jueves, 31 de enero de 2013

EL MERCANTILISMO... Enfermedad social crónica del pueblo hondureño (Ensayo)

Por: Lic. Carlos A. Urbizo Solís


Introducción

Una falacia o mito perverso (por lo que los hay también benignos y virtuosos) que ha prevalecido  en la sociedad hondureña en particular, y en el tercer mundo en general (aunque algunos del “primer mundo” también lo comparten, notablemente el Japón), es que nuestro sistema político-económico es capitalista, o como es el término de moda neoliberal, y que clásicamente se conoció como liberal o libertario. Tampoco es comunista o socialista... a pesar que tiene características comunes con todos esos sistemas o modelos.

Técnica, teórica, o académicamente hablando, nuestro sistema político-económico es mercantilista, enfermedad social crónica que confío el lector reconocerá y apreciará fácil e inmediatamente al concluir la lectura de este ensayo. Y concluirá que lejos de ser técnico, teórico, o académico, es plenamente práctico, real ... y dañino.

Y de repente le parecerá como una revelación, o un descubrimiento/conciencia  (tal vez porque así me pareció a mi en su tiempo) de por qué el nivel y calidad de vida del hondureño se ha empeorado por 500 años!  Sí, 500 años ... o si prefiere el lector, 181 años desde el año de “independencia”, 1821 (qué más da, al fin y al cabo tal vez lo que cuentan son los últimos 70 años que afectan a todos los que estamos vivos hoy.)

Seguidamente, como el caso de cualquier mal o enfermedad, el lector comprenderá que no es posible su cura (transformación o reforma), si se ha hecho un diagnóstico totalmente equivocado de ella.

Resulta que el liberalismo o neoliberalismo (y es Karl Marx quien se consagró acuñándolo como “capitalismo”), fue derrotado en Honduras, y en el tercer mundo, sin que en realidad haya existido.  Qué tragedia!  Se ha derrotado a un fantasma!!

Y por eso seguimos igual o peor... estancados y pobres, invirtiendo  grandes esfuerzos, luchando unos contra los otros, atacando,  defendiendo,  y “modernizando” (capitalismo con rostro humano) un sistema político-económico que no existe.

Este derroche de recursos en todas sus presentaciones (tiempo, dinero, polémicas estériles, angustias, odios, violencia y hasta muertes) ha causado, y sigue causando, pobreza en nuestras sociedades.

Gobiernos intervencionistas

Por intervención directa, activa, y hasta inconsulta del gobierno/(estado), a nuestro degradante sistema, que se le ha confundido con el capitalismo (neoliberalismo), se le ha ido pegando una serie de parches (reformas “heroicas y patrióticas tomadas con alta responsabilidad”,  según los políticos de turno) convirtiéndolo en una llanta inservible un (sistema social inoperante, mezquino, contraproducente y apto generador de pobreza y miseria), que no resiste más reparaciones.

Desde luego, estos parches (reformas) no funcionarán porque no atacan el mal de fondo o en sus raíces ¾ el mercantilismo.

Hay que cambiar la llanta... abolir, extirpar el mercantilismo!

Si bien es cierto que el sector privado es una contraparte indispensable y responsable en este sistema, es más cierto que el sector público (gobierno) es el factor determinante por ser la autoridad que elabora las leyes, reglamentos, boletines, circulares, ordenanzas, etc.  a través de sus tres poderes estableciendo o creando el sistema o modelo económico y sus parámetros o alcance.  La persistencia del mercantilismo ha sido el resultado calamitoso y cruel.

Retrato de Hernando de Soto
Refiriéndose a esa función del gobierno, Hernando de Soto, en su increíblemente elocuente, penetrante, e inquietante libro, “El Otro Sendero” (1986), se pregunta con asombro, frustración, y casi desesperación, en el contexto peruano  “¿Por qué nuestro derecho nos empobrece?  ¿Por qué obliga a buena parte del país a trabajar en la informalidad e impone a la formalidad costos muy altos y requisitos absurdamente complicados?  ¿Por qué carece de un criterio económico que incentive a los ciudadanos a tomar decisiones que permitan aprovechar las oportunidades económicas y que facilite la especialización e interdependencia de hombres y recursos?”

Estoy plenamente seguro que estas son las interrogantes que cualquiera de nosotros se hace en Honduras, aunque no las pueda articular tan clara y brillantemente como lo ha hecho Hernando de Soto!

