Dinero mal habido = dinero que trae maldición |
EDWIN FRANCISCO HERRERA PAZ. Quiero referirme en esta ocasión a un fragmento bíblico en donde se menciona la palabra anatema. Su significado según el contexto del pasaje es “botín que trae maldición,” y hace referencia a un objeto tomado a pesar de la orden explícita de Dios de no hacerlo. En el libro de Josué, Dios le ordena al pueblo de Israel destruir la ciudad de Jericó y todo lo que en él había, incluyendo los animales y los tesoros. Un hombre de la tribu de Judá llamado Acán, atraído por los maravillosos tesoros de la ciudad, desobedeció la orden y tomó para sí mismo algunas cosillas valiosas. Debido a la desobediencia de Acán, Dios los abandonó e Israel fue derrotado en la batalla contra Hai. Josué descubrió la desobediencia de Acán y este fue finalmente muerto a pedradas con toda su familia y su ganado.
¡Mmmm, yumy yumy, que sabroso cerebro el de mi hijo! |
El policía que amasa una fortuna valiéndose de su posición de poder para cobrar derechos de operaciones al crimen organizado, estará contribuyendo con su actuación a aumentar la impunidad y la inseguridad en su ciudad, la misma en donde habita su familia y sus futuras generaciones. Tarde o temprano, la codicia del policía pasará la cuenta a su familia y a su país.
El “empresario” que tala el bosque sin misericordia para beneficiarse de los dividendos de la madera, olvidándose de la sostenibilidad, estará condenando a sus hijos y a sus nietos a vivir en un planeta cada vez más caliente en el que los desastres climáticos serán más frecuentes. Heredará la fortuna a sus hijos, pero sus hijos no podrán utilizarla para refugiarse del huracán destructor, o de la arremetida de enfermedades infectocontagiosas que afectará a nuestra especie como consecuencia del calentamiento global. Pagarán por su inconsciencia no solo su descendencia, sino la humanidad en general.
¡Queremos cerebrooooosss! |
El narcotraficante que maneja capitales absurdamente grandes, y que para mantener su negocio funcionando necesita del respaldo de un ejército de sicarios, tarde o temprano pagará caro su proceder. Es una práctica común en este negocio el ajusticiamiento de la familia por algún error o por la competencia. O quizá lo atrape la policía, o tal vez se convierta en un número más que confirme la estadística que le da a lo sumo cinco años de vida. Está de más hablar de las muchas formas en las que su familia y la sociedad pagarán por sus actuaciones. Su amor al dinero habrá determinado su ruina y la de su familia.
El funcionario corrupto que amasa una fortuna con el dinero que no le corresponde, contribuirá a mantener a su país en la lipidia. Podría continuar con una lista interminable de ejemplos, pero con estos usted ya ha captado la idea. ¿Podemos afirmar con propiedad, con absoluta certeza que la maldad se ha apoderado de todos estos individuos? No lo creo. No en todos los casos. Indudablemente el mal y el bien están entremezclados, o tal vez entretejidos en diversas proporciones. Lo dijo Jesús en la parábola del trigo y la cizaña.
Lo que pienso que sucede, no es que sean muy malas personas. Mas bien es que en una sociedad totalmente permisiva como la nuestra muchas de estas gentes pasan por la vida actuando como zombis, sin una clara conciencia de los resultados de sus actos, pasándole la peste zombi a todo el que se cruce en su camino, impúnemente, mientras los no contagiados por el virus zombi se ven obligados a esconderse. Estos zombis se encuentran en una especie de limbo. Son en realidad “muertos vivos,” pero en su percepción creen ser muy vivos.
Desde luego que la muerte a pedradas es una práctica proscrita en occidente hoy en día. Sin embargo, de cualquier forma, la sociedad debe vigilar los excesos y delitos de los ciudadanos y es por eso que surgen las legislaciones como los códigos penales y los cuerpos encargados de ejecutar la ley, como los ministerios públicos, etc. ¿Pero qué sucede en una sociedad corrupta como la nuestra en la que se violan a diario las leyes con total impunidad? ¿Qué pasa en una sociedad donde usted que es asaltado, robado o estafado, busca de la ayuda de las autoridades solo para encontrarse con una total y absoluta apatía? En una sociedad de este tipo, como la hondureña de estos tiempos, la inconsciencia, o sea el virus zombi, se esparce como los nenúfares que invaden la laguna, y el “inconsciente colectivo” de Jung se convierte en la “inconsciencia colectiva.” Una sociedad donde abundan los zombis de los que usted continuamente deberá escapar para que no le devoren su cerebro y se vuelva uno más de ellos.
Por eso, mi querido amigo, si usted es uno de esos zombis que tiene una fortuna mal habida o que ha amasado a costillas de otros, recuerde que la maldición del anatema no recae solo sobre usted, sino también sobre su hijos, su familia, su ciudad, su país o la sociedad en general, y lo hace de maneras inesperadas.
Zombis preparados para devorar su cerebro |
Quiero comentarle que yo he leído mucho acerca de las maldiciones generacionales. Recientemente leí un libro que se llama La Iniquidad y allí la Pastora Ana Méndez desarrolla muy bien el tema. Es terrible desconocer como nuestras actitudes, pueden dañar a nuestras futuras generaciones. En la actualidad, jóvenes especialmente, que tienen como oficio el sicariato y otros negocios ilicitos y que incluso aman a sus familias, no tienen idea del daño que les están causando. Qué culpa tendrá el nieto o biznieto de la mala decision de sus ancestros. Sin embargo, esa es la ley de la sangre. Respecto a que todos estamos siendo perjudicados por el pecado de unos pocos, es muy cierto. Yo oro cada noche para que se produzca un arrepentiiento genuino en los corazones, de otra manera nuestro pobre país se seguirá hundiendo. Quiero agregar que, buena parte de esta maldad desmedida radica en los gobernantes. Al ser humano, si no se le controla, hace cualquier tipo de maldad pero si la cabeza anda mal, el resto del cuerpo también.
ResponderEliminarEste es un artículo muy bueno, debería escribir más sobre este tema.