Por Dennis Starkman
La visita que hace unos días realizó a Honduras la Embajadora de los Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas ha acaparado la atención de la prensa nacional y de todos los comentaristas y analistas importantes en la formación de opinión pública. Muchos incluso vinculan esa visita con las espectaculares revelaciones, capturas y requerimientos fiscales de los días inmediatamente anteriores y posteriores a la visita.
Sin embargo, pocos, si acaso, se han referido a la noticia publicada en agencias noticiosas internacionales respecto de un tratado de libre comercio que se apresta a firmar Corea del Sur con los cinco países centroamericanos.
Cinco tratados bilaterales se suscribirán entre Corea del Sur, individualmente con El Salvador, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Panamá. No parece constituir una zona de libre comercio, sino una negociación simultánea y coordinada, que resulta en cinco balanzas de pagos bilaterales desvinculadas una de la otra.
El interés primordial de Corea del Sur es encontrar condiciones más favorables para sus exportaciones automotrices, electrodomésticos y comercio electrónico. A su vez, cada país centroamericano procurará impulsar sus estrategias comerciales de manera individual. En el caso individual de Honduras, nuestro país procurará exportar hacia Corea del Sur piña, carne, banano y café.
La esencia del tratado es muy diferente a lo que el gobierno de Honduras viene anunciando y promoviendo desde el año 2010. Adoptando la noción de “Ciudades Modelo”, concepto que traducido correctamente del inglés equivaldría a “ciudades constituidas”, acuñado por un académico estadounidense que se refirió a Hong Kong, una colonia británica en suelo Chino que desde 1842 funcionó casi como una ciudad-estado y alcanzó niveles de enorme prosperidad.
Desde 2010, el gobierno promovió esa idea y contrató al autor del concepto, de nombre Paul Romer, para que atrajese compradores de parcelas de territorio hondureño entre quienes quisiesen establecer sus propios estados, con sus propias leyes, policía, juzgados y aduanas, dentro del territorio hondureño. Sin embargo, Romer renunció citando una distorsión elemental al concepto que él había moldeado.
Sin arredrarse, el gobierno de Honduras viene anunciando la inminente llegada de inversionistas no identificados, que, asegura, inundarían de dinero a Honduras para sacarla “para siempre” de la pobreza. Prominente entre los supuestos inversionistas, estarían “los coreanos”, quienes financiarían estudios que describieron como “necesarios”. El año pasado, la presidenta coreana fue destituida por cargos de corrupción en su contra y actualmente guarda prisión, al igual que el presidente de Samsung, acusado de sobornarla.
A finales del año pasado y por medio del ministro Ebal Díaz, el gobierno anunció de nuevo que vendrían inversiones colosales. Aseguró las inversiones podrían incluir la instalación de fábricas de iPhones y que Honduras se volvería rica.
El anuncio del inminente tratado, anunciado por Reuters y por Forbes en Español, informa que Honduras venderá a Corea banano, café, piña y banano, mientras comprará automóviles, electrodomésticos y otros servicios electrónicos. El anuncio no incluye zonas de libre comercio, zonas francas ni ciudades estado o ZEDEs.
Venderemos un poco más de lo mismo: productos agrícolas que a excepción del café, carece de valor agregado. No muy prometedor.
Quizás por eso la atención haya girado alrededor de la visita de la señora Haley. ¡Claro! Todo el mundo lo interpreta como un respaldo y una muestra de apoyo de Estados Unidos al gobierno ilegal. El fracaso de las Ciudades Estado está a la vista, al igual que el fracaso del Trans 450 de Tegucigalpa y por tal razón se oculta.
No nos sorprendamos si llegado el día de la firma del tratado, el gobierno de Honduras lo presenta como un triunfo de la política del “Presidente” Hernández. No lo es. No habrá creación de empleos ni crecimiento sustancial del Producto Interno Bruto. Mientras tanto, el despilfarro y la dilapidación continuarán y se incrementarán.