domingo, 28 de febrero de 2010

A la defensa de Avatar

Dr. Edwin Francisco Herrera Paz

Hace algunos días que quiero escribir algo sobre la última gran maravilla y éxito de taquilla de Hollywood: Avatar. El vocablo Avatar proviene de la religión hindú. Vishnú, el dios principal de la trinidad hindú, se presentaba a la tierra en forma de encarnaciones llamadas Avatar. El vocablo fue tomado por los creadores de mundos virtuales, en los cuales el Avatar es una representación del jugador en la computadora fabricado al gusto del jugador. En la película, Avatar es una representación de un humano en forma de gigante azul, habitante de Pandora. Aunque físicamente el Avatar tiene una identidad propia, su mente y conciencia es la del humano que lo controla.
Las críticas negativas que ha recibido la película no son pocas. Solo mencionare algunas, y actuaré como abogado defensor intentando refutarlas (que los abogados me disculpen si cometo algún error de procedimiento). También expondré algunas características interesantes de la película y un tema para una segunda parte.
Crítica: La película es “un guiño hacia las pseudo-doctrinas que han hecho de la ecología la religión del milenio”. Esta aseveración proviene de Radio Vaticano, y desde luego, tiene un trasfondo político, social y religioso. El vaticano relaciona toda defensa al ecosistema con grupos socialistas antireligiosos, quienes a la vez defienden el aborto como método de control de la natalidad. En mi opinión no todos los grupos ecologistas son pro aborto, socialistas o antirreligiosos, y además pienso que cada uno de los habitantes del mundo debe desarrollar conciencia del peligro que representan asuntos como las excesivas emisiones de CO2, el cambio climático y la sobrepoblación del mundo. Más aun, las Sagradas Escrituras (en Mateo 25: 14-30) nos mandan a ser buenos administradores de los recursos que nuestro Señor nos ha dado.
Por otro lado, la película de James Cameron no hace culto a la ecología. La película simplemente describe un mundo con un sistema ecológico particular con relaciones muy estrechas entre las especies, unificado por medio de un sistema nervioso y una especie de “cerebro” de naturaleza vegetal. El hecho interesante es el cuidado que prodigan los gigantes azules a su entorno, lo que conduce a un equilibrio estable del sistema.
Crítica: Es una superficial parábola anti imperialista y antimilitarista que no tiene verdaderas emociones, emociones humanas. Esta crítica también procede del Vaticano, y en este punto concuerdo, ya que la película es una réplica del proceso de colonización de Norteamérica en el que las poblaciones indoamericanas autóctonas fueron erradicadas casi por completo. Si vemos la otra cara de la moneda el tema del imperialismo, del abuso del más fuerte sobre el más débil, siempre es un tema actual. A pesar del desarrollo moderno de la humanidad la conducta imperialista se continúa registrando, y para muestra un botón: solo revise el tema de las Malvinas y la expectativa de explotación de los pozos petroleros por parte del Reino Unido. Si la guerra de las Malvinas, la colonización de Norteamérica, la conquista y colonización de la Américas con su proceso de “humanización” indígena, el imperialismo expansionista de la Francia de Napoleón, de Gran Bretaña, de Adolfo Hitler, y de la antigua Unión Soviética (entre otros) no tiene verdaderas emociones humanas, me pregunto qué las tiene.
Crítica: El concepto de que un mundo es como un hiper organismo ya fue planteado hace muchos años. Eso es cierto. Por ejemplo, la hipótesis de Gaia argumenta que la biosfera terrestre se comporta como un hiperoganismo autorregulado. Sin embargo, la película presenta un elemento nuevo: el surgimiento de un cerebro unificador. Sorprendentemente, la biosfera de nuestro planeta como un todo ya presenta lo que parece ser un cerebro rudimentario: la raza humana y su tecnología de las comunicaciones. Le ofrezco una breve explicación sobre este punto, pero si el tema de los sistemas biológicos le aburre o no le interesa a usted, puede saltarse los dos siguientes párrafos.
