Por: Julissa Irías Andrade
Regularmente, cometo el
error de perder mí tiempo reclamándole a seres inescrupulosos, inconscientes, sin moral; voluntariamente sordos y ciegos ante el
sufrimiento de esos ciudadanos que como
usted y como yo, nos retorcemos de impotencia ante tanta impunidad, tanto
descaro. Si, pierdo mí tiempo exigiendo
respeto y consideración a políticos corruptos que sólo velan por sus intereses,
por su enriquecimiento; por llenarse de poder absoluto a costa de lo que sea:
de la pobreza imperante en el país, de la ignorancia, de la violencia, de la
carencia de salud, empleo y educación. En fin, a costa de la agonía de todo
aquel que no sea parte de su clase depredadora.
Por eso hoy, no quiero
perder más mí tiempo. Hoy quiero exigirle a usted. Quiero exigirle que deje de
lado sus miedos, su conformismo, su bienestar individual para pensar en la colectividad
formada por todos los hondureños cansados de las injusticias. Hoy quiero
reclamarle por tanta pasividad, por quedarse de brazos cruzados sin hacer nada,
mientras observa como saquean al país que tanto ama. Hoy quiero hacer un
llamado a que despierte, a que abra los ojos y se llene de enojo, tanto así que
ya no pueda seguir sentado consumiendo la desinformación de la que somos
víctimas. Quiero que no pierda la memoria, que recuerde cada una de las
ofensas. Le hago un llamado a que se manifieste en contra de tantas violaciones
a su libertad, a que ponga un "hasta aquí" a las burlas hacia su
inteligencia por parte de los gobernantes que lo consideran idiota y falto de
valentía alguna.
El año 2009, fue un año que
marcó la historia de Honduras. El Golpe de Estado o Crisis Política (como su
posición decida llamarlo), afectó al país de gran manera, dejándonos una
cicatriz imborrable. Los ojos del mundo estaban puestos sobre Honduras. La
sociedad estaba conmocionada, dividida; izquierda, centro y derecha se
mostraban alerta defendiendo lo que creían correcto. Las calles se tornaban
rojas o blancas.
Luego de un tiempo
considerable dentro del caos, las aguas se fueron calmando, los fuegos
encendidos en la lucha de cada bando, se fueron consumiendo hasta casi
desaparecer por completo. El orden político se "restablecía", para
dar paso a un gobierno en el que se empezó a idear el ataque que ahora nos
tiene sometidos.
Ya desprevenidos, una
madrugada de diciembre en el año 2012, comienza a la vista de todos, la ola de
ultrajes a nuestra Constitución y estado de derecho, con la destitución ilegal
de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Esto sólo vendría a ser uno
de los movimientos para acomodar las piezas en pro del alcance del objetivo
continuista de Juan Orlando Hernández, quien luego de ser el que tomaba las
decisiones del rumbo del país como líder del Congreso Nacional, consiguió
seguirlo haciendo como Presidente de la República, "venciendo" a sus
rivales políticos en unas dudosas y muy cuestionables elecciones en noviembre
de 2013. Elecciones ganadas a través de una campaña financiada con fondos
provenientes del mayor robo registrado
en Honduras. Fondos que deberían haber sido para la salud e incluso la vida de
muchos pacientes del Instituto Hondureño de Seguridad Social, fueron destinados
para una deshumanizada ambición política
manchada con lágrimas, sangre y muertes.
Desde ese momento, la
soberanía hondureña ha sufrido cualquier tipo de profanación por parte del
máximo gobernante y sus secuaces, quienes han jugado de forma perversa con los
intereses nacionales hasta por fin mostrar sus más oscuros deseos, donde lo que antes fue subrayado de aberrante
e inconstitucional, ahora se convierte en "lo mejor para la nación":
la reelección.
Existiendo una situación
muy cercana al Estado Fallido (que para muchos ya es una realidad tangible),
Juan Orlando Hernández demuestra su total desinterés por el bienestar de la
población, su total desapego a la democracia; embriagado por el poder y la
riqueza, silenciando a toda aquella voz que se alce en contra de sus
maquiavélicos planes. Pero hay algo que no estaría en su control, algo que su
mordaza no podría callar y es que todos los hondureños en contra de estos
abusos nos unamos en una sola voz, en una sola lucha imposible de quebrantar.
Que todos los hondureños nos dirijamos a alcanzar una única meta: exterminar la
corrupción e impunidad en Honduras. Legó el momento de liberarnos de las
ataduras que nos han mantenido pusilánimes. Lo merecen las generaciones pasadas,
quienes no han tenido la oportunidad de vivir una realidad social de respeto,
justicia e igualdad; lo merecemos nosotros, para que de una vez por todas nos
demos cuenta de que el poder de cambiar de raíz a Honduras, está en nuestras
manos; lo merecen las futuras generaciones, para que puedan respirar un aire
puro sin olor a violencia e inequidad social; lo merecemos todos los
hondureños. ¡Ya basta de tanta corrupción, pero también ya basta de tanta
indiferencia! #RenunciaJOH
http://eticaysociedad.org/2015/05/02/antidoto-dictadura/
ResponderEliminarhttp://eticaysociedad.org/2015/05/17/cheques-politica-honduras/
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Espero sus comentarios.