Edwin Francisco Herrera Paz. Según la mitología griega el universo surgió a partir de la unión de Gea, la Tierra Fecunda, Con Urano, el Cielo. A partir de esta pareja nacería la primera generación de dioses compuesta por Titanes, Titánides, Cíclopes y Centímanos. Esta fue una generación muy peligrosa y bélica y finalmente el más osado, un Titán terrestre llamado Crono, tomó el poder castrando a su padre Urano con una hoz bien afiladaL.
Dios griego Crono |
La regencia de Crono fue despótica. Encerró a los Cíclopes y a los Centímanos en el Tártaro, el más profundo de los infiernos. Además le ordenó a su esposa y hermana, la Titánide Rea, que le entregara a cada uno de sus hijos al nacer para devorarlos y de esa forma evitar ser destronado corriendo la misma suerte de su padre.
La mitología griega también hace referencia a un dios con un nombre similar: Chronos, dios remoto, incorpóreo, formado por sí mismo al inicio de los tiempos; la personificación misma del tiempo. Posteriormente, la tradición helenística fusionó ambas divinidades en una sola, tendencia que continuaría hasta el renacimiento. No deja de ser curioso el hecho de que en el contexto de esta tradición el dios del tiempo sea también un dios tirano y despiadado. ¿Habrá sido casual la fusión histórica de ambas figuras? ¿O es que acaso obedece a una tendencia natural del ser humano a considerar el tiempo como un elemento cruel de la existencia?
Por último, un dios griego íntimamente relacionado con Chronos es Anaké, quien fue creado por sí mismo y se entrelazó con Chronos abrazando el huevo primigenio de donde surgió el universo ordenado. Anaké es la deidad que representa lo necesario, lo inevitable, lo ineludible. En otras palabras, el destino.
En ocasiones, alguna persona muere temporalmente. Puede que haya sufrido un accidente o un paro cardíaco y fuera traído de nuevo a la vida por un equipo de médicos o espontáneamente. Algunas de estas personas experimentan lo que se conoce como Experiencia Cercana a la Muerte, o ECM. La ECM es generalmente una experiencia transformadora. Los que la experimentan frecuentemente relatan conversaciones con seres de luz que relacionan con Dios o son recibidos por familiares que han muerto, advierten la presencia en ese mundo no corpóreo de un amor infinito y expresan que los misterios del universo les son revelados automáticamente, pero en su mayoría son olvidados al retornar a la vida. Después de una ECM muchos cambian radicalmente su comportamiento. Usualmente se vuelven menos materialistas y más enfocados en ayudar al prójimo. Además, tienen la firme convicción de que lo más importante en la vida es prodigar amor incondicional a sus semejantes y a la totalidad de la creación.
Lo vivido durante una ECM aún está lejos de encontrar una explicación satisfactoria, e incluso se ha postulado que estas experiencias se encuentran tras el origen de las grandes religiones. La mayoría niega que su experiencia se tratara de una alucinación, e insisten en que el estado de conciencia experimentado es de una lucidez igual o superior al de la vida cotidiana. Para estas personas el afán del tiempo se vuelve poco importante y por regla general pierden el temor a la muerte, pero lo que en realidad me llama la atención es el hecho de que muchos refieren que la experiencia es atemporal. Es decir, el tiempo durante la experiencia carece de sentido. No hay ni pasado ni futuro y los eventos suceden de golpe, y este es un punto que les resulta difícil de explicar. La comunicación con otros seres se realiza telepática e instantáneamente sin las limitaciones espaciales y temporales de nuestro mundo físico. Para el caso, si la muerte clínica duró un par de minutos, muchos pueden narrar horas de experiencia con material para escribir libros enteros. ¿Será entonces el tiempo una limitante del mundo físico? Y si es así, ¿Cuál es el objetivo de esta limitante?
Pasado y futuro
Los humanos, al igual que el universo que nos rodea, vivimos en medio de dos eternidades, o al menos de dos períodos de tiempo extremadamente largos que hemos dado por nombres “pasado” y “futuro.” El pasado ya está escrito, y si no fue escrito dejó huellas indelebles por todos lados. En nuestra tierra hemos reconstruido el pasado de muchos acontecimientos mediante el registro estratigráfico. La evolución de las especies ha dejado marcas identificables en el ADN y en el registro fósil, y es posible reconstruir la historia del universo desde sus inicios gracias a los ecos lejanos de la gran explosión representados por el calor de fondo de 3º Kelvin, además de la expansión del universo evidenciada por el corrimiento al rojo en el espectro electromagnético de las estrellas lejanas. El pasado es susceptible de reconstrucción tal y como se puede reconstruir una figura determinada con un juego de piezas de lego, como un edificio, por ejemplo. Solo basta tener las piezas suficientes y la idea de la figura original.