El desarrollo filogenético (evolutivo) de los cerebros en los organismos multicelulares ha seguido un orden. Los organismos más simples, como las bacterias que forman parte de colonias llamadas biofilms y los organismos multicelulares sencillos, se comunican a base de señales químicas. A medida que avanzamos en complejidad en el mundo animal, vemos como algunas células se especializan en la transmisión de impulsos eléctricos, las que forman redes o sincitios que representan sistemas nerviosos rudimentarios. Los sistemas nerviosos determinan la aparición de un tipo de comunicación más rápido y eficiente entre las diferentes partes del organismo, y entre el organismo y su entorno, lo que permite un crecimiento evolutivo subsecuente del organismo. Ascendiendo en la escala de complejidad, vemos como los sistemas nerviosos van formando redes cada vez mas especializadas, con una unidad de proceso centralizada llamada cerebro.
Pues bien, en las poblaciones humanas ha pasado exactamente lo mismo, lo que no es de extrañar si analizamos las comunicaciones dentro del marco de la teoría de los sistemas complejos vivos (de mi invención), que promueve el hecho de que todos los fenómenos son comunes en los diferentes niveles u órdenes de complejidad, particularmente el desarrollo de los fenómenos de cooperación, especialización e interdependencia que podrían ser explicados a partir de principios económicos. Dentro de este contexto los primeros humanos se comunicaban por medio de señales corporales y sonidos. En ese entonces, las comunidades consistían en unas cuantas decenas o cientos de individuos. Las comunicaciones más elaboradas, como los mensajes de humo y la escritura, han permitido un crecimiento de las poblaciones. Sin embargo, el verdadero salto hacia el hiperorganismo cerebrado comienza con las tecnologías de la información basadas en impulsos eléctricos, como el telégrafo, el teléfono y el internet, cuyo desarrollo es responsable en parte por el fenómeno de urbanización global registrado durante el siglo pasado y que aun sigue. Aunque debo decir que el “sistema nervioso” planetario terrestre es aun rudimentario, en forma de red o sincitio, y la formación de un verdadero cerebro se encuentra en algún punto del futuro no muy distante. Pero dicha formación será progresiva y casi imperceptible.
Después de esta breve explicación, entendemos el punto del cerebro planetario constituido por el bosque en la película. El cerebro le permite flexibilidad, desarrollo y un hilo conductor. Aunque a decir verdad, pienso que la película se queda corta al limitar las capacidades de este cerebro. Un verdadero cerebro planetario controlaría un amplio rango de parámetros que van desde el control climático hasta estrategias defensivas contra elementos invasores del planeta.
Ahora, déjeme especular un poco sobre algunos puntos de la película. A la persona observadora le parecerá intrigante el hecho de que los gigantes azules se parezcan tanto a los humanos, ya que la probabilidad de encontrar una forma de vida similar a la de la tierra, con una cultura inteligente y tecnológica muy parecida a la humana y que además hace el amor de manera idéntica a nosotros, es nula. Por lo tanto, y siguiendo la lógica de la película, el ser humano debió desarrollar la tecnología para poblar otros mundos enviando a ellos humanos, otro tipo de mamíferos o tal vez quimeras (mezclas genéticas entre humanos y otras especies). A este respecto los gigantes azules parecen ser “gatumanos” o “tigrumanos”, adaptados a la atmosfera de Pandora. Para esto, las especies llevadas a Pandora por los humanos debieron pasar por un proceso de adaptación rápida por métodos artificiales, como la manipulación genética y la aceleración de los ciclos vitales.
Desde luego que estas son conjeturas, pero la película de manera intencionada deja una gran cantidad de preguntas sin contestar, lo que la hace una candidata ideal para una saga. ¿Por qué y cuando decidieron los humanos poblar de vida a Pandora? Y luego, ¿Por qué fue abandonada por tanto tiempo para después ser reconquistada? De allí es inmediato el tema para la segunda parte: el surgimiento de la raza azul y el poblamiento de Pandora. Es genial. Por algo ganan tantos millones con sus películas. Saludos.

