Nuestra ciudad San Pedro Sula es extremadamente calurosa. Hace dos días el calor estuvo especialmente sofocante. Por la tarde, un amigo me avisó por teléfono que de las instalaciones de diario La Prensa estaba saliendo humo blanco, por lo que el edificio se debía estar quemando.
Mi amigo, nervioso como estaba, comenzó a tartamudear y a temblarle la voz: “Un to to torcocircuito, ve digo, cortocircuito debe ser,” me dijo mi asustado amigo por teléfono.
Me contó mi amigo que algunos empleados de La Prensa creyeron que se acababa de nombrar un nuevo Papa (por lo del humo blanco), pero los más realistas salieron del edificio a una gran velocidad como diciendo “patitas pa que las quiero.”
En cuestión de minutos llegaron dos carros de bomberos y el incidente no pasó a más. Alguien me comentó que había explotado un aparato que se recalentó por el calor de San Pedro Sula al fallar el sistema de enfriamiento. Mi amigo entonces me dijo:
“Oíme Edwin, ¡Qué velocidad la de los bomberos! Fijáte que el año pasado le agarró fuego la champa a doña Chencha, la señora que hace sopa de mondongo y de hueso los domingos para la goma de todos los bolos que se “la ponen” el sábado. Dicen que le estalló el comal porque se recalentó. Salió humo un buen rato mientras llegaban los bomberos, pero terminaron llegando una hora después”.
Como yo conozco a algunos bomberos y su entrega a tan loable labor, los defendí a capa y espada. Esos hombres y mujeres no harán mejor su trabajo solo porque se trata de La Prensa. Es una lástima que en otros tipos de servicios, como la salud y la educación, la brecha entre ricos y pobres no solo es real sino que se hace más grande año con año haciendo de los trillados derechos del hombre (especialmente el de igualdad) –proclamados con bombos y platillos después de la revolución francesa – una verdadera falacia.
Volviendo al tema del calor, no solo las máquinas se recalientan en San Pedro Sula. Esa misma tarde fui al gimnasio y sudé a chorros en la clase de aeróbicos. Luego hice mi rutina de pesas. Media hora después, dejé de sudar. Me puse blanco como el papel y tuve que sentarme para no caer desmayado. Yo, como la máquina de La Prensa y el comal de doña Chencha, me había recalentado.
¿Cuál es exactamente la causa del recalentamiento de nuestros cuerpos en San Pedro Sula? ¿Por qué el calor en San Pedro Sula es peor que el de un desierto? Bien, una de las causas es que la temperatura ambiental sube por encima de la corporal, de tal manera que la transmisión de calor se invierte (a los 40 grados centígrados típicos de San Pedro el calor se transmite del ambiente al cuerpo y no al contrario).
En un desierto caliente y seco pasa lo mismo. La diferencia reside en la humedad de San Pedro Sula. El mecanismo más eficaz y potente de enfriamiento es la sudoración. En el desierto, se produce una gran cantidad de sudor, pero como el aire es seco, este sudor se evapora rápidamente. Por el contrario, en San Pedro debido a la extrema humedad del aire, el sudor no se evapora y forma gotitas que deslizan y caen al suelo o empapan la ropa.
Como el sudor enfría mediante la evaporación y en nuestra ciudad el sudor no se evapora (porque el aire ya está empapado de agua), nos recalentamos. La sudoración es menos eficiente como mecanismo de enfriamiento en los lugares calientes que son también muy húmedos, factor que se debe tomar en cuenta durante una sesión de ejercicio.
¡Por eso es que los sampedranos somos tan calientes! Porque nos recalentamos de tanto calor. Si usted pensó otra cosa le sugiero que se enjuague bien el cerebro para que ya no tenga pensamientos tan sucios.
Por otra parte, me alegro que el humo blanco no haya pasado a más en La Prensa, aunque lamento lo de doña Chencha ya que mi amigo ya no tiene donde comerse su buena sopa de librillo los domingos.
Saludos.
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