Cosa muy diferente es el futuro. Ese momento del tiempo, ya se encuentre cercano o a alejado de nuestro instante actual, siempre será esquivo, incierto, fortuito. Los eventos en nuestro mundo cotidiano discurren como la pluma de un novelista sobre el papel: no es hasta que la punta del bolígrafo pasa sobre la hoja que la historia se plasma. Antes de eso solo existe una maraña de ideas indefinidas en la mente del escritor. Entonces, la vida se nos muestra como una trampa. Hay un velo invisible, una cortina que nos impide ver más allá del ahora, de este momento, y pareciera que ese velo se nos puso en nuestra vida terrenal adrede, con algún propósito. A veces sentimos que ese velo nos estorba, que nos causa ansiedad y un perpetuo sentimiento de incertidumbre y es entonces cuando intentamos controlar el tiempo mediante sesudas planificaciones, y buscamos un atisbo del devenir por medio de adivinadores y profetas, e intentamos crear teorías matemáticas que nos digan que es posible comunicarse con seres del futuro solo para damos cuenta de que ni mediante la más exacta de las planificaciones es posible obtener siempre los resultados esperados, y que el futuro revelado a través de profetas o adivinadores nunca logra cubrir nuestras expectativas.
No en balde los dramaturgos griegos tuvieron tanto éxito. En las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides la vida de los mortales se antoja como un juego guiado por la voluntad de unos dioses caprichosos y de pasiones terrenales. El destino está marcado y no hay forma de escapar de él.
La flecha del tiempo
El tiempo no es simétrico. Existe una flecha temporal que siempre apunta hacia el futuro y se conoce como la Ley de la entropía. Para ilustrar esta ley, imagine una mesa de billar sin fricción y sin agujeros. Usted le pega a la bola 0 con fuerza la cual impactará en dos o tres bolas más, las que impactarán en otras y así sucesivamente hasta que todas las bolas estén en movimiento. Lo que comenzó con el movimiento completamente predecible de una bola, terminó con muchas bolas moviéndose aproximadamente a la misma velocidad de manera impredecible. Al inicio el sistema se encuentra muy organizado, mientras que al final se ha vuelto caótico con muchas bolas rodando por todos lados, y es virtualmente imposible revertir el proceso.
Esto es lo que sucede en el universo en todos los niveles, desde el molecular, las grandes poblaciones de seres vivos o las estrellas y las galaxias. La ley de la entropía nos garantiza que es muy difícil ordenar el genoma de una especie. De hecho para una especie determinada ha sido necesario el paso de cientos de millones de años de prueba y error mediante el mecanismo evolutivo para conseguir una configuración altamente organizada. Sin embargo, basta con un pequeño cambio en el ambiente para que una especie completa desaparezca. Basta unas cuantas mutaciones en el genoma de un organismo vivo para provocar un cáncer que lo matará. Toma muchísimo tiempo y esfuerzo criar y educar a una persona, pero basta unos segundos para acabar con su vida. Basta con un pequeño descuido de las organizaciones encargadas de impartir justicia para que en una ciudad prolifere el crimen. Es necesario un gran esfuerzo de planificación e inversión para crear una empresa, pero basta una fluctuación en la bolsa para llevarla a la quiebra. En términos técnicos, el universo tiende siempre al equilibrio térmico impuesto por la ley de la entropía, lo que conduce a la desorganización, es decir, a la perdida de estructura e información.
Lo cierto es que no necesitamos a los demonios para generar destrucción y caos ya que ley de la entropía se encarga de hacerlo naturalmente. Por ello, esta ley se puede relacionar con la maldad, el egoísmo, la avaricia y en general, con todo lo relacionado con el lado oscuro que tienda a la destrucción o a la disgregación. A la vida le resulta extremadamente difícil desarrollarse a pesar de esta tendencia natural a la desorganización, y lo curioso, lo maravilloso, es que sin embargo lo ha hecho. Las maravillas de la vida venciendo a la entropía tienen su explicación razonable. Lo que sí me resulta intrigante es que tanto el velo del futuro como las fuerzas del mal se relacionen ambas, de alguna manera, con la ley de la entropía como si se tratara de dos caras de la misma moneda.
Todo es cuestión de ignorancia
Hay dos elementos que actúan de forma confabulada para garantizar que el velo del futuro no pueda ser corrido a pesar de todos nuestros esfuerzos. El primero es la ignorancia.