Continúa Hernando de Soto su crítica, enjuiciamiento o condena de este oprobioso sistema, manifestando que en el Perú (que bien puede ser Honduras o el tercer mundo), la ley se ve esencialmente como un instrumento de redistribución de riqueza, y no para facilitar su producción, cuya distribución corresponde a todos los factores que la han hecho posible de acuerdo con el valor de mercado contribuido.

No es tampoco ningún fenómeno nuevo, o que haya aparecido con el movimiento socialista iniciado por Karl Marx, y puesto en vigencia a la fuerza, por excelencia, en la Unión de Repúblicas Socialistas  Soviéticas (URSS) a principios del Siglo XX.  (Bajo ese régimen, el estado, a través del gobierno, y a la fuerza, se apropió de los medios de producción, y al concentrar y centralizar todos los poderes políticos y privados, hizo innecesaria la colusión entre gobierno y sector privado, como veremos más adelante).

El uso del derecho para redistribuir la riqueza y conceder privilegios, data posiblemente tan atrás como el siglo XV (tal vez época en que se inicio el capitalismo/liberalismo sustituyendo paulatinamente al feudalismo y al mercantilismo).

Retrato de F Bastiat
A principios del siglo XIX,  Frederick Bastiat, un filósofo y escritor francés, alcanzó una gran popularidad con sus artículos repletos de sátira ridiculizando la promulgación de leyes mercantilistas propias de esa época. Escribía Bastiat:

“El hombre no puede vivir y disfrutar sino por medio de una perpetua aplicación de sus facultades a las cosas, por el trabajo. De ahí, emana la propiedad.

Pero también es cierto que el hombre puede vivir y disfrutar, apropiando y consumiendo el producto de las facultades de sus semejantes.  De ahí emana la expoliación.

No podía pues introducirse en la sociedad un cambio (daño) más grande y una mayor desgracia que ésta: La ley convertida en instrumento de expoliación.

Hay dos clases de expoliación: la extralegal ...robo, estafa, la que define, prevé, y castiga el Código Penal. Y la legal ... y basta pues que la ley ordene y consagre la expoliación, para que ésta aparezca justa y sagrada para muchas conciencias.

¿Cómo reconocerla?  Es muy sencillo.  Hay que examinar si la ley quita a algunos lo que les pertenece para dar a otros lo que No les pertenece.

Hay que examinar si la ley realiza en provecho de un ciudadano y en perjuicio de los demás un acto que aquel ciudadano no podría realizar por sí mismo sin incurrir en criminalidad”.

Leyes de este tipo deben ser derogadas de inmediato, sostenía Bastiat, aunque el mismo reconocía que “sin duda alguna el beneficiario chillará; invocará derechos adquiridos.  Dirá que el Estado debe protección y fomento a su industria; alegará que es bueno que el Estado lo enriquezca, porque siendo rico, gastará más, derrochando así una lluvia de salarios sobre los obreros pobres.”

¿Suenan estos argumentos familiares y conocidos en nuestra Honduras?  Sofisma de entonces hace más de 150 años, y sofisma hoy.

Por eso al inicio me he referido a este sistema como una enfermedad social, siendo que las enfermedades tienen iguales características en cualquier parte del mundo y en cualquier época. Y también como enfermedades, han sido ya erradicadas en otras sociedades que ahora gozan de muy buena salud... política, económica, y social. No estamos pues, necesariamente condenados para siempre tratándose de enfermedades sociales.

Su erradicación en nuestro pueblo dependerá del liderazgo en los sectores público y privado, definiendo liderazgo como la capacidad, la creatividad, la sensibilidad, y la voluntad de cambiar el status quo (para el mayor bienestar del mayor número de personas posible, por supuesto... pues cambio también puede ser para peor!)

Si la expoliación legal, o redistribución de riqueza en todas sus variantes, prevalece en una sociedad, lógico y natural es que en ella prevalezca también la formación de grupos para acceder al poder gubernamental que legislará en su favor.  Y así terminamos viviendo y lidiando con  un sinnúmero de asociaciones o agrupaciones industriales, comerciales, laborales, gremiales, patronatos, sociales, políticas, religiosas, locales, nacionales, regionales e internacionales que pasan cabildeando favores del gobierno con el consecuente desperdicio de recursos humanos y materiales.

Este enorme desperdicio de recursos, desde luego incluyendo la corrupción que invariablemente le acompaña casi por naturaleza propia de la gestión, conduce a una gran ineficiencia o inoperancia del sistema económico cuyo resultado lógico y palpable es la profunda pobreza en que vive la gran mayoría del pueblo hondureño (y del tercer mundo).
                                   
