Por José María Castillo Hidalgo.
Subió las gradas saltando de dos en dos los peldaños de cerámica marrón
que sintió más sólidos que nunca y entró a la oficina a la que no había llegado
desde hacía un par de semanas. Puso el equipaje en el suelo y vio que todo
estaba como había quedado. Se sentó en el escritorio y vio a través de la
ventana unos nubarrones que se desplazaban pesadamente en el cielo, pero por
dentro sintió una verdadera tromba enmarañarse con un tosido y se levantó como
impulsado por un resorte. La mano casi por cuenta propia sacó del bolsillo un
paquetito el que golpeó varias veces contra el dorso de la mano izquierda y un
cigarro bien apretado salió asustado con la prestidigitación mientras unos
pasos acelerados lo llevaron al pasillo abierto y con barandas del edificio,
donde con la ayuda de un fósforo desnudo y cabezón le sacó una bocanada de humo
gris, que entró presuroso para recorrerle las sienes y el tálamo con una especie
de aullido fino. Había algo de resaca, algo de problemas insolutos, algo de
hastío y un poco de estrés que se mezclaban maravillosamente con la esponja
gris, el humo gris y el día medianamente claro.
Un niño como de diez que andaba con canasta y ropa humilde pero limpia, arrastrando unas chancletas de hule verde renegrido y gastado, se le aproximó y le hizo una sola pregunta: ¿Qué se siente ser esclavo? La respuesta no pareció interesarle al cipote y ni siquiera hacer venta de lo que sea que andaba vendiendo, porque con la misma se largó y se oía que canturreaba algo entre risas.
Un niño como de diez que andaba con canasta y ropa humilde pero limpia, arrastrando unas chancletas de hule verde renegrido y gastado, se le aproximó y le hizo una sola pregunta: ¿Qué se siente ser esclavo? La respuesta no pareció interesarle al cipote y ni siquiera hacer venta de lo que sea que andaba vendiendo, porque con la misma se largó y se oía que canturreaba algo entre risas.
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La verdad estas anotaciones podrían haber tenido un título más
llamativo, por ejemplo, “Cómo saltar del expreso de medianoche que lleva al
infierno”, “Cómo abortar un engendro que se alforja de tu cerebro” o “Cómo
chiflar y torcer el pescuezo hacia otro lado” pues las recomendaciones a que me
refiero, vienen siendo las mismas ya para adoptar vicios, manías o malas
costumbres, como también para desistir de ellos o para el caso, para asumir un
hábito positivo nuevo.
En efecto, Usted no adopta el vicio de manera natural y espontánea.
Usted pone su voluntad y entereza para agarrarlo. Al respecto, muy bien decía
un amigo mío, aunque me costó un poco captar en la debida dimensión su idea:
“Si yo lo agarré, yo lo voy a dejar”.- Al fin entendí la gran implicación ética
detrás de esas sencillas palabras: Si Usted se metió en el lío por su propia
cuenta, ahora es responsabilidad suya, cueste lo que le cueste, salirse.
Primero: DECIDIR: Si usted es feliz con el
vicio que sea que tiene, pues qué bien y definitivamente esta exposición NO es
para Usted, porque aunque decirlo suene a perogrullada, es necesario como
primer requisito para dejar un vicio, la decisión precisa de que eso es lo que
quiere hacer y es más, esas son las tres cuartas partes de la escalada. Para
ello es necesario sopesar los pro y los contra.- Ejemplo típico, fumar.
Pros: El gran estilo envidiable de fumar, el negocio macanudo que
significa (si usted es el que los fabrica o el que los vende), y una extra, le
puede servir de excelente pretexto para salir en mitad de la noche (ir a
comprar cigarrillos) y jamás volver.
Contras: El tufo por doquier, la manchancina en dientes, dedos,
pulmones, etc., el peligro de incendio, el gasto económico, la tos y la voz
dañada, la incomodidad que ocasiona a otros, el enfisema, la posible amputación
de las cuerdas vocales, la entrada a otros vicios, el mal ejemplo, etc.
Segundo: SIEMPRE SIETE.- Todo vicio o hábito se
raigambra en siete días, y asimismo se arranca en ese plazo. Para adoptarlo
usted insistió consigo mismo en mantenerlo a como fuera, a pesar de lo
desagradable que era. Para abandonarlo debe alejarse de él de la misma manera,
como llegó. Para ello es importante escoger un acto de distracción para
engañarlo. Por ejemplo, hacer ejercicio. Si puede pida permiso o espere las
vacaciones o se da un descanso de siete días y aprovecha para extirpar el mal
hábito. Cada vez que quiera recaer en ese ínterin crucial, póngase la calzoneta
y los tenis y salga corriendo y no pare hasta que se esfume totalmente el
deseo. Tan pronto le vuelva el ansia, salga a correr, vaya al gimnasio, haga
bicicleta o cualquier otro ejercicio extenuante (no tai chi ni jaibol o fifa).