Volvamos a la mesa de billar. En teoría, si calculamos la velocidad y la trayectoria de la primera bola, sería posible predecir la velocidad y posición exacta de cualquier otra bola en cualquier instante futuro, no importa qué tan alejado se encuentre del evento inicial. Para eso existen las matemáticas, ¿no he cierto?
Pues resulta que no es cierto. En el mundo físico siempre habrá pequeñas perturbaciones, por perfecto que nos parezca un sistema. Estas mínimas perturbaciones en las condiciones hacen que los sistemas se comporten de manera caótica, siendo virtualmente imposible reproducir las condiciones iniciales exactas. En el caso de la mesa de billar, no importa la precisión con la que lo intentemos nunca conseguiremos reproducir exactamente la misma velocidad y trayectoria inicial, y mientras más nos alejemos en el tiempo del tiro inicial, más difícil será predecir la posición y velocidad de las bolas. Y la mayoría de los sistemas físicos son, en mayor o menor medida dada su complejidad, del tipo caótico. Es decir, su complejidad es tal que los resultados de las interacciones entre los elementos son sumamente sensibles a pequeñísimas variaciones de los estados iniciales.
Ahora bien, esto se trata de ignorancia pura. Si fuésemos capaces de controlar las condiciones iniciales, y además pudiésemos considerar el estado de cada una de las cientos o miles de variables que influyen sobre el sistema, podríamos predecir con exactitud la velocidad y trayectoria de cada una de las bolas de la mesa de billar en cualquier tiempo futuro. De hecho, la ciencia se está volviendo extremadamente buena en calcular y controlar las condiciones de un sistema. Somos capaces de enviar naves espaciales a sitios distantes con una exactitud enorme, solo a modo de ejemplo.
Entonces, solo será cuestión de tiempo antes de que la ciencia logre predecir eventos futuros a partir de unas condiciones iniciales. Este hecho fue planteado por el Marqués de Laplace cuando dijo que si existiera un ser omnisciente que conociera la posición exacta y el movimiento de todas las partículas del universo, este ser podría predecir el estado del universo en cualquier momento futuro.
El ser omnisciente de Laplace –que podría representarse en la actualidad por aparatos de extrema precisión y potentes sistemas computacionales– en realidad aun se encuentra alejado de ser realmente omnisciente. El ser humano se ha vuelto extremadamente bueno en predecir la trayectoria de una nave espacial, pero cuando se trata de calcular algo tan sencillo (en apariencia) como el comportamiento de una pequeña población humana, todos los cálculos fallan. La comunidad está compuesta de muchos cerebros, de por sí complejísimos, interactuando de manera compleja. Podemos predecir algunas tendencias, pero conocer la posición y el estado de cada individuo en un momento futuro es una labor imposible aun para un ser extremadamente sabio.
Pierre-Simon Laplace |
Para ilustrar un poco más el tema de la complejidad y nuestra incapacidad para comprender un sistema complejo a cabalidad, tomemos el asunto del libre albedrío. La complejidad de un cerebro humano es tal que tenemos la certeza de la existencia de una libertad de elección. En efecto, el libre albedrío no tendría sentido si las condiciones futuras de un cerebro se pudieran predecir con exactitud a partir de las condiciones iniciales. Y en verdad que nos sentimos libres, o por lo menos tenemos la oportunidad de serlo bajo diferentes circunstancias. Incluso se ha dicho que lo único que Dios, Ser omnisciente por naturaleza, no puede (o a lo mejor no quiere) controlar es nuestra capacidad de decisión. Esta cualidad es una de las diferencias fundamentales entre el autómata y el ser humano, o en palabras del eminente psiquiatra Victor Frankl: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino.”
Ahora, supongamos que el sujeto muy sabio de Laplace conoce nuestro cerebro a perfección y sabe el estado de todo sus átomos en un instante dado. ¿Podría predecir la decisión que tomaremos dentro de unos instantes? ¿Piensa usted que el libre albedrío es, después de todo, producto de un cerebro extremadamente complejo pero determinista al fin y al cabo? Pues piense de nuevo.
Indeterminación cuántica
Si usted tira un par de dados, ¿sabe por cual número apostar? Desde luego que si usted alguna vez ha tirado un par de dados apostará por el 7. Esto es porque hay más maneras de formar 7 que cualquier otro número. Para más precisión, hay seis combinaciones de dados que dan 7, mientras que hay solo 5 combinaciones que darán un 8 o un 6. Definitivamente apostará por el 7 cada vez que pueda y usted sabe la razón, pero no tiene la certeza de que caerá un siete. De hecho, en una tirada individual cualquier número puede caer. El resultado siempre tendrá cierto grado de aleatoriedad.