“La consecuencia es”, concluye  Hernando de Soto, “que el Estado peruano (hondureño, o tercer mundista) en lugar de hacer de nosotros una ‘democracia de derecho’,  nos ha convertido en una ‘democracia de grupos de presión’.  Así, por ejemplo, en el caso de las empresas, estas enfilan su natural afán de competencia hacia el acercamiento al poder político y burocrático, y no hacia una contienda por servir mejor a los consumidores.”

Que radiografía social más fiel de la enfermedad hondureña (y, por cierto, del tercer mundo.)

A esta altura, creería que el lector hondureño se ha visto ya dibujado en estos relatos de Hernando de Soto, y en los conceptos planteados por Frederick Bastiat, que son el fondo y forma del mercantilismo ¾ el fondo es los intereses creados, personales o individuales (en el sentido mezquino) o de grupo, y la forma es la promulgación de las leyes que conceden privilegios y monopolios.

¿Qué es el mercantilismo?

Contrario a lo que cree la mayoría, el mercantilismo no es comprar barato o vender caro; ni es comercialismo o pensar siempre en función de negocios y dinero. El modelo o estado mercantilista  parte de la creencia que el bienestar económico del pueblo sólo puede lograrse a través del gobierno por medio de políticas nacionalistas, restrictivas, proteccionistas o paternalistas.

Dibujo de monopolio
Una extensión de este sistema es la oferta y demanda de privilegios, subsidios, monopolios, u oligopolios obtenidos y otorgados por el gobierno.

Por el lado de la oferta, los políticos con el afán de obtener votos, y/o aun de buena fe creyendo que el gobierno tiene la función de redistribuir la riqueza, proponen al pueblo, en su mayoría muy pobre, aliviar su condición a través de leyes con esos fines.

Por el lado de la demanda, el pueblo acostumbrado a la demagogia y populismo de los políticos e ideólogos, también clama porque el gobierno le conceda beneficios y subsidios especiales a cambio de su voto.

Se lamentaba Ramón Rosa en su obra inconclusa “Morazán, historia de un benemérito”, escrita hace unos 120 años, “Nosotros tenemos pueblo en el sentido vulgar de la palabra; pero no en la acepción política …como una entidad nacional…capaz de dirigir sus destinos…en vez de esa entidad nacional, tenemos masas dispersas, colonos a la española , que olvidados de sus derechos, bajo el peso de la anarquía o de la dictadura, ven en el gobierno por diabólico que sea, una divina Providencia, y trabajan y obedecen, y gimen a hurtadillas, o bien aplauden delirantes a sus propios tiranos, por que el poder es todo, y el pueblo nada.”

Retrato de Ramon Rosa
Y aun ante ese clamor de Ramón Rosa, nos atrevemos a insistir que tenemos un pasado, una herencia, una huella histórica gloriosa y digna como pueblo, confundiendo lo que fueron nuestros grandes próceres o héroes, su ilustrado y sabio pensamiento, con las batallas ideológicas, y hasta militares, que libraron y perdieron ante los mercantilistas de aquellas épocas. Batallas que seguimos librando y perdiendo!

En términos de teoría económica, el mercantilismo se caracteriza por ser un sistema bajo el cual, contrario al capitalismo que tiene fines de lucro (utilidades) a través de satisfacer necesidades y deseos de los clientes en un ambiente de competencia, busca beneficios (rentas en términos de teoría económica) a través de la influencia política.

De esta suerte, se obtienen permisos o licencias para la explotación de negocios, subsidios, regulaciones y leyes que benefician a los influyentes y que pueden perjudicar a los marginados, desinteresados, renuentes o incapaces de acceder al poder, o impotentes para oponerse a dichas leyes que muy a menudo se emiten sin el conocimiento de la gran mayoría del pueblo independientemente de su status social, económico, y hasta político.

El sabio Valle
En palabras de nuestro propio José Cecilio del Valle, “Bajo este sistema “el individuo debe ser víctima de las trabas, reglamentaciones, y monopolios aconsejados por la secta mercantil (de ahí su nombre mercantilismo) y erigidos en la ley por los gobiernos.  No es libre,” continúa Valle, “de exportar su dinero a donde vale más”, (como es nuestro caso actual a través del control de divisas obligando a sus dueños legítimos a venderlos al precio que fije el Banco Central de Honduras)

Dato histórico curioso, (y lamentable en la realidad actual) es que hace 160 años el General Francisco Morazán sancionó un Decreto en Costa Rica en el cual se manifestaba “que el aumento de precio en el de la moneda (refiriéndose al precio por onza de oro acuñado) es una operación que no corresponde a los Gobiernos, sino que debe ser el resultado del valor convencional que se les dé en el comercio para su circulación y cambio...”  por ser “sumamente perjudicial al comercio y riqueza del mismo Estado.” 

