sábado, 29 de octubre de 2011

El Próximo 31 de Octubre la Poblacion Mundial Alcanzará los Siete Mil Millones de Habitantes

Por: Edwin Francisco Herrera Paz.

Este 31 de octubre, día de los brujos (por respeto a las mujeres), nacerá oficialmente el habitante humano número 7 mil millones de nuestro planeta tierra. En Honduras para esa misma fecha se espera que la población alcance la risible cantidad (en comparación) de 8 millones.

Pero, ¿Qué problemas potenciales trae el aumento de la población en el mundo? ¿Se volverán realidad las pesadillas maltusianas y moriremos de hambre? ¿Hay alguna solución? Durante el siglo pasado los temores de la humanidad sobre la teoría de Maltus activaron las alarmas de los gobernantes del mundo. El gobierno de China instauró sus medidas antipopulares de control de la población, lo cual aunado al tristemente célebre movimiento eugenésico originó rechazo global al mismísimo término “control de la natalidad.” Pero eso no debe hacernos apartar la mirada del hecho de que el aumento del número de habitantes del mundo representa un verdadero problema.

Para el año 1800 la población del mundo había alcanzado la nada despreciable cifra de mil millones de personas. En los siguientes años la población experimentó un crecimiento aproximadamente lineal,  alcanzándose los dos mil millones para 1930. Pero fue el siglo pasado el que disparó el crecimiento exponencial de la población, gracias a las mejoras en la salud pública con un gran impacto en la disminución de la mortalidad infantil, el combate a enfermedades infectocontagiosas, y el surgimiento de los cultivos extensivos. Y en el futuro inmediato estaremos viendo ostensibles mejoras en las ramas biomédicas, que permitirán bajar la tasa de mortalidad de enfermedades relacionadas con la vejez, aumentando la expectativa de vida y con ello la población mundial.

El crecimiento exponencial determinó que para 1974 la población alcanzara los cuatro mil millones, y para finales de siglo los seis mil millones. Actualmente, solo once años después, la población está alcanzando los siete mil millones. Sin embargo el crecimiento se ha desacelerado ligeramente, aparentemente tendiente a alcanzar un máximo en las próximas décadas.

El territorio donde albergar semejante cantidad de almas no es problema. Se ha dicho que con una adecuada distribución, se podría acomodar esta cantidad en el territorio de Francia, manteniendo una densidad poblacional inferior a la de la ciudad de Nueva York. La producción de alimentos y otros bienes de consumo primordiales no ha representado un problema. El mundo produce más de lo que necesita para nuestra supervivencia. Sin embargo, un gran porcentaje de la humanidad aun se encuentra bajo la línea de extrema pobreza, especialmente en países de África y América (como Honduras).

Se ha demostrado que un método fiable para disminuir la tasa de natalidad es aumentado la calidad de vida. Los países en la cima en cuanto a ingresos per cápita exhiben la menor tasa de natalidad, mientras los países más pobres presentan las mayores. Esto es así por la sencilla razón de que el costo energético de criar un hijo en un país desarrollado es muy superior al de un país pobre. Como la probabilidad de supervivencia es menor en el país pobre y el costo energético de la crianza bajo, compensatoriamente se aumenta la tasa de natalidad. Por ello  en la actualidad son los países más pobres los que están contribuyendo con la explosión demográfica.

El capitalismo moderno ha representado un importante elemento en el desarrollo de los países industrializados por lo que, a simple vista, parece una buena idea intentar exportar sus principios de libertad de acción y libre mercado a los países pobres. Se ha dicho que bastaría con aumentar el producto interno bruto de estos países para estabilizar la población mundial, sin embargo el problema no es tan simple.

Dijimos que la producción mundial es más que suficiente para mantener a todos los humanos de la tierra. Sin embargo, tanto como el 20% de la producción se queda en los Estados Unidos, la primera economía del mundo, y una cantidad similar en Europa y los países industrializados de otros continentes. Es decir, más de la mitad de la producción está destinada a un pequeño porcentaje de la población. Se ha calculado que la mitad de la producción mundial de alimentos se pierde, ya sea en el proceso de transporte o en la basura de las casas y restaurantes de los países industrializados.

Basura electrónica en la India
La cantidad de desperdicios y contaminación producida por los países industrializados es enorme. Gran parte de la basura producida por los Estados Unidos es exportada a países en desarrollo, como la India, donde los desechos tóxicos, como partes de aparatos electrónicos, está creando un verdadero problema ambiental. Por lo tanto no es deseable querer aumentar el consumo energético global (desde luego en lo que al consumismo se refiere) a los mismos niveles que los países industrializados. Si todos los seres humanos de la tierra consumieran la misma cantidad de energía que un habitante de un país industrializado, la basura y contaminación crecerían exponencialmente ocasionando un desbalance ecológico cuyas consecuencias son difíciles de predecir, pero que con toda seguridad serían desastrosas para la humanidad entera.

Gigantezca isla de basura
flotando en el Pacífico
Otro motivo de preocupación es la migración de las áreas rurales a las ciudades. Para el 2008 la población urbana mundial sobrepasó a la rural. El proceso de urbanización global ha hecho que el número de habitantes de las ciudades aumente, trayendo como consecuencia problemas como el alza de la delincuencia y el desempleo. Para 1975 existían en el mundo tres ciudades cuya población excedía los diez millones de habitantes. En la actualidad hay 21. No obstante, la experiencia natural nos ha mostrado que el proceso de urbanización es inevitable e indetenible. Todos los sistemas vivos tienden a agruparse, con el tiempo, en comunidades progresivamente mayores en tamaño y complejidad.

Las estrategias, entonces, no deben ir encaminadas a frenar el éxodo del campo a la ciudad, sino en preverlo y tomar las medidas pertinentes en la planificación urbana a largo plazo. De la misma manera, la solución a los problemas del mundo no se encuentra en el aumento del consumo de energía total. El alivio de la situación mundial no está en elevar la producción muy por arriba de la actual, sino en distribuir mejor y más eficientemente los recursos, tanto entre países, como dentro de los países. En suma, reducir la desigualdad en el consumo energético.