Cuando carecemos de certeza sobre algún evento u ocurrencia recurrimos a las probabilidades. Son pocas las cosas de las que realmente tenemos plena certeza, y la razón es la que apuntaba en líneas anteriores: la ignorancia sobre las condiciones iniciales y los factores que intervienen en el movimiento. Decimos entonces que la naturaleza es aleatoria.
La aleatoriedad se encuentra por todos lados. El hecho de que usted tenga cierta estatura es aleatorio. Su estatura tiene una cierta ocurrencia en la población donde vive y usted es un representante de esa población, susceptible de ser escogido aleatoriamente. La unión de su padre y su madre fue un fenómeno poblacional aleatorio y de allí salió usted, una mezcla aleatoria de los genes de sus padres. La lotería está compuesta de una serie de números ordenados, pero el premio mayor será aleatorio, es decir, no tenemos idea del número que ganará hasta que salga. Esto nos da un atisbo de los trucos que nos juega el futuro. En realidad el futuro se mantiene incierto, constituido por una distribución de probabilidades. Cuando el pasado encuentra al futuro la probabilidad se convierte en certeza.
Pero hasta aquí no hay nada nuevo. Total y llana ignorancia. Si supiéramos la posición exacta de cada número en la tómbola de la lotería, la velocidad inicial de cada una de las partículas de las esferitas y todas las variables que influyen en el movimiento, sabríamos con toda certeza el número que jugaría. El futuro sería predecible.
Werner Karl Heisenberg |
Bueno, no tan de prisa. Los físicos cuánticos piensan que hay una distribución probabilística realmente aleatoria. Es decir, no existe manera de conocer todas las condiciones iniciales de esta distribución por más conocimiento y sabiduría que usted posea. Brevemente, no es posible conocer la velocidad y la posición de una partícula subatómica al mismo tiempo. Si determinamos la velocidad, entonces la posición de la partícula sigue una distribución probabilística. Según los físicos cuánticos en ese preciso momento en que se mide la velocidad, la partícula se encuentra en todos los lugares de la distribución probabilística al mismo tiempo y no hay manera de definir su posición exacta. A la inversa, cuando se realiza una medición cuántica de la posición, el mundo fantasmagórico de la partícula, presente en muchos sitios a la vez, desaparece y la partícula ya se encuentra en un lugar determinado, pero ahora es la velocidad la que se encuentra en una distribución probabilística. En el mundo de la mecánica cuántica este fenómeno es conocido como ley de la incertidumbre de Heisenberg, en honor al físico que la descubrió.
El mundo cuántico se manifiesta a muy pequeña escala y es en extremo raro. A medida que aumentamos las dimensiones de los objetos y pasamos a escalas más cotidianas, los efectos cuánticos de las partículas individuales desaparecen y con ellos la incertidumbre. Desde luego una silla, o usted mismo, no puede estar en varios lugares a la vez. A este fenómeno se le ha llamado decoherencia cuántica.
Entonces listo. La incertidumbre cuántica hace imposible conocer las condiciones iniciales de todas las partículas en la tómbola de la lotería. Es posible que sepamos la posición de cada partícula, pero entonces será imposible conocer su velocidad, y a la inversa. Y es claro que una pequeña variación de las condiciones iniciales, como la posición de unos cuantos electrones, puede afectar el funcionamiento de la tómbola entera determinando diferentes números ganadores. Por más exactas que sean nuestras mediciones, no nos será posible conocer más del 50% de las condiciones iniciales.
Se hace obvio entonces el carácter indeterminista de los sistemas en el mundo físico. Hay muchos estados posibles. Hay muchos futuros posibles y la decoherencia, el verdadero estado de las cosas, no se nos mostrará hasta que el bolígrafo del presente una el pasado con el futuro. El futuro, en principio, no puede ser determinado por nuestro conocimiento. La indeterminación cuántica es una limitante ineludible que lo impide y esta, junto con la ignorancia, son los factores que imposibilitan el corrimiento del velo futuro.
Viendo el futuro
Conocer el futuro se ha convertido en una obsesión para el género humano. El por venir ha sido revelado desde tiempos antiguos mediante oráculos, adivinadores de todo tipo y profetas. Todas las culturas han tenido sus propias maneras de revelar el futuro. Los oráculos fueron centros de adivinación utilizados en diferentes culturas antiguas, entre las que se cuentan la egipcia, griega, babilónica, fenicia, caldea y judía. Muchos de los libros del antiguo testamento llevan el nombre de los profetas, quienes se comunicaban directamente con Dios para llevar al pueblo Judío noticias de bendición, de condenación o instrucciones sobre su manera de comportarse, tomando el papel de figuras centrales en la política del pueblo de Israel.
