martes, 4 de enero de 2011

Las sondas Voyager y sus Discos de Oro

Edwin Francisco Herrera Paz
Recientemente y después de 33 años de travesía, la sonda espacial Voyager 1 llegó a un sitio lejano en el borde del sistema solar en donde ya no se detecta el viento solar.
El viento solar está compuesto de partículas cargadas viajando desde el sol hacia la periferia formando una burbuja alrededor de nuestro sistema planetario. Sin embargo, el movimiento de las partículas se ve frenado por el viento interestelar al llegar a una región denominada “choque de terminación,” en donde las partículas se calientan.
Lanzado al espacio el 20 de agosto de 1977, el Voyager 1 pasó el choque de terminación en diciembre de 2004 y actualmente se encuentra a unos 17,400,000,000 (diecisiete mil cuatrocientos millones) de Kilómetros de distancia de nuestro planeta dirigiéndose al espacio interestelar, alcanzándolo probablemente dentro de unos cuatro años. El dispositivo detector de la velocidad del viento solar registró una velocidad neta de 0 en junio de este año.
Las misiones Voyager 1 y 2 fueron ideadas en la década de los sesentas con el objeto de aprovechar el alineamiento de los planetas gigantes gaseosos externos de nuestro sistema solar. La gravedad de cada planeta impulsaría a las naves en su rumbo hacia el siguiente planeta, y finalmente hacia el espacio interestelar.
En cada una de las dos misiones Voyager se incluyeron los llamados “Discos de Oro,” en donde se encuentran grabados los sonidos de la tierra con su diversidad biológica y cultural, destinados a ser escuchados por seres extraterrestres tecnológicamente avanzados, claro está, en caso de que algún día estos encontraran a la sonda errante en el espacio sideral.
Los discos son fonográficos, como los que escuchábamos en los setentas y ochentas –que los más maduritos recuerdan con nostalgia- con la excepción de que, en lugar de ser de vinilo, son de cobre revestido con una capa de oro. Las grabaciones incluyen los sonidos de la naturaleza como el canto de las ballenas, el sonido del viento, de diversos animales, un saludo en 55 idiomas y una variedad de música clásica oriental, occidental y étnica. Además de la parte sonora los discos también contienen 115 imágenes en formato analógico.
Cuando escuché por primera vez hablar sobre las sondas Voyager 1 y 2 (hace algunos 30 años) me emocioné, esperando con ansiedad que algún inteligente alien de cuatro ojos encontrara el mensaje y así enrumbara su nave con dirección al tercer planeta de nuestro sistema. Me preguntaba cómo serían nuestros primos del espacio exterior.
Tendrían que ser seres no muy malvados, pues de otra manera no hubiesen logrado sobrevivir hasta su nivel tecnológico, pero el kid del asunto es la manera en la que nos tratarían. Por ejemplo, nosotros los humanos solemos considerar a las moscas como una especie inferior y molesta, y por eso las matamos. ¿Nos verían estos aliens a nosotros como moscas?
Bueno, pensándolo bien, ya no me gustaría que los extraterrestres encontraran la sonda con sus discos de oro. ¿Se imagina usted que dirían de nosotros? Sin duda pensarían que se trata de una civilización muy atrasada, y lo que es peor, pasada de moda. Dirían: “¿Y es que acaso estos terráqueos, terreños, terrícolas o como se llamen no conocen el formato MP4 o los dispositivos USB de memoria? Allí cabe miles de veces más información, incluyendo audio e imágenes, que en estos discos pasaditos de moda de 33 y un tercio revoluciones por minuto.” ¡¡¡¡Ay no, qué vergüenzaaaa!!!! No, mejor que no los encuentren. 

1 comentario:

  1. Ah y algo más: Viendo bien la portada del disco de oro (última imagen) se hace evidente que el alienígena que lo encontrara se sentiría confundido. ¿Cómo se llama realmente el planeta del que vienen los discos? ¿United States of America, o Planet Earth?

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