El mundo atraviesa en estos momentos una etapa de transición como pocas en la historia de la humanidad. El género humano no solo está creciendo en número, sino en complejidad gracias a la mejora en las comunicaciones. Nunca antes los ciudadanos comunes habíamos estado tan interconectados. Los gobiernos actuales se están volviendo ineficientes en la búsqueda de soluciones a los problemas apremiantes de la humanidad, y es por ello que nos encontramos a las puertas de una revolución ideológica y social sin precedentes conducente a la búsqueda de mejores sistemas de gobierno, de distribución de la riqueza y del poder.

Pero mientras ese momento llega, brindemos por el nacimiento del habitante número 7,000,000,000 el próximo día de Halloween. Esperemos que no sea un brujito. ¡Salud!
Coeficiente GINI de desigualdad por país. El coeficiente es un número entre 0 y 1. Cero corresponde a una distribución perfectamente equitativa de los ingresos entre todos los habitantes del país. Uno corresponde a una distribución perfectamente desigual, con una persona obteniendo todo el ingreso del país y las demás ningún ingreso. 
Mapa de la tasa de asesinatos por país. Se puede ver una fuerte correlación entre la desigualdad económica por país (ver mapa anterior) y la tasa de asesinatos por país. 
En el siguiente video Richard Wilkinson muestra la manera en la que en países industrializados, es la desigualdad en los ingresos económicos la que se correlaciona con importantes indicadores sociales, y no el producto interno bruto. 

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miércoles, 26 de octubre de 2011

CONVERSACIÓN EN EL TAXI: LO BUENO, LO MALO Y LO FEO

Por: JOSÉ MARÍA CASTILLO HIDALGO.

Había pasado bastante tiempo, más de un año tal vez, desde que todo terminó. Ciertamente aquella relación había acabado como empezó: De repente. Una furia, una mirada vacía, un disimulo y a volar. Tres años de nuestras vidas que fueron un mar tormentoso, se corrieron por la cañería en un instante y no quedaría más nada, a no ser por un cierto sabor a desconcierto, unas cicatrices amorfas invisibles y estas líneas torcidas que con un sentimiento vago, hoy escribo.

Ahora que lo pienso fríamente, fue una mano de baraja arriesgada la que sin vacilaciones aceptamos jugar y hacer fuertes apuestas, no obstante que invariablemente, los pronósticos parecían reservados, por las brechas, por las diferencias, por los abismos.

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Como suele suceder, fue por medio de una intermediaria que convenimos en volver a vernos. Inmediatamente que la vi, las sinapsis sucumbieron con un sordo estrépito. Porque ciertamente todavía tenía presente cómo mis entrañas fueron arrojadas en la carretera panamericana y les tocó ser arrolladas por los cabezales, los traileres, las volquetas, los buses, las carretas, las motos, las bicicletas, los semovientes y los simbiontes que llenos de guaro regularmente la recorren zigzagueantes los domingos y demás días de fiesta nacional.

Nos reunimos para estar solos, pero rápidamente mi corazón recuperó el mismo ritmo pausado con que había llegado, pues de propia cuenta ya no quiso dejarse embrujar por aquellos enormes ojos negros de miradas lánguidas, por aquella piel canela rugiente, los labios voluptuosos y trémulos, los dientes blancos roedores, las curvas con despeñaderos, el toqueteo juguetón que avanza con paso firme a redoble de tambor y aquella sonrisa, pórtico de la feria, la pachanga, el revolcón y el desvelo.

Todo cambia y todo cambió. Y todo volvería a cambiar una vez más cuando después de las demás circunstancias que se dieron, ella habló. Cuando empezó a hablar fue para decir cosas banales y coloquiales, pero sirvió para que sintiera su voz como el timbre de arranque para retomar interna, silenciosa y paralelamente a lo que actualmente hablábamos, el hilo de las disputas, los alegatos, los disgustos, en el mismo lugar en donde los dejamos. Parecía que de una manera extraña y mágica nuestras emociones habían seguido a pie juntillas en contubernio tácito, el consejo de mi abuelita para que NO se extravíen las cosas: “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”, allí estaban pues, cada tópico de discusión en su casillero y todo disgusto con su placa de identificación, grande y de colores surtidos.

Allí, detrás de lo que en apariencia decíamos, estaban los fantasmas de las diferencias de criterio ululando, las estribaciones heterogéneas lanzando improperios, el grito subseguido del mutis llorando a moco tendido, los labios empurrados haciendo crujir los dientes, en fin, el síndrome de discutir por discutir que se cernía y amenazaba con volver con una venganza y una mochila de acampar, y que se alistaba a acometer como una locomotora con bayoneta en ristre. Y se asomaban allí no mas, el estómago que se retuerce, la célula recóndita que convulsiona, la garganta atravesada por un cucharon sopero y el alma misma que se carcome desde su centro porque de manera magistral se le espolea el odio a sí misma y que de manera paradójica, tiene mil y un ardid para empajarse en el alma ajena, pero NO ha sido capaz de crear una estrategia para protegerse a sí misma de las agresiones exógenas, reviviendo en nosotros mismos una vez más, los conflictos psicosexopasionales ancestrales y atávicos, hasta descender a la raíz del árbol mismo, donde el mono sin un paraguas, se encuentra protegido contra la lógica pero NO de la inclemencia y la grosería que nos llueve desde los poros, y que a ratos se arrepiente de haberse vuelto humano.

