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viernes, 23 de agosto de 2013

Progreso y Atraso

Adaptado de “Superorganismo Universal.

Por: Edwin Francisco Herrera Paz


Crecimiento exponencial circuitos integrados
En 1965 Gordon E. Moore publicaba la que presume de ser una de las afirmaciones más populares en la moderna sociedad geek. La ley de Moore predice que el número de componentes dentro de los circuitos integrados de las computadoras debe duplicarse cada 18 meses. Es decir, cada 18 meses el espacio de almacenamiento de memoria y la velocidad de procesamiento se doblan, y por lo tanto, el costo de producción y el precio se reducen considerablemente. La duplicación de la potencia de cómputo se produce de acuerdo con la miniaturización de los componentes. ¡Y la ley de Moore resultó ser en extremo exacta! Por otra parte los 18 meses previstos por Moore se han reducido a 13 meses en los últimos años. Si la aviación comercial hubiese experimentado una caída de precios similar, se podría viajar a cualquier parte del mundo por una fracción de un dólar. La pequeña unidad portátil que utiliza mi hija para escuchar música, que se puede encontrar prácticamente en cualquier tienda de electrónicos del mundo, tiene la capacidad de almacenamiento de la computadora más potente de hace diez años. Todavía recuerdo el equipo en el que aprendí los lenguajes de programación BASIC y Pascal a principios de los años noventa. Tenía una capacidad de disco duro de dos megabytes (Mb), (expandible a cuatro, me dijo el vendedor con orgullo). Hoy en día, algunos de los archivos que contienen gráficos de alta resolución almacenados en mi portátil pesan más que esos dos Mb. ¡Y tengo miles de ellos!
Geles de secuenciación del ADN
El crecimiento exponencial de los avances de la tecnología no se limita a las computadoras. Un largo camino se ha recorrido en la última década en el estudio del ADN. La secuenciación del primer genoma humano y su publicación en 2003 abrió las puertas a la nueva era de la genómica. El desarrollo del proyecto necesitó de largas horas de trabajo y la colaboración de un gran número de laboratorios en todo el mundo, a un costo total estimado en más de dos mil millones de dólares. Una vez completado, el principal objetivo fue dilucidar cuáles son las variantes de las secuencias (varioma humano) causantes de enfermedades genéticas, las responsables de aumentar la susceptibilidad a enfermedades complejas, o simplemente de determinar variaciones fenotípicas normales en los seres humanos. Los descubrimientos en ese sentido están contribuyendo al desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico y a la determinación de blancos farmacológicos para nuevos tratamientos. Los biólogos y microbiólogos, por su parte, comenzaron a secuenciar el ADN de muchas otras especies. Todo esto se tradujo en un desarrollo rápido de la tecnología y una  brusca disminución de los costos de secuenciación de un genoma humano completo.
Científico famoso
En 2007 el Dr. Greig Venter —gran contribuyente a la secuenciación del primer genoma humano y pionero de la biología sintética— anunció la secuenciación completa de su genoma personal a un precio de  US$ 70 millones, una reducción en precio de más de 28 veces en comparación con la primera secuencia. Más tarde, el genoma de James Watson — codescubridor junto con Francis Crick de la estructura de doble hélice del ADN — fue secuenciado utilizando tecnología de segunda generación a un costo de menos de US$ 2 millones, una reducción de precio de más de mil veces. 
Actualmente hemos completado la secuenciación de los genomas de más de 1,005 personas afrodescendientes por medio de tecnología de secuenciación de siguiente generación, incluyendo 50 garífunas de la costa caribeña de Honduras, a un costo de alrededor de US$1,000 cada uno (en el marco del Consorcio de asma en Poblaciones Afro-ascendientes da las Américas, CAAPA). La reducción de precio en relación con el primer genoma ha sido nada menos que de más de dos millones de veces en tan sólo una década. Sin embargo, en un corto tiempo se habrá reducido a cien dólares por genoma, o incluso menos, y la secuenciación de un genoma personal podría realizarse en cualquier laboratorio de cualquier país del mundo, incluyendo Honduras.
Sello
Pero si los avances tecnológicos de las últimas décadas han sido espectaculares, no acontece lo mismo con la educación. Las críticas sobre las nuevas tendencias en la sociedad se escuchan por todos lados. Una inquietud de los padres es que sus hijos apenas leen y se la pasan horas detrás de las consolas de videojuegos, las computadoras o los ipads. La tecnología ha disminuido el tiempo de espera para casi todo. Los jóvenes quieren las cosas rápidas y generalmente se aburren con la lentitud y lo extremadamente analógico del aula de clases. No en balde un alto porcentaje de los niños está siendo medicado hoy en día con ritalín o alguna otra droga para combatir el Déficit de Atención con Hiperactividad (de tres a cinco por ciento según el Manual de Diagnóstico y Estadística de Enfermedades Mentales DSM-IV). La deserción escolar en los Estados Unidos ha ido en aumento constante y actualmente ha alcanzado cifras alarmantes, lo cual es signo inequívoco del pronto colapso del sistema educativo moderno diseñado para evaluar un desempeño estándar, estereotipado, simulando la banda de producción de la era industrial y sin tomar en cuenta las diferentes capacidades. 
Evolución, complejidad, vida
En cambio, la era de la información, el superorganismo humano en ciernes, requiere de la explotación de aptitudes específicas desde la más tierna infancia. La fuerte competencia por los puestos laborales necesita de la orientación directa hacia las propias habilidades y potencialidades. Lo mejor que podemos hacer los mayores es reconocer nuestra obsolescencia. Con el nacimiento del “sistema nervioso” de la humanidad, la omnipresente red, las soluciones de la era industrial no aplican. Se hace precisa una transformación acorde con los nuevos tiempos, y para ello, las ideas senescentes arraigadas en las viejas generaciones deben morir.