Los medios de adivinación han sido utilizados por los llamados clarividentes desde tiempos remotos, como las cartas del Tarot, la adivinación onírica, la interpretación astrológica, etc. Se dice que debido a lo redituable de la profesión de adivinador, este arte, o más bien don, se ha visto invadido de charlatanes con amplios conocimientos de psicología quienes manipulan a los clientes sedientos de conocer el futuro. Estos falsos adivinos han opacado y desacreditado a aquellos que verdaderamente poseen el don de la clarividencia.
Pero, ¿Será cierto que el futuro se puede sentir o predecir hasta cierto punto? Las historias de personas que literalmente sienten cuando algo malo le ocurre a algún familiar se cuentan por muchas. La ciencia se ha mantenido escéptica ante este tipo de declaraciones, sin embargo los testimonios son tan abundantes que merece la pena escucharlos y otorgarles al menos el beneficio de la duda. La ciencia es el mejor instrumento que tenemos para descubrir la realidad y la falsedad, pero en muchas ocasiones, los paradigmas estrechan el rango de aceptación de lo que deberá ser estudiado excluyendo una enorme abanico de posibilidades que se catalogan como “pérdida de tiempo.” Pienso que el campo de la clarividencia es una de estas áreas negadas al conocimiento científico, y tal vez merezca la pena la investigación de al menos aquellos casos en los que se encuentra implicada una gran carga emocional. Los presentimientos son casi constantes en casos de tragedias.
Pero el presentimiento de la muerte no se reserva a los humanos. En 2007 Oscar se volvió famoso de la noche a la mañana. La noticia de que este gato es capaz de predecir la muerte de los residentes de una casa de ancianos en Rhode Island, Estados Unidos, dio la vuelta al mudo. Pocas horas antes de la defunción de algún anciano residente, Oscar se acerca a su cama y no lo abandona hasta que llega el momento. Justo cuando muere, el gato abandona a la persona. De esta forma Oscar ha pronosticado la muerte inminente de al menos 50 pacientes ante la fascinación de los médicos de la casa de ancianos.
Oscar es capaz de hacer lo que ningún médico geriatra puede hacer. Ahora los médicos del hogar de ancianos ya saben cuando llamar a los familiares de algún paciente que se encuentra en sus últimas horas de vida. Una de las teorías postuladas es que este gato especial es capaz de olfatear substancias producidas por los ancianos unas cuantas horas antes de su muerte, pero lamentablemente Oscar es incapaz de comunicarnos si esta hipótesis es correcta.
Aunque la teoría de las olorosas substancias emitidas premortem resulta atractiva -especialmente ante la posibilidad de crear una prueba bioquímica diagnóstica- obvia los innumerables relatos de animales que presienten la muerte de sus amos, y lo más importante, incluso cuando esta sobreviene de manera violenta. El comportamiento ante la muerte inminente del dueño incluye maullidos o aullidos lastimeros de parte de gatos y perros, y conductas que podrían calificarse de sugestivas de ansiedad o depresión. Bueno, supongo que aunque los humanos nos creemos la “mera salsa” del mundo, aun tenemos muchísimo que aprender de los animales.
¿Será que los animales y algunas personas especiales son capaces de captar, de alguna manera, ciertos mensajes del futuro? ¿Qué nos dice la ciencia de los mensajes del futuro?
De acuerdo con la relatividad especial ninguna partícula con masa puede alcanzar la velocidad de la luz. Los únicos que pueden viajar a esta velocidad son los fotones, partículas de masa cero que precisamente forman la luz y el resto del espectro electromagnético. En teoría, sería posible enviar un mensaje al pasado solo si se consigue que dicho mensaje sea portado por partículas hipotéticas llamadas taquiones que viajarían más rápido que la luz, pero la existencia de una partícula así nunca ha sido probada.
El problema con un mensaje enviado al pasado es la violación de la ley de la causalidad, originando las paradojas del tiempo popularizadas por Hollywood. Por ejemplo, imaginemos que a mi Yo futuro le ocurre algo malo. En un intento de salvarse le envía un mensaje a mi Yo presente, quien hace las correcciones necesarias. Entonces mi Yo futuro se salva, y al hacerlo nunca enviará el mensaje a mi Yo pasado, que no realizará las correcciones necesarias, y por lo tanto mi Yo futuro se mete en el mismo aprieto. Vemos claramente que por un período de tiempo entre el Yo presente y el Yo futuro se forma un bucle en el que el tiempo va y vuelve de manera infinita, y lo más interesante es que el universo futuro se divide en dos: aquel en el que mi Yo presente recibe el mensaje y aquel en el que no lo recibe.
