Por: José María Castillo Hidalgo
Vivimos en una sociedad híbrida y
angustiada entre la espada digital y la pared de piedra que consume sus más
importantes energías entre optar por lo correcto o lo necesario.
Y por ello, nuestra sociedad
impostergablemente deberá tomar una decisión clara y firme y mantenerla a toda
costa, aunque el trance sea difícil y doloroso: Erradicar la delincuencia
violenta y sanguinaria, que inmisericorde nos azota y que es cometida por
sociópatas incorregibles aún si de negociar algún tipo de arreglo fuera.
Todas las sociedades civilizadas del
mundo han pasado por cada una de las etapas históricas y han evolucionado hasta
ser lo que hoy son, emporios comerciales, culturales y científicos, muchas de
ellas antes de alcanzar el desarrollo, usufructuaron la esclavitud, la
explotación de colonias de ultramar, el comercio del opio y la guerra. Nosotros
ahora los vemos desde la barrera, por la magia de la señal satelital con sus
autopistas, rascacielos, estadios colosales, lanzamientos espaciales y demás
portentos tecnológicos que arriban a nuestras retinas insertas en la ley de la
selva, en los barrios tristes y las aldeas polvosas en que deambulan los
salvajes hambrientos y enfermos capaces de matar por un celular o por unos
pesos o ya por simple prurito, pero esto nos pasa porque no hemos recorrido el
camino necesario y no hemos sabido hacer la tarea, no hemos sabido trazar una
ruta y no hemos sabido hacernos un nudo con los hermanos.
En las calles los estómagos vacíos crujen
pero sus equipos de televisión les enrostran los beneficios materiales
inasequibles para ellos que otros gozan inmersos en lujo, ostentación y
despilfarro, los enferma y los deja listos para aspirar a la riqueza
instantánea a cualquier costo, salen de sus guaridas producto de la
desintegración familiar, la educación deficiente y de una sociedad indiferente
y segregacionista, pero no es así, será el trabajo, el esfuerzo, el ingenio y
la destreza los que efectivamente produzcan riqueza.
Estimado amigo: No importa quién sea
electo Presidente o Presidenta. Lo que importa es la sociedad que decidamos ser
y que nos empoderemos de nuestra capacidad de exigir y les exijamos a los
gobernantes hacer las cosas bien, no robar, no prevaricar, no fornicar al
pueblo.
Las autoridades son reflejo de lo que
somos y si queremos que sean distintos somos nosotros quienes hemos de cambiar
primero. Vea, son alagartados porque somos indiferentes, son fiesteros con lo
ajeno porque nos gusta el mejengue. Créame ellos hacen sus campañas no tanto
para benefiarnos a usted, a mi o la colectividad, como para beneficiarse ellos
mismos y los de su entorno.
Las autoridades son Mandatarios y no
debemos dejarlos que se coman el mandado de nosotros. Debemos aprender a
obligarlos a hacer lo que queramos. Podemos NO estar absolutamente seguros como
lograrlo pero si estamos totalmente seguros de lo que queremos, por eso no
importa quién gane, pues todas las propuestas pueden ser buenas, lo
trascendental es saberle exigir al que gane que cumpla con las aspiraciones de
la sociedad. Y eso generará el desarrollo, no hay otra manera. El bienestar
solo se logra con orden, trabajo y paz que empuja la colectividad que tiene
conciencia de su propia valía.
3-11-13