Por: José María
Castillo Hidalgo
Fiel a la propuesta que me hice a mi mismo de intentar exprimir de mi
minusglorioso cacumen algo que fuera de provecho y al mismo tiempo propicio a
la catarsis, con ocasión de las vicisitudes que me acontecieran en lo que me
resta de vida, hago un moderado respiro de mis cotidianas y mundanas
ocupaciones y de las que anticipadamente me entretienen, que común y
propiamente se llaman preocupaciones y me aboco a la aventura de evocar
problemas y conflictos dejados a la vera del camino y entreverarlos con el presente
y el futuro, para pergeñar, entre tosidos y esputos, estas modestas letras.
Bien, vamos a probar. Escribiré sobre un tema que tiene que ver con las
habladurías, los chismes y el bullying (fanfarronería escolar) y la forma que
afectan a los jóvenes. Estas son cosas que con lo que me he asoleado corriendo
dolorosos kilómetros arrastrando el corazón entre piedras y espinos, sufrido
extracción de muelas y tornillos, viendo partir a mis mayores tragados por el
suelo sucumbiendo a achaques ingeniados por el demonio, viendo el tiempo
esgrimirme una y otra vez, excusas y pretextos para posponerme mis
aspiraciones, sintiendo la mengua de toda mi estructura rematada por una
memoria que acosada por un zumbido, trastabillea entre resabios, como
vestigios de lo que una vez fue un portento maravilloso, ciertamente parecen
manchones borrosos que como galaxias flotantes me silban desde la perspectiva
de una biografía personal: Alguien para bien o mal, tuvo la petulante impudicia
de colármelos a la superficie.
*********
Entre botellas de cerveza, la guapa mujer treintañera nos contaba al
grupo la anécdota de su vida y sin ella quererlo, afloraban las lágrimas. Dice
que cuando tenía unos catorce años y aún virgen se quedó a solas con dos
compañeros departiendo hasta altas horas de la noche en una casa del pueblo,
sin hacer mas nada que eso.- Pero al día siguiente la bulla persistente era que
se la habían re-cogido. Ella decía que NO logró desmentir los decires y ni
siquiera pudo averiguar en donde se inició la versión chismosa, pero todo el
pueblo parecía convencido de la veracidad del infundio. Entonces la forma en
que reaccionó con su mentalidad juvenil, ya que de todas maneras eso es lo que
la gente “pensaba de ella” y no podía cambiarlo, fue dedicarse a ser la chica
promiscua y siempre dispuesta del pueblo.
Mientras oía la historia, yo sacaba mis propias cuentas obtusas y pensé:
Bueno, parece que ella terminó haciendo lo que quería hacer y solo le faltaba
un poco de impulso.
¿Pero a Usted que le parece la lógica de la chica? Porque después de
todo, en parte tiene razón, si eso es lo que la gente desde ya pensaba de ella,
efectivamente hacerlo, NO haría la diferencia y no había forma de revertir el
concepto que se habían creado de ella y es que ciertamente es difícil sofocar
un chisme.
Al respecto me viene a la cabeza una parábola. - Cuenta que un chismoso
empedernido se arrepintió de sus actos y fue a donde un Sabio para que le
aconsejara qué debía hacer para sentirse mejor consigo mismo. El Maestro le
dijo que regresara al día siguiente pero que por todo el camino fuera regando
pedacitos de papel y entre más mejor.- Al día siguiente al ser recibido por el
Maestro, este le preguntó, ¿Hiciste lo que te indiqué? Y el chismoso le
contestó de manera optimista ¡Fueron miles! - Entonces el Maestro le dijo: Tu
perdón es inminente, regresa mañana con todos los pedazos de papel que dejaste
esparcidos por el camino.
Lo cierto es que nuestros actos NO deben o por lo menos no deberían de
manera tan marcada estar condicionados por lo que los demás piensen de
nosotros. Pero este principio elemental es un poco voluble en la adolescencia
en que el joven que viene saliendo de la infancia parece todavía susceptible en
gran medida de la aprobación de los demás.