Después de esto y aquello, NO podía saber qué tanto ella sentía lo mismo que yo, pues ya sus ojos NO me decían nada, pero en sí, básica y definitivamente yo sentía apenas un alborozo derretido y superficial, una reminiscencia fundida, un despertar que descubre que todavía NO es la hora de despertar, mientras danza en las afueras el hastío del mediodía. Y aunque nuestras manos se encontraron instintiva y automáticamente, y la sentí tibia, NO me calentó el corazón ni me motivó la sinrazón. La sentí suave pero mi corazón se encasquilló y aunque la sentí húmeda como un oasis en medio del desierto, mi corazón se sintió harto y autosuficiente, como una represa hasta el tope. No de su océano, que nunca iba a estarlo, sino de aquellas discusiones, de los alegatos y berrinches, que como ríos jamás dejarían de fluir entre nosotros aún transitando en los laberintos del silencio.

Al terminar nuestro encuentro y al avanzar el taxi en que nos movilizábamos, pude vislumbrar que NO. Ya no discutiríamos y NO precisamente porque ya NO tuviéramos nada que discutir. Entonces ella me dijo para enfatizar alguna de sus expresiones que venían a través de un agujero de gusano en forma de un eco malsano: “Nadie es más que yo ni nadie va a gobernarme. Ni aquel por ser supuestamente más inteligente ni más preparado, ni aquella por ser dizque más bonita, ni ese por ser de la nobleza inglesa, ni este otro por ser un ricacho. Ni este por ser hombre y yo una simple mujer o por ser este blanco o porque es negro, mestizo, cobrizo o chinizo. Nadie vale más que yo, porque todos somos iguales.” Yo voltee al lado opuesto, aunque sin soltarle la mano, y vi los transeúntes anónimos y dispares aplastando las aceras, los edificios desordenados y descoloridos, el cielo encapotado y las antenas de la telefonía celular con miles de voces, calladas de mentira, desentonando.

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Sentí un pasmo agolparse en mis venas del cuello y pude ver nuevamente directo a aquellos ojos negros que tanto había adorado tan cerca de mí. Inspiré hondo y dejé escapar una respuesta que hacía un instante exigía volver por sus fueros: “¡Jesús y María Magdalena, claro que NO! Casi nadie es igual. Hay quien se esfuerza toda la vida y hay quien se acomoda en toda su extensión y sus variantes intermedias, y en lo único que se parecen, es que todos quieren lo mejor, lo más fino, lo más arreglado. Hay quien es bueno y quien es malo, no intrínsecamente pero si por equivocar el ángulo óptico de las cosas, y así NO consiguen que las cosas funcionen ni se mejoren, pero NO por ello dejan de querer para sí lo mejor, porque NO entienden la diferencia. Las personas NO valen igual porque hay unas que son más útiles a su prójimo, les resuelven los problemas, les dan vida a los proyectos de vida, y saben ser justas aunque NO dejan de tener presente que NO son dueños de la justicia, pero hay otras que NO saben ver más allá de sus propias narices, mi vida”.

En ese momento el taxista miró por el retrovisor directo a mis ojos pero se calló algo que creyó iba a decir... con un leve gesto le agradecí y continué: “Lo que pasa es que yo soy yo, y en ese sentido, ciertamente yo soy el punto de partida para todo, y desde allí yo soy lo más importante y de lo que depende si hay o no vida, mi vida, pero para ser realmente importante para los demás debo abandonar mi propio punto de partida”. Y para mis adentros pensé un viejo pensamiento con un nuevo matiz: Esto parece que NO es algo de fondo sino de forma y NO nos afecta directamente ni es vinculante para ella ni para mí, pero lo que sí nos abruma desproporcionadamente es este maldito resabio de discutir, del cual mientras estemos juntos y vivos, ya NO podremos escapar. Justamente alcanzábamos el lugar donde, por la ruta que llevábamos, yo tenía que bajarme primero. Pagué las carreras, le di un beso y me bajé. Ya desde la calle agachándome un poco le dije: “Nos vemos”. Ella permaneció inmóvil, sentada con la falda amarilla y corta sobre las piernas cruzadas, con la mirada fija precisamente donde yo NO estaba y con una lágrima prieta rodando en la mejilla le dijo al viento: “A saber dónde”. El taxista arrancó violentamente haciendo chillar las llantas y le quedó de pelos.

La Ceiba, Octubre 26, 2011.

Post Scriptum:

Cuando ella dijo la palabra “chinizo” me hubiera gustado decirle: Fijate que tu expresión me parece muy afortunada para designar al grupo humano de ojos rasgados, como ser los japoneses, coreanos, filipinos, etc., incluidos los propiamente chinos. Me parece superior a “oriental” porque la ubicación es relativa. Nosotros estamos al Oriente de ellos si tomamos hacia la derecha en el globo terráqueo en la forma en que convencionalmente se representa y de todas maneras son varios y de distintas características los grupos humanos propios de “Oriente”. Y mejor que asiático, porque el grueso de la población de la India, que NO es poca, es también asiática amén los árabes, etc, pero son de “tronco blanco”, (aunque es bastante común el color oscuro de piel) y sin ojos almendrados. Y mejor que achinado, porque achinado soy yo y mi vecina, por tener los ojos rasgados (pero sin el pliegue epicántico característico y sin los otros rasgos mongoloides). 