BONO: Perderá esos kilos de más.
Tercero: RELACIÓN NEGATIVA.- Esta técnica es
drástica pero altamente efectiva. Relacione el vicio con algo desagradable o
tanto mejor, insértele una carga emocional repulsiva a manera de reflejo
condicionado.- A un cipote de mi barrio le gustaba atrapar murciélagos y los
ponía a fumar, especialmente en navidad, en que todo el mundo andaba con
cigarrillos. Rápido aprendían tanto los murciélagos como los niños a fumar.
Para arrancarles de las entrañas el vicio a los empedernidos y noctámbulos
voladores, mi amigo los ponía a fumar unos diez o quince cigarrillos uno tras
otro y después los lanzaba a volar. Los murciélagos se reventaban los dientes
en el pavimento y ya no quedaban animados a seguir fumando. En la práctica Usted
puede comprar un paquetón grande de cigarrillos (de diez paquetillos) y fumarse
todo el contenido de una sola sentada, encendiendo uno con otro. De todas
maneras no es conveniente levantarse, así que lo mejor es intentarlo en casa y
al lado de la cama. Al día siguiente, si logra ver la luz del sol, seguro no
querrá saber nunca más de cigarrillos y va a odiar con todas sus fuerzas a
quien sea que vea fumando.
Cuarto: UN DÍA A LA VEZ o LA DEL POLITICO
CRIOLLO.- Otra regla fundamental y sumamente efectiva es la que podemos llamar
la “pajita” del día.- Usted tiene que decirse a sí mismo en el momento que las
ansias del vicio aprietan: Si hombre, voy a disfrutar de mi vicio a todas mis anchas...
me voy a sumergir en él como en un mar, solo que... NO HOY.- Al día siguiente
repite más de lo mismo: Si lo vas a hacer compa, vas a fumarte unos Benson
& Hedges deliciosos o unos Royal sin filtro encanelados, pero HOY NO.- Y
así ad infinitum. Total, cuando acuerde, la paja se habrá eternizado y habrá
dejado el vicio para siempre. Aquí puede echar mano de aquel viejo refrán “Para
el vicio de pedir, la virtud de NO dar”.
Como dije, estas estrategias están comprobadas y garantizadas además de
contra el vicio de fumar, contra la onicofagia (comerse la uñas), el juego de
naipe y muchas otras. Pero como siempre antes de iniciar cualquier programa de
ejercicios consulte con su Médico de confianza y no dude en contarnos como le
fue con su experiencia y así nos damos feedback y nos
motivamos recíprocamente (terapia de grupo).
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Hace tiempo vi unos dibujos animados con moraleja. Consistía la trama en
un elefante rosado que era embaucado por una cigüeña para que le cuidara el
nido por un rato, mientras ella se iba de juerga con unos amigotes, eso sí,
hizo prometer al elefante que bajo ninguna circunstancia le abandonaría su nido
y al precioso huevo que contenía.
El elefante permaneció fijo día tras día empollando y soportando las
inclemencias de la nieve, la lluvia y el sol abrasador así como el martirio del
aburrimiento y se decía continuamente “di mi palabra y la cumpliré, lo que yo
prometo siempre lo cumplo”. Pero la cigüeña jamás volvió.
Fue por casualidad que se encontraron la cigüeña, el elefante y el
cigüeñito ya grandecito cuando paseaban por el circo, una feria, o algo así. La
cigüeña al reconocerlos exigió al elefante que le entregara a su hijo. El
elefante dudó al principio que debía hacer pero como el cigüeñito rehusó irse
con la extraña, el noble paquidermo hasta entonces siempre sumiso y bobalicón,
se hizo los colochos y se armó tamaña trifulca. La cigüeña furiosa se abocó con
la policía y regresó con una patrulla de pajarracos bulliciosos. Cuando el elefante
los vio venir con la sirena ululando, se puso rojo de cólera y no mas se
aparcaron se sentó encima de todos ellos. Después compró unos paletones de
colores y se fue caminando tranquilamente con el cigüeñito, mientras en el
fondo sonaba la música del carnaval.
20-11-12.
Les saluda un ex-fumador. Me motivó dejar el vicio el hecho de reconocer la más de una vez que estuve a punto de quemar mi cama estando en ella, porque llegas al punto de despertarte en la madrugada sólo para fumarte un cigarrillo; que en efecto te lleva a otros vicios; que si te inscribes a un gimnasio como recomiendan, en pocos minutos de cardio sientes que te infartas; la buena pasta que te largas en el vicio y repararte los dientes; pero sobre todo, la triste mirada de tus padres cuando te das buenas caladas. ¡Saludos!
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