Para regular nuestros actos y no equivocarnos es mejor adherirnos a
nuestros principios basados en ciertas reglas aunque es bueno ir al fondo de
ellas, para así equivocarnos aún menos. Aquí debo introducir un paréntesis. No
soy sabio ni por cerca, pero debo reconocer que más de alguna vez aspiré, sin
alcanzar los resultados esperados, a serlo. Pero para mí, perfectos solo los
diamantes que no se pudren. Y aún al Maestro de Galilea, sin pretender ser el
polvo de sus sandalias, cuando alguien le llamó “Maestro Bueno”, un poco
molesto contestó: “Porque me llamas bueno si bueno solo hay Uno” (Mc 10:17,
18).
¿Pero cuáles son las reglas?
Bueno se han inventado varias y no ha faltado quien diga que algunas las
ha escrito el mismo dedo de Dios. Hay normas legales, normas religiosas, normas
morales, normas éticas y aún otras más, como las de urbanidad y buenas maneras
y las del karma, que dice que lo que das como un búmeran te regresa.
Como individuos pensantes entendemos que todos nuestros actos tienen
consecuencias y de allí la necesidad de aprender que actos son convenientes y
permisibles y cuáles no.
Las normas legales son disposiciones que regulan la vida en sociedad y
la hacen posible. En nuestro país son aprobadas por los diputados y vienen a
ser como un contrato social. Las autoridades judiciales y en menor medida las
administrativas imponen sanciones a los transgresores después del debido
proceso, con tal que NO hubiera tanta impunidad.
Las normas religiosas provienen de la inspiración y el misticismo a
través de Profetas y Maestros o por intervención y manifestación directa de
Dios. Es la conducta que entendemos agrada a Dios y algunos consideran que Dios
personalmente hace venganza de las faltas cometidas en su contra, pero aún mas,
hay penitencias, excomuniones y exorcismos, pero si hay divina intervención
resulta difícil entender que tanto malandro se de la gran vida.
Las normas morales son las establecidas por la conciencia del bien y el
mal que las personas tienen y tiene mucho que ver con la formación familiar y
se relaciona en cierta forma con los valores religiosos y éticos. Se entiende que
un desequilibrio moral, como la desesperanza y la depresión generalizadas, es
la manifestación de un desajuste interno.- Pero los sociópatas pueden
secuestrarte, meterte clavos debajo de las uñas y hacerte pedacitos sin el
menor remordimiento.
Las normas éticas son las que regulan la conducta en base a los valores
establecidos por el análisis de las cosas, su importancia y trascendencia. Son
hechas por Filósofos y Pensadores. Hacemos las cosas porque las consideramos
correctas y nuestra propia imagen o el concepto que tenemos de nosotros mismos,
NO nos permiten actuar de manera distinta. Pero aún los Tribunales de Ética son
negociables.
Las normas de urbanidad son las que sirven para ser agradables en
primera instancia a los demás y tienen que ver con la higiene, la decencia y el
decoro. Son establecidas por los usos y costumbres sociales y se cumplen so
pena de vernos rechazados, pero muchos dicen que están pasadas de moda.
Déjeme contarle que en un buen tiempo de mi vida me debatí entre
creyente y ateo por muchas cosas que me parecían incongruentes y aunque ahora
soy lo primero, tampoco soy religioso en sentido estricto. En mi juventud,
previo a hacerme bastante rebelde, era un niñito tranquilo y hacía más o menos
todo lo que mis padres esperaban de mí. Todo empezó a cambiar cuando por
primera vez vi la muerte frente a frente y pensé que la Fuerza Superior no
estaba cumpliendo su parte. Entonces “genialmente” supuse que la mejor forma de
manifestarle mi inconformidad era ser díscolo y necio.
Pero eso fue hace tiempo (aunque me imagino que hay algunas
reminiscencias, ja).- Un día viendo un atardecer en un lugar de ensueño, que
queda cerca de donde ahora vivo, me reconcilié con la “Fuerza Superior”. Y
entonces me propuse indagar “la verdad” y hacer todo en debida forma conforme
mi propio entendimiento sin importarme los conceptos de los demás y costara lo
que me costara.
Creo que avancé bastante porque la gente empezó a decirme que yo había
cambiado radicalmente y me preguntaban si me estaba congregando. Pero entre más
me perfeccionaba más me veía acosado por demonios. Esto me informó de la
complejidad de la vida espiritual y terminé en negociaciones, de lo cual me
imagino tendré que dar cuentas.