Decirle a una mujer “china” a secas es inexacto, porque puede significar que es de la China, bien o no con los rasgos de la “raza amarilla” o que es achinada aunque NO de la China o que es lampiña pero oriunda de estos lados o una variedad de “mestiza” del Caribe o por ser la empleada doméstica que cuida a los niños. Tan es así que a los niños cuando se les levanta de donde están se dice que se les “chinea”. A propósito, para los propiamente “indios” de la India (y que tienen las características del grueso de la población de la Península Indica) que tal el neologismo “indiso” para evitar las confusiones que ofrece la palabra indio, por aquel error histórico colombino en que se aplicó el adjetivo indio a nuestra querida indiada (los indígenas de las Américas de la cual obviamente soy digno espécimen aunque con trazas varias) y todavía de uso generalizado, lo que NO contribuye a tener un lenguaje con vocablos precisos. Hindú se refiere a los seguidores de la religión llamada Hinduismo de la India, o por lo menos así se le debía delimitar. Hindi es la lengua hablada en la región central de la India y lengua oficial y federal de ese país... Pero ya ven, NO le dije nada por temor a que me contestara: “Whatever,” y de todas maneras el tiempo apretaba ;) 

Salud!

sábado, 22 de octubre de 2011

La Veracidad del Mundo Físico y el Color que No Existe

Por: Edwin Francisco Herrera Paz. ¿Se ha puesto a pensar alguna vez sobre la veracidad del mundo que le rodea? Generalmente no reflexionamos sobre la verdad del mundo físico debido al proceso de adaptación que experimentamos desde la más tierna infancia. Damos por hecho el discurrir del tiempo, que todo efecto va precedido por alguna causa, que otros seres similares a nosotros mismos ven el mundo de manera similar, y que lo que experimentamos es fiel reflejo de la realidad. 

Sin embargo la filosofía popular nos ha mostrado a través de películas como “The Matrix” que la realidad bien podría ser una simulación. Las especulaciones de este tipo están basadas en la ciencia real, y no es difícil imaginar la existencia de seres vivos en un mundo simulado de ceros y unos. Si fuéramos los artífices de una simulación así, podríamos inventar mundos a nuestro entero deseo.

Podríamos ir un paso más allá y conectarnos nosotros mismos a los seres simulados y vivir las experiencias de esos seres virtuales. Entonces nos convertiríamos en una especie de avatares, con una existencia real pero con nuestros sentidos conectados al mundo virtual. Si nuestra memoria del mundo físico fuera eliminada, no habría forma de saber que en realidad vivimos en un mundo virtual.

Corteza somatosensitiva en el
lóbulo parietal
Lo que nosotros experimentamos como seres humanos no es en absoluto la verdadera realidad física. Para poder interpretar y responder al nuestro ambiente, las señales externas tienen que ser convertidas por completo mediante un proceso de transducción, de la misma manera en la que un aparato de radio decodifica una señal electromagnética y la convierte en sonido.

Cada uno de nuestros sentidos nos informa del entorno por medio de señales de conducción eléctrica enviadas directamente a nuestro cerebro. Podemos “censar” el mundo por medio de nuestros sentidos. Pongamos el tacto. Dicho sentido está construido por un gran número de receptores en la piel que responden a los cambios mecánicos enviando señales eléctricas que llegan a la corteza cerebral sensorial, encendiéndola o “iluminándola”. Pero dicha iluminación puede ser inducida mediante estimulación directa, digamos, por medio de un electrodo colocado directamente sobre la corteza. Por lo tanto la percepción de un objeto en contacto con nuestra piel no tiene que ser real para poder ser experimentada.

Con cada uno de nuestros sentidos podemos calcular la intensidad de los estímulos. Un estímulo más intenso hará que las señales se envíen a una mayor frecuencia. Pero para poder discriminar entre una enorme gama de intensidades, el sistema nervioso debe modular la señal y ser comprimida en una escala logarítmica. Esto es, un estímulo con el doble de energía será captado por nuestro sistema nervioso como levemente más fuerte. Lo mismo es cierto para el tacto, la intensidad sonora, o la lumínica. En ningún caso nuestra percepción es un reflejo absolutamente fiel de la realidad.

Pero como estamos tan acostumbrados a captar el mundo de esta manera, la cual hemos aprendido por medio de ensayo y error, no nos damos cuenta de la irrealidad de nuestras percepciones, y ejemplificaré esto con nuestra experiencia de los colores.

¿Que es el color? Es simple y sencillamente la percepción de la longitud de onda de la luz. ¡Y no hay nada más extraño en este mundo que la luz!

La luz está compuesta de partículas llamadas fotones. Todos podemos intuir lo que es una partícula. Es algo material, tangible, con un peso determinado. Pero las partículas de luz tienen la singular característica de no tener masa. O sea, un fotón es una partícula que lo es pero no lo es al mismo tiempo. Y como no tienen masa, son las partículas más veloces. Ninguna otra cosa en el cosmos puede alcanzar la velocidad de la luz, o al menos eso es lo que propone el paradigma de la relatividad especial.

Bestiario de partículas subatómicas
De acuerdo con las rarezas descritas por la física cuántica, el fotón, como toda otra partícula, tiene una naturaleza dual. Es decir, además de partícula es una onda, algo sin parangón en nuestro mundo cotidiano. Y como es una onda entonces un fotón tiene una frecuencia y una longitud de onda.

Pues bien, la longitud de onda de un fotón es la que determina su energía y la que lo ubica en algún lugar del llamado “espectro electromagnético”. Los seres humanos y los demás seres biológicos solo podemos detectar una pequeña parte del espectro electromagnético. Esto es así por una razón evolutiva práctica: los fotones en la parte media del espectro son los más abundantes en la luz del sol, y los únicos que logran pasar por completo la atmósfera terrestre, por lo tanto pueden servir para la detección de objetos por medio de la vista. Pero la luz visible es solo esa pequeña parte del espectro que se encuentra entre las longitudes de onda de 380 nanómetros, correspondiente a la luz violeta, y los 780 nanómetros correspondientes a la luz roja.

Espectro electromagnético
La retina humana es un órgano fotosensible, es decir, con la habilidad de detectar los fotones reflejados en la superficie de los objetos, y por ende, con la facultad de reconstruir las imágenes. Las células fotosensibles son de dos tipos: los bastones, que contienen pigmento que detecta los fotones independientemente de su longitud de onda, y los conos, que son de tres tipos: rojos, verdes, y azules. Cada uno de estos tipos contiene un pigmento fotosensible particular que detecta los fotones en un rango determinado de longitud de onda. Los conos rojos, por ejemplo, detectan la luz de longitud de onda desde los 490 nm hasta los 780, pero su máxima sensibilidad se encuentra alrededor de los 600 nm, correspondiente a la luz anaranjada.

