Por: Edwin Francisco Herrera Paz
Siempre me he preguntado por qué causas misteriosas y
ocultas al conocimiento, le ponemos límites al lenguaje escrito. Los
pensamientos son ilimitados. Podemos pensar en palabras, imágenes o ideas
puras, pero a la hora de plasmarlo en papel las letras se quedan cortas y
demasiadas veces no hay una combinación adecuada que describa a cabalidad lo
que el intelecto desbocado dicta. Por ello muchos creativos pintan, otros
bailan y muchos componen melodías que el lenguaje no podría describir ni en un
millón de años. Quiero referirme en esta ocasión a los paréntesis, esas
sonrisas ladeadas dentro de las cuales queremos contener una idea que no
corresponde al texto principal, cuyo objetivo es causar la impresión de algo que no se
quiere expresar de manera explícita, pero que no se puede omitir. Como si estuviéramos
hablando y el soliloquio se interrumpiera por un pensamiento que queda atrapado
entre los paréntesis, sin poder escapar, después de lo cual reanudamos el
monólogo.
Lo que me preocupa y a veces me exaspera es que no hay
ninguna manera "legal" de hacer un entre paréntesis dentro de otro entre paréntesis. A
veces estoy escribiendo y necesito abrir paréntesis, pero mientras escribo
entre paréntesis quiero abrir paréntesis de nuevo, pero al momento me doy
cuenta que las reglas del castellano (y si no me equivoco de los demás idiomas
(claro, con alguna excepción que confirme la regla)) me lo impiden. Sin
embargo, ¿Qué más da? Las reglas se hicieron para transgredirlas de vez en
cuando. Ahora bien, si usted es una persona atenta y cuidadosa se dará cuenta
que por fin me liberé. Con un poco de miedo pero lo hice. En algún sitio de las
líneas anteriores (tres o cuatro (creo), aunque aquí también) abrí un entre paréntesis
dentro de otro entre paréntesis. Es como estar en un sueño y soñar dentro del
sueño. ¿Le ha pasado? Uno se despierta y poco tiempo después se da cuenta que despertó
en un sueño, así que se vuelve a despertar. Y cuando por fin usted dice “ahora
sí es real”, se vuelve a despertar. Por suerte termina realmente despertándose,
pero si no fuera así nos volveríamos locos o no nos despertaríamos jamás (quedando
atrapados en un ciclo iterativo (o probablemente recursivo) sin fin).
Pienso que después de este post la lengua española jamás
volverá a ser la misma. Tal vez millares de personas que les gusta escribir, de
vez en cuando se habrán topado con la restricción de los paréntesis, pero ya no
más. Tal vez estos cientos de miles que sufren en silencio la agonía de los
amiguitos sonrientes se sentirán profundamente agradecidos con aquel que los
liberó de su secreto tormento, de la tiranía de los paréntesis. No lo sé. No
aceptaré ningún premio. Me basta la satisfacción del deber cumplido. Usted dirá
que debo ser una especie de genio con una revelación sobrenatural, pero naaa,
no es así. Soy normalito y común y corriente, aunque en realidad parezca un
intelectual superdotado atrapado en un cuerpo de actor de Hollywood y adelantado
para su tiempo. No se engañe. Se lo prometo que soy normal y solo se trata de
una falsa percepción suya. Por ejemplo, la idea de los paréntesis la tomé de
las rutinas de programación de computadoras. Los lenguajes de programación son
extremadamente escasos en palabras, y todas las maravillas que ejecuta la
máquina se pueden construir con un puñado de ellas. Pero si hay algo que se
puede manipular como a usted le dé la gana cuando elabora un programa, son los
paréntesis.
Para el caso, doña Chencha va de viaje y quiere saber si
lleva todo lo que necesita en su maleta. Abre la maleta y revisa. ¿Está la
cartera de cuero que le regaló la nuera? Si no está, la busca y la echa, pero
si está, pasa al siguiente artículo: su nica. Doña Chencha nunca dejaría aquel preciado
utensilio que la acompaña en todos sus viajes, obsequio de su marido. ¿Qué
sería doña Chencha sin su nica? Nada más que una simple fruncida viejecita nonagenaria del montón.
Su preciada nica fue un regalo de aniversario allá por 1943. Bien, la
nica está lista y en su lugar. Ahora revisa el mariguanol, pomada indispensable
para el reuma que ya la aqueja periódicamente. El mariguanol en su sitio…. Luego
la docena de calzones de algodón, sus favoritos…..
Aunque no lo crea esta lista de chequeo y la toma de
decisiones que deberá hacer doña Chencha se puede programar en una sola línea
con el uso de paréntesis. En la hoja de cálculo Excel, la ecuación de doña
Chencha sería más o menos así:
“Si(Y(Están calzones en maleta, Y(está mariguanol en maleta,
Y(está nica en maleta, está cartera en maleta), entonces me voy de viaje, de lo
contrario Y(Si (no están calzones, entonces echar calzones)Y(Si(No está
mariguanol, entonces echar mariguanol)Y(Si(No está nica, entonces echar
nica)Y(Si(No están calzones, entonces echar calzones),me voy de viaje)))))))”.
O quizá algo parecido. Si los lenguajes de programación,
tan rígidos ellos, permiten el anidamiento de oraciones entre paréntesis dentro de otros paréntesis,
¿por qué no tomar la idea y llevarla al idioma español? Brillante idea, ¿Verdad? Y por favor no, no
insista, no me lo agradezca (solo hago lo que puedo (aunque raras veces hace
uno todo lo que puede (excepto, claro está, si la mujer lo obliga))).
Saludos.
Excelente, ingenioso, ameno. Saludos.
ResponderEliminarGracias Elmer. Muy amable.
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