Bien, algunas teorías cuánticas no tienen ningún problema con los universos paralelos. Según estas teorías, cuando una partícula –un electrón por ejemplo- se encuentra en el limbo cuántico, en muchos sitios a la vez según una distribución probabilística, en realidad se encuentra en todos esos sitios cada uno determinando diferentes futuros. Tendríamos así un infinito número de futuros y por ende de universos paralelos.
Pues a mí la verdad estas interpretaciones cuánticas me parecen absurdas. ¿De dónde saldría tanta masa para tener un número infinito de universos? Parece de locos, pero los físicos cuánticos son serios en este aspecto. Tal vez sí exista el determinismo futurístico, algo que se ha llamado tradicionalmente destino, o predeterminación. Imagínese, por ejemplo, que su perrito comienza a aullar porque presiente que usted va a morir. Usted sabe por qué aúlla su perrito. Sabe que pasará algo malo porque conoce la naturaleza canina. Intenta inútilmente escapar de su destino, pero todo lo que haga lo llevará a ese futuro inevitable. Si pudiera evitar ese futuro trágico haciendo las correcciones adecuadas, usted no moriría, su perro no aullaría y por lo tanto usted no estaría prevenido, y aquí vamos otra vez con las paradojas del tiempo.
El determinismo en la tragedia griega
Antes de contraer matrimonio Layo y Yocasta consultaron el oráculo de Delfos -representado por los enviados del dios Apolo-, quien les advirtió que su propio hijo sería el asesino de su padre y luego desposaría a su madre. Ente lo abominable de la profecía y como “en guerra avisada no muere soldado,” Layo puso manos a la obra para cambiar su destino. Al nacer su hijo varón le ordenó a uno de sus vasallos que lo matara, pero este desobedeció la orden dejando al pequeño Edipo en el bosque.
Edipo fue rescatado y adoptado por una familia. A los catorce años de edad visitó el oráculo de Delfos quien le reveló que mataría a su padre y se casaría con su madre, y además le aconsejó que abandonara y no volviera a su tierra, Corinto. Edipo, obediente y tratando de evitar el horrendo destino profetizado por el oráculo, abandonó Corinto. En el camino, se encontró con lo que creyó era una banda de forajidos que en realidad era el rey Layo y sus acompañantes. Edipo mató a Layo sin saber que así cumplía la profecía.
En su camino a Tebas Edipo acaba con la vida de un terrible monstruo llamado Esfinge respondiéndole un acertijo. Los habitantes de Tebas, agradecidos, lo hicieron rey y es así como se casa con Yocasta cumpliendo la segunda parte de la profecía del oráculo. Posteriormente Edipo y Yocasta procrearían cuatro hijos.
Edipo Rey, una de las mejores obras del dramaturgo griego Sófocles, nos enseña la fragilidad de nuestro ser ante el inexorable destino, y aunque no termina aquí, lo narrado es suficiente para hacernos algunas preguntas. ¿Cómo es que el oráculo es capaz de predecir un evento futuro (la muerte de Layo y la boda con Yocasta) pero es incapaz de predecir la manera exacta en la que sucederá? Porque si Edipo hubiese sabido la manera en la que le quitaría la vida a su padre, hubiese podido hacer algo al respecto, cambiando el destino. Y además, ¿con que objeto el dios Apolo revela el futuro si de cualquier manera este no se podrá cambiar? ¿O es que acaso el oráculo encuentra algún tipo de limitación y no tiene la suficiente información sobre el futuro? ¿Acaso los dioses griegos están limitados también por la incertidumbre cuántica? Después de todo, el dios Urano no tenía manera de saber que sería castrado por su propio hijoL, ¿no es así?
Algunas hipótesis
La primera hipótesis es que es imposible presentir el futuro y las personas que hablan de presentimientos es solo por sugestión, una gran carga emocional o por embuste. Esto incluiría a los animales en general y a Oscar, el habilidoso gato médico clarividente. Sin embargo, vamos a abandonar esta posibilidad por un momento en aras de la ciencia (más de algún científico me querrá estrangular).
