Por: Nelson Arambú
¿Estamos
seguros respecto a quien disparo las balas contra Alfredo Villatoro y Aníbal
Barrow?
Cuando pensamos en un crimen, casi por regla general lo
primero que se nos cruza por la cabeza es el cuerpo sin vida de una persona,
salvo escasas ocasiones en donde se haya logrado establecer la incidencia de
los crímenes de un estado contra sus ciudadanos; pocas veces pensaremos en el
triunvirato del criminal, la víctima y el ambiente. Desde el momento en que comienzan a
extinguirse los procesos bioquímicos vitales y empieza a sufrirse la acción
pasiva del medio o el entorno, se denominan fenómenos cadavéricos o abióticos;
en pocas palabras, “cuando dejamos de ser seres vivos dependientes de nuestros
propios procesos y pasamos a depender de lo que pasa a nuestro alrededor”
El 15 de mayo de 2012, un fulano a quien muchos llaman
presidente de Honduras; con una mirada algo compasiva ratificaba en cadena
nacional de prensa, el asesinato del periodista Alfredo Villatoro; el
periodista en mención había sido secuestrado días antes por desconocidos y este
hecho que parecía aislado para la opinión pública internacional, se sumaba a la
larga lista de crímenes en contra de profesionales del periodismo en este país.
¿Más de un año después, a quien le interesa lo que sucedió con Alfredo
Villatoro? ¿Alguien recuerda con precisión el número de periodistas que fueron
asesinados después que él?
Un poco más de un año ha pasado del asesinato de
Villatoro y muchos ataques y crímenes en contra de otros colegas del gremio en
Honduras; pero no fue hasta el 24 de junio de 2013 en horas de la tarde, cuando
es secuestrado el periodista Aníbal Barrow, que vuelve a llamar la atención del
gobierno del país. La pregunta obligatoria es ¿Por qué el secuestro de este
periodista es tan importante como el de el otro periodista hace un año atrás
para el gobierno de Honduras? Para nadie es desconocido el silencio cómplice
del gobierno y las escandalosas declives sistemáticas del sistema nacional de
justicia; y aunque todo pareciera una serie de eventos de infortunio de un país
“maldito” por falta de oración – según muchos iluminados – lo cierto es, que en
Honduras, el crimen tiene una estructura que funciona; de hecho, el crimen es
lo único que funciona en el estado.
Si volvemos más o menos un mes atrás antes del secuestro
de Aníbal Barrow, exactamente el 28 de mayo de 2013, con la parafernalia típica
de un país acorralado, el susodicho bufón presidencial anuncia la firma de un
tratado de paz entre las dos pandillas principales del país, sellado con la
sangre de Cristo a través de monseñor Rómulo Emiliani y el reconocimiento de la
comunidad internacional puesto en el rostro de Adam Blackwell secretario de
Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos (OEA); sin
embargo, ¿pactaron realmente las pandillas un acuerdo de paz? o será que ¿no
nos dimos cuenta que el tratado fue en el marco de los acuerdos internos del
centro penal de San Pedro Sula? Es decir, ¿fue un pacto nacional o un pacto
interno entre la población penitenciaria? Y más grave aun ¿Por qué el gobierno
de un país con un mínimo de seriedad, pactaría con representantes del crimen
organizado? O si vamos mas allá de lo evidente y nos preguntamos ¿Por qué razón
los dos grupos armados más temidos del país, decidieron “voluntariamente”
entregar el terreno? ¿A quién le entregaron el territorio? ¿Se salieron de la
estructura criminal acaso o solo establecieron sus propios parámetros morales
para evitar el linchamiento social en el futuro? y si, tan solo los obligaron a
salirse o tan simple como jugar una treta quimérica en un país que ansia la
paz.
Regresando un año atrás en el tiempo, en los albores del
secuestro y asesinato del periodista Alfredo Villatoro; el 29 de marzo de 2012,
en la misma cárcel de San Pedro Sula, hubo un amotinamiento de privados de
libertad y que tuvo como consecuencia 14 hombres muertos por armas de fuego –
no hemos definido ¿Quién disparo? Pero alguien lo hizo – lo cierto es que un
mes antes habían muerto quemados 382 reos en la cárcel de Comayagua; y en esos
vientos de incertidumbre los incendios a los mercados y cárceles se habían
vuelto la Crème brûlée de los medios de
prensa hondureños.
No obstante, la genialidad del crimen no estuvo en lo
matemáticamente precisos que fueron sus movimientos en los casos de estos dos
periodistas, si no en la forma en que evidenciaron la imposibilidad de las
fuerzas del orden para controlar cualquier situación relacionada con la
seguridad de la ciudadanía de este burdelesco país.
Desde 1959 hasta la fecha, Honduras ha destacado una
creciente corrupción en las fuerzas de seguridad, como la policía y el ejercito;
el binomio militarización de la policía hace medio siglo no fue más que la
instauración de un régimen armado, que en total anacronismo con los avances del
mundo fuera de nuestras fronteras, nos volvimos un estado represivo e
intolerante con la opinión pública opositora a cualquier síntoma de corrupción
del estado.
En 2013 la intervención total de la corte suprema de
justicia y el enjuiciamiento del fiscal general del estado y demás adjuntos,
que fueron subrayados por su ineptitud y la intención del seguimiento solo del
20% de los crimines en todo el país, fue la punta del iceberg en la denominada
cacería de brujas y de chivos expiatorios para saciar el reclamo popular de una
nación sumida en homicidios.
¿Sera circunstancial que el cuerpo del periodista Alfredo
Villatoro apareciera vestido con uniforme militar? O más aun ¿será una
circunstancia que durante el proceso de investigación del secuestro de Aníbal
Barrow la policía no pudo ser precisa en cuanto a sus avances con el caso? ¿Por
qué razón en ambos casos emblemáticos el gobierno ofrece recompensa económica?
¿Por qué en ambos casos es emblemática la figura de un fulano de tal
uniformado? ¿Por qué en los últimos meses al secuestro y asesinato de Aníbal
Barrow el congreso nacional y el propio presidente de la república de Honduras
han ponderado aceptabilidad de la ley mordaza para controlar al gremio
periodístico?
¿Estamos seguros respecto a quien disparo las balas
contra Alfredo Villatoro y Aníbal Barrow?
Nelson Arambú /
Julio 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor comente este entrada.