sábado, 20 de febrero de 2010

La realidad del mundo virtual

¿Podría ser la realidad un programa recursivo de mundos virtuales?
Dr. Edwin Francisco Herrera Paz.



La relativamente nueva ciencia de la informática ha venido a acuñar algunos términos en nuestro vocabulario, o le ha asignado nuevas acepciones a términos existentes, siendo uno de ellos el de “virtual”. Este término denota un objeto construido con lenguaje de programación, es decir, con ceros y unos, y se utiliza generalmente para contrastar los mundos originados por sistemas informáticos de aquellos pertenecientes a la realidad. Pero entonces vale la pena reflexionar: ¿Qué tan reales son los mundos virtuales? o recíprocamente, ¿Qué tan virtual es el mundo real?
Para comenzar, analicemos la realidad de “nuestra realidad”. Los seres humanos percibimos el mundo desde nuestra perspectiva y según nuestra naturaleza de ente animal. Nuestros instrumentos y capacidad de abstracción nos han permitido percibir características de la realidad más allá de nuestro pequeño ámbito espacio temporal, que desde luego, establece un radio de acción muy corto. Es así como nos hemos enterado que en un nivel muy pequeño la materia está hecha de pequeñas cosas llamadas partículas subatómicas, como quarks, fotones, neutrinos, etc.
Pues bien, la filosofía tradicional asentada en nuestro limitado mundo ha impuesto axiomas de pensamiento basados en el sentido común, como por ejemplo, “un cuerpo no puede estar en dos sitios a la vez”, o “un mismo espacio no puede ser ocupado por dos cuerpos”, o “una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo”. Sin embargo la física moderna ha demostrado todo lo contrario. En el universo a gran escala -en donde domina la física relativística- y a pequeña escala –donde predominan los efectos cuánticos- las cosas y sucesos pierden sentido y lógica desde nuestra perspectiva habitual.
¿Le daría usted a la luz una categoría de realidad? Pues claro que sí. Nadie en su sano juicio diría que la luz es irreal. La luz está compuesta de partículas llamadas fotones. Lo curioso es que estas partículas tienen masa cero, es decir, no tienen masa en absoluto. ¿Cómo concebimos un objeto sin masa? Si no hay masa, no hay objeto, punto. Pero los fotones son reales; es decir, son y no son a la vez.
Bueno, dejemos los fotones y digamos que son seres extraños de los que no queremos saber nada por ser tan raritos. Hablemos mejor de partículas que sí existen, como los electrones. Se sabe que todas las partículas subatómicas tienen una existencia dual. Es decir, son partículas y también son ondas, lo cual es inconcebible en nuestra escala espaciotemporal. Pero lo más llamativo es que un electrón ¡se encuentra en muchas partes al mismo tiempo! Esto ha sido demostrado y se ha denominado “incertidumbre cuántica”. Es como si usted, en el mundo cotidiano, simultáneamente se encontrara de picnic en la playa con su familia, en su oficina trabajando, y también dejando a su hijo en la escuela, todo al mismo tiempo. No he de negar que les tengo un poco de envidia a los electrones. ¿Le daría usted a una partícula así la categoría de real?
¿Y qué decir de las singularidades? Una singularidad es un punto del espacio tiempo en donde el universo pierde sus leyes como las conocemos, y el mejor ejemplo es un agujero negro. Un hoyo negro se forma cuando una estrella muy grande pierde energía para poder contrarrestar su propia gravedad. El resultado es que la estrella comienza a colapsar hasta desaparecer en un punto infinitamente pequeño, y solo queda la gravedad. Entonces, todas las partículas de la estrella (que son muchas) se encuentran simultáneamente en el mismo punto. ¿Le daría usted a un agujero negro la categoría de real? Desde luego que los agujeros negros son reales, y hay pruebas de ello, pues al menos queda el intenso campo gravitacional que se puede medir.