Voy a divagar un poco y a pensar “fuera de la caja” e intentar explicar las causas de los presentimientos. He aquí una hipótesis: Sí recibimos un mensaje del futuro, pero de un futuro que se encuentra en muchos estados posibles a la vez siguiendo una distribución probabilística. Entre todos los estados hay algunos muy probables que emitirían algún tipo de mensaje. En el caso del presentimiento a la muerte el mensaje sería emitido por el cerebro futuro de la persona (o animal) que presiente y sería captado en el presente. Como se trata del mismo cerebro que emite (futuro) y recibe (presente) no habría mayor problema ya que el cerebro presente actuaría como caja de resonancia del cerebro futuro. Pero de hecho, el futuro no existe sino como un limbo indeterminado de todos los probables estados futuros.
Un ejemplo. Supongamos que un amigo morirá dentro de poco. No sabemos que en efecto morirá pues el suceso se encuentra en un futuro indeterminado, pero dentro de la distribución probabilística de los posibles futuros lo más probable es que muera, lo que me pondrá muy triste. Este estado de tristeza probable futura sería captado por mi cerebro presente.
Si usted se ha dado cuenta aquí no hay paradojas temporales. Yo presiento únicamente lo más probable, que todavía no existe porque no ha sucedido. Está en el futuro. Lo interesante es que en este caso no existiría un futuro absolutamente determinado. La tragedia que se presiente se podría evitar, pero sería extremadamente difícil puesto que la evitación corresponde a un futuro improbable.
¿Y de qué estaría construido este futuro indeterminado? Sabemos que el electrón está en muchos sitios a la vez a partir de una distribución probabilística dada por una función de onda, porque resulta que a escala cuántica las partículas son a la vez materia y energía, característica conocida como dualidad onda-partícula. Pues bien, de la misma manera, la nebulosa de posibles estados futuros estaría construida de algún tipo de función de onda dependiente del estado presente. ¿La naturaleza de un tipo de onda así? ¡Pues no tengo la más mínima idea!
Una palabra más sobre un futuro no tan inflexible y que aceptaría cambios: un ser verdaderamente omnisciente y omnipotente podría manipular la incertidumbre cuántica a voluntad, y de esa manera cambiar el futuro. En otras palabras, Dios (no los dioses griegos por supuesto) podría colapsar la función de onda a voluntad, algo manifestado raras veces en los llamados milagros, pero más frecuentemente de forma subrepticia, en el día a día, mediante pequeñas manipulaciones tal y como un piloto hace pequeñas correcciones de altitud, rumbo y velocidad a un avión en ruta.
Imagine usted un mundo inmaterial donde solo existe Dios en su magnífica unidad. Por alguna razón algunos fragmentos de Dios llamados almas se encuentran alejados de Él. Dios, en su infinito amor y misericordia diseña un plan para que las almas separadas se acerquen más a Él, finalmente fusionándose. Para ello, diseña algo llamado mundo físico, con todo y big bang, evolución, y constantes universales. El mundo físico tiene un objetivo. ¿Recuerda los juegos de video con mundos (como Mario Bros) que contienen retos a vencer para obtener puntos? Pues así es ese universo físico. Los fragmentos de Dios facilitarán la formación de complejidad creciente y a la vez habitarán estas formas de materia compleja que llamamos vida.
Antes de tomar posesión de la materia compleja (que actuaría a manera de antena o anclaje), los fragmentos de Dios beberán beber del agua del olvido, de lo contrario la experiencia perdería su gracia y finalidad. El mundo físico viene con una característica especial: un velo que impide observar más allá del momento presente, una construcción llamada tiempo.
Esta construcción tiene la intención de someter a las almas a un mundo decadente y dañino contra el cual luchar, y lo más importante, con resultados inciertos. Listo. A jugar. Acumula más puntos el alma que aprende a percibir a Dios y de esta forma busca el camino espiritual, se supera día a día aprendiendo a perdonar las faltas de otros seres del caído mundo físico, aprende a ofrecer amor incondicional (el pegamento que lo mantendrá unido a Dios) y a confiar a pesar del velo del futuro. Al final del juego (muerte física) la recompensa es extraordinaria: la unidad con Dios.
Hay seres físicos que ocasionalmente pueden visitar ese mundo inmaterial y atemporal tomando de su energía, o visualizando eventos futuros o pasados desde el área atemporal. Algunos lo hacen naturalmente y otros necesitan adiestramiento. Muchos otros han olvidado su verdadero hogar y se aferran al mundo físico y a las cosas materiales. El ruido de sus grandes cerebros razonadores es tan grande que opaca cualquier pequeño recuerdo del mundo inmaterial. Y por último hay algunos más que cursan por este mundo físico castrándoL o comiéndose a los otros por miedo, como el dios Crono.
