Mostrando entradas con la etiqueta maestros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta maestros. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de noviembre de 2010

Defendiendo lo indefendible: en apoyo a los maestros hondureños y su estatuto

Iniciaré este artículo diciendo que no estoy de acuerdo con la existencia de los estatutos profesionales de la manera en la que están planteados actualmente. Me parece que el aumento ligado al salario mínimo es excesivo y una gran carga para el gobierno. Más, a pesar de eso, en esta ocasión defenderé a los defensores de su estatuto y procedo a esgrimir mis argumentos.
Honduras en estos momentos atraviesa una crisis cuya génesis es multifactorial. Tal vez el principal factor incidente en la mencionada crisis sea la recesión económica que aqueja al mundo desde el año pasado. Ante la recesión, los gobiernos de muchos países han evitado el colapso mediante medidas de urgencia, como la inyección de capital al sistema financiero (bonito premio) y la instauración de medidas de austeridad. Los aparatos burocráticos comienzan a recortarse ante la incapacidad de los gobiernos de cubrir el pago de las cuantiosas nóminas salariales.
Es decir, los gobiernos se sacrifican para salvar a sus países del colapso económico, lo que traería consecuencias sociales serias como la ingobernabilidad. Pues bien, Honduras no es la excepción. El Ministro de Economía grita a los cuatro vientos que no hay recursos para cubrir todas las obligaciones, y con justa razón se busca la derogación del estatuto del docente. Los maestros reaccionan por sus derechos, por su conquista laboral y se oponen de manera decidida a cualquier acción que modifique el estatuto. ¿Quién está en la razón? ¿De qué lado podrá estar la justicia?
Comenzaré mi argumentación diciendo que el ser humano es un animal de comportamiento complejo, pero dentro de esa complejidad se pueden distinguir características comunes a todos o a la mayoría de los miembros de nuestra especie. Una de tales características es la empatía, definida como la capacidad -más bien la cualidad- de un individuo de identificarse con los problemas de sus congéneres, ya sea en el plano individual o colectivo. Los neurobiólogos han descubierto por lo menos dos grupos neuronales muy desarrollados que incluyen la unión temporoparietal y las neuronas espejo, que son la base física del conformismo y la empatía.
La segunda característica que mencionaré es la territorialidad. Luchamos por lo que suponemos es nuestro, lo que nos ha costado trabajo; nuestra casa, nuestra familia, nuestro alimento y nuestra tierra. La propiedad no es una entidad real puesto que nacemos y morimos solos; no traemos objetos a este mundo ni nos llevamos ninguno (la territorialidad puede incluso llegar al extremo de desear llevarnos nuestras posesiones a la tumba, como lo hacían los monarcas del antiguo Egipto), sin embargo nuestra evolución como seres humanos nos ha impuesto construcciones mentales que nos hacen percibir al mundo como susceptible de ser poseído por nosotros. Somos animales territoriales por naturaleza.
Ahora bien, suponga que usted es el gobierno y desea derogar el estatuto del docente, y para hacerlo recurre a la empatía. Usted intenta persuadir al maestro de abandonar su protesta con el argumento convincente que es la crisis del país; le incita a ser condescendiente ante las necesidades de la colectividad para que, de esa forma, el país pueda salir adelante. Usted recurre a las neuronas espejo del maestro, apela a su empatía; a ese altruismo natural de todo ser humano, el mismo que ha convencido a muchos filósofos sobre la existencia de una ley moral natural.
¿Por qué entonces no lo logra? Bien, porque usted recurre a las neuronas espejo del maestro, que no harán más que reflejar el comportamiento del gobierno para actuar acorde. Las neuronas espejo le indican al maestro que el discurso del gobierno no es congruente con lo que le pide. El gobierno dice recesión, más los gastos del gobierno para mantener la burocracia, en lugar de disminuir, están en alza. En lugar de fusionarse ministerios se abren nuevos con muchísimos empleados que engrosarán el intestino del titánico nemátodo parasítico llamado “engranaje burocrático.”
Las neuronas espejo del maestro inevitablemente verán como el gobierno se da una vida de lujos, incluyendo costosos viajes a mundiales de fútbol y otras nimiedades. Verán cómo en Casa de Gobierno y en las residencias de ministros, alcaldes, y otras altas poporoilas públicas, no hace falta nada. ¡Nada! Sin embargo la lujosa vida de los gobernantes contrasta chocantemente con la ausencia de medicamentos en los hospitales públicos, la falta de obras de infraestructura vial, la pobreza de las escuelas públicas, y de allí en adelante una interminable lista de falencias que en lugar de lista es “tamagás.”
Las neuronas espejo del maestro reflejarán, inevitablemente, como el gobierno obtiene un éxito descomunal, una fama sin igual al aprobar una importante materia con una altísima calificación. En efecto, verán cómo el gobierno de Honduras se encuentra dentro de los primeros lugares a nivel mundial en la materia llamada corrupción, el peor de los males que aqueja a los hondureños y que es, sin temor a equivocarme, la cimiente de todos los demás.
Entonces las neuronas espejo del maestro activarán esa otra característica llamada territorialidad. El maestro oirá en su interior esa suave y dulce vocecita que le dice, “¡no sea bruto papa, no se deje quitar su pistillo que lo que no le paguen a usted, quien sabe dónde irá a parar!” Y entonces el maestro luchará por sus conquistas con garra, fuerza y corazón, y reflexionará que para que el gobierno pueda pedir o exigir, deberá dar antes el ejemplo so pena de perder la autoridad moral ante el pueblo gobernado.
Es por eso que, por esta vez, apoyo al maestro y a su estatuto.