Lo que yo pienso al respecto de las rarezas que he mencionado es que es posible que lo que llamamos mundo real, construido de electrones y otras partículas, no sea más que una representación o proyección virtual de una realidad global mucho más compleja a la que nuestra naturaleza física le es imposible acceder de manera inmediata.
Avancemos en las escalas de tamaño y aproximémonos a nuestro mundo cotidiano. Los organismos biológicos –de los que nosotros formamos parte- comparten una serie de características que los definen. Particularmente, diferentes parámetros de comportamiento de los individuos pertenecientes a una población biológica se pueden medir objetivamente. Lo que se observa es que un comportamiento o característica determinada sigue una distribución poblacional que se acerca a la curva de distribución normal, con una media que corresponde a la conducta más apropiada para un medioambiente determinado. Esta curva estará condicionada por la genética del individuo moldeada a través de cientos, miles y millones de años de evolución y adaptación. Ahora bien, ¿sabe un animal determinado que su conducta obedece a su posición dentro de una curva de distribución normal? De ninguna manera. El animal responde a su naturaleza y es completamente ignorante de las fuerzas que lo impelen a actuar, lo que hace de los organismos biológicos verdaderos autómatas.
Desde el punto de vista expuesto, los organismos biológicos son entidades que filtran la realidad atreves de sus sentidos y sistemas nerviosos de integración para que esta pueda ser utilizada operativamente. Es decir, el animal percibe una fracción virtual (realidad procesada y transformada por el sistema nervioso) de la verdadera realidad.
Por eso quiero en esta ocasión reivindicar a los mundos virtuales, que pueden ser tan reales como los mundos reales. Tienen estructura y complejidad, y son prolongaciones de las construcciones llamadas “cerebros humanos” que han sido sujetos a la evolución; y si usted considera que los ceros y los unos no son entidades reales, piense en los agujeros negros, los electrones y la luz. Además, los ceros y los unos tienen su correspondencia en nuestro mundo físico común y corriente, ya sea en forma de impulsos eléctricos o en forma de polarización magnética de partículas férricas, lo que podría constituir un medio que sirviera de soporte para un tipo de “vida informática” al igual que la química del carbono es el soporte físico para los organismos biológicos.
El concepto que planteo va un poco más allá de la inteligencia artificial. Si una entidad virtual tuviera una estructura con la suficiente complejidad, especialización de sus elementos, finos sistemas de autorregulación que le proporcionaran un medio interno estable (una especie de homeostasis), y una manera de perpetuarse y evolucionar adaptándose al entorno cambiante, bien merecería que la incluyéramos dentro de la categoría de ser vivo por derecho propio, tal vez tan vivo como usted o como yo; o tal vez al menos tan vivo como su suegra.
Un mundo virtual hipotético
Imaginemos un mundo virtual de los que se encuentran en la red, como Second Life, por ejemplo. En estos mundos, usted escoge un personaje con las características que usted desee para que tome su lugar. A este personaje se le denomina un ‘’Avatar’’, evocando a las reencarnaciones terrestres de una de las tres figuras deístas más importantes del Hinduismo: Vishnú.
Bien, ahora quitemos del mundo virtual todo vestigio de imágenes preconcebidas como los Avatars, y programémoslo para que en él se verifiquen las constantes y las leyes físicas básicas, como la carga del electrón, la constante gravitacional, la constante de Plank, las leyes del movimiento, etc. Introduzcamos los elementos de la tabla periódica. Programemos el mundo para que su comportamiento obedezca a todas estas leyes y pongamos algunas moléculas básicas que se comporten de manera similar a los compuestos derivados del carbono, como pequeños ARN (cadenas de ribonucleotidos dispuestos en diferentes secuencias de cuatro letras) y aminoácidos. Construyamos un algoritmo evolutivo en el que las moléculas respondan a las leyes físicas del mundo virtual para formar nuevas moléculas, y aceleremos la velocidad de las reacciones, digamos, un millón de veces las reacciones del mundo real.