Para adaptarse y evolucionar hay que renovarse. 

jueves, 10 de mayo de 2012

La Conquista Social de la Tierra. Desenterrando los secretos de la condición humana.


Sobre el libro “The Social Conquest of the Earth”, por Edward O. Wilson.

buen libro biologia humana
Por: Edwin Francisco Herrera Paz. Cuando al sabio maestro judío Rabí Hillel se le retó para que explicara la Torah mientras se paraba sobre un solo pie, este procedió a hacerlo. Mientras se equilibraba en un pie dijo: “Lo que nos enseña la Torah es que no hagamos a los demás lo que nosotros detestaríamos que nos hicieran. Todo lo demás es comentario”.

La llamada “regla de oro” es quizá la única norma moral que se encuentra representada en todas las religiones mayores de la tierra. Se basa en una cualidad humana llamada empatía, que en palabras sencillas, es la capacidad de “ponerse en los zapatos del otro.

hombre sosteniendo escarabajoMuchos siglos después de la célebre respuesta de Hillel, los neurocientíficos comienzan a desentrañar las estructuras cerebrales y los circuitos neuronales que determinan nuestro comportamiento. Se comienza a dilucidar el viejo dilema de la genética versus el ambiente, pero aun el panorama se encuentra incompleto. ¿De qué manera la evolución ha moldeado el comportamiento humano para convertirnos en una especie eusocial? ¿Qué fuerzas naturales han intervenido para que seamos lo que somos? ¿Cómo podremos explicar la intrincada naturaleza ambigua y ambivalente del ser humano? ¿Por qué nos encontramos en un constante tira y empuja entre comportamientos antagónicos como la cooperación altruista y la conducta egoísta? ¿Es el ser humano bueno por naturaleza y corrompido por la decadencia social? ¿O por el contrario, nace malo el hombre y es puesto en su sitio por la sociedad?

