lunes, 15 de junio de 2015

Carta Abierta a los Jóvenes Cristianos

Trescientos con dignidadPor: Oscar Efraín Sánchez Sura

Parece mentira, o quizás un sueño. Quisiera que alguien me pellizcara para poder despertar lo más pronto posible. Me pregunto en realidad, ¿cuando fue que tocamos fondo? ¿Cuándo es que perdimos el camino? ¿Cuando perdimos nuestros sueños? ¿Qué pecado cometimos como pueblo? ¿Qué castigo providencial será este? Muchos teólogos contestaran, idolatría, y no voltear nuestra cara a Dios, pero estoy seguro que si hablara frente a frente con Dios, me diría que esta avergonzado de ver en lo que nos hemos convertido: En seres que no sienten la mas mínima empatía por su prójimo, en hombres que prefieren solamente pedirle a Él que nos saque de nuestros problemas, cuando la verdad es que nos mando a ser fuertes y valientes, a que nos preocupemos más por la vida del prójimo antes que la nuestra; a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Estoy seguro, que si hablara en persona con el diablo, me diría que él no tiene nada que ver, lo cual entendería, porque siento exactamente lo mismo; somos nosotros mismos los que nos hemos embarcado en un navío de desdicha y deshonra que nos lleva naufragando en un mar del que nadie, pero nadie, puede salir a flote. Leí hace poco un panfleto de una comunidad religiosa cuyo nombre omitiré, diciendo que la clave es solamente orar, aduciéndose un versículo de Crónicas. Son aquellos líderes que renuevan tal cual las mentiras de la edad media: “Si sufres y tienes autoridades que te explotan, es porque Dios así lo quiere”, como si Dios te trajo a este mundo para que llevaras una vida de desdicha y sufrimiento; y lo escucho una y otra y otra vez, hasta que mis oídos se hartan. Escuchando a estos líderes, me pregunto a mi mismo: ¿Donde están aquellos líderes que predican con el ejemplo llevando una bandera con el versículo de Josué 1:9? ¿Donde están aquellos lideres que siempre les recuerdan a sus adeptos el Jeremías 22:3: “Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis, ni robéis al extranjero, ni al huérfano, ni á la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar”…..?

Una vez más me pregunto: ¿donde….? ¿Donde están los valientes? ¿Donde están los que libran batallas por la esperanza y la justicia? ¿No son los de recto parecer los llamados a librarlas? ¿Donde están los que se les ha encomendado ser valientes, esforzarse y pelear por la justicia? ¿Donde están los que creen en aquel Proverbio Bíblico que raza que la justicia enaltece las naciones? ¿Donde están los Gedeón? ¿Donde están los Josué? ¿Donde están los Caleb? ¿Donde están los David? ¿Dónde?

Valiente
Ciertamente, están en las iglesias, tratando de acatar y agradar a un líder, aquel que en 2009 incentivó a sus adeptos a levantarse, y que ahora, ante una situación similar o peor, considera que el levantamiento es un pecado (No sé cuál es tu posición respecto a la crisis del 2009, y al final no es lo importante). Mi punto, es que en este momento, la injusticia prevalece en la nación, y cada vez nos sumergen más en la vergüenza, tal y como el rey Salomón lo predijo en sus proverbios, y lo peor, es que los lideres de las iglesias llaman al silencio. ¿Es eso agradar a Dios? ¿Esa es la forma de ser valientes? ¿Esa es la forma de cumplir con liberar al oprimido del opresor que nos explica Jeremías? Perdonen mi renuencia, pero no acepto una respuesta afirmativa a esas preguntas.

Veo cómo los diferentes sectores, llamados al silencio, y la comunidad cristiana (llámese católica romana, anglicana, metódica, protestante, pentecostés, ortodoxa, bautista, primitiva, etc.) se une a esa causa. Cerca de 3000 familias en luto, por un acto de corrupción tan deplorable como el asesinato a sangre fría premeditado de otro ser humano ya que soy de los que pienso, que todas las vidas valen el precio de una. Ahora imagínate 2,888. Dos mil ochocientas ochenta y ocho almas que se desvanecieron en el aire, porque no hubo una gasa para tapar una hemorragia, un medicamento para bajar una presión alta, una pastilla para bajar el azúcar (Glucosa), o un hilo para cerrar una herida sangrante.