¿Estaban equivocados Morazán y Valle, o eran menos patriotas o sensibles que los gobernantes de hoy en día?

En consonancia con lo anterior, el mismo Valle se quejaba que la economía era “una ciencia donde un sofisma elevado a ley, y armado de la fuerza de ésta, puede arrasar los campos, cerrar los talleres, paralizar el comercio”. 

¡Qué sentencia! Cierta en aquella época y cierta hoy que la vemos y sufrimos a través de las leyes que emite constantemente el gobierno.  Leyes que impiden la producción y obstaculizan el comercio en respuesta a las peticiones y amenazas simultáneas de los grupos de interés, o sencillamente para pagar favores políticos, o bien aprovechar el poder y caudales del estado para beneficio de los funcionarios públicos y de sus secuaces, partidarios y del sector privado, con quienes se confabulan.

Eso es el mercantilismo, no el neo-liberalismo o capitalismo como veremos en la segunda parte de este ensayo.

Refiriéndose a la época mercantilista de Inglaterra en el siglo XVII, relata Hernando de Soto  en su libro ya citado que  “para proteger sus monopolios, así como para asegurar la estabilidad laboral (según el sofisma del día), los ingleses llegaron... a prohibir el uso de las primeras máquinas de coser, y ordenaron la destrucción de todas sus agujas.”

A pesar que desde antaño han existido reglamentaciones minuciosas en una sociedad, la particularidad del mercantilismo, explica de Soto, es que las reglamentaciones actuales son emitidas o promovidas “en consulta con los grupos económicos o mercaderes que gozan de privilegios especiales”, o puesto en nuestro contexto hondureño, ese proceso consiste en  “consensuar”, “conciliar”, “concertar” o “converger” sobre una ley o reglamentación promovida por intereses especiales.

Nuestra propia tradición mercantilista

Así las cosas, con esta mentalidad se va creando, como criticaba, reprochaba y condenaba Valle, una “masa de leyes de distintas especies, formadas por distintas manos,... hacinadas unas sobres otras sin formar un todo organizado;... que retardan la marcha del hombre dirigida siempre a la riqueza; ... que violentan el derecho que tiene (el individuo) de elegir ocupación libremente,... que dificultan la circulación de la propiedad poniendo trabas;... que no franquean igual protección a la de todos, sino parcial a la de algunas clases ... concediendo preferencias odiosas, fundándolas en privilegios... que por esta protección parcial en vez de dejar al comercio en libertad para celebrar sus pactos sin otra garantía que la buena fe del que los firma, lo comprometen a mendigar en todas sus negociaciones la autoridad de un escribano..., que para declarar sus derechos exigen tantos memoriales, tantos decretos, tantas notificaciones... destruyendo la misma propiedad que desean proteger...”

He hecho esta cita extensa, y aún así condensada, de Valle para que el lector pueda apreciar y compartir la frustración del Sabio en aquella época y suya propia en la actualidad! Lo que Valle expuso en 1820, hace solo 182 años, continúa siendo absolutamente una triste realidad hoy en día.

!Qué riqueza de observaciones y conocimientos desperdiciadas en detrimento del bienestar del pueblo hondureño!

Un ejemplo patente y triste de esta mentalidad, se refleja en la legislación que se promulga a favor de médicos, químico farmacéuticos, y abogados, entre otros, como también a favor o en contra de algunas actividades como la maquila, la cafetalera, y la bananera para mencionar algunas.

Estas leyes demuestran claramente que no existe “igualdad ante la ley” ya que no hay estatutos para carpinteros, plomeros, secretarias, y cientos de otras profesiones, oficios, y actividades económicas que también satisfacen necesidades y deseos, generan empleo, y son fuentes de ingresos (impuestos) para el Estado.