Cuando observamos una luz compuesta de fotones de todas las longitudes de onda visible, los tres tipos de receptores se estimulan y el cerebro lo interpreta como blanco. Lo contrario a esto es observar una sola longitud de onda. Este tipo de luz se denomina monocromática. Cada color de la paleta tiene una longitud de onda asignada en el espectro electromagnético. Pero, ¿Qué sucede cuando observamos luz compuesta por fotones de dos longitudes de onda diferentes? En este caso la retina hace un cálculo interesante: promedia las dos longitudes de onda y observamos el color correspondiente a la luz monocromática de ese promedio.

Conos y bastones en la retina
Por ejemplo, si usted juntara un haz de luz monocromática, digamos, de 450 nm (azul), con uno de 650 nm (naranja) de la misma intensidad, ¿Qué observaría? Pues una luz verde correspondiente a la misma sensación que produciría un haz de 550 nm. Por eso, no hay manera de saber si el color que estamos viendo en un momento determinado es monocromático o una mezcla de colores que producen la misma sensación que ese color.

Lo anteriormente dicho es cierto para toda la gama de colores del espectro, excepto para uno. Un color que no existe. Un invento de nuestra mente cuya causa sigue siendo un misterio para físicos y fisiólogos. Si mezclamos luz roja de 700 nm o más con luz violeta de 400 nm o menos, al promediar las longitudes de onda deberíamos observar el color verde de alrededor de 550 nm. Sin embargo, misteriosamente esto no sucede. En su lugar la mente crea el color rosa. O sea, el color rosa no existe ya que no tiene un equivalente monocromático; no tiene ninguna longitud de onda asignada en el espectro electromagnético.

Es duro para los que gustan de ese color. ¿De qué manera se le explica a una niña de seis años que su más preciado tesoro (su peluche de Hello Kitty) en realidad no existe? ¿Qué da lo mismo que tenga una amiga secreta porque el dulce animalito es solo producto de una jugarreta de la mente? ¿Cómo se les explica a los jugadores del Motagua de Tegucigalpa que lo mismo les daría salir al campo sin camisola porque la de color rosadito que tienen es inexistente? No lo sé. Tal vez con mucho tacto.

Pero esa es la triste realidad, y una evidencia adicional de lo engañados que estamos al confiar en nuestros sentidos para interpretar el mundo físico. El color rosado es un fantasma de nuestra consciencia, un vestigio, o tal vez el relleno de algún bache evolutivo cuya naturaleza se nos escapa. No debería existir, y sin embargo existe.


Al igual que las misteriosas partículas que lo componen, el color rosado es y no es al mismo tiempo, y su existencia depende por entero de la existencia de nuestra propia consciencia. 

lunes, 17 de octubre de 2011

Zombis Entre Nosotros

Por: Edwin Francisco Herrera Paz. No, no estoy hablando hoy del embrutecimiento que produce la publicidad continua sobre la psiquis de los consumidores. Hablo de esos otros zombis, o muertos vivientes, que han sido popularizados por Hollywood en diversas producciones que hacen las delicias de las mentes retorcidas amantes de la sangre y la alimentación a base de sesos humanos.

En la realidad los zombis son humanos que, por haber cometido alguna falta, han sido castigados con el proceso de zombificación. En Haití, aunque un gran porcentaje de la población es de denominación católica la realidad es que la religión más practicada es el vudú o vodum. Según Wade Davis, etnobotánico de la Universidad de Harvard, la persona que comete un crimen en aquel país caribeño, bajo el régimen vudú tradicional, es castigada por el Bokor o hechicero con la exposición a un conjunto de substancias que inducen una muerte aparente. Entre esas substancias está la tetrodotoxina, un potente veneno que se encuentra en el hígado del pez globo o fugu. Por cierto, este pez constituye una delicia culinaria entre los  japoneses quienes han perfeccionado el corte del hígado para minimizar la acción de la toxina, a pesar de lo cual se registran algunas muertes cada año por intoxicación en el país del sol naciente.

Las toxinas en el complejo extracto inducen entonces al enlentecimiento de los signos vitales del castigado hasta el punto de aparentar la muerte. Al ser revivido mediante un ritual, el individuo se convierte en un muerto viviente o zombi, ahora esclavo del Bokor.

Hollywood ha ido un paso más allá de la tradición vudú haitiana y ha inventado un nuevo concepto de zombi. Para Hollywood, un zombi es una persona infectada con una especie de virus que toma el control del sistema musculoesquelético y nervioso de la víctima después de muerta. Una vez que el mencionado virus ha secuestrado la conducta del difunto, produce en él o ella un gran apetito por cerebros humanos, debido a lo cual buscará atacar a otras personas facilitando la dispersión del virus.

El punto clave del concepto de zombi es la capacidad que tiene el bicho de esclavizar y secuestrar la conducta de la víctima en beneficio propio. Pero, ¿Será que en la naturaleza  es plausible la existencia de algún virus o parásito de este tipo? La buena noticia para los amantes de los zombis es que su existencia no es solo factible sino un hecho científico bien documentado.

Hasta el momento se han registrado en la literatura algunos casos de parásitos que producen un comportamiento zombi en la víctima, pero solo me referiré aquí a los tres casos que considero finalistas en el concurso "Miss Zombi Internacional" del mundo biológico.

Tercer lugar: Danzando bajo la lluvia

El baculovirus es un virus que infecta invertebrados, especialmente orugas. Básicamente lo que hace el virus es posesionarse de la mente de la oruga infectada. La obliga a subir un árbol hasta las hojas más altas donde se inmoviliza mientras el virus se replica dentro de ella. Ciertos genes en el virus hacen que la oruga literalmente de disuelva y licue. Luego, estalla produciendo una lluvia cargada de partículas virales que infectarán a sus congéneres que se encuentran abajo, en el suelo.