Luego, distribuyamos el Mundo Virtual recién confeccionado en la red (o World Wide Web, para más caché). El mundo ha sido programado para que cualquier usuario obtenga una instancia en su pantalla de computadora a la que puede acceder cuando quiera, pero con la que no puede interactuar excepto de manera muy limitada. El usuario puede variar mínima e imperceptiblemente la posición o trayectoria de algunas partículas con el objeto de dirigir la evolución del mundo virtual hacia configuraciones que le parezcan más convenientes, o únicamente para introducir una mayor aleatoriedad en el proceso. Dicha “invasión” al devenir normal del mundo virtual se verá reflejada en un resultado concreto algún tiempo después de efectuada. Ahora, todos a jugar. El propósito del juego es crear vida inteligente, capaz de preguntarse y responder incógnitas sobre su propia naturaleza.
Para comenzar, los usuarios verán durante algunos meses como los ARN se replican con dificultad, originando moléculas complementarias a ellas, y como consecuencia un tipo de reproducción primitiva extremadamente lenta. Los errores son muchos, originándose una gran variedad de moléculas de diferentes tamaños y secuencias. Los aminoácidos, por su cuenta, se unen formando pequeñas cadenas de polipéptidos, también en muchas secuencias inestables que se destruyen rápidamente. La interacción entre las moléculas es intensa y aleatoria y de pronto, después de un año de juego, entre la aleatoriedad natural y la introducida por los jugadores surge algo: una secuencia de ARN específica forma una configuración que se complementa con una secuencia de aminoácidos específica. Ambas se atraen. EL ARN estabiliza la cadena de aminoácidos y a su vez, la cadena de aminoácidos facilita la replicación del ARN haciendo copias de si mismo más fiel y rápidamente que el resto de la población de moléculas. Esta configuración se replicará más rápido que las demás y permanecerá más tiempo. Ha surgido el primer factor determinante de la vida; el verdadero germen de los sistemas vivos: la cooperación entre los elementos.
La estabilidad del sistema dual ARN/cadena polipeptídica aunada a los errores aleatorios facilitara la evolución primitiva y el desarrollo del segundo factor determinante de la vida: la especialización de los elementos en tareas específicas. Las moléculas con errores en la copia que mejoren la estabilidad de la molécula o el proceso de copiado, sobrevivirán. A partir de este primer paso de cooperación los eventos se aceleran un poco. Pronto surge una gran cantidad de moléculas hibridas capaces de autoreplicarse y difundirse por la población. Algunas podrán incluso ejecutar algunas funciones como movilización y reclutamiento de otras moléculas. Nos encontramos en el mundo de la vida molecular. Cada molécula compleja es un individuo, con identidad propia, perteneciente a una comunidad molecular.
Un día, después de algunos meses, dos individuos moleculares se encuentran y descubren que se complementan, que uno de los individuos es muy bueno movilizándose y el otro muy bueno replicándose y reclutando otras moléculas. Particularmente, recluta un tipo de acido nucleíco menos versátil pero más estable que los ARN. Surge algo similar al ADN, y con esto el segundo nivel de complejidad de la vida: el de los motores moleculares complejos, diferentes unidades moleculares formando motores multifacéticos. De aquí en adelante, el desarrollo de complejidad será acelerado.
Durante los siguientes meses, el desarrollo de complejidad aumenta en varios órdenes. El mundo dominado por motores moleculares dio paso al mundo dominado por estructuras construidas por muchos motores especializados, algo similar a las células. A estas alturas los jugadores han entendido que los cambios de dirección de moléculas introducidos en el mundo por ellos mismos, facilitaran el desarrollo de complejidad solo si estos cambios mejoran la interacción de los elementos. La complementariedad favorece la especialización, la cual favorece el crecimiento hacia complejidad.