Estatuto medico honduras
Ni tampoco es que todos deben tener su estatuto o ley especial. Tal condición es obviamente ni posible, ni práctico, ni deseable, pues conduciría a lo que Valle sentenció... “paralizar el comercio”.  Y no es posible ni práctico, primero, porque no se sabe a ciencia cierta cuantas profesiones, oficios, y actividades económicas distintas existen para emitir una ley para cada quien; y en segundo lugar, porque aun sabiéndolo, el volumen de leyes que se requeriría emitir y mantener actualizadas sería tan enorme que ningún congreso legislativo es suficientemente sabio (superhombre en palabras de Bastiat) para desempeñar esa tarea oportunamente y con justicia. 

Por lo tanto, si no es posible conceder privilegios para todos, no deben concederse para nadie ¾ por eso existe el Código de Trabajo, y el Código de Comercio, y el Código Civil, entre otros, que son de aplicación general.

Los “privilegios” o beneficios adicionales deben ganarse, es decir, deben obtenerse por mérito y a través de contratos individuales o colectivos negociados en paz y libertad por las partes interesadas sin la intervención nociva del gobierno  de turno.  Como escribía Bastiat, “Tal como la fuerza de un individuo no puede legítimamente atentar contra la persona, la libertad, o la propiedad, por la misma razón la fuerza común no puede aplicarse legítimamente (a través de una ley) para destruir la persona, la libertad, o la libertad de individuos o de clases.”  (Nótese la no tan sutil distinción entre lo legal, lo legítimo, y lo justo.)

Juan Pablo II
En su ya célebre encíclica ”Centesimus Annus”, y refiriéndose al totalitarismo, que bien es aplicable al concepto de la “democracia dogmática (la mayoría mecánica es omnipotente y siempre tiene la razón),  el Papa Juan Pablo II sostiene que “la raíz del totalitarismo moderno hay que verla, por tanto, en la negociación de la dignidad trascendente de la persona humana, imagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado.  No puede hacerlo tampoco la mayoría de un cuerpo social (el congreso legislativo, por ejemplo), poniéndose en contra de la minoría, marginándola, oprimiéndola, explotándola o incluso intentando destruirla.”  Este juicio religioso del Papa es totalmente congruente con el juicio político, económico, y social que sostenemos los que abogamos por los derechos naturales del hombre ¾ vida, libertad, y propiedad.

Juan Bautista Alberdi, padre de la constitución argentina, y un gran campeón de la libertad, postuló que “la libertad individual es el límite sagrado en que termina la autoridad de la patria. Todos los crímenes públicos contra la libertad del hombre, nos enseñó Alberdi, “han podido ser cometidos, no sólo impune, sino legalmente, en nombre de la Patria omnipotente (bien común), invocada por su gobierno omnímodo (totalitarismo, democracia dogmática, mayorías mecánicas).”

Retrato de F hayec
Por su parte, Friedrich Hayek, abogado, sociólogo, filósofo, Premio Nobel de Economía 1974, en su famosa obra “Camino a la Servidumbre” arguyó que “otorgando al Estado poderes ilimitados, las disposiciones arbitrarias pueden convertirse en legales, y de esta suerte una democracia puede perfectamente erigir el más completo de los despotismos.”

El mercantilismo, enfermedad social, crónica, como me he referido a ella, en la funesta herencia de la Corona Española desde la conquista hace 500 años.  La Corona administró sus colonias en Latinoamérica a través de la Casa de Indias, la cual ejercía un poder monopólico, omnímodo en materia económica y comercial con facultades para emitir y aplicar leyes y regulaciones.  Era, pues, “juez, parte, y ejecutor/verdugo” escriben Paul Craig Roberts y Karen LaFollete Araujo en su libro The Capitalist Revolution in Latin America.

La investigación de estos autores revela que para facilitar la administración de las colonias y asegurarse los ingresos reales, La Casa de Indias subastaba los cargos de administración real (pública) como las alcaldías, las regidurías, el tesorero, y hasta los jueces!! Así las cosas, los cargos públicos se volvían “propiedad privada” y, consecuentemente, no eran cargos para servir a la comunidad sino una inversión para lucro personal, revendible y heredable, por cierto.

Hoy en día estos cargos no se subastan abiertamente, desde luego ¾ se asignan de acuerdo con la “contribución” a las campañas políticas o por “herencia” o antojo de los caudillos a sus parientes y amigos.

Esta cultura en la conducción de la administración real (pública), y la conducta y actitud propia de los funcionarios de aquellos tiempos, es la que vemos reflejada hoy en la administración pública y funcionarios actuales con pequeñas variaciones de forma pero con el mismo fondo.

Al final del día, el efecto es la pobreza de nuestros pueblos, y la causa ese oprobioso sistema político-económico en todas sus variantes ¾ el mercantilismo o neo-mercantilismo para usar un prefijo en boga.