Lamentablemente debo decirle que lo que he descrito en las líneas anteriores no es producto de mi imaginación. Es un relato típico de personas que ha pasado por una ECM, quienes declaran haber recibido la revelación sobre el verdadero propósito de nuestro paso por el mundo físico. De tener razón, el tiempo, con todo y su velo futuro no sería nuestro cruel enemigo. Más bien sería un amigo. Un gran aliado en nuestro viaje de regreso hacia Dios.
Por eso el título de este post es: nuestro amigo el tiempo.
Para profundizar más en el tema:
1. ¿Sabía usted que hay científicos que creen seriamente que el tiempo no existe? Vea el siguiente video de "REDES": El tiempo no existe Parte 1, Parte 2, Parte 3.
2. Muchos físicos creen que los viajes en el tiempo son posibles. La máquina del tiempo. Documental de la BBC Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5.
Para profundizar más en el tema:
1. ¿Sabía usted que hay científicos que creen seriamente que el tiempo no existe? Vea el siguiente video de "REDES": El tiempo no existe Parte 1, Parte 2, Parte 3.
2. Muchos físicos creen que los viajes en el tiempo son posibles. La máquina del tiempo. Documental de la BBC Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5.
Asi si vale la pena esperar ja! Maqgnifica hilvanaciòn.- Gracias por permitirnos acceder con una exposiciòn clara y entretenida al esoterico y fascinante mundo de la Fisica cuantica y otros temas.- Me supergustó el final.- Parece ser que en estado de inconsciencia y alejados del temor (de alli la importanca de la fe) se nos permite acceder a otras formas de percepción mas elevadas.- SLDS. JOSE MA. CASTILLO.
ResponderEliminarMe alegro que le haya gustado José María. Un gran abrazo.
ResponderEliminarSoberbio, simplemente sublime este post.
ResponderEliminarEstamos en la misma sintonía. Mi cabeza, siento como si va a estallar, y eso que me desmenuzo la carne en trocitos, por no decir masticada. Usted es una influencia perjudicial.
Acerca del tiempo que las personas perciben en una ECM, pues a mi parecer la mente humana trabaja en milisegundos y en realidad las cosas que más tardan son la articulación de pensamiento en palabras y codificarlo. Aun así estamos a merced de él tiempo. Lo que menciona usted de las experiencias ECM de un estado de completa comprensión del universo y en armonía expresando amor me intriga. ¿Existirá un banco de datos para todas las ideas originadas en la dimensión del pensamiento humano?
Algunas personas que creen en la Gnosis hablan de un conocimiento supremo y divino contenido en un plano superior de conciencia.
Aunque no es distinto de algunas creencias como samadhi para los hindúes o el nirvana para los budistas. Realmente debe existir un Dios o un ser Omnisciente de Laplace.
Aunque algunas creencias paganas como la “new era” hacen ver a este ser como una mera fuerza o energía que mueve el universo.
Quizas como usted dice, somos trocitos de alma, fragmentos finitos dependientes de una sustancia infinita que no depende de nadie más para existir.
Voy a leer los links que dejo de referencia abajo para seguir leyendo.
Me gusto bastante, me deleita leer temas asi.
En este artículo ha fusionado temas que me fascinan: la mitología griega y romana, la física cuántica y la visión de estos en nuestra vida. Al final pienso que todos somos como los hijos de Rea, devorados por el tiempo (de alguna u otra forma), pasamos una gran parte del tiempo haciendo planes para el futuro que en muchos casos no resultan como pensabamos porque no conocemos la posición en la que estarán los electrones que determinen el rumbo de ciertas situaciones. La teoría de Laplace era muy bien llamada "el demonio de Laplace" que afirmaba que para conocer o predecir el futuro era necesario conocer una cantidad asombrosa de información que sólo una inteligencia suprema seria capaz de procesar. Y en palabras de Einstein, el tiempo existe para que no todo suceda al mismo tiempo. Recuerdo también un programa "El reloj de Bernardo" con el que se podia "detener" el tiempo, cosa que al menos yo he deseado hacer más de alguna vez. Al final el tiempo se convierte en algo tan relativo como bien lo expresaba Shakespeare: "El tiempo es muy lento para los que esperan;muy rapido para los que tienen miedo; muy largo para los que se lamentan; muy corto para los que festejan; pero, para los que aman, el tiempo es eternidad"... Pero lo importante del tiempo es invertirlo adecuadamente. Me encantó todo lo que compartió y la forma en que lo expresa es magnífica, es un gusto leerlo, muchas gracias y un saludo. Dios le bendiga
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