Algo que me hizo mella durante mis indagaciones y cavilaciones fue
descubrir que las normas de toda clase en su complejidad, en efecto están
hechas por personas entendidas y prudentes que han vivido, gozado y sufrido y
ven el lado positivo en ellas, pero eso NO quita que uno dude de su
conveniencia puntual para el caso específico que se está viviendo y además que
pueda ser difícil cumplirlas. Claro, uno duda y se pregunta: Debo o no matar a
este hdlgp.
Allí está el problema de las normas: Te pueden pedir que hagas lo que NO
quieres hacer o que dejes de hacer, algo que si quieres hacer, entonces las
reglas son una carga. Y hay hipócritas que manejan a discreción la manipulación
y te quieren exigir que hagas lo que ni ellos mismos hacen. Pero qué tal si lo
que tienes que hacer es fácil hacerlo porque quieres hacerlo o lo que tienes
que dejar de hacer es como tomar agua fresca porque NO sientes deseos de
hacerlo. Bueno para eso está servida la impronta genial del Maestro de Galilea
en las Buenas Nuevas, que NO impone rígidas reglas de conducta y te
instruye que NO juzgues, sino que trata de convertir tu corazón a manera de que
de él emerjan solo buenos sentimientos que te muevan a hacer el bien y que te
ubiques desde ya en el Reino de los Cielos.
Estaba viendo en la tele que un grupo de muchachas (hembras)
en una escuela de la República Dominicana violaron a una minuscapacitada de
catorce años y la filmaron y propagaron las imágenes por la red; en Canadá una
muchacha víctima de cyberbullying (acoso por la internet) se mudó de ciudad
huyendo y el hostigamiento continuó y al final se suicidó y se podría continuar
con los reportes de esta índole.- En las escuelas es cosa de todos los días que
los más grandes golpeen, ultrajen y roben a los más chicos a como vemos le pasa
a Bart y a Milhouse en el conocido programa de televisión.
Pero ¿Qué es lo que hace que estas personitas digan chismes maliciosos y
destructivos, agredan físicamente, hostiguen y sean capaces de dañar gravemente
a sus compañeros?
Obviamente hay un poco de todo: Odio proyectado, frustraciones, el
placer morboso del mal ajeno, a veces envidia o la necesidad tonta de
identificarse con el grupo y algunas otras razones, pero en fin, el reflejo de
una sociedad enferma y egoísta que solo podría ser cambiada con mas justicia y
compasión.
*******
De lo anterior bien podría inferirse que quien esto escribe alguna vez
fue víctima. La verdad es que algunas veces también fui victimario. Jamás pedí
disculpas o perdón y NO sé si hacerlo ahora sirva de algo, pero quizás con
estas letras pueda desfacer un poco los entuertos.
Y de paso podría aprovechar esta tribuna con respecto a habladurías que
alguna vez se han hecho supuestamente para dañarme, avergonzarme,
desmoralizarme o simplemente “purgarme”, y hacer en mi favor un desmentido, una
defensa, una alegación, pero NO lo haré, porque mi propia defensiva podría ser
ofensiva para alguien. Además, porque a todo esto, NO he podido, por mas
pasmado, dejar de aprender la lección. Todos estamos en esto. La vida. Aunque
en principio NO lo parezca, tu mal es mi mal y mi mal es tu mal.- Hay que estar
siempre listos para enterrar conceptos, sentimientos e ideas erróneas y
malvadas y en última instancia, a la tumba habrá de ir el cuerpo y lo que nos
queda como ganancia es el bien que hicimos, pero el mal nos encadenará. A fin
de cuentas mi memoria como cómplice de mi espíritu, languidece... si acaso mi
entendimiento NO es capaz de aprender a hacer el bien, tal vez sea eso lo que
me salve, ya que NO somos ángeles. Además con todo y todo, ni esto ni aquello,
tiene sentido. En términos estrictos de importancia particular, a estas alturas
del partido, a los que me importan y les importo no les importa, es innecesario
y a los que no les importo ni me importan, menos les importa, se les puede
mandar, totalmente al gusto, y al son de los latidos del corazón, a la torta...
y aún más allá..., pero NO quiero decir con esto que NO estemos tranquilos.
Hermano: Estamos en paz.
* El título fue aproximado de una frase escuchada en un programa para
niños brasileño-canadiense llamado “Escola pra cachorro”.
R. 29-06-13.
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