Hará unos 5 años ya, un hombre me visitó en mi clínica. Dijo en la recepción que me conocía del internado, y que quería saludarme. Atendí al ciudadano cortésmente, pero no me acordé de el. Después de presentarse, sacó de su bolsa unos frascos y procedió a explicarme el motivo de su visita. Andaba vendiendo frascos de medicamentos en los que se podía leer: “propiedad del Estado de Honduras”, y me los ofreció a un precio razonablemente barato. Yo le expliqué que, tal vez alguna vez en mi vida había comprado medicamentos con esa leyenda, al igual que lo hacen, calculo yo, el 90% de las clínicas en San Pedro Sula, pero mi nueva condición de cristiano evangélico me lo impedía, y que ahora se que había hecho mal, puesto que estaba contribuyendo al robo, no del Estado de Honduras, sino del estrato más pobre de la población que es la que utiliza esos medicamentos.
El negocio de medicamentos robados de los hospitales es redondo. Se extraen de los hospitales del Estado y son vendidos a clínicas privadas a un precio ostensiblemente más bajo. Ganan todos: las farmacéuticas venderán más medicamentos al Estado, los vendedores tendrán ganancias sin inversión y las clínicas privadas se ahorran una gran cantidad de dinero. Al Estado, no le importa, y quien realmente pierde es aquél al que el Chavimarxismo-Melileninismo (o Marxismo-Leninismo de Chavez y Mel, equivalente al Marxismo-Leninismo, pero sin su lógica filosófica) llama “pueblo pueblo”.
La persona que me visitó, entonces procedió a adularme. Me dijo que era yo un hombre íntegro. Que hombres honrados como yo son los que necesita Honduras y que me felicitaba. Enseguida sacó una tarjeta de su bolsillo y me invitó a una reunión política de su líder Eduardo Maldonado, alias Piquito. Yo le dije que lo pensaría, sin embargo no tenía ni la más mínima intención de asistir.
Ignoro si esta persona recapacitó o si continuó vendiendo medicamentos robados. Lo que sí se es que recientemente se encontraba trabajando en lo del proyecto de la cuarta urna. Si no enderezó sus pasos, me pregunto yo cómo una persona que está trabajando supuestamente por el pueblo pueblo, le roba a ese mismo pueblo pueblo. No tiene sentido. Es absurdo. Es una contradicción, a menos que esté mintiendo, y en realidad el pueblo pueblo le importa un soberano cacahuate.
Mi reacción contra el régimen totalitario que axiomáticamente se habría instaurado en Honduras de haber proseguido impune el proceso de la cuarta urna, es racional, y no emocional. En un régimen totalitario, ¿desaparece realmente el pueblo pueblo? Por que si desapareciera, entonces pasaría a ser parte de la clase media, o de la oligarquía, ¿No es cierto? En los regímenes totalitarios el pueblo pueblo sigue siendo el pueblo pueblo, la clase media desaparece y pasa a formar parte del pueblo pueblo, y la oligarquía, también desaparece, pues se va con sus millones a invertirlos a otro lado. En cambio, surge una nueva clase de oligarquía, formada por los gobernantes, represiva, y que se mantiene en el poder amen de la represión y del adoctrinamiento de jóvenes y niños. Ya no hay Dios, y el único dios es el Estado. Esta forma de gobierno se adapta como anillo al dedo a déspotas carismáticos, megalómanos y crueles como Stalin. Y a pesar de la represión y del adoctrinamiento, la gente continúa inconforme, porque la libertad la necesita el ser humano diríase que por instinto, y es así como cientos de ciudadanos cubanos arriesgan sus vidas cruzando en balsas el Caribe hacia el sueño americano, o hacia otros destinos, en los que Honduras está incluida.
¿No le parece sospechoso que, mientras muchos hondureños se van “mojados” hacia el “Imperio Yankee”, muchos cubanos se vienen a Honduras, y que además dicen que en este país “están en la gloria”? Me pregunto cómo estarían en Cuba. Que yo sepa, ningún hondureño se ha ido mojado para Cuba. Por lo tanto ambas, la lógica formal y el sentido común indican que un estado comunista no es el sitio ideal para vivir y criar a los hijos, excepto para los miembros del Estado, cuyos hijos se dan vida de príncipes.
Algunos amigos me han dicho que nada tiene que ver la cuarta urna con Chávez y el comunismo. Yo les digo que tiene todo que ver, que lo de consultar al pueblo, y que el pueblo elige su destino, es una fachada, una interfaz engañosa, una carnada que atrae las presas hacia el anzuelo del totalitarismo y la sed de poder absoluto. Afortunadamente los hondureños nos dimos cuenta a tiempo. Desde luego, con esto no digo que el sistema capitalista neoliberal sea un dechado de virtudes, claro que no, pero la amenaza inmediata para Honduras es de parte del comunismo, y una vez instaurado este modelo de gobierno, ya no hay más libertad para hablar ni opinar. No hay marcha atrás, y debemos repeler el ataque a toda costa.
Pero la existencia de seres como el presidente Chávez en las sociedades, tiene su aspecto positivo. Las oligarquías en Honduras han comenzado a ver que necesitan comprometerse con el desarrollo de los otros estratos poblacionales. La unidad de los hondureños (con la excepción de una minoría) es tangible. Dicen que la ex presidenta de
Además, los petrodólares del presidente (o más bien del pueblo venezolano) no nos caen mal. Sígalos mandando para sus revueltas, señor presidente, que nosotros les daremos buen uso. Saludos.
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