“Dios es el pánico que sentimos justo cuando nuestra vida se
vuelve aterradora”
Por: Nelson Arambú
Siempre estamos hablando de cambiar, siempre es cambiar, como
que si nuestra cruz – como la que llevaba el revolucionario hijo de un
carpintero hace más de 2000 años – fuese añorar el cambio; pero ese
cambio parece utópico, y no parecemos muy interesados en iniciar esa tarea. Recuerdo unas líneas de Franz Kafka, cuando Gregorio Samsa se despierta y se ve así mismo
convertido en un adefesio; justo en ese momento es que comienza a verse como un
insecto detalle a detalle y todo lo que había asimilado de sí mismo había
cambiado rotundamente de forma. – Me pregunto – ¿Será que nuestras paradojas
existenciales son demasiado transitorias? O ¿Es que asimilamos tan en lo
profundo nuestras debilidades que terminamos creyéndonos lo que no somos? Unas
veces pasamos por envalentonados, otras por pávidos, la mayoría de las veces
somos displicentes; ante los ojos nuestros y los de los demás suele suceder que
un día nos despertamos de un sueño un tanto perverso y resultamos ser una
pantomima mal confeccionada de una persona que se piensa digna.
El sueco Carlos Linneo (1707-1778)
en 1758 nos definió a los seres humanos con un rasgo que nos hace diferentes de
las otras especies, algo a lo que llamamos inteligencia; él sin embargo, nos
llamo “sabios” – me atrevo a considerarlo un tanto quimérico, pues la sabiduría
alude a algo más que el ejercicio inerte de pensar –, según su hipótesis
seriamos capaces de ser planeadores, consientes de nuestro pasado, una especie
muy dinámica que toma decisiones acertadas y competentes. Sin embargo, en
completa incongruencia, aspectos de la cotidianeidad como la política, la
prensa, el proselitismo, la doble moral, la religiosidad, el miedo,
especialmente el miedo; nos devela como la especie incapaz, una que está más
interesada en la pereza; cada vez somos menos emotivos, más individuales, mucho
menos empáticos con las interacciones entre las personas, la conciencia pasó de
ser colectiva a una conciencia mas individual – y no fue al azar –.

Un ejemplo concreto de lo anterior es nuestra conducta
desadaptativa, la que ha evolucionado y dejó de ser un rasgo individual o
aislado para convertirse en un síntoma que explica lo errático de todo un
organismo; es decir, muchas de las que parecían ser nuestras malas mañas, han
dejado de ser “nuestras” y pasaron a formar parte del patrimonio de toda una
sociedad; indigencia, timos, apariencias, andamiajes, monserga, crimen y la
procacidad, ya no son cualidades de algún personaje eventual de nuestra
cotidianeidad, sino que por el contrario, se convirtieron en las mas
enarboladas musas de la masa, la gente, la sociedad y el vulgo.
En ocasiones transgredir se convirtió en una conducta tan común
que a una velocidad impensable acabó siendo normal y la norma se tornó
costumbre; unos transgreden desde una institución del estado, otros desde la
fuerza pública, hay quienes lo hacen desde los templos, desde la escuela, la
universidad, las empresas, los sindicatos, desde el núcleo mismo de la familia;
de ahí que las cosas que hace unos días podían parecernos aberrantes, ahora nos
parezcan normales o comunes; tan simple como la frase afianzada en los amantes
de la democracia folklórica, ¿Si los azules hurtan porque los rojos no van
hacerlo? Entonces, sin lugar a dudas nuestra moralidad ha sido determinada por
nuestro medio y nuestra relación con ese medio forzosamente depende de una
moralidad cada vez más efervescente; esto no significa que seamos más morales
unos que otros, no, no es ese el punto; el tema central es que a medida que
somos más permisivos con ciertas situaciones que se van dando en nuestro medio,
en esa medida, vamos cambiando nuestra conciencia y nuestro ímpetu
irremediablemente terminara en la basura.
¿Quiénes son los verdaderos canallas en esta fabula de estado? –
Solo por mencionar un ejemplo – ¿Serán los que toman decisiones por todos
y por todas sin recibir castigo alguno? O ¿realmente seremos todas y todos nosotros por permitir cada uno de los vejámenes? En ocasiones la pasión se
vuelve un mecanismo tan arrogante que nos aleja de la razón; cuando llegamos a
este punto la capacidad de cuestionarnos y cuestionar al resto se pierde por
completo; y es que no es extraño pues para cuestionar la rectitud es
fundamental, aun más, si ese cuestionamiento es endógeno, el ejercicio radica
principalmente en observar, dilucidar, des construir, replantear y proponer; es
aquí donde obligatoriamente debemos volver al inicio, a las preguntas
generadoras del “conflicto” ¿Cuál es nuestro papel esencial en esta situación?
Tal y como hemos planteado en el tema central de esta discusión ¿Cuál es
nuestro papel en el funcionamiento distorsionado del estado en su conjunto?


No estoy seguro si Luis XIV fue lo suficiente reflexivo respecto
a la grandeza de sus palabras cuando expreso: l'etat se moi. Cuesta creer que de ese momento
hasta la actualidad el estado se volvió cleptócrata y se alejo tanto de la
decencia, que aunque el estado está representado en cada uno de nosotros y
nosotras, nos es imposible cumplir con nuestro rol fundamental en la construcción
de una sociedad equilibrada. Como bien lo dijo Slavoj Žižek, ¿Qué pasa cuando el
desarrollo del pensamiento se estanca? Es un llamado repetitivo a repensar, a
desarrollar esa habilitad única de cuestionar los nuevos paradigmas, redibujar
el espectro intelectual o el ejercicio mismo de pensar, tan simple como eso;
quizás cuando hayamos aprendido a repensar y re-contextualizar, quizás entonces
seremos capaces de crear y más que eso, recuperar el impulso para defendernos.
Nelson Arambú
febrero 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor comente este entrada.