De manera que la lucha no es realmente contra la pobreza ¾ el reto, la lucha es, o debe ser, contra ese sistema político-económico que nos empobrece, el mercantilismo. !La lucha es  por la democracia y la libertad económica!

miércoles, 30 de enero de 2013

martes, 22 de enero de 2013

ROATAN ELECTRIC MONOPOLY

José María Castillo Hidalgo


martes, 15 de enero de 2013

AZULES UNIDOS

Por: José María Castillo Hidalgo


sábado, 5 de enero de 2013

ECO

Por: JOSÉ MARÍA CASTILLO HIDALGO

Paisaje con montañas, agua y carretera

Sinceramente creí
que a esta forma de eco
se le acabaría la cuerda,
y creí
que vendrías a deshojarte
con cada plenilunio.
Nuestra galaxia

Con el tiempo,
ya no me importarías
y todo se diluiría
en un marasmo
y polvo de estrellas,
más ya ves,
cada vez,
los caminos más se empecinan
en mostrarme mi craso error.
Muchacha, luna y mar

Persistes como una brisa gélida
que circunda el corazón
e impeles una manifestación tenue
semejante a un temblor de ojo
cuyos puntos de color se arremolinan
y se juntan en mis pulmones
para clausurar mi luz
y socavar mi voluntad,
a veces.
Figura de espiral

En verdad que andas por aquí flotando
aunque no quiera y para nada lo pareciera
porque ya no te pareces a ti
porque ya no tienes sentido
pues estás tan lejos en el espacio y el tiempo
y te ves tan absurda en todos los binomios
que es más,
la razón ya no te determina.
Muchacha con poderes mágicos

Pero subsistes anexa a la fibra
y allí tu esencia no se destiñe.
Seguro y sin quererlo
te llevaré conmigo del más acá
al lugar donde por fin podremos ser felices,
sí,
allí donde al fin,
estos versos cumplan métrica
e impávidos
subyuguen a la rima.
Planeta marte

La Ceiba, Enero 05, 2013.
José María Castillo Hidalgo
Todos los derechos reservados

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DE TRIÁNGULOS, SISTEMAS ECONÓMICOS E INEQUIDAD SOCIAL


Por: Edwin Francisco Herrera Paz


El desequilibrio en la distribución de la riqueza analizado bajo el enfoque de la teoría de sistemas.

Los sistemas sociales, al igual que otros sistemas dependientes de organismos vivos, caen dentro de la categoría de sistemas complejos. Como tales, la solución de sus problemas requiere un análisis de sistemas, que es una ciencia emergente y globaliza un amplio rango de disciplinas como la biología de sistemas, la biología evolutiva, la ecología, la economía, y muchas otras.

Una vez puestas las cartas sobre la mesa, vamos a modelar y a analizar un sistema económico de libre mercado bajo esta perspectiva.

Veamos la figura 1. 

Triangulo que representa los ingresos de una población
Figura 1
Este es el dibujo de un sistema relativamente sencillo compuesto por un recipiente triangular (1) y un conjunto de tuberías. El recipiente representa la población de un país o una ciudad, dividida en dos estratos económicos. El área inferior del triángulo rotulada con una B representa al 20% de la población con un ingreso mayor de 5000 unidades (este número es arbitrario), compuesta por banqueros, empresarios, profesionistas con altos ingresos, etc. El área inferior “A” representa el 80% de la población con un ingreso de 5000 o menos, compuesta por trabajadores asalariados. En realidad, la estratificación económica de una sociedad es mucho más compleja y hay que tener en cuenta que este solo es un modelo. A la derecha del triángulo hay un rectángulo (2) que representa al gobierno, que en este caso es un simple espectador.

El líquido azul es el capital (que en este contexto podría equivaler a los recursos económicos del país o ciudad en cuestión). Hay una entrada de capital que representa las exportaciones, el dinero captado del exterior por el sistema financiero, las remesas, dinero recién acuñado, etc. El líquido llega primero a la porción superior del triángulo. Aquí hay una abertura con válvula que deja pasar parte del capital a la porción inferior. Podemos decir que el flujo por allí representa los salarios a los trabajadores.

En la parte inferior también hay una salida con válvula. Esta retorna parte del capital al área superior, y representa el valor agregado de los productos y servicios, el interés por uso de tarjetas de crédito, etc. El diagrama no incluye una tubería de salida porque no es pertinente a esta discusión.