El virus cuenta con una estrategia incluso si la oruga es comida por un ave en su trayecto ascendente. El bicho sobrevive los jugos gástricos del ave y es rociado en el suelo con las heces del pájaro.

Se ha responsabilizado la conducta zombi de la oruga a un gen llamado egt. Cuando el gen está ausente en los virus, estos siempre son capaces de infectar y matar a la oruga, pero es la proteína producida por el gen la que recluta el comportamiento de la víctima obligándola a subir a lo más alto.
Oruga en posición
La misma oruga a punto de estallar
Segundo lugar: La hormiguita con su sombrillita

Hace 48 años se descubrió en Alemania que un hongo llamado Ophiocordyceps unilateralis controla el comportamiento de las hormigas carpintero. Las hormigas son infectadas en el suelo del bosque durante sus incursiones mientras regresan a su nido en lo más alto de la copa de un árbol. El hongo libera dentro de la hormiga ciertas substancias químicas destinadas a controlar el comportamiento. Lo primero que hace la infectada es salir de la colonia a buscar hojas frescas por su cuenta, ya sea bajando por el tronco o tirándose hasta la alfombra de hojas.

Cuando la hormiga zombi encuentra una hoja adecuada, el hongo la obliga a colocarse debajo de ella y a morder fuertemente la vena central, cerrando la mandíbula herméticamente. Una vez anclada la hormiga debajo de la hoja, esta queda en posición optima para el desarrollo del hongo.

El hongo no puede crecer en la copa del árbol, y tampoco en las hojas del suelo. La hormiga lo lleva a las hojas intermedias que tienen la humedad y la temperatura ideal para que germine. Una vez en posición, el hongo brota de la cabeza de la hormiga como un sombrero o un paraguas y disemina las esporas en el suelo que infectarán otras hormigas.

Y este no es un fenómeno aislado. Se puede encontrar una densidad de hasta 20 o 30 hormigas zombi por metro cuadrado clavadas en hojas. La mordida de la vena central de la hoja deja una marca características, y lo sorprendente de este asunto es que los investigadores han encontrado estas marcas en fósiles de hojas de 45 millones de años de antigüedad.
Hormiga carpintero con el hongo creciendo desde la cabeza
Primer lugar: Tom y Jerry

Sabido es que a los gatos les gusta comer ratones. La conducta racional de un ratón es entonces, por supuesto, ocultarse de los gatos para no ser comidos. Pero este no es el caso de Jerry, el famoso ratón de la televisión que en una actitud que desafía la lógica y el buen juicio, se arroja a molestar a Tom. Si Tom no se ha comido a Jerry es porque solo se trata de muñequitos actores, porque a ningún ratón en su sano juicio se le ocurriría patear a un gato en la retaguardia.

Pero el comportamiento arrojado y envalentonado típico del ratón Jerry se ha observado en ratones de carne y hueso. ¿El responsable? Un pequeño parásito muy conocido por los ginecólogos llamado Toxoplasma. Este pequeño bicho en su forma de taquizoito puede infectar a los seres humanos y migrar hasta el cerebro donde forma quistes, manteniéndose allí el resto de la vida del individuo.

La única manera de infectarse es a través de la convivencia con gatos o mediante la ingestión de carne mal cocida. En algunos lugares del mundo la incidencia de este parásito en humanos llega a ser tan alta como el 30 a 40% de la población. En su forma juvenil el Toxoplasma habita los músculos del cerebro de pájaros y pequeños mamíferos. Pero para alcanzar su forma de adulto, el bicho debe ser comido por un gato. Y es aquí donde entra en acción el fenómeno zombi.

Ciclo vital del Toxoplasma
El toxoplasma invade una estructura cerebral del ratón llamada la amígdala. En ella se alojan emociones de respuesta a estímulos nocivos, como el miedo que conduce a su evitación. Los ratones sienten un temor innato hacia los gatos, pero al tomar control de la amígdala el Toxoplasma inhibe esa respuesta de temor. Más aun, el ratón infectado no solo pierde el miedo hacie el gato, sino también desarrolla un fuerte impulso de atracción sexual hacia este. El bicho empuja al ratón a exhibir un comportamiento desinhibido en presencia del gato, y este último, ni corto ni perezoso, se comerá al ratón cumpliendo con la voluntad del Toxoplasma.

Al parecer la evitación de otros estímulos nocivos, como el dolor a choques eléctricos, se mantiene intacta en el ratón infectado. El ratón únicamente pierde el miedo a los gatos, con lo que ayuda al Toxoplasma a completar su ciclo vital dentro del felino. Pero lo sorprendente es que el Toxoplasma también altera el comportamiento en humanos. Se ha descubierto una mayor desinhibición sexual que conduce a una conducta más promiscua en los infectados con Toxoplasma que en la población general. También se ha demostrado una mayor incidencia de accidentes de tránsito entre estas personas.

Por eso, si usted ha convivido con gatos por mucho tiempo y nota cambios en su propia conducta que no van de acuerdo con un comportamiento juicioso, considere que puede ser parte de la “Legión de los Muertos Vivientes.” Hágase las pruebas de detección de Toxoplasma y en caso de ser positivas, tome el tratamiento correspondiente. Tal vez así regrese al mundo de los vivos.

Saludos.