El biólogo norteamericano Edward O. Wilson explica de forma exquisita la manera en la que los genes se han modelado por las fuerzas evolutivas para producir lo que hoy somos, una mezcla entre dos factores opuestos. Wilson pone el dedo en la llaga al proponer la selección de grupo como el mecanismo principal en la evolución de la eusocialidad humana, intentando derrumbar varias décadas de investigación en las que dominó el ámbito académico la llamada teoría de selección por parentesco.

hormiga cooperando
Según la Selección por Parentesco la evolución ha beneficiado a los genes gregarios, altruistas y cooperadores debido al valor intrínseco de la acción altruista al perpetuar los genes a través de los parientes. Para ilustrar, imagínese usted que un hermano suyo están en un problema mortal, digamos, a punto de ahogarse. Usted puede tirarse al agua para salvarlo, pero existe una posibilidad, por ejemplo de 1 en 10 de morir en el intento. Entonces, si la ventaja de salvar los genes propios portados también por sus hermanos sobrepasa el riesgo de morir, la conducta altruista y por lo tanto los genes que la determinan será seleccionada a favor, y la conducta cooperadora se difundirá en la población en un tiempo suficientemente largo.

Wilson argumenta que la selección de parentesco, el santo grial de la evolución de la eusocialidad, no tiene una validez práctica excepto en condiciones especiales. Lo más probable, según el autor, es que durante los pocos millones de años de evolución del hombre, desde nuestros antepasados Australiopithecus hasta el Homo sapiens, pasando por el Homo hábilis, es la selección de grupo la que nos ha hecho una especie exitosa.

La selección de genes que conducen a la conducta egoísta es beneficiosa para el individuo ya que le confiere ventaja ante sus congéneres. Pero por cientos de miles de años nuestros antepasados vivieron una vida errante como cazadores recolectores formando grupos de 30 o 40 individuos, a lo sumo. Esta fue una época de competencia entre tribus por los recursos de un territorio. La cooperación y el trabajo en equipo favorecían al grupo, por lo que los genes cooperadores fueron prevaleciendo. En este sentido la guerra entre grupos ha sido un factor preponderante. Vemos vestigios de estos genes en la actualidad, en las emociones que despierta la victoria del equipo de futbol de nuestra preferencia, o la lealtad con nuestras asociaciones e ideologías, entre muchos otros.

Aun así, la conducta egoísta continuaba favoreciendo al individuo, por lo que en la actualidad los seres humanos somos una mezcla de genes que nos llevan a conductas “malas”, destinadas a la autosatisfacción en detrimento de la sociedad, y de genes buenos, altruistas y desinteresados. Pero al fin y al cabo son estos últimos, de más reciente aparición, los que nos llevaron a la “Conquista Social de la Tierra” –que también es el título del libro pero en inglés– y son considerados propios de un espíritu superior.

Wilson reconoce que en algunas ocasiones la conducta egoísta favorece también al grupo, y pone como ejemplos a famosos multimillonarios que han hecho su fortuna por motivaciones egoístas, pero que han mejorado la calidad de vida de sus conciudadanos. Sin embargo la importancia que le atribuye a tales eventos en la formación de una especie eusocial, es mínima. En cambio, yo argumento que las fuerzas al interior de las sociedades han sido de vital importancia en la evolución del hombre eusocial, sin necesidad de la intervención de factores externos como la selección de grupo.

Para el caso, el motivo principal que conduce a un joven a estudiar una carrera es egoísta: obtener retribución económica y un nombre en la sociedad. Pero la división del trabajo es una característica fundamental de la génesis de superorganismos (compuestos por individuos eusociales) puesto que aumenta las interrelaciones y la interedependencia. Pero dicha división del trabajo es también ventajosa  para el grupo puesto que ahorra recursos y energía. Los genes que conducen en el ser humano a la plasticidad en cuanto a la especialización en una labor determinada (esencial en la sociedad) debieron entonces haber evolucionado con o sin competencia de grupo.

Pienso que la competencia de grupo debió haber sido un factor crucial en la formación de la naturaleza humana, pero Wilson resta importancia a otros factores. A pesar de ello, sin duda el libro es una lectura obligada para los que se quieren aventurar en la biología, la psicología, la sociología y en general, en la intrincada maraña que representa la condición humana. Espero que pronto aparezca la edición en español.