En un sistema ideal, las dos válvulas, marcadas con “V”, estarían finamente ajustadas para que el porcentaje de capital en la parte superior fuera siempre cercano aunque mayor al 20%, y el inferior, menor de 80% pero muy cercano a ese valor. Digamos que escogemos como límite (arbitrario) del estado óptimo, que el 20% superior posea entre el 20 y el 50% de los recursos, mientras el inferior entre el  50 y el 80%. Esto quiere decir que las personas que más ganan, nunca estarán muy por arriba de los 5000, y los que menos ganan no se encontrarán muy por debajo de esta marca. La diferencia entre ambos compartimientos sería reflejo de las diferentes capacidades o esfuerzos de los habitantes. Decimos entonces que el sistema se encuentra en equilibrio estable.

En la vida real, estas válvulas no se regulan solas. En ausencia completa de controles, la población del compartimiento superior estará en control de las válvulas y siempre que pueda, intentará maximizar sus ganancias. Cerrará la válvula superior hasta el límite mínimo posible, y abrirá la inferior hasta el máximo posible. Por ello, se requiere una unidad que haga el papel de regulador, que en la práctica es el estado con su sistema de leyes, cuerpos de seguridad y de administración de justicia.

Veamos la figura 2 a la que se le han agregado mecanismos de control similares a los utilizados en cualquier otro tipo de sistema.
Regulación del gobierno sobre un sistema económico
Figura 2

Agregamos tres tuberías, marcadas como T1, T2 y T3 (T2 y T3 tienen válvulas), las cuales conectan la población al estado y que tienen como objetivo succionar capital, en su mayoría en forma de impuestos. Este capital debe ser devuelto en parte hacia el triángulo en forma de obras sociales e infraestructura, sin embargo esto no lo dibujé por no ser pertinente a esta discusión.

Además de la tubería hay un sistema de cableado eléctrico que funciona de la siguiente manera: En la entrada de T2 hay un dispositivo de control que se activa cuando el capital alcanza ese nivel (50% del capital total). Este dispositivo tiene como objetivo abrir las dos válvulas superiores y cerrar las inferiores. La apertura de las válvulas superiores podría representar el aumento al salario mínimo y los impuestos escalonados. El cierre de las válvulas inferiores representaría las medidas para disminuir la usura bancaria, la regulación de la propaganda desleal, la imposición de medidas anti especulación, y la exención de impuestos a los grupos menos privilegiados. Estos controles ideales mantendrían el equilibrio, y son del tipo llamado de “retroalimentación negativa”. Estos servomecanismos forman parte de todos los sistemas biológicos, sociales, económicos, financieros, artificiales, etc.

Pero, ¿Qué sucede en la realidad en las sociedades capitalistas de consumo? Bien, un sistema ideal tendría dos características: 1) El tiempo de respuesta del mecanismo de control ante los cambios sería sumamente rápido en relación al flujo, y 2) la potencia de la respuesta sería suficiente para contrarrestar cualquier cambio. Si cualquiera de estos dos aspectos del mecanismo falla, el sistema comenzará a entrar en un estado de inestabilidad, lo cual sucede en los sistemas económicos verdaderos. Pero como los sistemas económicos/sociales son resilientes, pueden absorber una gran cantidad de inestabilidad antes de su colapso. En este lapso de tiempo se hace indispensable la adición o el refinamiento de las medidas de control. En nuestro sistema modelo, podríamos disminuir el tiempo de respuesta haciendo el cableado más corto, o disminuyendo el nivel de activación del dispositivo de control al 40% (en lugar del 50%). Otra manera de mantener la estabilidad sería aumentando el diámetro de las salidas superiores con válvula. Si no se realizan correcciones y falla el mecanismo, en el transcurso del tiempo el capital se acumulará en la parte superior.

Ahora veamos de nuevo la figura 2, específicamente la tubería rotulada como T3. Esta tubería no tiene válvula, pero en su entrada hay otro dispositivo de control. Este dispositivo tiene como objetivo revertir o abolir la acción del otro dispositivo, el que se encuentra en la entrada de T2. O sea, cuando la magnitud de la inestabilidad llega a ese nivel (que podemos llamar “punto de no retorno”), el dispositivo de control falla por completo y el sistema entra en lo que se llama “ciclo de retroalimentación positiva”, que en la mayoría de los casos corresponde a un círculo vicioso (Figura 3)

Pérdida del control del estado sobre el sistema económico
Figura 3

Al llegar a este nivel el capital fluye libremente a borbotones de la parte superior hacia el estado. En las sociedades verdaderas eso corresponde a las influencias de los grupos de poder en el gobierno dadas por el control de los medios de comunicación, el respaldo económico de candidatos de elección popular de todos los partidos, el lobby político, los sobornos, etc. Al llegar a ese punto el sistema no solo es inestable sino que entra en desequilibrio, que es cuando la parte superior del triangulo se apodera del mecanismo de regulación, y mientras más acumulación de capital, mas se cierran las válvulas superiores y más se abren las inferiores.

