lunes, 11 de enero de 2010

No hay una salida fácil

Dr. Edwin Francisco Herrera Paz

Ayer, en un diario local, leía un artículo periodístico del célebre escritor y político peruano Jorge Mario Pedro Vargas Llosa. Comentaba Vargas Llosa que al parecer, fue un error de México haberle declarado la guerra al narcotráfico, pues el saldo en vidas humanas ha sido elevadísimo, y el imponente arsenal que poseen las narco organizaciones les hace posible enfrentarse contra ejércitos, convirtiéndose en estados dentro de los estados. La solución -comentaba el escritor- no es un enfrentamiento frontal, sino, paradójicamente, la descriminalización, es decir, la legalización del consumo de drogas. Ponía el ejemplo de Holanda, que en un inicio vio aumentado el consumo, pero solo temporalmente para luego bajar a índices más bajos que los anteriores a la legalización.
¿Es esa la solución a un flagelo que viene afectando a la humanidad desde hace mucho tiempo, pero que hoy en día se ha visto amplificado y beneficiado por las nuevas tecnologías de la comunicación y la globalización? Pues en mi opinión, podría ser solo una parte de una posible solución. Ya he expresado en otras ocasiones que las sociedades son sistemas complejos, y como en todo sistema complejo, un problema particular tiene un conjunto de posibles soluciones, y desde luego, algunos conjuntos son mejores que otros.
La legalización de la venta de droga en los países consumidores y productores traería como consecuencia inicial el aumento del número de consumidores, constituida por la fracción de la población que siente curiosidad por el uso de las drogas, pero son respetuosos de la ley. Al aumentar la demanda, aumenta la oferta, y pronto muchos empresarios se involucrarían en este rentable negocio. Hasta este punto, sería una tarea fácil para los estados regular el consumo. Bastaría con imponer fuertes gravámenes al consumidor, y tomando la experiencia de la industria tabacalera, incluir leyendas en los narco productos que indiquen los daños que cada uno de estos produce a la salud, y la prohibición de las referencias al producto en anuncios publicitarios. De aquí en adelante, la férrea competencia por el mercado haría que las empresas más competitivas sobrevivieran, corriendo el espectro de la población involucrada en el negocio, del sector delincuencial, al sector empresarial. Se acabó el problema. No más ejércitos privados, no más externalidades negativas en forma de sicariato o narco corrupción institucional, y además, se registraría una disminución en el consumo, y los estados tendrían importantes ganancias que podrían ser utilizadas en inversión social.
¿Es este el final del problema? Desde luego que no. En los sistemas complejos, todos los elementos se interrelacionan de maneras complicadas, y una solución puede traer como consecuencia nuevos problemas. He dicho que la fracción criminal de la población sería desplazada del negocio por la fracción empresarial. ¿Qué pasaría con la fracción criminal? Sus miembros deberán buscar nuevos nichos laborales, nuevas actividades que se acomoden a sus perfiles psicológicos, que eleven sus niveles de adrenalina y estimulen sus receptores dopaminérgicos cerebrales, disminuidos en actividad por una compleja interacción entre genética y formación, o sus altos niveles de dihdrotestosterona, etc. El resultado sería el aumento de otros tipos de delitos, tal vez de igual o peor magnitud, con iguales o peores consecuencias sociales.
Y es que el hecho de que una persona se dedique a actividades criminales es condicionado por múltiples factores, algunos de los cuales vienen escritos en su ADN, pero otros dependen de eventos acaecidos en la infancia, como la carencia de una paternidad adecuada, y aun otros, de las condiciones ambientales del momento, propicias para ejercer la actividad delincuencial, como el estado de pobreza general y la falta de estrategias funcionales del estado en la lucha contra el crimen en todas sus formas.
El diseño de una adecuada solución al problema de la narcoactividad debe incluir programas que aborden adecuadamente cada uno de estos factores. El asunto en cuestión es multifacético, y una verdadera solución a los estragos que el narcotráfico origina en las sociedades actuales, deberá incluir una planificación concienzuda a corto, mediano y largo plazo de los problemas tradicionales, como la pobreza, las deficiencias en educación y la corrupción en nuestras subdesarrolladas sociedades tercermundistas. Más aun, una verdadera solución exigirá la concertación de los países productores y consumidores para la implementación de soluciones conjuntas. Cada vez con mayor frecuencia vemos cómo los países dependen unos de otros. Por ejemplo, la solución de un problema relacionado con el crimen en el país X, originará un éxodo de criminales al país Y, aumentando la actividad criminal en este último, lo que a su vez podría perjudicar al país X debido al surgimiento de nuevas relaciones criminales internacionales auxiliadas por las tecnologías de la comunicación.
La solución no es fácil, y creo que no estriba únicamente en la descriminalización de la comercialización de la droga, como sugiere el prolijo escritor Vargas Llosa aunque, desde luego (y en eso estoy de acuerdo con Vargas Llosa), México es el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer. No obstante, no debemos culpar del todo al presidente Calderón: solo fue un caso de ignorancia primigenia. Confiaremos en que la sabiduría de nuestros gobernantes proporcionará las mejores soluciones al problema, aquellas que aumenten el bienestar de la colectividad ocasionando un mínimo de daños colaterales.

Saludos.

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho su apreciación acerca de ese azote que oprime sobre todo a la juventud mundial y en donde están involucradas todas las clases sociales: alta, media y baja. yo leí recientemente un libro, no cristiano, pero que hace un análisis o traduccion sobre libro de Apocalipsis de la Biblia; y precisamente, habla del narcotráfico, como un evento que sucedería, como efectivamente lo estamos viendo. Lo que quiero decir, es que ya está desde hace mucho, previsto que esto pasaría. La solución Dios la dará. lo que haga el hombre siempre será a medias o imperfecto. Controla por aquí y por otro lado surge otra cosa aún peor. Es una lucha que solo Dios podrá ganarla. Lo mas duro es que la juventud se desangra. Ahora solo jovenes mueren, especialmente varones. Que se muera un viejo, está como en chino. Mi opinión es que se les inculquen valores a los niños para que se preparen para resistir las ofertas´de drogas.
    Es un buen artículo para publicarlo en algún medio.
    Lo felicito
    Saludos.
    A.A.P.

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo con usted. Dios nos da la salida, si se lo pedimos con fe. Saludos.

    ResponderEliminar

Por favor comente este entrada.