Referencias:

1) Hoover K et al. A Gene for an Extended Phenotype. Science. 2011; 333(6048): 1401.
2) Pontoppidan MB et al. Graveyards on the Move: The Spatio-Temporal Distribution of Dead Ophiocordyceps-Infected Ants. PLoS ONE. 2009; 4(3): e4835.
3) Zombie rats: Parasite lures rodents to their death by making them sexually attracted to the smell of cats 

miércoles, 12 de octubre de 2011

El Sanguijuelo: Ese Simpático Animalito que se Alimenta de Sangre

Por: Edwin Francisco Herrera Paz. La sanguijuela es un anélido, o sea un gusano anillado, cuya dieta es a base de sangre. Para succionar el preciado fluido de sus víctimas, este simpático animal cuenta con tres mandíbulas llenas de dientes. Primero corta la carne con sus potentes mandíbulas y luego succiona el fluido sanguíneo gracias a una poderosa ventosa bucal. La víctima no siente dolor puesto que la saliva del gusano posee un anestésico. Además, el fluido salival del bicho contiene muchas otras substancias químicas entre las que se incluyen un vasodilatador (dilata los capilares para aumentar el flujo de sangre) y un anticoagulante.
La sanguijuela ha mermado en toda Europa debido a la destrucción de su hábitat, y en muchos países se encuentra protegida.
Pero en este artículo no es de la sanguijuela biológica de la que quiero hablar, sino de una especie en verdad peligrosa y dañina. De aquella que succiona la sangre económica de sus víctimas con una voracidad increíble. Hablo de la sanguijuela social. Y como no entiendo por qué al nombre de este animalito se le asignó el género femenino, por respeto a las féminas me referiré a la especie en cuestión como “el sanguijuelo”.
Ilustraré el proceder del sanguijuelo con dos ejemplos.
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Primero, les contaré de aquel técnico en aire acondicionado automotriz al que Clodomiro le confió su automóvil para que le solucionara un problema: el aparato dejó de enfriar poco a poco y en un último estertor de vida, enfrió por dos minutos y luego sucumbió. Después de echarle al sistema una rápida mirada, el técnico le dice a Clodomiro que debe cambiar el condensador y el compresor. Clodomiro procede a comprar las carísimas piezas de repuesto, que el técnico por supuesto cambia. Luego, le carga gas al sistema y al día siguiente le entrega el carro. Para Clodomiro que vive en San Pedro Sula, una ciudad en la que la temperatura llega hasta 42º C. a la sombra pero la sensación térmica es de 1000º C., el técnico es su héroe. No hay ser humano mejor en el mundo… No, ni siquiera Chespirito. En un par de días Clodomiro conoció el purgatorio del calor que pasó cuando se le dañó su aire. Pero eso quedó en el pasado. Ahora su aire acondicionado enfría como si estuviera en el polo. Su máquina sería digno hogar del superhéroe Iceman. ¡Hasta el capuchino que compra en la mañana se le enfrió rápidamente y tuvo que tomárselo helado! Pero qué más da, ahora Clodomiro es un hombre feliz…
Este otro acalorado fue
víctima de los sanguijuelos
....financieros
Después de dos días de tocar el cielo, Clodomiro enciende el flamante sistema de enfriamiento personal de su carro y ¡oh sorpresa! El aire está más caliente que salido de las fauces de un dragón. Mientras conduce siente que la sangre se le sube a la cabeza. Se acuerda del montón de dinero que soltó por las piezas nuevas, y de repente se le ocurre que es probable que la madre del técnico pertenezca al gremio que ejerce la profesión más antigua de la tierra. Ya no puede reprimirse y suelta a todo pulmón un sonoro “técnico hijueee…. su madre”.
Le lleva el carro de nuevo al técnico y aquel lo calma diciendo que es posible que haya algo mal ajustado. Le indica que deje el carro y que lo recoja al día siguiente. Al día siguiente lo recoge y cuando enciende su carro el aire está gélido. El técnico le cobra la recarga de gas y Clodomiro es feliz de nuevo. Pero otra vez a los dos días se queda sin aire acondicionado…. Y allí vamos de nuevo. Decide entonces llevarlo a otro taller de refrigeración, pero esta vez espera a que averigüen el problema. Ya no confía y se queda parado frente al técnico con un gesto severo y los brazos cruzados, como diciendo: “A ver este tal por cual con que me sale ahora…” El técnico le hace las pruebas ante la mirada desconfiada e inquisitiva de Clodomiro, y finalmente le indica que una abrazadera está floja, que se la va a socar y a cargar de gas pero que no garantiza nada porque el condensador y el compresor se ven algo viejos…
Clodomiro siente la cabeza grande, como si la tuviera llena de helio. “Soy un bruto bayunco”, piensa. ¡A Clodomiro lo estafaron! Claro, con ese nombre… ¿Qué se podría esperar? No le cambiaron las piezas viejas por las nuevas, y el problema siempre fue la abrazadera floja. El técnico le había entregado las piezas viejas que presuntamente había cambiado, pero se trataba de las piezas de otro carro, que guardaba para una oportunidad como esta.
Y en efecto, Clodomiro es muy bruto. Sin embargo a pesar de ello es una muy buena persona y su trabajo honrado y útil para la comunidad. Pero el técnico en refrigeración que lo estafó… ¡ese sí es un parásito social! O sea, es un gran y redomado ¡Sanguijuelo!
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Ahora les contaré la historia de aquellos médicos… Verán, la paciente con tres meses de embarazo Teodora Hierbabuena, fue a consulta donde un médico general por un pequeño malestar al orinar. El médico le realizó sus exámenes y le diagnosticó “infección urinaria”. Sin embargo, como Teodora había presentado lo que parecían ser contracciones uterinas, el Doctor decidió hospitalizarla en su pequeña clínica para observarla.
Cuando a Teodora le llevaron la cena, a ella no le gustó la comida. Hizo un berrinche de esos que ponen a correr hasta al más atolondrado y luego obligó al marido a que la trasladara a una de las clínicas más caras y lujosas de la ciudad. Allí, la recibieron de emergencia una enfermera y un médico de guardia quienes al instante le tomaron muestras de sangre para exámenes de laboratorio. Luego, llamaron al nefrólogo y al urólogo. Uno de ellos indicó que se debía realizar un costoso examen llamado PIELOTAC de urgencia, orden que el médico acató.