Esto es lo que sucede en la realidad, aunque vale decir que alcanzar el desequilibrio en una sociedad regulada puede tomar muchas décadas, y hasta centurias. Los sistemas económicos/sociales de gran escala como los países reales, no son tan simples como este modelo. Los sistemas biológicos y sus derivados (sistemas sociales, financieros y económicos) son muchísimo más complejos, con una gran cantidad de mecanismos de regulación. En una sociedad real, cada ciudadano y cada organización o conjunto de individuos es un ente potencial de cambio que hace que el sistema tenga un fuerte componente de aleatoriedad. Por ello, es sumamente difícil para un pequeño grupo de hombres, constituido por un presidente o primer ministro, su gabinete y asesores, decidir cuáles son los parámetros óptimos en el que el sistema se mantendrá estable. Es imposible para este grupo censar adecuadamente las salidas de cada una de las partes relevantes del sistema, y cuando lo hacen, generalmente ya es demasiado tarde y es así como vemos economías fuertemente fluctuantes en las que además aumenta paulatinamente la brecha económica, y esto es lo que comenzó a experimentar la zona euro y los Estados Unidos unas décadas después de la postguerra, aunque es difícil saber si ya se alcanzó el punto de no retorno. 

La figura 4 muestra el crecimiento porcentual de la economía familiar norteamericana en cinco grupos de ingresos en dos periódos. Se puede ver que en el sugundo período el crecimiento económico por grupos económicos en el gran país del norte comienza a ser inestable.
Gráfica de crecimiento desigual en USA
Figura 4

El sistema, una vez que entra en desequilibrio, finalmente alcanza el colapso (figura 5).

Grafica que dice pow
Figura 5


Con suerte, este colapso estará representado por revueltas menores o revoluciones tecnológicas que traerán algo de corrección, pero en ocasiones el único camino para solventar la situación es una revolución armada, o la creación de una guerra entre naciones.

Para terminar, veamos cual es la verdadera génesis de la inestabilidad y el desequilibrio en los sistemas sociales antes mencionados.

desigualdad social
Diversos estudios utilizando la teoría de los juegos han revelado que los seres humanos nos encontramos equipados con un sistema policial; un sistema de castigo para los que avanzan a costa de otros. Otros estudios concluyen que la envidia, catalogada por la Iglesia Católica como pecado capital y designada por muchos como el más vil de los sentimientos, es en realidad un mecanismo motivacional importante. El hecho de que miremos la grama del vecino más verde que la nuestra es un motor de acción con miras a la prosperidad  y el desarrollo personal.

¿Cómo se traducen esos dispositivos sicológicos cuando los analizamos en la colectividad? Cuando se comparan diversos parámetros económicos con indicadores de bienestar social, resulta que es la inequidad económica la que más se correlaciona con los demás. El nivel de educación, de salud pública, la tasa de criminalidad y muchos otros indicadores se correlacionan mejor con el grado de inequidad que con cualquier otra medida, incluyendo el PIB y elingreso per cápita.

Al parecer, la inequidad origina una tensión social que crece proporcionalmente a la magnitud de aquella. Es la consciencia social la que finalmente se organiza y se rebela contra el sistema, originando protestas, revueltas y revoluciones. El impacto de esa consciencia social no es únicamente en la organización de revoluciones. La presión pública es, en sí misma, un poderoso mecanismo de control de la desigualdad.

Protozoo
Ameba
Esto en realidad solo es válido en los países desarrollados, dirá usted. ¿Pero qué sucede en países crónicamente pobres y desiguales como Honduras? ¿No hemos experimentado ya muchas décadas de desigualdad sin cambios substanciales? Esa es una pregunta difícil de responder. Lo único que se me ocurre es que, por encontrarnos muy abajo en la escalera evolutiva económica, somos extremadamente resilientes. Algo así como la ameba, que sobrevive en cualquier cloaca o lodazal.

Saludos
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