando has escuchado a un Sampedrano hablar como retrasado o campesino? Con esa sarta de mentiras y payasadas que dice ese artículo no vas a desprestigiar a la ciudad y menos a sus habitantes si no es por esta hermosa ciudad Honduras se muere de hambre y en especial los parásitos de Tegucigalpa
ResponderEliminarLuigi, estás equiparando a un campesino con un retrasado. Te ruego no comentés brutadas y que pensés antes de escribir.
EliminarSaludos.