Los usuarios del mundo virtual están alegres. Después de varios años de juego, por fin han surgido seres virtuales con una inteligencia similar a la de los humanos. No se parecen en nada a los seres humanos de carne y hueso, pero la complejidad y evolución de los seres virtuales por fin ha determinado la emergencia de una estructura, en algunos individuos, que se asemeja en su forma de operar a los neocortex humanos. Los seres virtuales inteligentes no conocen nada de la existencia de sus creadores y de los jugadores, y el concepto de sí mismos y de su mundo es diferente al concepto que los usuarios humanos tienen de ellos. Su mundo es coherente, sujeto a ciertas leyes y para ellos es tan real como podría serlo. Han podido dilucidar un mecanismo evolutivo. Han entendido su naturaleza básica, compuesta de estructuras moleculares tridimensionales. Perciben la existencia de su mundo en tres dimensiones. Algunos incluso intuyen que hay algo o alguien más detrás de todo eso. Que no es posible su existencia solo “porque si”.
Aunque los usuarios humanos pueden intervenir desviando ligeramente las trayectorias o posiciones de algunas partículas, los seres virtuales no lo pueden saber ya que el código con el que se escribieron los programas originales no permite el acceso de los seres a este conocimiento, algo similar a la “incertidumbre cuántica” de nuestro universo real. Los usuarios humanos han seguido la pista del desarrollo de las comunicaciones entre los seres virtuales y conocen el muy bien elaborado lenguaje simbólico que estos utilizan. Desde el punto de vista de los usuarios humanos, los seres virtuales realmente existen en el mundo virtual. Tienen voluntad, pensamiento y hasta una especie de libre albedrio, pero su realidad solo se ve reflejada en instancias bidimencionales que corresponden a la pantalla de cada computador.
A pesar de esto su existencia no se limita a la pantalla. Los seres viven en la red, en muchas computadoras al mismo tiempo, en muchas instancias, en todos lados y a la vez en ninguno. Su verdadera naturaleza no es molecular sino asentada en impulsos eléctricos en los innumerables circuitos de la red, y desde un punto de vista básico están construidos con un código sencillo de ceros y unos, procesados por un conjunto sencillo de conmutadores, cuyo funcionamiento está condicionado a un conjunto sencillo de operaciones lógicas. Pero todos esos detalles están ocultos para el ser virtual, o en otras palabras y según su punto de vista, el asunto sobre su propia existencia es, bueno, epistemológico.

martes, 9 de febrero de 2010

Un banco “hábil”

Dr. Edwin Francisco Herrera Paz

Si usted es comerciante, profesionista, o se dedica a cualquier otra actividad o servicio, le gusta que le paguen lo que le deben, ¿No es cierto? Y además, le gusta que le paguen a tiempo. Sin embargo y aunque parezca difícil de creer, hay una situación en la que el “no pago” es propiciado por el acreedor, y de eso se trata este artículo.
En estos dorados tiempos, usted puede esperar que en cualquier momento un delincuente lo intercepte y asalte. Más aun, puede esperar que su médico, mecánico o abogado de cabecera se aproveche de usted. Pero algo difícil de concebir es que una institución emisora de tarjetas de crédito, que debería ser sinónimo de rectitud y seriedad, lo atraque en descampado. Pero lo cierto es que en su mayor parte el robo, asalto, atraco o estafa en nuestra sociedad hondureña se filtra subrepticiamente, tomando formas sutiles, producto del ingenio de mentes delincuenciales con la más alta formación académica, quienes elucubran las más ingeniosas maneras de hacer dinero fácil que de paso no sean penadas por la Ley. Tal es el caso de la institución emisora de tarjetas de crédito de la que les voy a hablar. Si usted es hondureño y además posee una tarjeta de crédito con la mencionada institución, usted se dará cuenta de su identidad y se sentirá identificado.
