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Yo seguía sin comprender hasta que un día, ya entrado en la adolescencia, debido a la disposición de los espejos en los vestidores de una tienda por fin pude observar mi propio perfil. Debo confesar que me sorprendí un poco. Me di cuenta de que mi nariz era algo grandecita, pero yo continuaba con la inquietud. ¿A quién se le ocurría hacer mofa de este exuberante monumento a la respiración? Hasta que un día encontré la respuesta. El problema era que a nadie le gusta “ver nariz bonita en cara ajena”.
En la universidad continuaban molestándome por mi nariz. Algún compañero me comparó con Syrano de Bergerac, aquel famoso personaje del que se decía que “érase un hombre a una nariz pegado”. Yo lo tomaba por el lado amable y supuse que la comparación se debía a mi altisonante elocuencia, como la del personaje. Cuando así se lo manifesté a mi compañero este me pidió que por favor, por piedad, no tuviera tantos momentos de INSPIRACIÓN, ya que amenazaba al resto de la humanidad con dejarla sin oxigeno. Aun hoy me continúo preguntando que me habrá querido decir.
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Un análisis más detallado de las fotografías de mis familiares descendientes de inmigrantes italianos me llevó a la conclusión de que sí, mi nariz tenía que ser de herencia europea, específicamente del tipo romano como el que aparece en los bustos de algunos emperadores.
Para verificar mi sospecha me di a la búsqueda en internet donde me encontré con una interesante clasificación en una página web. Según el autor las narices se clasifican en catorce tipos: Chata, Recta, Carnosa, Halcón, Puntiaguda, Griega, Aguileña, Romana, Rumpole, Celestial, Lenin, Redknapp, Presidencial y Tara. Sobre la romana (mi supuesto tipo) dice: “La nariz romana, como la del actor Tom Cruise, aparece en casi 9 por ciento de las personas, todos ambiciosos, valientes y de pensamiento claro.” Aja, ¿Así que Tom Cruise tiene una nariz como la mía? Vaya. ¡Resultó igualado el actor!
De cualquier forma aunque usted no lo crea mi nariz grande resulta ventajosa en algunos aspectos (mientras no baje mucho la cabeza porque se raya el piso). Por ejemplo, el mayor trayecto que debe recorrer el aire antes de llegar a los pulmones la convierte en un excelente filtro de contaminantes y bacterias. Por otro lado, cuando nado dorso no importa si me hundo un poco, de cualquier forma puedo respirar pues mi nariz toma la función de un esnórquel natural. Además, cada vez que hago una carrera con alguien inevitablemente le gano por una nariz.
Bien, aun no he dilucidado del todo si mi gran aditamento facial se debe a genes amerindios, europeos, o si se trata más bien de la sumatoria de genes, pero si usted tiene una opinión desfavorable con respecto a mi nariz, yo lo entenderé. Sabré que se trata de la natural tendencia del ser humano a no gustarle “ver nariz bonita en cara ajena”.
Saludos.
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Estuvo soberbio! Incomparable! Por un momento sentí que estaba narrando mi biografia.
ResponderEliminarYo también sufrí por mi nariz, mi hermano solía decirme nariz de piocha. Lo curioso es que mi hermano tiene la nariz chata.
Ahhh…. La envidia de la gente por no poder tener una nariz ostentosa y distinguida.
Qué alivio pensé que era solamente yo. Recuerdo que cuando tenía 14 y 15 me acomplejaba mi nariz, mi cabeza parecía un globo con una zanahoria gigante (creo que aun sigue así).
Pero ahora me ha llegado a gustar mi nariz, no la cambio por nada, también investigue el origen de las narices grandes en la historia y siempre destacan los apelativos épicos para caracterizar a los personajes sobresalientes con una nariz grande.
Creo que eso explica muchas cosas, como por ejemplo:
-Cuando yo entraba a clase de genética e inmunología sentía que habían anomalías en la presión del aire, claro usted estaba compitiendo conmigo por el preciado gas.
Imagínese nuestras ventajas en una maratón, asomando la cabeza a la línea de meta podríamos ganar por una nariz.
Y segun lo que lei, la nariz y las orejas nunca dejan de crecer.