jueves, 28 de marzo de 2013

¿EN QUÉ SE PARECE UNA BELLA ESTRELLA DE CINE A UN ÁRBITRO DE FUTBOL?


Por: Edwin Francisco Herrera Paz

actriz cine famosa bella
Los seres humanos somos criaturas diseñadas con exquisitez y perfección. Cada detalle parece haber sido estudiado minuciosamente para dar como resultado lo que somos. ¿O quizá no es así?

Pues definitivamente no es así. Aunque somos un portento de funcionalidad, también estamos plagados de errores de diseño, y esto sucede porque la evolución se basa en lo que ya existe para construir nuevas estructuras que se adapten a los ambientes, y lo que ya existe tal vez no sea lo óptimo.

¿No me cree? Le comprendo. Cuando usted ve a su esposa o a su novia…. mmm no, mejor pondré otro ejemplo. Cuando usted observa una estrella de cine, como Megan Fox, le cuesta trabajo creer que lo que está contemplando no sea obra de un arquitecto supremo que pensó en cada pequeña curva, cada pliegue…. Usted pensará que ni siquiera el dedito pequeño del pie está fuera de lugar. Pero déjeme decirle que se trata tan solo de una ilusión. Su apreciación no es más que la necesidad que tienen sus genes de sobrevivir, y para ello deberá creer, en su mente, que lo que contempla es perfecto. El resultado es el deseo de apareamiento.

prurito espalda rascarse
¿No lo convenzo todavía? Le doy toda la razón si no cree el argumento de Megan Fox, porque a decir verdad, a veces ni yo mismo me lo creo. ¡Tan imbuidos estamos en la ilusión impuesta por nuestra biología! Pero entonces recurriré a los ejemplos específicos. De los que he pensado, uno me parece sobresaliente.

¿Alguien me puede decir por qué razón en la vida fuimos diseñados para que se nos hiciera virtualmente imposible rascarnos determinado sitio de la espalda? Existe un punto ubicado entre las dos escápulas (omóplatos) al que la mano no puede llegar, ni con un abordaje superior elevando el brazo y pasándolo sobre el hombro, ni con uno inferior realizando rotación interna y flexión del antebrazo y luego deslizándolo por la espalda, flexionando con fuerza y estirando los dedos en toda su extensión…. Pero nada. Ni por arriba ni por abajo logra usted alcanzarlo. Mientras tanto el prurito aumenta al punto del desespero.

Pepe Lobo et dedo rascadorPorque, no me diga que a usted no le ha pasado esto. Sucede todo el tiempo, en los momentos menos indicados. Usted se encuentra en un coctel diplomático con un plato de canapés en una mano, la copa de vino en la otra y platica nimiedades con el Primer Secretario de la Embajada de Lituania mientras pone cara de que está reparando el planeta Tierra. De repente siente la picazoncita. Primero mueve los hombros disimuladamente para ver si se quita, pero nada. Más bien la comezón va en in crescendo, como si se tratara del “Bolero” de Ravel.

Prurito picazon espalda oso negroPasados unos segundos, la sensación comienza a hacerse más incómoda y en un intento de autocontrol, se le queda viendo fijamente al diplomático y le comienzan a llorar los ojos. Ya no aguanta más, pide permiso a su interlocutor, busca un lugar donde dejar el plato y la copa y sale semi disparado pero disimulando hacia el baño, entra intempestivamente, y a pesar de que la experiencia le ha enseñado una y otra vez que no se puede alcanzar ese fugaz e inaccesible punto de la espalda, trata en vano por arriba y luego por debajo, y al verse fracasado en el intento busca un poste, una columna, una pared…. Cualquier cosa con tal de desahogarse. Por fin encuentra el filo de una pared y procede a apoyar la espalda y a realizar movimientos ascendentes y descendentes como si de un oso rascándose en un árbol se tratara, y nota como la verdadera paz va retornando a su alma. ¡Cual glamour! ¡Cual centro de la creación!

Libreo de la selva rascándose
Resulta que las normas sociales no ayudan en nada a la hora de paliar con esa imperfección de diseño que cargamos a cuestas. Si a usted le pica el párpado derecho, por decir algo, se lleva su dedito disimuladamente y ejecuta el rascado. ¿Pero la espalda? Si usted se encuentra solo, no importa. Busca la herramienta adecuada, que puede ser una vara, un lápiz, o si tiene suerte, una manito rascadora que se puede conseguir a un precio módico en algún sitio donde vendan baratijas indispensables para el diario vivir. Cuando está con su pareja, basta con decirle tiernamente, “¿Me puedes rascar la espalda mi vida?” Y procede a darle las indicaciones como si estuviera dirigiendo a alguien que estaciona su vehículo, hasta que encuentra el punto exacto: “Más a la derecha…. No no no, un poquito más al centro…. Mas abajito….. si si, si allí, allíiii, duro, más duro…. Aaaaaaaah que alivio”.

Muy diferente es la cosa en público. ¿Cómo busca usted una vara o una pared para rascarse de manera disimulada? Imposible. Y esa, mi querido amigo, es la prueba más fehaciente de nuestra imperfección. Porque aunque le resulte difícil de creer, hasta a la Fox le ha picado la espalda alguna vez en el set de filmación, no digamos a nosotros simples mortales comunes y corrientes, a veces más corrientes que comunes o viceversa.  

Si todavía no lo he convencido y sigue creyendo que el Génesis I debe ser interpretado textualmente; que Dios nos moldeó del barro y literalmente sopló aire de su aliento para darnos vida, piense de nuevo. Le daré otro ejemplo y hasta allí lo dejaré.

futbol sancionesTodos somos hijos de Dios, ¿No es cierto? Entonces la lógica nos dicta que los árbitros de futbol también son hijos de Dios, aunque en un partido sea más probable que a quien le saque a relucir usted sea a la mamá. Pero asumamos que sí, que también son hijos de Dios los árbitros. ¿Se ha fijado la manera en la que durante un encuentro los réferis de futbol son capaces de cruzarse la cancha enterita corriendo de retroceso? ¡Increíble! Y lo hacen sin voltear a ver, una práctica común en los cangrejos pero que en los humanos resulta contraproducente. Contésteme entonces, ¿Por qué Dios, en su infinita misericordia, no se acordó de los árbitros de futbol y les puso un ojo extra a nivel del occipucio o de la nuca? No solamente podrían correr hacia atrás con mayor soltura y agilidad, sino que también serían más certeros ahorrándose las mentadas de madre de los aficionados.

Entonces sí, somos imperfectos. Se me antoja muchísimo más verosímil y digno de nuestro Dios, la creación de un conjunto de leyes que permitieran la actuación del mecanismo evolutivo para formar seres pensantes como nosotros. Además, la evolución es eficiente y hace que nos podamos adaptar continuamente a entornos cambiantes, y eso, con partes ya existentes gracias a la evolución pasada, lo que sería imposible si hubiésemos sido diseñados tal cual y ese diseño fuera inmutable.

Por ello si al terminar de leer este post le pica la espalda, por favor no me culpe a mí. Es la evidencia de su imperfección y la culpa es de la evolución.

Saludos. 

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