Sabido es que si usted no paga la deuda de su tarjeta de crédito antes, o en la fecha estipulada para realizar tal pago, el banco le cobra una cuantiosa multa. Este hecho es aprovechado por el banco, de tal manera que si usted llega a realizar su pago el último día, el personal del banco es instruido para impedir, a toda costa, que usted lo realice. Usualmente hay varios cajeros atendiendo, pero el último día reducen el personal a la mitad de modo que se formen largas filas y el cliente termine capitulando y se resigne a pagar un día posterior. Muchas veces incluso el escaso personal que queda atendiendo toma tiempos libres para comer, divertirse y relajarse de diferentes maneras mientras el cliente, desesperado, libra una feroz guerra interna decidiendo si desiste (con lo que pagará la cuantiosa penalidad) o perseverará en el intento de pagar.
Si el cliente logra -después de revestirse de una paciencia sobrehumana- llegar por fin a la caja, sorpresivamente el “sistema está lento o caído”. Si por ejemplo usted quiere pagar lo que debe su cónyuge porque él o ella están de viaje, el banco, en una muestra de falsa rectitud, le indica que no se puede pues los pagos son personales, pues la información del usuario de la tarjeta debe ser protegida. Desde luego esta exuberante y súbita demostración de “ética profesional” aparece en las conciencias de los banqueros del susodicho banco únicamente (sí, usted adivinó) ¡el último día de pago!
El personal de la mencionada institución bancaria se encuentra perfectamente instruido para soportar estoicamente los innumerables reclamos del cliente. Lo único que funciona en la desesperada situación del usuario que quiere pagar su deuda es amenazar, llamando al cajero por su nombre, con denunciar el hecho a la Fiscalía del Consumidor o a la Comisión Nacional de Banca y Seguros después de cancelar definitivamente la tarjeta. Es hasta entonces que milagrosamente el cajero le resuelve a usted el problema. Es decir, usted puede pagar la tarjeta de su cónyuge y el sistema se repara brusca e inexplicablemente. Y todo esto sucede mientras el cajero mantiene una dulce y simpática sonrisa de oreja a oreja. Es probable que dentro del paquete de prebendas que el banco ofrece a sus empleados, se incluya clases de actuación con artistas profesionales, de tal manera que se facilite el cumplimiento de la “meta”.
Bien, como un importante porcentaje de clientes no logra pagar el último día, la institución se hace los bigotes con las penalidades por atraso en el pago. Enriquecimiento fácil, y además, el banco no incurrió en ilegalidad. ¡Y usted que se mata trabajando para ganarse unos centavos honradamente! Mejor ponga un banco emisor de tarjetas de crédito (bueno, a ver si puede).
Yo ya aprendí y no espero hasta el último día para pagar mi tarjeta. Sin embargo, hay ocasiones en las que tengo que pagar el último día, aunque me preparo sicológicamente para pasar por el suplicio antes mencionado. Algunos clientes fieles creímos, inocentemente, que el problema acabaría con el reciente cambio de nombre de la institución debido a la adquisición de un nuevo y flamante socio extranjero de prestigio internacional, pero para sorpresa nuestra, la política de “darle en la nuca” al cliente sigue intacta, incólume, y más vigente que nunca.
Por eso cuando algún representante de banco emisor de tarjetas intente insistente, tenaz y tercamente enchurungarle a usted una tarjeta de crédito, diga NO y luego pregunte. Indague con sus amigos sobre las características del emisor, no sea que una vez al mes se encuentre usted en alto riesgo de sufrir un infarto agudo al miocardio. Saludos.
P.D. De veras, no es broma. Hace poco vi a un anciano, el día de pago de tarjetas en el mencionado banco, quejarse de fuerte dolor en el pecho después de una discusión con una cajera. Citi Citibank