El LHC pone en aprietos a Susy o, ¿Qué tiene que ver el big bang con un huevo estrellado?

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Edwin Francisco Herrera Paz. Los físicos de partículas parecen ser las personas más especiales, interesantes y raras del mundo. Con absoluta seriedad y sin arrugar el rostro proceden a explicar el por qué la materia ordinaria y todo lo que vemos no es real sino un holograma, o cómo la onceava dimensión está enrollada en un tamaño pequeñísimo que no podemos ver, tal vez tan pequeño como la distancia de Plank, o la manera en la que todo lo que vemos está hecho de cuerditas minúsculas vibrando en el espacio.  

El último juguete de estos adultos que continúan siendo niños en un armatoste llamado Gran Colisionador de Hadrones, o LHC, por sus siglas en inglés. Yo se que suena a algún aparato de tortura medieval, pero no es así. Es más bien un gigantesco imán, ubicado en la frontera Franco-Suiza, que acelera núcleos de hidrógeno (protones) dentro de un tubo hasta alcanzar energías enormes. El jueguito con este aparatoide consiste en acelerar dos haces de protones en sentido opuesto hasta alcanzar una velocidad cercana a la de la luz. Cuando los niños que vigilan el experimento piensan que las partículas van lo suficientemente rápido, las sueltan y las hacen chocar. La colisión hace que aparezcan una gran cantidad de partículas raras que luego son estudiadas para saber cómo fue el universo en sus primero instantes, o algo así.

Para hacerle la cosa más gráfica le daré un ejemplo. Tome usted dos huevos de gallina y busque la manera de acelerarlos a velocidades rapidísimas -podría diseñar una pistola especial que no destripe los huevos al disparar, por ejemplo-. Luego dispare usted los huevos uno contra el otro. Al encontrarse estallarán emitiendo una gran cantidad de clara y yema que será proyectada a una gran velocidad y que quedará embarrada en una pared, que en este caso será el detector. Entonces usted (el físico de partículas) procede a estudiar los patrones dejados en la pared por los huevos estrellados, y a partir de la información obtenida intentará dilucidar la naturaleza de la gallina que los puso. Bueno, bueno, no es una analogía perfecta pero así hice yo para imaginármelo.

Bien. El acelerador de partículas (también llamado ciclotrón) del que les estoy hablado ha evolucionado tanto que es capaz de acelerar los protones hasta una energía/masa de nada menos que ¡7 Teraelectronvolts!!!! Sea lo que sea que esto signifique. Lo que es cierto es que debe ser mucha energía puesto que un Tera es mayor que un Giga (por lo que tengo entendido). Lo cierto es que a estas energías los físicos esperan encontrar, después de analizar los datos, una gran cantidad de partículas nuevas.

A energías ligeramente mayores es incluso posible la formación de miniagujeros negros que según los físicos existirían por un tiempo pequeñísimo, tan pequeño que será insuficiente para tragarse primero el LHC con todo y físicos, y luego la tierra entera con sus habitantes incluidos su suegra y su mascota. Aunque usted no lo crea algunas personas en el rubro han manifestado su temor de que esto último ocurra (No dudo que algún físico desearía ser tragado por un agujero negro para poder estudiarlo por dentro).

Como a mí a veces me llegan un poco tarde las noticias, apenas ayer descubrí algo que me dejó perplejo: los experimentos del LHC están poniendo en aprietos a Susy. No, no. Susy no es la secretaria de algún físico, es nada más y nada menos que el nombre de cariño que los físicos le han dado a la preciosa teoría llamada Supersimetría. Verán, la Supersimetría hace que a los físicos les cuadren todos esos cálculos raros, como las ecuaciones que conducen a la unificación del electromagnetismo con las fuerzas débil y fuerte, dando una explicación satisfactoria al Modelo Estándar de la Teoría Cuántica. Por lo visto, una teoría de unificación así traería grandes avances a la humanidad, aunque todavía nadie sabe de qué tipo.

El problema es que la Supersimetría predice la existencia de ciertas superpartículas que acompañarían a cada una de las partículas que vemos todos los días en el mundo real como los gluones, fotones, electrónes y quarks. Una de de las partículas raras -tan escurridiza como el gallo que tiene mi vecino- principalmente por las grandes energías necesarias para que aparezca, es el llamado bozón Higgs. Los físicos esperaban que las colisiones de 7 Tev fueran suficientes para detectar su existencia, pero después de algún tiempo haciendo chocar protones, ¡ni seña del bosón Higgs! Y con ello Susy está un grave aprieto.

Todavía resultaría prematuro tirar la Supersimetría al cesto de la basura, más aun si consideramos que para muchos físicos esa es la diferencia entre un premio Nobel y una vida de trabajo desperdiciada. Por eso, personalmente me gustaría que por fin el LHC ayudara a encontrar a Susy. Por lo pronto ya se me ocurrió un negocio. Cuando se encuentre el bosón Higgs las camisetas con su nombre se van a poner de moda y voy a mandar a hacer unas cuantas para vender.

Saludos.
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