Por: Edwin Francisco Herrera Paz |
El número de institutos públicos y privados incluidos en la lista, ordenados por departamento, se muestra en la siguiente tabla:
Departamento | No. de Institutos Privados | No. de Institutos Públicos |
Atlántida | 5 | 2 |
Choluteca | 1 | 0 |
Comayagua | 2 | 4 |
Copan | 3 | 4 |
Cortes | 10 | 5 |
Francisco Morazán | 23 | 11 |
Olancho | 3 | 1 |
Santa Bárbara | 1 | 8 |
Yoro | 2 | 1 |
El Paraíso | 0 | 4 |
Intibuca | 0 | 2 |
La Paz | 0 | 3 |
Lempira | 0 | 2 |
Ocotepeque | 0 | 3 |
La tabla a continación muestra algunas cifras globales de ambos listados: el número de estudiantes que realizaron el examen, el porcentaje de admitidos, y la media del índice de admisión, ponderada con el número de alumnos por instituto.
Tipo de escuela | Número de Aspirantes | Porcentaje admitidos | Media Ponderada del Índice de Admisión |
Públicas | 13234 | 86% | 979 |
Privadas | 5041 | 96% | 858 |
Se debe notar la diferencia en el número de aspirantes, más del doble para las escuelas públicas. También es notable la diferencia de 10 puntos porcentuales en el número de admitidos a favor de las escuelas privadas.
La gráfica a continuación muestra la distribución de puntajes agrupados en intervalos de confianza, tanto para las escuelas públicas (linea azul) como para las privadas (linea roja)
Para comenzar, la gráfica muestra la cola derecha de las distribuciones (los mejores puntajes), pero lo que es cierto para esta fracción debe ser cierto para el resto de la distribución. Si fuera así, si extrapolaramos los datos descubriríamos que la distribución completa de las escuelas privadas presenta un corrimiento hacia la derecha con relación a las escuelas públicas, evidenciando una diferencia en la calidad de la educación entre ambos sectores.
Esta diferencia se puede apreciar también analizando datos puntuales. Para el caso, para la institución pública con el mejor puntaje este es de 1033, relativamente bajo comparado con el puntaje de 1187 para la privada que ocupa el primer lugar. Si incluyéramos esta institución pública en el listado de las privadas, ocuparía el lugar número 14. Es decir, hay 14 instituciones privadas con un puntaje más alto.
Los datos mostrados revelan dos grandes brechas: la primera, en el porcentaje de alumnos provenientes del sector privado con relación a los del sector público. Aunque parte de esta brecha puede deberse a una mayor fracción de alumnos del sector privado inscribiéndose en universidades privadas, es posible que el sector público de educación media supere numéricamente al privado. Esto no sería de extrañar, considerando el elevado costo de las instituciones privadas en un país que aun presenta elevados índices de pobreza.
La segunda brecha es la que realmente preocupa. Esta se evidencia por la diferencia en los puntajes del índice de admisión, superiores en todos los intérvalos de confianza para las escuelas privadas en relación con las públicas. Y es esta brecha, mis queridos amigos, la brecha entre los que no pueden costear una educación privada para sus hijos y los que sí pueden. Es esta brecha la que contribuye a perpetuar por generaciones esa otra brecha: la que existe entre los bien educados, con una amplia posibilidad de competir con éxito en el ruedo laboral, y los que tienen una educación deficiente, mal remunerados o desempleados. Desde luego esta es una generalización que obvia casos particulares que constituyen excepciones.
Es mi humilde opinión que las acciones del gobierno deben ir orientadas a disminuir ambas brechas. La mayor accesibilidad de la población general a los servicios de educación privada se lograría por medio de la disminución de las tasas de desempleo e incentivando la inversión interna y extranjera (algo que ya se está haciendo), pero también tomando cierto control (no excesivo) sobre la educación privada. Esto se podría lograr mediante la regulación del aumento anual de los precios de las colegiaturas indexándolas a la tasa de inflación (algo ya implementado en otros países latinoaméricanos). Una excelente iniciativa es el otorgamiento masivo de becas de estudio en instituciones privadas a niños con buen rendimiento académico. Estas becas pdrían ser otorgadas por el gobierno o por la empresa privada, proporcionando incentivos -uno de los cuales podría ser la exoneracion de un porcentaje de los impuestos- a las empresas.
La mejora en la educación pública requeriría de acciones más enérgicas. Los maestros merecen buenos salarios, pero los aumentos deberían estar sujetos al rendimiento académico de sus alumnos. Sin embargo, el estado hondureño no cuenta con un sistema de evaluación claro y objetivo del desempeño de las instituciones, y recordemos que la información es poder. Poder para mejorar, para efectuar cambios positivos.
En Honduras necesitamos un instrumento de evaluación general para todos los alumnos que egresen de la secundaria, que a la vez sea utilizado para la evaluación de las instituciones de educación. Este sería un buen comienzo. A mi, particularmente, me gustaría saber el nivel académico de la institución en la que se educan mis hijos mediante un parámetro real, pues en la actualidad con lo único que contamos es con el "dicen por allí."
Saludos.
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