Todos y cada uno, clamando por justicia, la claman a su creador, y la claman a su pueblo, que se queda absorto viendo como hacen con ellos lo que les venga en gana. Estoy harto de esa falsa doctrina, y si yo no soy cristiano para saber cuando alguien me explica algo contrario a ese libro milenario, ¿cómo es que los cristianos no lo han notado? Es por eso, que la comunidad cristiana, debe despertar: debe elegir, entre agradar la sed de justicia de un Dios de justicia, y no agradar a los hombres que claman ser enviados de Él, pero que predican cosas contrarias a sus preceptos. Agradar a Dios, y su justicia, por encima de los hombres, debe ser la razón de vivir de cada cristiano en este mundo.

Guerra asimétrica
David y Goliath
Yo los acompaño, aunque estén solos, en el valle de la sombra de la muerte. Hacer lo que nuestro corazón y nuestra consciencia dicten, haciendo lo que debemos hacer. En lo personal, viviré con el Jeremías 22:3 escrito en mi mente, mi alma, y corazón, y marchare clamando por la justicia en mi nación. Gritare por las 2888 almas a las que hoy, se les apago su voz, viviré por ellas, por lo que no pudieron vivir, y llevare el estandarte de la rectitud, de la justicia, del camino correcto, siempre, Porque Dios me envió a ser valiente y ser cabeza y no cola.  Estoy harto, de costear con mil amores en lo que puedo, parte de los tratamientos de mis hermanos hondureños necesitados, y ver como del otro lado los condenan al sufrimiento, la desdicha, la deshonra, la humillación, la desgracia y la muerte.

Muchos dirán que no estoy correcto. Imagino que muchos llegaron a decirle a Elías que desafiar a los reyes era cosa de tontos, pero como Elías, estoy consciente que defender la causa correcta es lo importante, aunque nos lleve a la muerte. Tal vez no le hagas caso a un joven que no profesa tu fe, no es mi intención decirte que hacer o no, ni mucho menos mi intención es decirte como debes vivir tu fe, la cual respeto. Pero si es mi completa intención, que leas el Jeremías 22:3, Josué 1:9, leas la historia de David, la de Gedeón, la historia de Josué, y otros grandes guerreros que en la Biblia aparecen, que no solo clamaron a Dios, sino que también marcharon obedeciendo el precepto de no temer ni desmayar. Sí es mi intención recordarte que el obedecer los mandamientos de Dios no es solamente inclinarse a orar en lo secreto, sino llevar una vida de rectitud, y una vida de constante lucha contra la injusticia, la maldad, el odio y el sufrimiento.

Dios con nosotros
Daniel y los leones
Escucha tu consciencia, y levántate en el lugar donde lo que es correcto es lo que se hace y se debe hacer. Debes elegir, si agradar a Dios, o a los hombres. Si quieres orar, esta bien, si quieres orar y ser parte del cambio, no solo te acompaño, sino que te sigo. Recuerda que todos somos hondureños, todos nacimos en esta tierra, y Dios te la encomendó para hacer con ella la mejor; para darle lo mejor de ti, a esta tierra tan bella, a la que Dios en su providencia te obsequio para que la disfrutaras, para que vivieras en plenitud disfrutando de su belleza, de sus placeres, con la misión de convertirla en tierra deseable, no en tierra deplorable, y nunca, pero NUNCA, hacerla desgracia, o peor aun, ver como otros la convierten en desgracia sin que hagamos NADA.


Si tú eres cristiano, déjame decirte que también eres hondureño, igual que tu familia, igual que tu hermano, igual que yo. Todos somos hondureños, sangre hondureña corre por nuestras venas, y alma hondureña habita en nuestra carne. Dios te envió aquí por una razón, deja de pedirle a Dios que el haga la misión que el mismo te encomendó. Naciste con el propósito, de prosperar, de ser cabeza, de proteger al desprotegido, de luchar por el oprimido, de amar la justicia y la verdad, y de condenar la injusticia y el odio. Hazlo cumplir. Ciudadanía cristiana, pide al Eterno que sane nuestra tierra, y a la vez, ACTUA por sanar esta tierra, porque si hay algo que jamás debes olvidar, es que Dios es nuestro padre, y nuestra madre, esta tierra. 

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