Una hora más tarde llega el nefrólogo… mentiría si dijera caminando. Más bien deslizándose por los aires como una especie de poderoso ser ultradimensional, capaz de decidir la vida o la muerte de los mortales y terrenales pacientes. Tan solo intente imaginar qué es lo más cercano que puede parecerse un humano a un pavorreal…
“Hay que operar de emergencia. Voy a llamar al urólogo”, le indicó el especialista a Dinorio, el marido de Teodora, mientras le echaba una mirada a contraluz a las radiografías con una ceja levantada, el ceño fruncido, los labios apretados, y moviendo la cabeza en un gesto de desaprobación.
A Dinorio le cambió la cara. Se puso blanco como un panblanco harinado con mantequilla de dos por un peso de los que vendían donde doña Chencha.*
“¿Por qué doctor?” Dijo Dinorio con quebrantada voz, que más pareció un gemido, mientras al mismo tiempo tragaba grueso.
“Hay una pequeña sombra en el riñón derecho que es compatible con un tumor. No podemos arriesgarnos. ¡Hay que operar stat! Es decir ipsofacto, ahora mismo.”
En cuestión de segundos y sin dar tiempo a la reflexión o al arrepentimiento a Dinorio lo pusieron a firmar unos papeles en donde excusaban a la clínica por cualquier pequeño incidente, como por ejemplo, que Teodora muriera en el transoperatorio o que sufriera de un aborto. Luego de firmar se dirigió donde Teo a darle palabras de ánimo y aliento. Teo le preguntó cuáles eran los riesgos de la operación, y cuando Dinorio le dijo que podía abortar, aquella mujer se puso como loca.
Teo, que casi siempre es más vivaracha y berrinchuda que Dinorio, comenzó a gritar que a ella nadie la iba a operar, que si no le quitaban esos tubos ya verían quien era ella. La enfermera le inyectó 10 mg de Valium intravenoso con lo que se relajó por unos minutos. Pero más pudo su amor de madre. Instantes después, apenas regresó a la consciencia se jaló el aparato de venoclisis desprendiéndoselo, lo que hizo que comenzara a sangrar por el sitio de venopunsión, y en seguida, en un descuido del personal, echó a correr sin parar. Salió del hospital huyendo como una bala.
En las calles los conductores detenían sus carros para ver el espectáculo. Teo corriendo a toda velocidad en bata de hospital, con la retaguardia al aire y dejando un rastro de sangre que le manaba del brazo, y detrás de ella Dinorio a una velocidad tal que los puntiagudos pelos de la cabeza comenzaron a silbarle. Pero como no pudo alcanzarla, Dinorio decidió regresar por su vehículo y así buscar con más calma a su amada esposa. Cuando por fin la encontró se la llevó a su casa.
Al día siguiente Teo regresó donde el médico general, quien le dijo que debía continuar con el tratamiento antibiótico que le había recomendado inicialmente. Hoy, tres años después, Teo tiene su hijo sano y salvo y ¡ni sombra de la sombra en el riñón!
Teo jamás volvió ni volverá a hacer un berrinche por la comida en toda su vida, pero el nefrólogo y el urólogo que operarían a Teo son, señoras y señores, un par de Sanguijuelos. Unos gusanos chupasangre de la sociedad a quienes los pacientes les entregan lo más preciado: su salud y la de los suyos. Ellos aprovechan la confianza brindada para sangrar a los pacientes y así pagar sus deudas sin importar el daño ocasionado.
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Usted creerá que los sanguijuelos como los anteriormente descritos son una especie rara y que como el animalito están en vías de extinción, pero está equivocado. Los sanguijuelos sociales no están en vías de extinción y más bien han proliferado. Encuentran un excelente nicho en las sociedades corruptas y pobres como la nuestra. Aquí, están como jate en restaurante.
Banco de Sangre
Si usted es un sanguijuelo le tengo buenas noticias. En cualquier momento puede dejar de serlo. Es cuestión de voluntad. Puede comenzar por acercarse a Dios y permitir que opere el cambio desde su interior. Y si no cree en Dios por lo menos hágalo con fines prácticos ya que el sanguijuelismo es contagioso, se esparce en la sociedad como un virus impidiendo el desarrollo, y más temprano que tarde le tocará el turno a usted o a sus familiares. Y tal vez se encuentre con un sanguijuelo de peor calaña.
Cuando una gran parte de la sociedad se vuelve sanguijuela, la sociedad misma pierde todo derecho al reclamo. ¿Con que autoridad moral podrá un sanguijuelo de a diario reclamar por las sanguijueladas de los funcionarios públicos? Con ninguna. Porque los funcionarios nacen en el seno de la sociedad, y su conducta es el reflejo de la conducta del promedio de los ciudadanos. Entonces, el político que llega al poder será un sanguijuelo más, con la diferencia de que, ahora, no tendrá que buscar víctimas a quienes succionar la sangre pues cuenta con un banco de sangre completo para su uso a discreción.
Bien, para terminar, las sanguijuelas de verdad no son dañinas. Algunas veces las substancias químicas en su saliva son utilizadas con fines terapéuticos, especialmente el potente anticoagulante. Por eso si con este artículo he causado malestar u ofensa, desde ya pido perdón y mil disculpas… al animalito, claro.

Aclaración: Los hechos narrados en este artículo son muy reales. Sin embargo con el propósito de proteger la identidad de los involucrados y, a decir verdad, para que no me demanden, algunos de los nombres fueron cambiados (con la excepción de Clodomiro, que es muy bruto).

*Doña Chencha les vendía a los muchachos del barrio, después de las potras de la tarde en el campito, su comida rápida consistente en panes blancos o plátanos asados o fritos con mantequilla. Hace unos años, el otrora próspero negocio se vio en la necesidad de cerrar sus puertas. Esos otros restaurantes de comida rápida que no pagaban impuestos (doña Chencha sí pagaba) lo fueron desplazando poco a poco.